31 de marzo de 2011

ISLANDIA: LA REVOLUCIÓN SILENCIADA.

Las revoluciones pacíficas son silenciadas y las revoluciones violentadas, que son sofocadas por los poderosos son aireadas y ocupan lugares de propaganda en los grandes medios de comunicación de la burguesía, con el objetivo de aterrorizar a las masas y amedrentarlas por si quieren seguir el ejemplo de levantamientos, protestas,
rebeliones e insurrecciones.

Poco sabemos a través de los grandes medios de lo ocurrió en Islandia, donde podemos tener un ejemplo muy interesante. Ante los ataques que planteaba el Gobierno para rescatar a los banqueros que arruinaron al país, dentro del contexto
de la crisis estructural del capitalismo iniciada en EEUU en el verano de 2007, el tsunami económico de la recesión comenzó sus estragos en Europa con más virulencia en el año 2008 provocando convulsiones sociales. Hubo una oleada de luchas de las masas protestando y rebelándose contra los ataques y las bancarrotas y en Islandia, las masas se rebelaron pacíficamente y salieron a la calle negándose a que la crisis recayera sobre las espaldas de los trabajadores y para exigir otro modelo económico, ante la monumental corrupción demostrada.

El Gobierno dimitió y la fiscalía abrió una investigación penal contra los responsables. El pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. En Islandia, la lucha de masas evitó los ataques económicos ordenados por “los mercados”, porque se dieron cuenta que eran órdenes de la “dictadura del capital”, contra la soberanía de los pueblos y no han socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, entre los que se incluye al Estado Español, sino que han exigido que los responsables fueran castigados.

Si los bancos se hunden son los banqueros, especuladores y ladrones los que el pueblo está queriendo meter en la cárcel por desfalcos y economía fraudulenta y quiebras intencionadas. Eso es correcto para cualquier ciudadano honrado, pues es el sentir de la mayoría, que expresan en manifestaciones de protesta, que la crisis la debieran pagar aquellos que la han provocado. Ahora bien, esta posición de lucha ética, pacífica y firme, la casta burocrática del sistema, así como la propia burguesía, la consideran muy peligrosa, ya que se ha producido un levantamiento masivo de todo un pueblo contra ese modelo liberal-burgués y legalmente exigen que se desmantele ese SISTEMA de saqueo, expolio y explotación.

La burguesía a través de sus potentes medios de comunicación hacen propaganda a favor de sus intereses y saca las revueltas de Túnez, Egipto, Libia y demás países árabes, mostrando la catástrofe de la guerra, pero ¿Quiénes son los que hacen la guerra, con qué armamento y con qué objetivos? ¿Por qué se oculta información de las revoluciones pacíficas?

En el Norte de África, los planificadores mercenarios del Imperialismo ya tienen preparada la sucesión en varias etapas, de forma que los pueblos se desahoguen y sigan dominados y explotados, ofreciendo el modelo de la Transición de la Dictadura franquista a la democracia burguesa, que hace aguas por todas partes y donde empieza a repuntar el franquismo psicológico que mantienen algunas fuerzas que hunden sus raíces en el antiguo régimen que nunca fueron depuradas y que utilizan esta democracia burguesa con el mismo desparpajo que utilizaban la “democracia orgánica”, que es como llamaba Franco a la Dictadura.

Pero en Islandia no estaba preparado el aparato represivo para someter a las masas a través de la violencia institucionalizada y no consideraban que un país pequeño con unos 300.000 habitantes les plantasen cara con tanta firmeza. No calcularon bien que en Islandia, que es la democracia más antigua del mundo, remontándose sus orígenes al año 930 y ocupa, según informa la ONU, el primer lugar del Indice de Desarrollo Humano, el pueblo les retara.

Aunque se haya sabido muy poco de la revolución silenciada de Islandia, la realidad es que el pueblo ha hecho dimitir a su gobierno, se han nacionalizado los principales bancos y el pueblo se niega a pagar la deuda extranjera que algunos ladrones de cuello blanco, en connivencia con los banqueros y especuladores, han sido los responsables, sabiendo que detrás de esas deudas hay grandes bancos de EEUU, Holanda y Gran Bretaña que han estado saqueando las arcas del Estado.

Los hechos ocurrieron en 2008 y en octubre se nacionaliza el Landsbanki, que es el banco principal de Islandia y entonces el gobierno de Gran Bretaña congela los activos de su subsidiaria ICESAVE, que contaba con más de 300.000 clientes británicos y unas inversiones que sobrepasaban los 900 millones de euros en administraciones Públicas en el Reino Unido.

A esa gran nacionalización le siguen otros dos importantes bancos como son el Kaupthing y el Glitnir, cuyos principales clientes están en el Reino Unido, pero también en Holanda y los Estados Unidos y al salir a flote los datos reales de la economía, se comprueba que las deudas bancarias de Islandia están falsificadas y equivalen a varias veces su PIB, lo que demuestra la gravedad y magnitud de la estafa estatal. Eso provoca el desplome total de la Kröna, moneda oficial y las bolsas suspenden sus actividades al hundirse estrepitosamente cayendo un 76 % y colapsando el sistema llevando a Islandia a la Bancarrota. Las masas salen a la calle y derrotan al Estado Burgués que estaba encabezado por un gobierno pro-capitalista.
Fue el día 26-1-2009, cuando colapsó el Gobierno debido a la fuerte lucha y a la presión de las masas que rechazaban la gestión de la crisis. Se formó un nuevo gobierno de izquierda a la semana, que destituyó inmediatamente al Gobernador del Banco Central y su equipo, que arrastró en su caída a varios de sus agentes de otros bancos en quiebra. En las elecciones generales de abril de 2009, una mayoría de izquierdas se instaló en el parlamento y Johanna Siguroardottir fue elegida para encabezar el gobierno. El año pasado 2010, se estableció una asamblea constituyente de 25 miembros, «ciudadanos de a pie», para reformar la Constitución del país. Se sometió a referéndum el pago de la deuda contraida por los bancos privados islandeses en quiebra con ahorradores del Reino Unido y Países Bajos, pero el 90% de los ciudadanos se negó a asumirla.

Con la lucha pacifica, democrática y valiente, el pueblo ha conseguido constituir una nueva Asamblea Legislativa que está redactando la nueva Constitución, lo que es un avance increíble para muchos pueblos que viven sometidos a la bota de los “mercados”, cuyo eufemismo ya sabemos lo que esconde; Los actuales mercados representan una eliminación de la soberanía popular que no deberíamos consentir en ningún país que se diga democrático.

Esas conquistas las ha realizado el pueblo islandés a través de luchas bien organizadas, manifestaciones pacificas, dando caceroladas y gritando fuerte, utilizando como armas ofensivas “huevos atómicos de colores” certeramente lanzados a las cabezas de sus representantes vendidos al capital.

La revolución producida en Islandia es muy peligrosa para la Burocracia y la Burguesia que se han convertido en parásitos y fieles servidores de los intereses de la Banca y del Imperialismo, porque podría ser un ejemplo que se contagiara a los ciudadanos europeos, donde existen enormes capitales y riquezas, estando enclavada la “ Caja de Caudales de los Tesoros expoliados por los Archimillonarios”, como es Suiza, que nunca toma partido por ningún bloque ni pueblo, porque su gobierno son los “Honorables Cajeros del Capital”.

