Los seres humanos, desde el inicio mismo de la
humanidad, han tratado de arrojar luz sobre las leyes que gobiernan su
existencia, utilizando diversas teorías, que han ido desde explicaciones
basadas en supersticiones, que evolucionaron hacia la filosofía metafísica,
base de toda religión, hasta los liderazgos de grandes personajes históricos y
el desarrollo de la ciencia.
Es relativamente reciente la aceptación histórica de
la teoría de la evolución, que se adapta mejor a la concepción científica,
aunque siguen existiendo escuelas filosóficas que no acaban de asumir la
realidad científica y siguen defendiendo el “creacionismo metafísico”.
Desde el socialismo marxista se concede una
importancia grande al estudio de la historia, intentando que se soporte en el
mayor rigor científico, no solamente por su estudio en sí, que concuerde lo más posible con la realidad
concreta a la que la ciencia se debe, sino sobre todo, con el fin de sacar las
pertinentes conclusiones de las lecciones que contiene, porque sin una
comprensión de la evolución de los acontecimientos, es muy difícil prever las
futuras perspectivas.
El método del materialismo dialéctico es la ciencia de
las perspectivas que utilizamos los socialistas marxistas para intentar
desentrañar los procesos complejos del desarrollo histórico ya que la filosofía
marxista analiza las cosas, no como entidades estáticas, sino en el proceso de
movimiento y desarrollo.
Ahora bien, la evolución no representa solo el
movimiento de lo inferior a lo superior, sino que contempla la vida y la
sociedad en su desarrollo de una manera contradictoria. Esos procesos caminan en espirales que no
constituyen una línea recta, sino que procede mediante un desarrollo a saltos,
catástrofes, convulsiones y agitaciones, con rupturas en la continuidad, con
transformaciones de la cantidad en calidad (y viceversa), impulsos internos
hacia el desarrollo, produciendo fuertes contradicciones y creando conflictos
entre las distintas fuerzas, tanto en el aspecto centrífugo como centrípeto,
tanto entre individuos como entre clases sociales.
Los programas de los partidos, los proyectos, las
ideas, las teorías y los pensamientos no caen del cielo, sino que reflejan más bien el mundo material y los
propios intereses interclasistas. Lo explicaba Marx, diciendo que “el modo de
producción de la vida material condiciona los procesos de la vida social,
política e intelectual en general. No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino al contrario, es el ser social el que determina su
conciencia.”
El capitalismo en sus inicios esa una fuerza
revolucionaria que luchó contra el sistema feudal hasta vencerle y nadie puede
negar el carácter progresista que tuvo en sus primeros años de desarrollo, pero
de forma dialéctica, en la actualidad se ha convertido en un freno para el
desarrollo de la producción y el avance de la humanidad, por lo que se ha
vuelto reaccionario, caduco y senil, entrando en una recesión que puede llevar
a la Humanidad hacia la barbarie.
La perspectiva de Marx que esperaba que el
proletariado alcanzase el poder primero en algún país capitalista desarrollado,
no se cumplió y sufrimos el experimento del estalinismo, por los errores de las
direcciones, que interpretaron y aplicaron erróneamente la teoría marxista,
porque el capitalismo se rompió por el eslabón más débil de la atrasada Rusia
en 1917 y reconociendo los grandes avances en las primeras décadas, el sistema
colapsó corroído por la inoperancia y los errores de la burocracia, que fueron
un freno para el desarrollo de la democracia socialista plena.
La historia ha demostrado que la única clase capaz de
llevar a cabo transformaciones profundas es el proletariado cuando consigue
dirigir y aglutinar tras la clase obrera a
los sectores campesinos y menos favorecidos, como cuando la clase
trabajadora tomó el poder en octubre de 1917, repartiendo las tierras para
hacer la reforma agraria, expulsando a los imperialistas parásitos y unificando
el país, pero el proletariado mundial no se detuvo en sus ansias y aspiraciones
de continuar la revolución, como conocemos por sus derrotas en Alemania,
Italia, China, etc a manos de las potencias imperialistas, a causa de los
errores de sus propias direcciones.
