30 de abril de 2014

"DIA PRIMERO DE MAYO", LA LUCHA INTERNACIONALISTA DEL MOVIMIENTO OBRERO:



El "Día Primero de Mayo", que se conmemora mañana como cada año por la  clase trabajadora mundial,  es  una jornada de lucha reivindicativa y solidaria del movimiento obrero internacional organizado y no tenemos que verla como una cuestión solo del pasado, sino que hay motivos para continuar la lucha porque las conquistas que tantos sacrificios costó conseguir a la clase obrera, ahora nos las arrebata la burguesía de forma inhumana, siguiendo las directrices del Gobierno mundial en la sombra que es la Dictadura Financiera de las Multinacionales.  

Las luchas comenzaron allá por 1856. La idea surgió primero en Australia, como medio para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. Los trabajadores organizaron un día de paro completo con manifestaciones y mítines. Esa primera jornada se celebró el 21 de Abril y en principio los obreros australianos se limitaron a ese año 1856, pero tuvo tal impacto sobre las masas del proletariado que se tomó la decisión de repetirla. 

La idea de solidaridad internacionalista de una jornada proletaria de reivindicaciones fue aceptada rápidamente y desde Australia empezó a extenderse y propagarse por cada vez más países, conquistando al conjunto del la clase trabajadora mundial. 

Los trabajadores que primero siguieron el ejemplo de los obreros australianos fueron los estadounidenses. El proceso de lucha más conocido es la historia de los Mártires de Chicago que empezó con un Congreso de la Federación de Trabajadores de EEUU y Canadá en 1884. En ese congreso se acordó, entre otras cosas, luchar por la jornada de 8 horas, porque las condiciones de trabajo eran difíciles y las jornadas de 12, 14 y 16 horas, además de una condiciones de trabajo totalmente esclavizantes.

En 1886 decidieron que cada primero de Mayo sería un día de paro internacional. Ese día, 200.000 trabajadores abandonaron sus lugares de trabajo y reclamaron la jornada laboral de 8 horas. Chicago fue el centro principal de la Lucha. Las fuerzas de represión del capitalismo estaban preparadas con armas para atacar a los trabajadores con el objetivo de impedir la huelga. Hubo grandes manifestaciones de obreros que desfilaron por las calles de Chicago, desobedeciendo las órdenes de los patronos y desafiando las leyes represivas del Gobierno. En los días siguientes, más de 350.000 obreros salieron a la lucha, en una huelga que afectó a más de 12.000 fábricas en EE.UU.

Albert Parsons, un líder obrero convenció a los anarquistas para que secundaran la lucha. El día 3 de mayo, August Spies, que era redactor de un periódico obrero, habló ante una manifestación de más de 6.000 obreros. Los huelguistas salieron en manifestación hacia la planta Mc Cornick, una de las fábricas más importantes dedicada a la construcción de maquinaria agrícola, con miles de obreros. 

Llegó la policía disparando para disolver a los trabajadores y mató a 6 manifestantes y los heridos fueron decenas.

El 4 de mayo todo Chicago estaba en Huelga General, pero no solo esta ciudad, sino que la huelga se extendió a Detroit y varias ciudades industriales más. La policía atacó a un mitin de 3.000 huelguistas; cuado la manifestación se estaba disolviendo y quedaban solamente unos 200 obreros, la policía disparó a mansalva contra la concentración. Hubo otra masacre con cientos de heridos y varios obreros muertos y entre los caídos también hubo 7 policías, porque uno de los manifestantes respondió al ataque con una bomba.

El 5 de Mayo en Milwakee la policía realizó otro ataque sangriento acribillando a ocho obreros polacos y uno alemán. En Chicago hubo también miles de detenidos de entre ellos 8 dirigentes anarquistas. Cuatro de ellos, Spies, Engel, Parsons y Fischer, fueron condenados a muerte, pero en vez de un juicio, hubo una venganza, una especie de linchamiento por parte del Estado, como después se encargó de demostrar con el tiempo la historia. Eran acusados de poner la bomba que mató a los policías. Eso nunca se probó, pero fueron asesinados por el estado capitalista. 

PALABRAS DEL ACUSADO GEORGE ENGEL, DE OFICIO IMPRESOR, ANTE EL TRIBUNAL QUE LE CONDENÓ A MUERTE EN 1886. (Fragmentos…)

” Es la primera vez que comparezco ante un tribunal norteamericano, y en él se me acusa de asesino. ¿Y por qué razón estoy aquí? ¿Por qué razón se me acusa de asesino? Por la misma que me hizo abandonar Alemania; por la pobreza, por la miseria de la clase trabajadora. Aquí también, en esta “República Libre”, en el país más rico de la tierra, hay muchos obreros que no tienen lugar en el banquete de la vida y que como parias sociales arrastran una vida miserable.

Aquí he visto a seres humanos buscando algo con que alimentarse en los montones de basura de las calles.[…] Cuando en 1978 vine desde Filadelfia a esta ciudad creí iba a hallar mas fácilmente medios de vida aquí, en Chicago, que en aquella ciudad, donde me resultaba imposible vivir por mas tiempo. Pero mi desilusión fue completa. Entonces comprendía que para el obrero no hay diferencia entre Nueva York, Filadelfia y Chicago, así como no la hay entre Alemania y esta tan ponderada república. Un compañero de taller me hizo comprender, científicamente, la causa de que en este país rico no puede vivir decentemente el proletario. Compré libros para ilustrarme mas y yo, que había sido político de buena fe, abominé de la política y de las elecciones y comprendí que todos los partidos estaban degradados y que los mismos socialistas demócratas caían en la corrupción mas completa.

Entonces entró en la Asociación Internacional de los Trabajadores. Los miembros de esta Asociación estamos convencidos de que sólo por la fuerza podrán emanciparse los trabajadores, de acuerdo con lo que la historia enseña. En ella podemos aprender que la fuerza libertó a los primeros colonizadores de este país, que sólo por la fuerza fue abolida la esclavitud y que, así como fue ahorcado el primero que en este país agitó a la opinión contra la esclavitud, vamos a ser ahorcados nosotros […]
¿En qué consiste mi crimen?