La burguesía ha entrado en pánico ante la dureza de la recesión, complicada tanto por la catástrofe nuclear de Japón como por la Revolución mundial que ha comenzado en el Norte de África y temen que se contagie a los ciudadanos europeos y no quieren ni imaginar qué ocurriría si los griegos, los portugueses, los irlandeses y otros pueblos cuyos gobiernos están cuestionados de llevar sus países a la quiebra, se levantaran diciendo como han hecho los islandeses, “que la crisis la paguen los ladrones, banqueros y especuladores”; sobre todo, si lo hacen en una Huelga General continental sincronizada, con unas reivindicaciones comunes contra el capitalismo.

Está muy claro el complot de silencio y censura impuesto por los imperialistas a sus dóciles medios de comunicación, que hablan e informan al dictado de los intereses del capital, porque todos conocemos el refrán de que “quién paga la orquesta decide la melodía”, de ahí el silencio casi absoluto sobre esta Revolución pacífica ocurrida en Islandia hace poco mas de dos años.

Como conclusión queda demostrado una vez más que la lucha de masas, bien organizada, unida y con firmeza, si sirve. Pero tenemos que estar encuadrados en organizaciones potentes para hacer frente a los ataques contra nuestros intereses de clase que una y otra vez querrán llevar a cabo los gobiernos, siguiendo la hoja de ruta trazada por los ”mercados”, que representan los intereses de la Banca y de los especuladores que defienden intereses contrarios a los de la clase trabajadora. Por una Banca Pública bajo control democrático de la sociedad, para planificar la economía a favor de las familias trabajadoras, los autónomos y las pymes, para seguir el ejemplo de lucha de los ciudadanos de Islandia y exigir una salida de la crisis en beneficio de los trabajadores.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE-A
Is-psoe.malaga@terra.es

29 de marzo de 2011

¿PERO, HAY GUERRAS HUMANITARIAS?

¿Estamos ante una guerra imperialista de rapiña o ante una guerra humanitaria como nos están vendiendo a través de los grandes medios de comunicación burgueses? Cuando las guerras de rapiña de los Grandes Imperios, históricamente dejaban de ser rentables,significaba que éstos habían entrado en decadencia y acaban derrumbándose o siendo derrumbados por fuerzas emergentes. ¿Ha entrado el Imperialismo moderno en esa fase de decadencia senil, de crisis aguda y descendente, de la que hablan algunos economistas, que nos puede arrastrar a la conclusión de que no hay salida bajo este podrido sistema de los capitales? Con el ánimo de entrar en el debate, e incluso de polemizar, se presenta el siguiente informe, analizando con datos, cifras y argumentos, la situación económica en la que ha entrado el capitalismo y el corazón del sistema como es el complejo militar industrial de EEUU, que se sigue basando en la guerra como mecanismo de control de las materias primas y el saqueo de los distintos países, a la vez que queda como único sector pujante de la economía que se basa en la muerte y la destrucción, para restaurar por la fuerza, la tasa de ganancias derrumbada por la crisis y la recesión posterior.

El costo en pérdidas de vidas humanas por causas bélicas, que tienen todas una base económica, según revela Wikileaks en Irak, se llega a más de 110.000 el número de muertos en su mayoría civiles asesinados. Wiikileaks ha publicado una colección de 391.832 informes clasificados de la guerra con Irak, que data de enero del 2004 a diciembre del 2009. Esos datos documentados llamados “Registros de la guerra de Irak”, son informes cortos de campaña donde se relatan verdaderas atrocidades.

Ahora se acaba de iniciar la guerra contra Libia, sin objetivos concretos, pues la contradicción que nos cuentan de acudir a salvar a las masas que estaban siendo bombardeadas con Gadafi, no se sostiene. ¿Quién les apoyó y armó hasta los dientes a ese sátrapa, dictador y asesino, amigo de los Imperialistas que a su vez les facilita armas a la oposición para enconar y prolongar el conflicto?

Recordemos las mentiras de la guerra contra las “armas de destrucción masiva”, que iba a durar 6 meses e iban a traer una era de democracia, esplendor y libertad para Irak y que se ha convertido en el conflicto bélico más caro desde la II Guerra Mundial. Los EEUU de Norteamérica llevan gastados en esa guerra más de 3 billones de dólares con dudosos resultados económicos. Están atrapados y ni pueden marcharse del todo, ni se pueden quedar permanentemente. Esos datos y muchísimos más pueden consultarse en el libro escrito por el premio Nóbel de economía, Joseph Stiglitz, titulado “La guerra de los tres billones de dólares”, que hace un desarrollo crítico de la situación.

Teniendo en cuenta que el salario medio en Irak de un obrero no cualificado está en la actualidad en unos 5.000 dinares iraquíes que equivalen en torno a unos 160 $ al mes, (redondeando unos 2.000 dólares al año contados en relación al PIB ), el dinero consumido en la guerra teniendo en cuenta una población de unos 30 millones de habitantes de ese país, representará el equivalente a pagar un salario medio durante 50 años a cada uno de sus habitantes, es decir, que se han gastado la mano de obra del PIB de Irak durante el próximo medio siglo, incluyendo niños, mayores y ancianos. (50x2000x30millones= 3.000.000.000.000 $)

Estas grandes magnitudes económicas pueden parecer a algunas personas una verdadera barbaridad, un escándalo y una aberración inasumible por la mente humana y de hecho, si se analiza correctamente, lo es. Esto demuestra la maquinaria asesina en la que se ha convertido el sistema capitalista, porque la guerra como dijo no recuerdo quién, es “terrible”, y otro le respondió, si “terriblemente rentable para los capitalistas que las fomentan” porque anteponen sus beneficios a la vida de los seres humanos en general.

En el ataque perpetrado en Libia, el lanzamiento de cada misil de precisión del tipo de los utilizados para el ataque aire-tierra como los “BGM-109 Tomahawk”, está valorado en UN MILLON y MEDIO de dólares. EEUU puede estar despilfarrando su presupuesto de operaciones militares en Libia, si se prolonga más de un mes, según declaró Michael Ruppert, director de la Compañía Collapsenet, experto en el sector petrolífero que también ha declarado que “detrás de las afirmaciones de carácter humanitario de su operación “Odisea del Amanecer”, está el millón y medio de barriles de petróleo que occidente no puede permitirse el lujo de perder”.

El costo del enorme despliegue bélico es increíble, pues el armamento utilizado es muy moderno y sofisticado, existiendo similitudes entre los misiles y las bombas teledirigidas, que pueden ser lanzadas desde un avión, no llevan propulsión y usa la aerodinámica para volar horizontalmente y caer lo más vertical posible sobre el objetivo elegido. El impacto es brutal y los efectos de muertos colaterales inevitables. El gasto mundial en armamento supera en 190 veces al de la lucha contra el hambre.