Cuentan algunos historiadores que la Revolución de
Octubre en Rusia fue el acontecimiento más grande de la historia de la humanidad,
porque por primera vez, la clase obrera tomó el poder en sus propias manos, y
lo retuvo, sometiendo a los terratenientes, a los capitalistas y a los
militares zaristas blancos que les habían mantenido en el poder a sangre y
fuego e iniciaron la construcción del “estado democrático de los trabajadores”,
que podría haber sido el comienzo de la transformación socialista mundial, pero la invasión de los 21 ejércitos
burgueses para ayudar a los Blancos, sumió al país en una sangrienta guerra
civil y una desestabilización de la economía, poniendo las bases para el inicio
de la degeneración del socialismo, planteando posteriormente Stalin la teoría
de la construcción del socialismo en un solo país, a la vez que centralizaba burocráticamente la
política, eliminando cualquier parecido con una democracia socialista sana.
La derrota de la revolución socialista en Alemania y
demás países donde la clase trabajadora luchó por el socialismo, condujo al
aislamiento de la URSS que era un país atrasado y devastado por la guerra, con
destrucciones masivas, analfabetismo y un agotamiento que supuso tremendas
trabas para que, una clase obrera debilitada, pudiese contribuir a contrarrestar
el sistema de corrupción burocrática que se empezaba a dar, al eliminarse paulatinamente
el control obrero que se ejercía en los primeros años.
Es preciso reconocer que se dieron condiciones
objetivas (además de subjetivas de errores en la dirección) que alentaron el
crecimiento de la burocracia soviética, tanto en el Estado, en el Partido Comunista como en los
Sindicatos. Stalin se subió sobre las
espaldas de la casta burocrática que alimentaba y ésta sobre los hombros de la
clase obrera. El desarrollo se estancó
ya que “el taller que retrasaba toda la producción se llamaba burocracia” y eso
demostraba que los políticos en la historia, no se representan a si mismo, sino
que son los cauces por donde se expresan los intereses de grupos, castas, o
clases en el seno de la sociedad.
La degeneración estalinista convertida en “dictadura
contra el proletariado”, no surgió ni del socialismo, ni del comunismo, ni del
anarquismo, (sistemas que no pueden
existir mientras permanezca el capitalismo) sino que fue la consecuencia del
aislamiento y el atraso material de la URSS en una situación de crisis de
post-guerra, que eliminó la democracia obrera inicial con el fin de mantener y
preservar los privilegios y el poder de la casta burocrática que estaba
surgiendo.
El nuevo régimen se basaba en las nuevas formas de
propiedad que habían surgido con la industria y la tierra nacionalizadas y
planificadas, pero los consejos de trabajadores y la democracia obrera fueron
aplastados por la contra-revolución burocrática, negando la posibilidad de una
verdadera transformación socialista sana y democrática que hubiese marcado el
inicio de una forma nueva y superior de la sociedad, rompiendo las trabas del
capitalismo, para liberar las fuerzas productivas y producir más y mejor,
repartiendo con justicia el fruto del trabajo, que es el objetivo del socialismo.
Bien es cierto que los obstáculos de la propiedad
privada y el Estado nacional, que aparentemente fueron barridos a medias,
podrían haber permitido un salto en el desarrollo, pero la revolución
socialista no podía limitarse a un solo país, sino que necesita superar
fronteras, ya que la economía mundial requiere soluciones internacionales y
necesitaba enlazar con el desarrollo de los países más adelantados.
La teoría marxista explica que una de las primeras
tareas de la clase trabajadora cuando alcanza el poder es la sustitución de la
vieja maquinaria del Estado burgués, que permitirá a su vez poner las bases
para la producción económica planificada de forma armoniosa de los bienes
necesarios para satisfacer las necesidades humanas. Pero en la URSS el Estado se estableció, no
como un órgano de dominio de la clase obrera sobre la clase capitalista,
ejerciendo el control democrático desde las bases, sino mediante el control
burocrático bajo el dominio del Partido único que representaba no más del 3 %
de la población y que impedía el libre ejercicio de la
crítica democrática y el control obrero.