En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonen millones […], otros caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficios de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar […]

La noche en que fue arrojada la primera bomba en este país, yo estaba en mi casa y no sabía una palabra de la “conspiración” que pretende haber descubierto el ministerio público. Es cierto que tengo relación con mis compañeros de proceso, pero a algunos solo los conozco por haberlos visto en las reuniones de trabajadores. No niego tampoco que he hablado en varios mítines ni niego haber afirmado que, si cada trabajador llevara una bomba en el bolsillo, pronto sería derribado el sistema capitalista imperante.

Esa es mi opinión y mi deseo, [pero] no combato individualmente a los capitalistas; combato al sistema que produce sus privilegios. Mi mas ardiente deseo es que los trabajadores sepan quienes son sus enemigos y quienes sus amigos.

Todo lo demás merece mi desprecio. Desprecio el poder de un gobierno inocuo. Desprecio a sus policías y a sus espías.

En cuanto a mi condena, que fue alentada y decidida por la influencia capitalista, nada mas tengo que decir”.

En 1888 renovaron su decisión y decidieron que la próxima jornada reivindicativa tendría lugar el 1 de mayo de 1890. Mientras tanto, el movimiento obrero europeo se estaba fortaleciendo y las luchas iban en aumento. La más poderosa expresión de ese movimiento tuvo lugar en el Congreso de la Internacional Obrera en 1889. En ese Congreso al que asistieron 400 delegados, se acordó que la lucha por la jornada de 8 horas debía ser la primera reivindicación. 

El delegado de los sindicatos franceses, el obrero Lavigne de Burdeos, planteó que esa reivindicación fuese expresada en todos los países a través de una Huelga general universal. El delegado de los obreros estadounidenses secundó la propuesta de su camarada sobre la decisión de ir a la huelga el día 1 de Mayo de 1990, así que el Congreso optó por esa fecha como una jornada de lucha proletaria internacional. 
El Congreso había decidido solamente que los trabajadores de todos los países se manifestarían juntos pidiendo la jornada de 8 horas el día 1 de mayo de 1890. Nadie había hablado de repetir la celebración cada año. Nadie podía predecir el tormentoso éxito que esta idea tendría y la manera tan rápida que sería adoptada por la clase obrera. Pero fue suficiente celebrar el 1 de Mayo con tanta participación y firmeza, para que toda la clase obrera comprendiera y sintiera que debía convertirse en una institución anual de lucha permanente, donde se demostraba la fortaleza de la clase trabajadora, que unida y organizada era imparable. 

Desde entonces, la clase obrera y los pueblos del planeta luchan cada primero de mayo contra la situación que sufren impuesta por los explotadores y opresores de este injusto sistema capitalista. El imperialismo y capitalismo sólo pueden garantizar superexplotación, tensiones mundiales y guerras. La clase obrera de cada país tiene el reto histórico de encabezar la lucha del conjunto del pueblo para hacer frente y oponerse a los proyectos belicosos y de rapiña del imperialismo y sus aliados internos en su propio país. 

Esos primeros de Mayo se reclamaba la implantación de la jornada de 8 horas, pero incluso después de haberse logrado ese objetivo, teóricamente de forma legal, ese día de lucha nunca fue abandonado porque en la práctica las jornadas se prolongan incluso en nuestros días a 10,12 y 14 horas en algunos casos. Mientras continúe la lucha de los obreros contra la burguesía y la clase dominante, mientras todas las reivindicaciones no se conquisten, cada 1º de Mayo seguirá siendo la expresión anual de esas luchas heroicas del movimiento obrero por la causa del socialismo. 

Incluso cuando amanezcan mejores días, cuando la clase obrera haya conquistado su verdadera libertad en todo el mundo, entonces incluso, la Humanidad también se verá obligada a celebrar cada 1º de Mayo, en honor a las luchas amargas y heroicas en honor de los enormes sufrimientos del pasado, por tantos luchadores obreros que han quedado en las cunetas por defender con ahínco los intereses de nuestra clase. 

Por todo ello, nuestra corriente de opinión sigue manteniendo la solidaridad internacionalista como uno de sus puntos irrenunciables, por lo que alentamos a todos los trabajadores, en este “PRIMERO DE MAYO”, a seguir la lucha porque sólo con la organización, la unidad y la solidaridad del movimiento obrero, podemos crear las condiciones para promover la paz mundial y desarrollar el proyecto socialista que abran el camino a la paz en este planeta y a una sociedad más justa basada en la solidaridad y en la creación de riqueza y empleo gestionados por los mismos que la producen; La clase trabajadora organizada a escala internacional. ¡¡Viva el Primero de Mayo¡¡¡ ¡¡ Viva la clase trabajadora¡¡

AREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com

29 de abril de 2014

ME ALQUILO PARA SOÑAR:

OPINIÓN. Camino a Laponia. Por Sergio Brenes
Concejal socialista en el Ayuntamiento de Málaga
28/04/14. Opinión. Sergio Brenes, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga, repasa en esta columna en EL OBSERVADOR.com algunos de los proyectos anunciados por el Gobierno local del PP que no han sido acabados, deficitarios o que ni siquiera se han llevado a cabo. Entre otros, incluye en esta lista al cine Astoria, el Museo de las Gemas, el Museo del Automóvil o los Baños del Carmen.
Me alquilo para soñar
EL otoño del patriarca o el último viaje del buque fantasma son dos buenos títulos que definen lo que viene sucediendo en la Ciudad ante el vacío, no de poder, sino de gobierno en el Ayuntamiento de Málaga.
UNA realidad incontestable e incapaz de ser tapada en el día a día más allá de titulares tan grandilocuentes como artificiales por inventados. Relato de un náufrago de proyectos estrellas que acaban estrellados como los del Astoria o el museo de las Gemas. Millones de euros de los malagueños que son inyectados anualmente para tratar de reflotar inversiones cuya supuesta rentabilidad económica murió antes de nacer, como el museo del Automóvil o el Palacio de Ferias.
TODA esa hojarasca (cosa inútil y de poca sustancia, especialmente en las palabras y promesas) de años de noticias en periódicos que amarillean por el paso de estos 18 años del Partido Popular prometiendo por ejemplo mes a mes la solución definitiva para los Baños del Carmen. Ya el 27 de mayo de 2001 De la Torre iba a ir a Madrid para cerrar el Plan de los Baños del Carmen para las supuestas obras que iban a comenzar aquel verano. Trece años después De la Torre sigue negociando con el gobierno del PP las soluciones para Baños del Carmen. No hay mejor ejemplo de la incapacidad de gestión y de acordar del alcalde. Ni con Aznar, ni con Zapatero, ni con Rajoy mientras los Baños se caen. Una reciente sentencia de la Audiencia Nacional obliga al Ministerio de Medio Ambiente a retomar el proyecto que tenían en marcha los socialistas desde 2010 para rescatar la concesión administrativa y garantizar así el uso público de los Baños del Carmen. De la Torre cómplice de estos 18 años de abandono de ese espacio anda tapando la dejadez y la paralización que ha sufrido ese proyecto en estos años del ministro Arias Cañete.
LA Málaga del trampantojo y de los proyectos de hoteles y puertos deportivos que nunca pasarán de la tinta a la realidad, quizás esperando que un día de éstos, o quizás un siglo de éstos se materialicen. Cien años de soledad para un alcalde senador incapaz de sacar proyectos para la ciudad de Málaga en los Presupuestos Generales del Estado del gobierno del PP tanto en 2012, 2013 y 2014. Hemos pasado de ser la tercera ciudad con mayor inversión del Gobierno central durante los 8 años del PSOE a ocupar el puesto 42 entre las capitales de provincia españolas. Málaga ha sido borrada del mapa de la inversión ante el silencio ensordecedor del Partido Popular malagueño. De vergüenza.
LA crónica de una muerte anunciada de un Plan General de Ordenación Urbana que incluyó 80.000 nuevas viviendas para construir, fruto del afán especulador, del reparto de una tarta de intereses urbanísticos que no dejó suelo sin urbanizar entre el mar y los montes de Málaga. Un PGOU creado como marco de oropel para dar cobertura a operaciones como los rascacielos que se pretendían para Málaga a cambio de convenios millonarios, de los que 130 millones de euros el alcalde le ha perdonado para mejorar la situación económica del banco gallego y de ENDESA.
EL mar del tiempo perdido de un alcalde que ha frenado continuamente proyectos de otras administraciones en Málaga simplemente por venir de la mano de gobiernos socialistas como los retrasos continuos en el Metro (muros pantalla o tuneladora, polémica por los desvíos de tráfico en carretera de Cádiz, sobre el pavimento a colocar en superficie en calle La Unión, los daños a la flota de la EMT por las obras del Metro… y por último ahora que la Junta de Andalucía peatonalice la Alameda Principal, proyecto que en estos últimos 18 años no le había dado tiempo al PP en el Ayuntamiento de Málaga acometer).
O enredando el general en su laberinto  como en el caso del parque en el Campamento Benítez. A De la Torre le parecían pocos los 8 millones ofrecidos por el gobierno de Zapatero para invertirlos y entregarle a Málaga un parque terminado  para uso y disfrute de los ciudadanos. Ahora que gobiernan los suyos, tras su nefasta y esperpéntica gestión con su gobierno del Partido Popular, a Málaga nos ha costado ya el Campamento Benítez 20 millones de euros en cesión de carreteras de titularidad estatal. A estos hay que sumarle los 5 millones de euros que nos van costar las primeras fases de ese parque cuyo coste final supondrá un mínimo de otros 20 millones de euros que correrán a cargo de los ciudadanos malagueños. A De la Torre le suena a canto celestial la negativa del gobierno del PP de poner ni un solo euro.
EL coronel no tiene quien le escriba por el continuo desprecio que ha mostrado a instituciones públicas como la Universidad de Málaga o a Unicaja. Visto con recelo hasta por sus compañeros de partido y alcaldes de municipios colindantes que han huido de ningún proyecto de área metropolitana. Los inversores privados tampoco se fían de De la Torre. Los que ayer fueron socios con acuerdos firmados en fotografías y portadas de periódicos hoy nos tienen en los Tribunales reclamando a Málaga millones de euros de indemnización por incumplimientos de contratos como en los casos de los propietarios de la Royal Collection del Museo de las Gemas que iba a ir en Tabacalera, los propietarios que vendieron al Ayuntamiento los cines Astoria y Victoria o los constructores que pretendían hacer un edificio sobre el antiguo mercado del Carmen en el Perchel.
UNA mala hora en la que se adoptaron decisiones erróneas a sabiendas, sin importar los costes del despropósito que nos han llevado a acumular deudas de más de 700 millones de euros que lastran la capacidad inversora, de generador de empleo y riqueza del principal motor de esta ciudad, su Ayuntamiento. Se puede seguir ese rastro de tu sangre en la nievehasta dejarla morir desangrada. Proyectos como la nueva sede de Urbanismo que se encareció un 70% pasando de los 20 millones de euros previstos a más de 36 millones o los museos de Tabacalera que acabaron costando más de 30 millones de euros a los malagueños cuyas puertas se encuentran cerradas. Los más de 20 millones de euros de los malagueños que se gastaron en comprar los cines Astoria y Victoria y que ahora, sin proyecto, se encuentran pendientes de su inminente derribo. Los espantos de agosto de millones de euros en sobrecostes de obras del Instituto Municipal de la Vivienda, la venta indiscriminada de parcelas de titularidad municipal, propiedad de todos los malagueños que fueron vendidas por la puerta de atrás con el único objeto de hacer caja.
LOS socialistas hemos pedido en el Ayuntamiento que el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, recientemente fallecido, cuente con una plaza, una calle o avenida en nuestra ciudad. Aunque aquí el realismo no es mágico sino pesadilla. Es una obligación el contribuir a generar una ciudad llena de ideas transformadoras, de proyectos y oportunidades que se materialicen, una Málaga abierta a la esperanza de una juventud en paro forzoso o camino del exilio. Nuestra ciudad no puede seguir siendo el ahogado más hermoso del mundo.

28 de abril de 2014

DIA INTERNACIONAL DE LA SEGURIDAD EN EL TRABAJO.

Pese a ser hoy el DIA INTERNACIONAL DE LA SEGURIDAD EN EL TRABAJO, no tenemos nada que celebrar, porque los niveles de siniestralidad laboral siguen siendo muy altos. Hubo una tendencia a la baja del número de accidentes que venía repitiéndose desde 1996, pero eso ha cambiado con el actual Gobierno del PP y el índice de accidentes ha aumentado como consecuencia de la política antisocial de Rajoy. En nuestro país se cuenta la desastrosa cifra de más un muerto por accidente laboral al día.