Los gastos en destrucción y muerte es brutal, pues el Congreso de los Estados Unidos, aprobó el presupuesto de guerra para el año 2010, que ascendía a 636.000 millones de dólares. En ese presupuesto militar se autorizaba al gobierno gastar hasta 128.000 millones de dólares para las operaciones de guerra en Irak y Afganistán, que están sirviendo para seguir matando inocentes y destrozando el Planeta pues ambas guerras las han perdido y no pueden o quieren reconocerlo.
Para este año 2011 el Congreso estadounidense aprobó un presupuesto de defensa de 708.000 millones de dólares. Plantearon recortar los presupuestos sociales y aumentar los presupuestos de guerra. El presupuesto de este año se divide en dos partes: 549.000 millones de dólares para programas de defensa nacional y 159.000 millones de dólares para intervenciones militares en el extranjero, principalmente en Afganistán e Irak. El gasto militar mundial ascendió en el año 2009 a más de UN BILLON Y QUINIENTOS MIL MILLONES DE DÓLARES y sigue aumentando.

Incluso algunos políticos norteamericanos dudan que el esfuerzo de la guerra iniciada en Libia, como las anteriormente mencionadas, valgan la pena en la actualidad. Richard Lugar ha declarado “Es raro que pasamos los días discutiendo los prepuestos y al mismo tiempo se inicia una operación tan costosa como ésta”. Durante las dos primeras horas se lanzaron 110 misiles crucero, (cuyo costo es de 165 millones de $); con esos recursos se podrían pagar salarios de miles de profesores, a los que se han despedido o se han cancelado nuevas convocatorias de plazas del sector público.

Estados Unidos gasta miles de millones de dólares en las campañas de Irak, Afganistán y otras incursiones bélicas como en Libia y van a tener dificultades si siguen abriendo frentes, pues están agotando los presupuestos del departamento de Defensa. Sería una temeridad, como el Pentágono tendría que hacer, siguiendo su infernal lógica, si la revolución en el Norte de Africa se sigue extendiendo y se contagia a Europa, desplegar un frente tras otro. ¿Van a seguir interviniendo cada vez que las masas se rebelen en un país tras otro? ¿Qué es en realidad lo que están defendiendo?

Los ciudadanos norteamericanos empiezan a impacientarse y pueden exigir, como cuando lo de Viet-Nam, la retirada de tropas, saliendo a la calle, pues el descontento social es grande. En EEUU el desempleo está en torno al 10 % y la Deuda Estatal sobrepasa los 14 billones de dólares. Los ciudadanos empiezan a preguntarse por qué el Presidente Obama se preocupa más de un conflicto exterior, tan cuantioso y cruel en segar vidas humanas y a la vez tan antieconómico, y no se dedica a resolver los problemas de la gente que siguen acumulándose, como el paro, los recortes sociales, la cuestión de la sanidad y la educación, por ejemplo.

Esta nueva guerra del Líbano costará a EEUU unos 500 millones de dólares extras cada semana. Para mantener esos gastos se verían forzados a recortar otros programas sociales, que aumentarían el descontento y la lucha contra la guerra, que se empieza a recrudecer con virulencia en todos los países. Además de pasar la gorra para que contribuyan en los gastos de tanta matanza al resto de países que intervienen en la Alianza Bélica Imperialista. El sentir de la población del mundo se está manifestando de forma rotunda por el “No a la Guerra” en las recientes encuestas aumentando en las calles las manifestaciones de protesta, recordando la lucha contra la guerra iniciada por el Trio de las Azores, compuesto por Aznar, Blair y Bush, que tanta sangre inocente sigue costando. Los pueblos retoman de nuevo las pancartas con los lemas de “Basta de derramar sangre por petróleo”, “Alto a la Guerra en Libia”. “Abajo el Imperialismo USA”, etc.

Los costos de la guerra harán que se recabe dinero que tendrían que ser utilizados en mejoras sociales, por lo que, si no luchamos, nos esperan “ajustes duros y recortes permanentes”. Cada hora de vuelo de un avión F-18 supone un gasto de 7.000 euros. Cada uno de estos aparatos, de los que el Estado español aporta dos a las fuerzas de la coalición, tiene un precio de partida de 30 millones de euros. Cada cazabombardero consume hasta 2.500 litros de JP5, el queroseno que utilizan, por hora. La representación de la armada española está compuesta por una Fragata F-100, con un coste de 500 millones de euros y el submarino Tramontana. En 2010, 464 millones de euros, o lo que es lo mismo 1,3 millones de euros diarios supuso la presencia española en Afganistán. Con el 2 % de los gastos de armamento de las grandes potencias se podría quitar el hambre en el mundo en menos de un año.

En Afganistán el gasto de guerra se ha duplicado durante el último año. El Pentágono ha dicho que es probable que requiera financiamiento de emergencia para la guerra. Se estima por legisladores y analistas que hará falta un presupuesto adicional de 40.000 millones de dólares, pero las estimaciones de costos para más tropas han reactivado la confusión y controversia en un asunto que podría tener implicaciones graves para Obama en la campaña para las elecciones del Congreso del año próximo. Igualmente puede ocurrirle al Presidente Zapatero, como hemos visto la derrota de Merkel en Alemania y de Zarkosy en Francia.


Datos conocidos de la oficina de presupuesto de la Casa Blanca estima que cuesta cerca de un millón de dólares por cada soldado adicional enviado a Afganistán. Eso va a significar un aumento de entre 30 y 40 mil soldados más por año. La guerra está perdida pero el negocio continúa porque hay mucho opio y otros intereses en juego.

Con los últimos acontecimientos que estamos conociendo en la guerra contra Libia, aunque se nos niegue incluso el nombre, se está viendo cómo la clase trabajadora y la juventud no están conformes con la participación en la Alianza Imperialista, pues las encuestas señalan que un 40 % se posicionan claramente en contra y hay otro gran porcentaje de indecisos, que a medida que se prolongue el conflicto y se vaya conociendo la verdad, que es la primera baja en cada guerra, la contestación irá en aumento.

Los trabajadores no queremos la Guerra, sino un verdadero socialismo que ofrezca bienestar para todos los pueblos, pero eso es imposible alcanzarlo si nos resignamos y nos doblegamos ante la política invasora y de rapiña del imperialismo que siempre intenta plantar su bota sobre los territorios que tienen petróleo y riquezas naturales que saquearlos y apropiárselos.

La clase trabajadora está reflexionando y sacará sus propias conclusiones no dejándose engañar con falsos discursos de aquellos que defienden las Guerras por conveniencias o por error, porque el fin de toda guerra es derrotar al enemigo y apropiarse de la riqueza; siempre ha sido así, sobre todo bajo el capitalismo, con el desarrollo peligroso de armas modernas, químicas, bacteriológicas e incluso atómicas, que si no luchamos por desarmarlo, podrían ser utilizados en detrimento de las poblaciones, porque una de las preguntas fundamentales que nos tenemos que responder es: ¿Quién es el enemigo de los imperialistas en esta guerra, Gadafi al que han prometido no tocar, o el petróleo del pueblo y la revolución que ha iniciado la clase trabajadora?

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
Is-psoe.malaga@terra.es

28 de marzo de 2011

MARBELLA: Agresión fascista a un Acto Público de sindicalistas.