Estas situaciones analizadas por los historiadores nos
plantean la cuestión de saber si la clase trabajadora necesita un Estado, a lo
que la teoría ácrata nos responderían que no, pero surge la controversia de qué
tipo de sociedad, no solo queremos, sino podemos construir, en ese periodo de
transición mientras que sigan existiendo las fuerzas capitalistas de la
reacción que quieran volver a tomar el poder en sus manos, arrebatándolas por
la fuerza de las armas, contra la fuerza de la razón, que es el arma del
socialismo.
Los compañeros que sueñan con bonitas utopías, no
quieren entender que algún tipo de poder se requerirá para mantener a raya a
los reaccionarios, banqueros, capitalistas, explotadores y embaucadores que,
una vez tomado el poder por la clase trabajadora, quisieran volver a las andadas. Por eso, el socialismo si plantea, que se necesita un Estado, un estado obrero,
un estado democrático, donde las decisiones se tomen de abajo arriba, por los
colectivos de producción, con normas para profundizar en la democracia
socialista, como reivindicaremos al final de este trabajo.
Los trabajadores tenemos que luchar democráticamente
por construir un nuevo tipo de Estado, que no sea el capitalismo y que
represente y defienda los intereses de los más pobres, de los necesitados, de
la clase trabajadora y el pueblo trabajador en su conjunto, pero sin que los
capitalistas puedan mantener el control de la producción, el transporte y el
cambio, que debe pasar a manos de los trabajadores, y bajo su control
democrático.
Con los medios técnicos alcanzados en un Estado
Socialista de los trabajadores, que es la mayoría absoluta de la población, ha
de mantenerse el control de una pequeña minoría de excapitalistas, pero para
ello, el enorme aparato burocrático montado por el capital, para defender sus
intereses, tiene que ser desmontado. Eso solamente es posible mediante la
democracia obrera, la democracia social, la verdadera democracia del pueblo,
ejercida por el pueblo en beneficio del pueblo, de abajo arriba, en todos los
estamentos del nuevo estado, bajo control obrero.
Para aclarar esto, recurramos de nuevo a Marx, que
explicaba que la “democracia burguesa es un sistema en el que a los oprimidos
se les autoriza para decidir una vez cada varios años, qué mandatarios de la
clase opresora dominante ha de representarnos y aplastarnos en el
Parlamento”. La libertad bajo la
burguesía consiste en que todos el mundo puede decir lo que quiera, siempre y
cuando los Consejos de Administración del gran capital monopolista decidan lo
que se hace para beneficiar el ansia de lucro privado de los accionistas de sus
compañías financieras.
El nuevo Estado social y democrático que necesitamos,
consistirá en las elecciones libres y democráticas con revocabilidad automática
de todos los funcionarios y cargos políticos, desde las bases, para extender la
democracia obrera desde la esfera política, a la económica, a la sociedad y a
la cultural, nacionalizando los monopolios, la banca y los latifundios. La burocracia burguesa sería sustituida por
la participación democrática de las organizaciones de trabajadores, alternando
el trabajo con las gestiones de gobierno, con el modelo de que ningún cargo
público pueda recibir un salario más alto del que percibe un trabajador
cualificado. Asimismo para repartir el
trabajo, como un bien escaso, gradualmente todas las tareas de la
administración del Estado, en sus vertientes diversas, se planificarán de forma rotativa. El desarrollo de un plan que ponga en marcha
la economía, en la línea con las “PROPUESTAS ALTERNATIVAS”...(*) que hemos venido
debatiendo en nuestra corriente, para someterlo a la consideración de los que
participen en las Conferencias programadas para este otoño por el PSOE, proponemos que sea el inicio del debate para
procurar el giro a la izquierda y la dirección firme que la clase trabajadora
está necesitando. Otro mundo es posible,
pero con el genuino socialismo.
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA MÁLAGA-PSOE.A
(*) Si quieres
recibir el documento que estamos debatiendo, puedes solicitarlo gratuitamente
al correo de abajo, poniendo en asunto la palabra “Propuestas Alternativas”:
is-psoe.malaga@terra.es
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