En cuanto a las enfermedades profesionales también aumentan, según un informe de la UGT, “el porcentaje medio de enfermedades con baja laboral en nuestro país ronda el 40 % de media”. Por otra aprte, según “El Economista.es 7-4-14”, “El número de accidentes laborales graves aumenta un 66,67% en el sector de la Agricultura en febrero". En cuanto a muertes en España (según Europa Press 28-4-14) "un total de 540 trabajadores fallecieron en accidente laboral en 2013".

La mayoría de los accidentes laborales no son inevitables. Las normas existentes deberían cumplirse para poder evitarlos, pero el objetivo de la patronal no es la seguridad, sino el lucro privado. En teoría, todos los equipos de trabajo que utilizan elementos de seguridad deberían aplicarlos, pero sabe la patronal que quizás retrasa algo la productividad. En teoría, antes de que se entre a trabajar los servicios de prevención deben hacer una revisión.

Muchos accidentes anteriores son fuente de enseñanza sobre las medidas a tomar para evitar su repetición, pero luego no se cumplen y se cae una vez y otra en los mismos errores. En las actas de las reuniones de los Comités de Seguridad e Higiene, se recogen recomendaciones que las patronales hacen caso omiso porque tienen que invertir recursos que merman sus beneficios.  Se hacen cursos y más cursos sobre Seguridad en el Trabajo, se sabe lo que hay que hacer para evitar los accidentes, pero el problema es que luego no se cumple, ni hay inspecciones periódicas suficientes para que vigilen los incumplimientos.

Tenemos que introducir aquí una pregunta de por qué no se cumplen las medidas de seguridad. Con una legislación sobre  Prevención de Riesgos Laborales, con un reglamento de salud laboral y con la prevención convertida hasta en unos estudios, con cursos de formación investigados por presunto fraude,  sigue habiendo muertes en el trabajo que son perfectamente evitables.

Demasiados accidentes se escudan en que ha sido una casualidad, pero en realidad no lo es. No es casualidad que la mayoría sean de trabajadores que tienen trabajos precarios, que sean jóvenes a los que no se les ha dado los cursos de formación sobre Seguridad, no es casualidad tampoco que el número de accidentes se incremente de forma alarmante, cuando la tecnología para evitarlo está cada vez más adelantada.  Todo eso no puede ser achacado a la simple casualidad, al contrario, con las consecuencias directas de varios factores:

La obsesión por el incremento de la productividad, de los ritmos de trabajo y de las prolongadas jornadas, cueste lo que cueste, para obtener más plusvalías a costa del asalariado.
Un proceso acelerado de “externalización” que se concreta en destruir empleo digno y más seguro en la propia empresa matriz, por el “alquiler” de servicios a empresas subcontratadas, que abarata costes en detrimento de la accidentabilidad en el trabajo.
La eliminación en cada vez más empresas de los obligatorios Vigilantes de Seguridad, que para la patronal representan un incordio; o hacen a capataces o encargados los responsables, que al estar más cercanos a la empresa, defienden los intereses del empresario antes de la seguridad del trabajador.
No puede parecer extraño que la Patronal actúe de esa forma, porque en realidad son explotadores por su papel bajo el sistema de lucro privado que representa el capitalismo; lo único que les importa es dar gestión de un incremento de los beneficios a costa de lo que sea. Para la Patronal y para su gobierno afín, el PP de Rajoy, los trabajadores muertos en accidentes laborales son unos leves “daños colaterales” en la guerra a muerte desatada por el sistema,  contra los derechos y las condiciones de vida de los asalariados. 

Cuando se producen catástrofes terribles, como la ocurrida en el edificio Rana Plaza de Bangladesh, con el derrumbamiento de una planta textil de seis pisos,  causando más de 1.130 muertos, 2.000 personas heridas y no se sabe cuántos desaparecidos sepultados en vida, comprobándose posteriormente que doce empresas importantes, entre ellas El Corte Inglés, Mango, Inditex, Benetton, Primark… y los gobiernos respectivos, todos lloran lágrimas de cocodrilo, prometiéndose  que iban a dar unos 40 millones a los familiares, pero de forma graciable, anónima y sin fecha,  lo cual un año después,  todavía no han cumplido, según “lainformación.com 28-4-14) que dice:  “Ginebra, 23(EFE).- Más de la mitad de las compañías que se comprometieron a pagar indemnizaciones a las víctimas del hundimiento del Rana Plaza, (…) en el que fallecieron más de un millar de personas, no lo han hecho un año después”.

Esas patronales, algunos con un aparente gran prestigio por salir al extranjero con sus potentes multinacionales para implantar su Ley, son las que presionan para impulsar permanentemente reformas laborales que nos quitan los derechos, violando sistemáticamente dentro de sus empresas o las que contratan, a las que subsidiariamente deben ser responsables ante la Ley, por lo que esas empresas, a ojos del pueblo, son los auténticos culpables de esas atrocidades, aunque la Judicatura burguesa, al servicio de los poderosos, no les persiga, ni juzgue, quedando completamente impunes esos crímenes de lesa humanidad.

Sabemos que la problemática cada vez más grave de la accidentalidad laboral y la seguridad en el trabajo que seguimos padeciendo los trabajadores no se van a resolver a través del diálogo razonado con la Patronal, para convencerlos de que deben actuar de otra forma. Eso es una vana esperanza y una pérdida de tiempo, porque el incumplimiento de la Ley es manifiesto, ni podemos tener esperanzas que los problemas vayan a ser resueltos por la Inspección de Trabajo, cada vez más escasa y más burocratizada al servicio de la Patronal, con este Gobierno del PP que les sirve a los suyos con una legislación a su medida. La clase trabajadora tiene como único camino organizarnos y unirnos para resolver nuestros problemas, mediante un sindicalismo combativo, democrático, de clase y unitario.