¡Agresión fascista en Marbella a un acto de trabajadores en apoyo a la movilización estudiantil del 30 de marzo! ¡Contra las bandas fascistas: lucha obrera y organización!
El pasado 23 de marzo desde el Sindicato de Estudiantes organizamos un acto público en la ciudad de Marbella en la escuela de adultos de Miraflores torre 5, encuadrado en la campaña de convocatoria de la JORNADA DE LUCHA ESTUDIANTIL y JUVENIL que el día 30 de marzo pensamos realizar en todo el Estado, en defensa de la educación pública y por un futuro digno para la juventud.



Nuestro acto estaba desarrollándose con normalidad cuando entraron en la el aula un grupo de nueve individuos, que pasados unos minutos lo interrumpieron de una forma muy violenta y comenzaron a amenazar a todos los asistentes, brazo en alto y al grito de viva España. Acto seguido salieron del aula, y comenzaron a destrozar el mobiliario de la escuela, amenazando a todos cuantos se cruzaban en su camino, intentando incluso arrancar los cuadros de la pared, golpeando paredes y muebles, rompiendo cristales, tirando sillas, ensañándose especialmente con una mesa de libros que nuestra organización había colocado a la entrada del centro. La conmoción en la escuela fue muy grande, interrumpiéndose clases y actividades. Los trabajadores del centro muy afectados por lo ocurrido, llegaron a temer por su integridad física.

En este acto, convocado conjuntamente con compañeros sindicalistas miembros de CCOO, UGT y CGT, y colaboradores del periódico obrero “El Militante” reivindicábamos el necesario apoyo de los trabajadores a la lucha de la juventud, la necesidad de organizarnos y movilizarnos conjuntamente frente a los ataques que estamos sufriendo en los últimos meses a nuestras condiciones de estudio, de trabajo y de vida. Explicando que es necesario romper el pacto social y no aceptar una política en defensa de los beneficios de los que más tienen.

“Rojos de mierda, os vamos a matar a todos, con esto estáis avisados. Ya nos veremos.” El mensaje que estos elementos querían transmitir estaba claro. Estos fascistas intentan amedrentarnos. Que no luchemos. Que nos resignemos a perder nuestros derechos laborales. Que aceptemos el abaratamiento del despido, el saqueo de las pensiones, el desmantelamiento sistemático de la educación y sanidad públicas. Aceptar la imposibilidad de acceder a la universidad como algo incuestionable. Que permitamos que todos los recursos que deberían ser invertidos en el bienestar de la mayoría, sean regalados a los bancos y a los empresarios, culpables precisamente de la crisis que nos quieren hacer pagar a nosotros.

Desde el Sindicato de Estudiantes queremos dejar claro que no nos van a asustar. Nuestra lucha es legítima y nuestras reivindicaciones justas. Contamos con el apoyo de miles de jóvenes y trabajadores en Marbella, en Málaga, en Andalucía y en todo el estado. Si buscan con estos actos de violencia fascista que desconvoquemos nuestras movilizaciones y nos vayamos a casa resignados, VAN A CONSEGUIR PRECISAMENTE LO CONTRARIO.

No vamos a permitir que los matones fascistas que defienden los intereses de los privilegiados nos agredan impunemente. Exigimos la persecución, detención, juicio y castigo ejemplar de estos elementos. Si se atreven a atacar de esta forma un acto como el nuestro, es porque se sienten seguros e impunes. Esto tiene que terminar.

La mejor respuesta que podemos dar ante este tipo de agresiones es unir a todas las organizaciones de izquierdas, organizando y generalizando el rechazo que la clase trabajadora y la juventud siente por este tipo de elementos fascistas. Es precisamente lo que vamos a hacer. Hacemos un llamamiento publico a partidos, sindicatos y organizaciones de izquierdas a formar un frente único contra el fascismo. Por supuesto, el fascismo y sus atentados no son solo nuestro problema. Si no reaccionamos con la mayor contundencia hoy, mañana su violencia volverá a ser dirigida contra nosotros o contra cualquier Organizacion, trabajador o estudiante que intente defender sus derechos.

En los próximos días haremos una rueda de prensa para informar a todos los medios de comunicación, tanto de los avances de la investigación, como de las acciones legales y políticas que nuestra organización va a desarrollar


SINDICATO DE ESTUDIANTES.

Fuente: http://www.sindicatodeestudiantes.net

27 de marzo de 2011

JAPÓN: AUMENTA LA CASTÁSTROFE POR CONTAMINACIÓN NUCLEAR.

Es imposible aun comprender la magnitud de la tragedia que está azotando a la población de Japón, tanto por el terremoto, el tsunami y el desastre nuclear de la central de Fukushima. No tiene fin el número personales que han quedado contaminados, están muriendo y que van a morir. Nos unimos al dolor y la solidaridad que sentimos como seres humanos, por el pueblo japonés. Para los socialistas, ecologistas, ecosocialistas y demás corrientes de la izquierda, que venimos luchando y planteando alternativas para hacer otro mundo posible porque consideramos que esta cuestión es de rabia, ante las mentiras y pusilanimidad de los gobiernos que defienden la energía nuclear y el capitalismo, anteponiendo el lucro privado a la seguridad de los seres humanos. Vamos a intentar ofrecer argumentos entrando en este debate que se ha reanudado con virulencia, sobre el No a las nucleares o el Si a las nucleares: en un artículo reciente redactados por expertos ecologistas podemos leer: “Existen dos falsedades muy peligrosas que se barajan entorno a la energía nuclear: La primera, que la energía nuclear es segura, la segunda, que es esencial en un contexto de cambio climático. “La tecnología nuclear es inherentemente insegura porque siempre será vulnerable a errores humanos, a desastres naturales, a fallos de diseño o a ataques terroristas. Lo que vemos estos días en Fukushima no es más que un ejemplo de lo que puede suceder cuando fallan los sistemas de refrigeración de una central. Los reactores resistieron el terremoto y el tsunami, pero el fallo del sistema de refrigeración llevó al sobrecalentamiento de los reactores y fue lo que causó la liberación de radiación.


“El listado de enfermedades que puede provocar la exposición a la radiactividad es terrorífico (mutaciones genéticas, malformaciones, cáncer, leucemia y desórdenes en varios sistemas) y, pese a que la industria argumenta que la trayectoria de las nucleares en el mundo es poco menos que intachable y presenta los accidentes de Chernóbil o Three Mile Island como meras excepciones, no podemos olvidar que la Agencia Internacional de la Energía Atómica ha recibido más de 800 notificaciones de episodios significativos.


“Respecto a la necesidad de la energía nuclear para hacer frente al cambio climático, debe recordarse el estudio “Energy [R]evolution” (R[e]evolución Energética), publicado conjuntamente por Greenpeace y el European Renewable Energy Council, en el que se demuestra que podemos vivir sin energía nuclear ni combustibles fósiles y que la apuesta por las energías renovables, no sólo es la mejor para proteger el clima, sino también la más económica y saludable.(1)

La corriente Izquierda Socialista-PSOE celebró recientemente su II Conferencia en Torremolinos, editando una Revista sobre Cambio Climático en la que se hizo un profundo análisis sobre la cuestión, del que ofrecemos algunos datos:



ES MÁS NECESARIO QUE NUNCA UN CAMBIO DE MODELO DE SOCIEDAD PARA FRENAR EL CAMBIO CLIMÁTICO. (2)


El capitalismo, por su propia naturaleza es incapaz de dar soluciones definitivas a un problema como el que se plantea del Cambio Climático, debido, entre otras contradicciones, a los conflictos de intereses entre los capitalistas agravados por la actual recesión económica mundial. Algunos delegados asistentes a la Cumbre de Copenhague describían la situación como de confusa y desesperada por ser incapaces de llegar a ninguna posición de acuerdo común progresivo.

La demanda de los países pobres era que las potencias capitalistas avanzadas donasen un 5 % de su P.I.B. para dedicarlas a medidas de protección del clima. Pero la dificultad surgía porque las principales potencias no estaban dispuestas a donar nada, porque han gastado ingentes recursos en tratar de salvar del colapso a sus sistemas bancarios. Como consecuencia de ello han acumulado enormes déficit que tienen que sacar de los bolsillos de los contribuyentes y tienen miedo a atacar al movimiento obrero demasiado porque temen las convulsiones y las explosiones sociales que podría provocar.

Los capitalistas necesitan hacer recortes profundos en sus presupuestos de gastos públicos, para intentar restaurar la tasa de beneficios de sus complejos empresariales. La recesión mundial del capitalismo no permite, con su modelo actual, ni siquiera mantener los niveles de gastos que venían efectuando. No están dispuestos a invertir en mejoras sociales a medio y largo plazo, que es lo que representan los gastos para mejorar el Medio Ambiente, sino, que su objetivo es recuperar beneficios a corto plazo atacando a la clase trabajadora, pero encuentran cada vez más resistencia entre las masas.

Existen suficientes recursos, tanto humanos como materiales, tanto en ciencia y tecnología como en capacidad industrial instalada, para combatir la polución y los efectos desastrosos del sistema capitalista sobre el planeta en que vivimos. Pero, el verdadero problema es que esos recursos son utilizados para beneficiar a los ricos, que se niegan como siempre a recortar sus riquezas y tesoros acumulados en paraísos fiscales y defienden con uñas y dientes sus sacrosantos beneficios. El capitalismo se ha convertido ya, dialécticamente, en un modelo de desarrollo destructivo que amenaza nuestras vidas y que pone en peligro incluso la supervivencia de la vida humana sobre el planeta.

Albert Einstein dijo una vez: “No podremos resolver los problemas que tenemos hoy pensando de la misma manera que pensábamos cuando los provocamos”. Por tanto, la solución a estos graves problemas ecológicos provocados por la aplicación del “pensamiento capitalista” del lucro privado, no podrán venir nunca aplicando el mismo modelo anárquico de la “libre empresa”.


La humanidad necesita y depende del desarrollo tecnológico. La emancipación del ser humano significa pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad, como dijo Marx y esto se logra inventando nuevos recursos técnicos que reemplacen cada vez más tiempo de trabajo humano. Pero el desarrollo técnico debe ser planificado y conducido de manera armónica y amigable con la naturaleza.


Esto lo entendieron perfectamente Marx y Engels, que desarrollaron el materialismo dialéctico cuando las ciencias estaban dando sus primeros pasos, pero que ya intuyeron los problemas a los que la humanidad se tenía que enfrentar. Marx, a quien todos asociamos con la economía, estaba también preocupado por el desarrollo de la agricultura. En El Capital, tomo I, denuncia cómo el ciego afán de beneficio había agotado el suelo de Inglaterra lo que provocaba tener que abonar los campos con guano importado de Perú.


Por otro lado, el concepto que usaba para definir la relación del hombre con la naturaleza a través del trabajo, era el del metabolismo: "El trabajo es, antes que nada, un proceso que tiene lugar entre el hombre y la naturaleza, un proceso por el que el hombre, por medio de sus propias acciones, media, regula y controla el metabolismo que se produce entre él y la naturaleza. Se enfrenta a los materiales de la naturaleza como una fuerza de la naturaleza. (...) A través de este movimiento actúa sobre la naturaleza exterior y la cambia, y de este modo cambia simultáneamente su propia naturaleza...".


Pero también Marx nos advierte en otra parte:
"Pero no nos alabemos en exceso por nuestras humanas victorias sobre la naturaleza. Por cada una de ellas se toma la naturaleza su revancha contra nosotros. (...) Se nos recuerda así a cada paso que en modo alguno dominamos la naturaleza como domina un conquistador un pueblo extraño, como alguien que estuviese fuera de la naturaleza; sino que con nuestra carne, sangre y cerebro pertenecemos a la naturaleza, existimos en medio de ella, y toda nuestra supremacía consiste en el hecho de que tenemos la ventaja, respecto a todas las demás criaturas, de ser capaces de aprender sus leyes y aplicarlas correctamente".


La mejor forma, sino la única de empezar a resolver el drama del calentamiento global, es cambiando la forma de organización social y económica. La solución a los acuciantes problemas del mundo sólo se puede lograr con un sistema socioeconómico que esté bajo el control consciente de la gente. El problema no es que haya un límite inherente al desarrollo, sino un sistema de producción caduco y anárquico que despilfarra vidas y recursos, que destruye el medio ambiente y que impide el pleno desarrollo del potencial que existe en la ciencia y la tecnología.


La lucha por el socialismo es también una lucha por el respeto al medio ambiente. Nosotros defendemos que el movimiento obrero organizado en sus sindicatos de clase y partidos de izquierdas tenemos que coger con nuestras propias manos la lucha para poner fin a la destrucción del medio ambiente a la que nos arrastra el sistema capitalista, corrupto, degenerado y decadente.


Consideramos que la mejor alternativa es la lucha por una sociedad libre de toda opresión, donde la producción esté planificada democráticamente por los propios trabajadores, para resolver la cuestión social y los problemas de la humanidad, pero para ello la economía debe estar dedicada no para aumentar los beneficios de una minoría que son los capitalistas, sino para satisfacer las necesidades de la mayoría que representamos la clase trabajadora y los pobres.


Con una planificación científica podríamos utilizar de una manera racional y apropiada los recursos de la naturaleza en beneficio de la humanidad en su conjunto. Entonces sería cuando la ciencia y la tecnología encontrarían su mayor campo de desarrollo aplicando todos los enormes avances conseguidos en los últimos decenios.


Tenemos algunas discrepancias con algunos sectores “ecologistas” cuando plantean que la defensa del medio ambiente entra en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas. Esa falsa idea de que es preciso un modelo social “austero” está calando y es aceptada por algunos “progres”, algunos “reformistas”, algunos “social liberales” que han tragado el anzuelo del discurso de la clase dominante. Pero para los que seguimos luchando por el bienestar social, por el aprovechamiento de la ciencia y del conocimiento, así como para que la economía sea puesta al servicio de la humanidad, el mundo de la abundancia es posible, pero superando el sistema capitalista y poniendo las bases para la transformación socialista.