Entre las tareas más urgentes para contrarrestar los problemas de la siniestralidad laboral, es preciso luchar por hacer cumplir la legislación sobre prevención y riesgos laborales, pero sobre todo, tenemos que ir a la raíz del problema: luchar contra la eventualidad, la precariedad y las subcontrataciones. Las cúpulas sindicales, en particular UGT y CCOO, deben romper todo pacto con la Patronal y ponerse de inmediato a la tarea de preparar un plan de lucha para conseguir limitar la precariedad y la evasión del cumplimiento de la Ley por la Patronal, controlar las jornadas laborales evitando las horas excesivas, crear bolsas de trabajo para la rotación, exigir la equiparación de los salarios, etc…

A corto plazo, esas son algunas de las reivindicaciones por las que debieran luchar los sindicatos, llamando a la movilización de las bases, pero eso no es lo único, sino que es preciso recuperar un sindicalismo de lucha, de combate no solo contra los accidentes, sino por recuperar los derechos que el Gobierno del PP, a las órdenes de la Patronal, nos ha arrebatado, por lo que hay que pasar de las palabras a los hechos.

Está claro que necesitamos que haya leyes y normas que protejan los derechos de los trabajadores, pero necesitamos un mayor grado de organización. Tenemos que exigirle al Gobierno de Rajoy que apruebe nuevas leyes laborales favorables a los trabajadores y los jóvenes; si no cede, presionar con acciones de protesta incluso  con la Huelga General. La realidad demuestra que las empresas sólo cumplen las leyes cuando día a día, cada hora, en cada tajo, los trabajadores tenemos la suficiente fuerza como para obligarlas a hacerlo. Esa fuerza sólo la podemos obtener estando organizados política y sindicalmente. Sin organización, los trabajadores sólo somos carne de explotación en manos de los empresarios.

A la clase trabajadora nunca nadie nos regaló nada. Todo lo tuvimos que obtener con nuestro sacrificio, nuestra organización y nuestra lucha. Para obtener nuestras reivindicaciones sólo debemos confiar en nosotros mismos.
 ¡¡ Por un sindicalismo combativo, de clase y democrático ¡¡ 
Organizate y lucha ¡¡

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A




25 de abril de 2014

PORTUGAL: 40 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES.

LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES DEL 25 DE ABRIL.
La conmemoración de la Revolución Portuguesa no puede ser más oportuna. En los últimos años decenas de miles de personas en todo el mundo están comprendiendo la necesidad de transformar la sociedad para acabar con el capitalismo y todas sus lacras, pero una pregunta golpea una y otra vez sus cerebros: ¿es posible?


En el año 1974 en Portugal, como en Chile,  en Francia, (o simplemente como viene ocurriendo en la dilatada primavera árabe del Norte de África,  - Egipto, Siria,- y también en  Grecia, Ucrania - y demás zonas)  se buscaba una respuesta. En Portugal, con las Revolución de los Claveles se dijo sí, sí es posible. Y, sin embargo, no se acabó el proceso, no surgió una nueva sociedad de las ruinas del capitalismo. ¿Por qué?


La crisis de los 70 acabó con una larga época de estabilidad en los países capitalistas avanzados. Las masas encontraron, en toda Europa, problemas desconocidos: alta inflación, paro masivo, ataque a las conquistas sociales…, y respondieron con un ambiente de lucha generalizado y un giro a la izquierda en la sociedad. Y fue Portugal donde el proceso llegó más lejos; de ahí la importancia que los propios capitalistas e imperialistas de todo el mundo le dieron y que los socialistas marxistas debemos darle.

La burguesía portuguesa, históricamente, es incluso más atrasada que la española. No es casualidad que su sistema necesitara de la dictadura más longeva de Europa, ¡de casi 50 años! Los capitalistas lusos eran incapaces de llevar adelante la revolución democrático-burguesa, tan fuertes eran sus lazos con los terratenientes, por un lado, y con el capital monopolista británico, por otro. Al calor del auge económico de la posguerra, Portugal se transforma. Si bien en la agricultura el beneficio del latifundista se sigue basando en la explotación intensa de la mano de obra, en la industria se impone el monopolio. En 1970 sólo el 20% de los trabajadores industriales estaban ocupados en empresas de menos de 20 personas, en 1971 el 0,4% de todas las sociedades controlaba el 53% del capital de éstas, en 1972 el 16,5% de todas las empresas industriales producían el 73% de la producción industrial. En vísperas del 25 de Abril, los “7” (siete grandes grupos) dominan prácticamente toda la economía, bien directamente bien a través de sus bancos y de las influencias políticas.

Pero esta irrupción de la concentración capitalista en el tradicional y bucólico Portugal, durante los 50 y 60, tiene efectos imprevistos. En Oporto, Setúbal y, sobre todo, la luego conocida como Lisboa la roja, se crean impresionantes concentraciones obreras, y con ellas viene el aumento de la conciencia colectiva, una sensación desconocida de fuerza, y la experiencia de que su lucha por mejorar su nivel de vida choca frontalmente con el Estado dictatorial de Salazar y, después, Caetano. Por otra parte, el proceso de monopolización empobrece y proletariza a sectores importantes de la pequeña burguesía rural y urbana, otrora sostén del régimen, y los empuja hacia la izquierda.

La Revolución del 25 de Abril de 1974 no fue un rayo en un cielo despejado. Fue incubado por la crisis del capitalismo portugués y de su régimen, y por la fuerza de un proletariado (de un millón de personas sólo en el sector industrial, sin contar a parte del millón y medio de emigrantes) creado, cocido y madurado con la levadura del auge de la posguerra, como también ocurrió en España. Cuando llega la crisis, cuando se suceden los despidos masivos, la inflación (19,2% en el 73), las reducciones salariales, esa fuerza potencial explota. En 1970, los bancarios imponen con su lucha el primer convenio colectivo, y en octubre de ese año se forma la Intersindical, a iniciativa de los sindicatos del metal, las finanzas y el textil; en abril del 73 ¡40.000 trabajadores! se manifiestan en Oporto; del otoño de ese año al 25 de Abril 100.000 obreros van a la huelga, por supuesto ilegalmente.

La guerra colonial fue un factor decisivo en la caída de la dictadura. El reaccionario aparato estatal y la burguesía aunaban fuerzas para mantener las vastas y ricas extensiones de Angola y Mozambique bajo su control, lo que les permitía el saqueo de sus materias primas y el patético sueño de mantener el histórico imperio colonial. Pero el coste de esta opresión imperialista era sangrante, también para las masas de la metrópoli. Los muertos portugueses en la guerra colonial (1961-74) fueron unos 15.000, y 30.000 militares lusos quedaron inválidos o mutilados. La pesadilla del servicio militar duraba ¡4 años!, y a esto hay que sumar el derroche del gasto militar: en 1973 la sangrienta aventura colonialista chupó el 45% de todo el presupuesto. El coste económico y social llegó a ser tan grande que incluso un sector importante de la burguesía (representado por el general Spínola) era partidario de mantener el yugo imperialista bajo formas nuevas, dando algún tipo de autonomía ficticia, para acabar con la resistencia popular angoleña y mozambiqueña.