Con los recursos económicos socializados y gestionados democráticamente al servicio de todos, el crecimiento de la producción, la introducción de la ciencia y la robótica en las empresas de economía social y democráticamente gestionadas, podrían resolverse los problemas del conjunto de la población del planeta, incluyendo una defensa científica del medio ambiente, a condición de que nos liberásemos del sistema que busca el máximo beneficio para unos pocos.


En un sistema de economía socialista planificado democráticamente, el crecimiento del bienestar económico y social iría estrechamente vinculado a la defensa de los recursos del medio ambiente y a la conservación y regeneración de la naturaleza.


Por desgracia vemos que algunos partidos que se dicen “verdes”, que dicen defender los principios del ecologismo y que dicen actuar para combatir la degradación del medio ambiente, en la medida que son defensores del libre mercado y que se quedan dentro del marco capitalista aceptando sus reglas, se convierten irremediablemente en colaboradores necesarios y agentes directos o indirectos de la burguesía, sean conscientes o no de este hecho.


Hemos visto ya a demasiados partidos “verdes” que han sucumbido y renunciado a su programa ecologista en beneficio del realismo político. Por ello, tenemos que sacar una conclusión clara: “La lucha por la defensa del medio ambiente, por el ecologismo y contra el cambio climático y contra la aniquilación de la humanidad a manos del capital, es la lucha por un programa auténticamente socialista, que ponga los recursos al servicio de la Humanidad”.



Para ello, desde Izquierda Socialista de Málaga-PSOE, te invitamos a que te unas a la lucha colaborando con nuestra corriente de alguna forma y nos comprometemos a seguir luchando, junto con las propuestas y programas que hemos reflejado en la Revista que editamos el año pasado, donde se recopilan como documento a debate que hemos presentado con el título, “ALTERNATIVA PARA LA CLASE TRABAJADORA ANTE LA CRISIS CAPITALISTA” (*), las propuestas que plantean la lucha por un programa auténticamente socialista que sirva para salir de la crisis por la izquierda a la que aportamos las que defendemos a continuación, para seguir luchando “Contra la destrucción del medio ambiente” así como por la defensa dentro de los sindicatos, partidos de izquierdas y organizaciones ciudadanas del programa de transición que planteamos en el apartado XI.


1) Fuerte incremento de los presupuestos destinados a financiar fuentes de energías alternativas.

2) Nacionalización, sin indemnización salvo en casos de necesidad comprobada, bajo control obrero, de los grandes monopolios energéticos.

3) Plan anticontaminación estatal para eliminar la contaminación producida por la industria. Las inversiones a cargo de los propietarios y, en caso de que se nieguen, nacionalización bajo control obrero.

4) Control de todos los planes de urbanización y obras públicas por parte de organizaciones obreras y ecologistas para evitar la destrucción del medio ambiente.

5) Programa estatal que, en fases sucesivas, a corto (cinco años), medio (diez años) y largo (veinte años) plazo planifique una masiva transformación del entorno natural, concretado en una repoblación forestal basada en estudios científicos, regeneración total de las aguas, etc., observando un esfuerzo especial en aquellos temas más acuciantes: especies en peligro de extinción, zonas desérticas...

6) No a las centrales nucleares! ¡Cierre inmediato garantizando un empleo alternativo a sus trabajadores! No al pago de compensaciones por la moratoria nuclear

En la Revista mencionada, “Cambio Climático”, se desarrolla un amplio estudio sobre las energías limpias y las no nucleares, planteando la cuestión de la generación de energías alternativas como la eólica, solar, mareomotriz, geotérmica, hidráulica, así como teorías que podrían desarrollarse para la obstención de otros tipos de energías limpias e incluso más baratas. También se contempla en dicho estudio la comparación entre “energía nuclear de FUSIÓN” y la diferencia con la “energía nuclear de FISIÓN”. Se explica asimismo la cuestión teórica de la conducción y distribución de energía planteando alternativas viables tanto en el corto, el medio y el largo plazo, pero que chocan frontalmente contra los intereses de las multinacionales capitalistas. El debate abierto sobre el cambio climático y los efectos nocivos de la acción devastadora de la contaminación nuclear, cuyas consecuencias se han convertido en un peligro para el género humano, como estamos viendo en la catástrofe de Japón, ponen en evidencia la situación tan grave a la que el sistema capitalista está abocando a la Humanidad. ¡¡Nucleares, NO¡¡. ¡¡Gracias¡¡

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A

(1) Extracto del artículo escrito por Kimi Naidoo. (Fuente. Greenpeace)
(2) Del Capítulo X de la Revista “Cambio Climático”. Presentada en la II Conferencia de Andalucía de la corriente Izquierda Socialista-PSOE. Si estás interesado en recibir gratuitamente los textos completos de dicha revista, solicítalo a nuestro correo de abajo, poniendo en Asunto la palabra “Revista”:
Is-psoe.malaga@terra.es

25 de marzo de 2011

POR UN SINDICALISMO DE CLASE, DEMOCRÁTICO Y COMBATIVO.

CCOO y UGT de Málaga hicieron una concentración, ante el Banco de España, en la que han mostrado su respaldo solidario a la jornada de protestas organizada por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) bajo la consigna “Gobernar Europa significa más empleos, más justicia y solidaridad”. “No a las políticas de ajustes antisociales”.
Aunque tímidamente, ha sido una movilización continental Europea y en Madrid (y otras ciudades), CC.OO. y UGT se han concentrado frente a la sede de la Comisión Europea, mientras que en Bruselas 25.000 personas se han manifestado contra los planes de ajuste, y han acusado a la burguesía de Europa de querer "hacer pagar a los trabajadores una crisis provocada en los mercados financieros".
Para Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, el “Pacto por el Euro”, que se quiere aprobar en la Cumbre Europea, supondrá una "losa" y un "retraso", mientras que Valeriano Gómez ha dicho que las protestas son un "derecho". Afirman que puede poner en riesgo la recuperación de la economía mundial. Según Toxo, la Unión Europea no está en condiciones de imponer esa dinámica de reformas a los países que, además, supondría una "lesión" de intereses sociales "de gran calado".


El secretario general de CC.OO. ha denunciado que los líderes de la UE "no van a actuar en beneficio de salida de crisis, sino que van a dibujar un panorama de salida muy lesivo". En su opinión, los nuevos parámetros que regirá el Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento supondrán "un mayor retraso" para salir de la crisis por parte de la Unión Europea. Para Toxo, es "escandaloso" que el paro "no merezca la más mínima atención de mandatarios comunitarios",

A buena hora mangas verdes, porque la clase trabajadora está desmoralizada por los Pactos firmados que perjudican los intereses de los trabajadores, la juventud y los pensionistas. Hay que dar la batalla por recuperar nuestros sindicatos de clase, como herramienta de lucha contra el capital. Mucha gente está pensando que hace falta organizar sectores críticos potentes desde el ala izquierda de CCOO y UGT para exigir un cambio más combativo, de clase y democrático a la línea sindical que está obsoleta con tanto pactos y consensos sin contenidos sociales.