El 25 de Abril.-
La peculiaridad de la Revolución Portuguesa fue que se inició con un golpe de Estado militar contra una dictadura. De hecho, la historiografía burguesa y reformista intentan constreñir la Revolución de los Claveles a la acción del 25 de Abril, quitando importancia a los acontecimientos posteriores por ser “excesos fruto de la ingenuidad y del sentimiento, que fueron felizmente superados”. Sin embargo, la Revolución no es el 25 de Abril, sino que empieza el 25 de Abril. Por otra parte, el hecho de que una minoría de suboficiales y soldados fuera capaz de acabar en 24 horas, de forma prácticamente incruenta y sin apenas resistencia, con una dictadura que supuestamente controlaba todo, no demuestra sino que la fuerza de la clase obrera era enorme; su arrojo, su lucha, atraía a sectores de capas medias, empobrecidas y asqueadas con la sangría colonial y con la dictadura, hasta tal punto de convertir un grupo surgido dentro de la oficialidad del Ejército por motivos corporativos (el MFA, Movimento das Forças Armadas) en el autor de una conspiración para acabar con la dictadura. Aunque en contacto con Spínola y el sector liberal de la burguesía, el MFA tenía una dinámica propia, influida también por el ambiente internacional de lucha contra la Guerra de Vietnam, por los propios movimientos guerrilleros africanos y, especialmente, por el ambiente generalizado de oposición a la dictadura.

Los liberales pretendieron utilizar al MFA para presionar a los ultras y obligar al régimen a cambiar de formas para mejor controlar la situación, paliando por lo menos la guerra colonial, pero se encontraron con una sorpresa: la irrupción de las masas. El 25 de Abril hizo explotar toda la energía y la rabia contenidas durante décadas: por doquier surgían celebraciones, luchas, manifestaciones, reivindicaciones, asociaciones de todo tipo, discusiones sobre qué hacer y sobre cualquier problema. En esos días, igual que en la Revolución rusa de Febrero, las masas eran las que tenían el poder, pero no eran conscientes de ello.

El MFA había cedido el poder, formalmente, a la Junta de Salvación Nacional presidida por Spínola que había sido llamado por el dictador Caetano cuando estaba rodeado su palacio por los soldados y trabajadores, para dar una salida responsable a la situación. Pero las decisiones de la Junta no valían mucho más que el papel donde estaban escritas.

El movimiento avanzaba como la lava: los presos políticos son liberados, los pides (miembros de la PIDE, la policía política) perseguidos, muchas empresas saneadas (depuradas de fascistas), viviendas vacías ocupadas. Los jornaleros del Alentejo ocupan los latifundios; las huelgas se suceden (en el poderosísimo grupo CUF, ferrocarriles, automóvil, construcción, químicas…), reivindicando aumentos salariales, jornada de 40 horas semanales y, también, medidas políticas y de control obrero, como fiscalización económica de la empresa, readmisión de trabajadores despedidos y depuración de fascistas.

Estas luchas obreras y populares están organizadas por comisiones de trabajadores y de vecinos (Comissoes de Moradores) que surgen como setas. El Primero de Mayo, cinco días después del golpe, 600.000 personas, incluyendo soldados y marineros armados, se manifiestan en Lisboa.

La burguesía se ve impotente para controlar la situación. La Junta condena “los atentados a la jerarquía”, la “expulsión de responsables” (depuración) y las “reuniones en horas de trabajo”. Pero ¡ni siquiera tiene una fuerza armada para hacer cumplir sus decisiones! La única forma de recuperar el control es utilizando el enorme prestigio que tienen las organizaciones obreras, en especial el Partido Comunista (PCP, con una enorme autoridad por ser “el partido que luchó contra el fascismo”) y el Socialista (PS).

La situación revolucionaria que se abrió el 25 de Abril hubiera permitido una definitiva transformación política en Portugal: acabar con el capitalismo, instaurar una auténtica democracia de los trabajadores, basada en esos incipientes órganos de control (las comisiones), y en la expropiación de las siete grandes familias, las multinacionales y los latifundios, y elevar el nivel de vida de la población, socavando así, para empezar, los ya podridos cimientos del capitalismo español y del griego.

El ánimo de lucha y participación política directa de la clase obrera, el giro a la izquierda de las capas medias (¡incluso un sector muy importante de los militares!), la impotencia y crisis de la clase dominante…, todo permitía una transformación pacífica. Pero faltaba algo. Es imposible, incluso en el culmen de una situación revolucionaria, que los trabajadores puedan sacar todas y cada una de las conclusiones necesarias para rematar con éxito la faena.

La revolución es un arte. Más allá de ideas generales, hay que saber qué postura tener ante cada problema (las colonias, la amenaza fascista, la Iglesia, la pequeña burguesía…), cuándo es el momento para un repliegue y cuándo para avanzar, qué ambiente y qué fuerzas tiene en cada momento el sector más consciente, la clase obrera y las masas en general, etc. Las conclusiones de experiencias pasadas en todo el mundo solamente las puede ofrecer un partido organizado en base a la filosofía y el método de análisis del materialismo dialéctico y que sepa aplicarlos al movimiento real y aprender de él. Pero Portugal estaba huérfana de partido que jugara ese papel…

En Rusia, tras la caída del zar y la instauración de un Gobierno Provisional de coalición entre burgueses y reformistas, los bolcheviques insistieron en extender y fortalecer los soviets, que eran los órganos directos de representación de las masas trabajadoras (y, por contagio, de los campesinos pobres y soldados), con el objetivo de sustituir cualquier gobierno o institución burguesa (como se demostró de febrero a octubre del 17), incapaz de solucionar las tareas democráticas y revolucionarias.

Mientras explicaban esta idea, demostraban en la práctica el carácter reaccionario del Gobierno Provisional y de los reformistas al exigirles medidas que no podían satisfacer sin romper el opresivo lazo que les unía a los capitalistas. La reforma agraria, el final de la guerra, el aumento del nivel de vida de las masas, ni siquiera la convocatoria de una Asamblea Constituyente fueron capaces de lograr.

Ésta fue la experiencia de las masas, pero para ayudar a su conciencia, señalar la alternativa y organizar la insurrección de Octubre fue necesario un partido curtido en mil batallas, enraizado en el movimiento y con una ideología y táctica marxistas, firmes frente a todas las presiones.

Ausencia de un partido revolucionario.-
Desgraciadamente, no existía un equivalente al bolchevismo, en el Portugal del 25 de Abril. Álvaro Cunhal, secretario general del PCP en 1967, había dejado escrito que “la tarea fundamental de [un] Gobierno Provisional es la instauración de las libertades democráticas y la realización de elecciones libres para una Asamblea Constituyente. Que esta tarea sea realizada es la única condición que el Partido Comunista pone para su participación en el Gobierno” (Acçao revolucionária, capitulaçao e aventura).

Efectivamente, ya el 5 de mayo el PCP pidió ser incluido en el primer Gobierno Provisional, con Palma Carlo de primer ministro (hombre de paja de Spínola, que se mantenía de presidente); Spínola explicó esta inclusión así: “había que responsabilizarle abiertamente de las tareas del Gobierno. En caso contrario (…) no asumiría ninguna responsabilidad, reforzando su imagen” (António de Spínola, Ao serviço de Portugal). Cuando el Partido Comunista no fuera necesario para aprovechar su autoridad ante las masas, la burguesía no tendría más que echarles, como pudimos ver en Grecia, Francia o Italia tras la Liberación.

Por supuesto, también el Partido Socialista entra en el Gobierno. De dirección socialdemócrata éste y estalinista aquél, ambos partidos, más allá de matices, están de acuerdo en lo fundamental.  Mientras públicamente defienden el socialismo, en la práctica consideran que eso está lejos, que hay que consolidar la democracia, y que la única forma de hacerlo es moderando las reivindicaciones para no asustar a la burguesía democrática, facilitando a la burguesía recuperar el control del Estado y acabando con el poder de las Comisiones.

Pero, si fueron las masas las que echaron abajo a la dictadura (empujando a la acción a un pequeño grupo de suboficiales), ¿cómo se podía, siquiera, defender las conquistas ya obtenidas, limitando el movimiento de las masas? ¿Acaso las medidas de control obrero no eran la mejor defensa ante las conspiraciones de los capitalistas? ¿Acaso la nacionalización de la banca no hubiera dificultado enormemente los planes golpistas? Es más, ¿para qué nos sirve la limitada democracia burguesa, si en el momento en que somos más fuertes no podemos aplicar las libertades conquistadas –de organización, de manifestación, de huelga…- para aumentar nuestro nivel de vida y, también, nuestra fuerza? ¿Y acaso no es inseparable la lucha por mejorar, por llenar de contenido esas libertades democráticas, por acabar con la posibilidad de una vuelta atrás, con la lucha por el socialismo, es decir, por extender, profundizar y unificar todas esas Comisiones (los órganos más democráticos del proletariado portugués), por organizar la vida económica en función de las necesidades de la mayoría y bajo su control? Los continuos avisos de los dirigentes comunistas y socialistas, en la transición española como en la Revolución Portuguesa, de que “ahora no es el momento, ya lucharemos por el socialismo”, ya sabemos en qué acaban: décadas después, nuestros dirigentes ni siquiera hablan públicamente de sociedad socialista.

Los estalinistas jugaron el papel de apagafuegos, aunque con poco éxito. Por poner un sólo ejemplo, el 25 de mayo, en una manifestación de apoyo al Gobierno, el orador del PCP critica la “ola generalizada de huelgas que sirve al fascismo”, especialmente la huelga de los trabajadores de panaderías, fomentada “por reconocidos agentes fascistas”. La Intersindical, bajo dirección del Partido Comunista, llega a organizar una manifestación “contra la huelga por la huelga” (!). El PS también se suma a esta labor, pero pese a todo la oleada de huelgas no remite, consiguiendo logros históricos (el aumento salarial medio llegó a ser del 35%).

Tres golpes… y tres fracasos.-
Con todo, la autoridad de los dirigentes obreros es insuficiente y la burguesía buscará en diferentes planes golpistas una alternativa para acabar con la fuerza con la Revolución. El primer intento es un golpe de palacio fracasado. Palma Carlo exige poderes más amplios para acabar con el “clima de indisciplina social”. Pero estas maniobras fracasan, no hay una mínima base de apoyo para ellas. Peor: el nuevo Gobierno se inclina más a la izquierda, con el coronel Vasco Gonçalves (miembro de la izquierda militar) de primer ministro, si bien continúan ministros spinolistas; por esto, el II Gobierno Provisional tenía más complicado todavía satisfacer a los trabajadores, sin poder por ello satisfacer a los burgueses. El 27 de agosto el Gobierno prohíbe las huelgas políticas, de solidaridad e interprofesionales, exige un preaviso de huelga de 37 días y legaliza el cierre patronal.

El segundo intento de golpe fue la preparación de una manifestación de la “mayoría silenciosa”, para el 28 de septiembre. Spínola, presentado como un gran demócrata por los dirigentes comunistas y socialistas llama por televisión a manifestarse contra el “abuso de libertad” y las “reivindicaciones descontroladas”, y se organiza “espontáneamente” (con apoyo de los grandes grupos financieros) la manifestación. La reacción intentaba transportar al sector más atrasado (especialmente, campesinos del Norte) y a grupos fascistas armados a la roja Lisboa y provocar violencia que justificara medidas de fuerza.

Este intento fracasará ante la madurez del movimiento obrero, que entendiendo el peligro mortal se echará a la calle la tarde del 27, organizará barricadas e instalará controles en las carreteras; los ferroviarios y conductores de buses se declaran en huelga, y 100.000 personas se manifiestan en Oporto, confraternizando obreros y marineros al grito de “¡Portugal no será el Chile de Europa! La manifestación del 28 nunca se celebró.