Durante toda la historia los derechos de la clase obrera se han conquistado a través de la lucha, de sacrificios enormes, con una voluntad firme en la lucha social. Esa es la experiencia histórica del movimiento obrero. La idea que nos han metido de que no se puede cambiar nada, que hay que tragar todo lo que nos echen, es falsa de cabo a rabo. La clase obrera ha dado y da constantemente ejemplo de querer luchar, pero no se puede llevar una política de dispersión, cada uno por su lado, haciendo luchas aisladas que queman y frustran a la clase obrera porque no se obtiene resultados concretos.

Es preciso organizarnos mejor, dando un paso al frente para crear un movimiento de oposición desde abajo, desde los tajos, las secciones sindicales, los comités de empresa, desde cada sitio donde haya un sindicalista, para dar la batalla y prepararnos mejor para la lucha que se nos viene encima, como están haciendo los jóvenes del Sindicato de Estudiantes, que están preparando una jornada de Protesta estudiantil y juvenil, en defensa de la enseñanza pública, rechazando los recortes que va a tener lugar el próximo 30 de Marzo en todo el Estado.

Es urgente cambiar el modelo de sindicalismo de despacho, de burocracia con el culo pegado al sillón, y salir a la calle a protestar. Hace falta un sindicalismo basado en la movilización, en la democracia desde la base, que defienda un programa claro que beneficie a nuestra clase y que sirva para unificar las luchas a todos los niveles, incluso a escala continental e internacional y que vaya más allá, con el objetivo de servir de palanca al movimiento político que sirva como auxiliar para acabar con el capitalismo y transformar la sociedad, porque bajo el capitalismo no hay salida y la alternativa por la que lucha la clase trabajadora se llama Socialismo, por lo que debemos reivindicar una salida de la crisis por la izquierda que contemple un programa verdaderamente socialista, basado en estos puntos mínimos:



1) Lucha contra la inflación. Escala móvil precios-salarios, con subidas y revisiones cada 3 meses.

2) Salario mínimo de 1.100 euros ya. Con menos no se puede vivir.

3) Contra la eventualidad y la precariedad, fijo a los 15 días.

4) Para dar paso a la juventud, jubilación a los 60 años, con contratos de relevo.

5) Jornada laboral continua de 35 horas semanales sin reducción salarial.

6) Frente a la crisis económica, intervención del gobierno en la economía: que no se cubran las pérdidas de las empresas privadas con dinero público. Nacionalización sin indemnización de todos los especuladores que ahora declaran pérdidas poniendo en peligro miles de empleos.

7) Reestructuración de las Oficinas de empleo; un puesto de trabajo o subsidio de desempleo indefinido igual al Salario Mínimo, eliminando los subsidios paulatinamente al ofrecer la Administración un trabajo en base a la creación de empresas públicas.

8) Los capitalistas españoles no invierten: inversión por parte del Estado en I+D, introducción de la robótica y nuevas tecnologías para garantizar los puestos de trabajo.

9) Lucha firme contra la discriminación de la mujer, exigiendo el cumplimiento de "a igual salario, igual trabajo", sin excepción.

10) Educación: Incorporación de los centros concertados a la Educación Pública, que será única, gratuita, laica, de calidad y científica, incrementando hasta un 7 % del PIB los presupuestos.

11) Sanidad: Incremento de los recursos para la Sanidad Pública, con el objetivo a corto plazo de eliminar las listas de espera y mejorar la atención sanitaria global.

12) Plan de construcción de UN MILLÓN de viviendas sociales; municipalización del suelo urbano para liberar suelo barato. Nacionalización de las grandes empresas constructoras, fuertemente endeudadas, para gestionarlas democráticamente. La Vivienda es un Derecho de la ciudadanía, no un negocio de especuladores y corruptos. Impuestos progresivos sobre los especuladores que poseen gran cantidad de viviendas vacías, para forzar a sacar estas viviendas a alquiler y evitar que la vivienda sea un medio de especulación.

13) Modificación de la Ley de Partidos para hacerla completamente democrática, permitiendo la libre creación de cualquier partido excepto los fascistas. Prohibición de las manifestaciones xenófobas. Garantía plena de todos los derechos, como el de reunión, expresión, asociación, libre sindicación para los cuerpos se seguridad del Estado y Ejército, con derecho de manifestación y de Huelga. Depuración de elementos reaccionarios del aparato del Estado, y democratización plena de las academias militares.

14) Por el derecho de Autodeterminación de las nacionalidades históricas.

15) Plenos derechos laborales como ciudadanos, para los inmigrantes, para lo que hay que derogar la actual Ley de Extranjería, introduciendo también cambios que favorezcan el asilo político.

16) Las direcciones sindicales de UGT y CCOO deben defender este programa socialista y reivindicar que se lleve a cabo por un gobierno de coalición de las izquierdas, encabezados por PSOE,IU y otros, para poner la economía al servicio del ser humano y no del lucro de una minoría. Para ello habría que decretar la nacionalización de la banca, latifundios y los monopolios, indemnizando a los pequeños accionistas necesitados, y poniendo estos recursos bajo control de los trabajadores, para evitar la corrupción y los despilfarros.

17) Proceder a la planificación democrática y científicamente de la producción, con el objetivo de aumentar un 10 % el PIB poniendo en marcha la capacidad productiva infrautilizada que está en torno al 69 %, lo que equivale a democratizar la economía al servicio de la sociedad, cumpliendo la aspiración de la clase trabajadora que es disfrutar de un puesto de trabajo digno y bien remunerado para avanzar hacia el objetivo socialista que es "la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases sociales y su declaración y conversión en una sola clase de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes", como defendían los primeros defensores de los partidos obreros.

J.PEDRO M.RODRIGUEZ.
Militante de U.G.T. adherido a la corriente IS-PSOE.

23 de marzo de 2011

¡FUERA LA OTAN Y EL IMPERIALISMO DE LIBIA¡

¡¡Las masas revolucionarias libias y árabes son las únicas que pueden acabar con el régimen de Gadafi y la opresión imperialista¡¡
El pasado 17 de marzo Naciones Unidas aprobó una resolución para imponer una zona de exclusión aérea sobre Libia, con el fin —según declara la misma— de hacer frente a la “violación de los derechos humanos” por parte del régimen de Gadafi.

Desde el pasado fin de semana las fuerzas armadas del imperialismo occidental han desencadenado un vasto operativo militar, a través de constantes bombardeos por aire y mar, contra el ejército de Gadafi y sus defensas aéreas y terrestres en Trípoli y otras ciudades del país. La operación militar está comandada por los EEUU, Francia y Gran Bretaña, pero en ella intervienen otros países “aliados” como Italia y el Estado español.

Las cínicas mentiras del imperialismo. La ONU instrumento de las grandes potencias
Al igual que en anteriores intervenciones y con el fin de justificar la acción militar del imperialismo ante la clase trabajadora y las masas de todo el mundo —y especialmente de sus propios países—, los gobiernos de EEUU y de los países de Europa implicados han recurrido a las mentiras, las manipulaciones y la más burda demagogia. Durante la invasión de Iraq, la excusa repetida hasta la saciedad para justificar la invasión militar y la posterior ocupación fue la de la presencia de armas de destrucción masiva. En el caso de Libia, el pretexto planteado por los imperialistas es la supuesta “protección” de la población de Bengasi para salvarla de un “baño de sangre”. También se ha esgrimido la intención de la mal llamada “comunidad internacional” de intentar evitar una guerra civil.