Tras el fracaso del golpe, Spínola y sus ministros tuvieron que dimitir, ¡pero nadie importunó al general, que pudo seguir tramando sus planes! Con el agravamiento de la crisis, y de forma instintiva, los trabajadores buscan más ansiosamente formas de control; los 3.300 empleados de tres cadenas de supermercados ocupados intentan crear un enorme grupo autogestionado de distribución; la asamblea general del sindicato bancario pide la nacionalización de la Banca para defenderse de la burguesía; los campesinos del Centro y Sur aceleran las ocupaciones de tierras.

El 11 de marzo es el intento más serio de ahogar en sangre la Revolución, organizado una vez más por Spínola. Es lo más parecido a un golpe militar clásico… ¡pero sin apenas apoyo de militares! Prácticamente, sólo se movilizan los paracaidistas, el cuerpo militar más atrasado, y eso engañando a soldados y suboficiales. El golpe se deshace en el aire ante la falta de apoyos; incluso los militares más reaccionarios dudan ante la actitud resuelta de la clase obrera, que sale de nuevo a la calle a “defender el 25 de Abril”, rodeando los cuarteles.

¡Qué mejor prueba que estos tres fracasos para demostrar la auténtica correlación de fuerzas! El Portugal obrero de la ciudad y el campo, armado con un programa marxista, ¿de qué no hubiera sido capaz? Pero sus dirigentes siempre iban por detrás de ellos. Incluso después del 11 de marzo, cuando el ambiente de radicalización empuja a la mayoría del MFA a declarar que el objetivo de la Revolución es el socialismo, cuando el Gobierno tiene que nacionalizar gran parte de los siete grandes grupos por la presión directa de los trabajadores (los de la CUF, la Banca y los transportes exigían su nacionalización, para no ser utilizados en beneficio de la reacción), cuando The Wall Street Journal declara en portada que “el capitalismo ha muerto en Portugal”, dando la jugada por perdida, Soares critica el “confuso anarco-populismo”, y Cunhal dice que “la agudización artificial de los conflictos sociales (…) [constituye], en su conjunto, una gran ofensiva contrarrevolucionaria”. ¡Ni una palabra sobre las tareas revolucionarias! ¡Sobre la necesidad del control obrero de esas nacionalizaciones, sobre la convocatoria de un Congreso Nacional de las Comisiones, sobre la formación de un frente único de la izquierda contra la reacción, que continuaba agazapada incluso en el Gobierno! Nada, la única consigna era confiar en el Gobierno y en el MFA, y responsabilidad.

El 25 de Abril se celebran las elecciones a la Asamblea Constituyente, y los resultados reflejan, aunque distorsionadamente, la correlación de fuerzas. El PS obtiene el 39%, el PPD el 26% y el PCP el 12,53%. En total, los votos de PS, PCP y otros grupos de izquierda, más el voto nulo y en blanco (promovido por el MFA), suman el 66%, mientras la derecha sólo llega al 34%. Pese a la hegemonía comunista en el movimiento obrero de la ciudad y el campo, en el seno del Ejército y en general en todo el movimiento, las masas más amplias de la clase obrera, y otros sectores, respaldan electoralmente al PS. Ante sus ojos los dos partidos no tienen mucha diferencia en cuanto a sus fines declarados (el socialismo), pero la vinculación del PCP con el estalinismo soviético, su tendencia a intentar manejar burocráticamente el movimiento, en momentos de extrema sensibilidad democrática, asusta a sectores muy importantes.

Campaña anticomunista.-
A partir del fracaso del 11 de marzo la burguesía no tendrá más remedio que utilizar hasta el fin a los dirigentes del PS. Especialmente durante los meses de verano del 75, la dirección socialdemócrata participa en una feroz campaña anticomunista, acusando al PCP de promover la dictadura de partido y alertando del peligro comunista.

Es cierto que los socialdemócratas utilizaban para su campaña toda una serie de errores de la dirección del PCP. Por ejemplo, la imposición de la Ley de Unicidad Sindical, que intentaba impedir la organización de diferentes sindicatos, lo que favorecía obviamente a la Intersindical; esta ley se apoyaba en el sano sentimiento de unidad de la clase obrera, pero la unidad sólo puede ser un efecto voluntario de la conciencia, no una imposición de las instituciones.

Sin embargo, Soares y compañía desataron todo tipo de prejuicios anticomunistas en su base social para minimizar los peligros de la contrarrevolución, y para dividir en dos a la clase obrera. La base socialista fue políticamente desarmada para responder a la reacción, que en el Norte realiza 240 actos terroristas (asaltos a sedes del PCP o la Intersindical, asesinatos de comunistas), amparados por la Iglesia y los partidos burgueses y por el silencio del PS.

En esta situación la reacción se ve suficientemente fuerte, agazapada tras la dirección socialdemócrata, para provocar la caída del V Gobierno de Vasco Gonçalves y formar un nuevo Gobierno con un objetivo claro: retomar definitivamente el control para la burguesía, acabar con el poder de las Comisiones, y recuperar la dirección del Ejército.

Pero la situación sigue abierta: en Oporto se crea el movimiento revolucionario y semiclandestino SUV (Soldados Unidos Vencerán), que junto a los destacamentos rojos se une con desfiles armados a las manifestaciones obreras; 100.000 trabajadores de la construcción, en lucha por el convenio, rodean la Asamblea Constituyente, impidiendo salir a los diputados, y las tropas enviadas para rescatar a sus señorías confraternizan con los obreros.

Pero la disposición a la lucha no podía sustituir de ninguna forma la existencia de un partido revolucionario. El último acto de la Revolución fue la desesperada insurrección de los destacamentos rojos, el 25 de noviembre, provocada en el momento más oportuno por el Gobierno, al destituir de la Región Militar de Lisboa al izquierdista Otelo Saraiva de Carvalho. La heroica lucha de los soldados y los oficiales revolucionarios fue machacada ante la falta de una preparación militar previa, de una campaña de alerta en los barrios obreros…, es decir, ante la falta de una perspectiva socialista.

Ya han pasado años. Muchas conclusiones de esta historia épica son desconocidas para las generaciones jóvenes. En Portugal como aquí, plumíferos a sueldo han reescrito la historia. Pero en los grandes enfrentamientos que se preparan, en la lucha por una sociedad socialista, las grandes tradiciones del 25 de Abril, de las Comisiones de Trabajadores y Vecinos, de los jornaleros del Alentejo, de los Soldados Unidos Vencerán, serán redescubiertas por la clase obrera de toda la Península y del mundo.

U. B.