Cualquier joven o trabajador ante esta propaganda imperialista, apoyada vergonzosamente por los dirigentes socialdemócratas y sindicales en Europa, debe hacerse las siguientes preguntas para poder ver los motivos reales que hay tras la intervención en Libia. ¿Dónde y cuándo el imperialismo norteamericano, francés o británico con la anuencia del resto de potencias, ha intervenido militarmente para salvaguardar la vida de civiles o con fines humanitarios? ¿Por qué intervienen en Libia y en cambio respaldan la represión salvaje del régimen de Yemen o de Bahrein contra las masas revolucionarias? ¿Por qué quieren eliminar ahora a Gadafi, cuando éste dictador sanguinario, como en su momento ocurrió con Sadam Hussein, ha sido durante años un aliado mimado por las potencias imperialistas y de las grandes multinacionales occidentales del gas y del petróleo? ¿Por qué intervienen militarmente justo en el momento en que la ofensiva militar de los mercenarios y tropas de elite de Gadafi habían llevado a las masas libias insurrectas a una situación desesperada?

El imperialismo occidental ha puesto en marcha su maquinaria propagandista para manipular el sano sentimiento de las masas, tanto fuera como dentro de las fronteras de Libia, con un único fin: ocultar sus responsabilidades en el sostenimiento de todo tipo de regímenes reaccionarios y dictaduras en el mundo árabe, mantener los beneficios de las multinacionales a las que obedecen los gobiernos que comandan la política imperialista y asegurar sus intereses económicos, estratégicos, de prestigio e influencia. Y junto a estas razones realizar una demostración de fuerza para intimidar a las masas árabes que están protagonizando una maravillosa revolución contra regímenes tiránicos sostenidos por esos mismos imperialistas.

No se trata de defender los “derechos humanos”, como creen algunos, sino de asegurarse el control sobre un país y una zona estratégica. El balance de las intervenciones norteamericanas y del resto de potencias en Yugoslavia o las invasiones en Afganistán o Iraq, responde únicamente al objetivo de preservar sus intereses económicos y políticos, no a la defensa de la población. El resultado de estas intervenciones ha significado una pesadilla para los pueblos, que han sido víctimas de matanzas, pillajes y robo indiscriminado bajo el paraguas de la llamada “legalidad internacional”.

La primera guerra de Iraq, en 1992, tuvo como fin, según la propaganda imperialista, restablecer la democracia de Kuwait. Con eso justificaron la intervención. Casi 20 años después en el Golfo Pérsico siguen existiendo monarquías despóticas (como la del propio Kuwait, Arabia Saudí, Bahrein...), donde la población carece de cualquier derecho democrático. En Yugoslavia la excusa para la intervención y el bombardeo fue “salvar al pueblo kosovar de la agresión serbia”. 20 años después se descubre como la intervención sobre Yugoslavia no evitó sangrientas “limpiezas” étnicas por parte de las partes en conflicto, pero si permitió al imperialismo occidental destruir la Federación Yugoslava y crear Estados satélites en Croacia o Kosovo, además de imponer un programa de privatizaciones y apertura de toda la zona al control de las multinacionales occidentales. Los más de 100.000 muertos reconocidos como resultado de la ocupación de Iraq por las tropas estadounidenses y británicas tras la segunda intervención imperialista en 2003, son muestra inequívoca de una barbarie que aún no ha terminado en este país. Bush, Blair y Aznar manipularon y mintieron descaradamente para justificar su guerra de rapiña, buscando armas de destrucción masiva que jamás existieron.

Por todo ello es evidente que el imperialismo, es decir, la política de las grandes potencias al servicio de los grandes monopolios y el capital financiero, utiliza la excusa de la “intervención humanitaria” como un paraguas para su política de saqueo y dominación en la zona, tal y como lo han hecho otras veces. En el caso de Libia la intervención aprobada por la ONU tiene el mismo fin. Y el hecho de que haya sido aprobada una resolución en el Consejo de Seguridad no cambia un ápice la naturaleza imperialista de la agresión. Por eso, los trabajadores y la juventud de todo el mundo no debemos tener ninguna confianza en la ONU, un organismo al servicio de los intereses estratégicos de las grandes potencias que nunca ha movido un dedo para frenar la política represiva de aquellos gobiernos que han sido aliados de los imperialistas occidentales, como en el caso de Israel.

Las matanzas sistemáticas de las que ha sido víctima el pueblo de Palestina jamás han motivado ninguna intervención militar de las potencias “democráticas” para salvaguardar los derechos humanos de los palestinos, constantemente pisoteados por el gobierno sionista. Lo mismo se puede decir cuando se produjo el golpe militar en Chile en 1973, que llevó al poder al general Pinochet, o en el caso de Argentina en marzo de 1976. Estos regímenes, igual que muchos otros en Latinoamérica, asesinaron a decenas de miles de trabajadores, sindicalistas y jóvenes activistas de izquierda, pero siguieron conservando su asiento en la ONU y no se propuso ninguna intervención militar para salvaguardar los “derechos humanos” de la población. Y la razón es obvia: a pesar de que eran dictaduras sangrientas, eran dictaduras aliadas de las potencias occidentales y habían servido para cortar el avance de la revolución socialista en América Latina.

El papel del Consejo Nacional libio de Bengasi y sus relaciones con el imperialismo
Como hemos señalado en anteriores declaraciones, el régimen de Gadafi ha sido un fiel aliado del imperialismo occidental y de las grandes multinacionales del petróleo. Su política de privatizaciones ha recibido los parabienes del FMI, y el dictador era agasajado con todos los honores en las capitales europeas. Los EEUU y muchos gobiernos de la UE no dudaron en hacer lucrativos negocios con el régimen. Considerar a la dictadura de Gadafi como un gobierno revolucionario o antiimperialista entra en contradicción total con los hechos.

Tras el estallido de la revolución en Túnez y en Egipto, la decisión de las masas de llevar la lucha hasta el final provocó la caída de las odiadas dictaduras de Ben Alí y de Hosni Mubarak. Ambas dictaduras fueron sostenidas, financiadas y armadas por el imperialismo occidental. Para aquellos que todavía sostienen que Gadafi es un revolucionario o un antiimperialista, hay que recordarles que el sátrapa libio apoyó hasta el último momento a los dictadores de Túnez y Egipto, y fue una de la voces más vehementes en este respaldo… junto al gobierno sionista de Israel.

La revolución árabe no se limitó a las fronteras de Túnez o Egipto, se extendió como un incendio a toda la región: Yemen, Bahrein, y Libia. Ahora también sacude a Marruecos, Siria y las corruptas monarquías del golfo. Pero en Libia, el movimiento revolucionario de las masas llegó más lejos que en otras partes. La insurrección popular en Bengasi, Tobruk y otras ciudades, provocó la ruptura del aparato del Estado en su parte más sensible: el ejército. Cientos de soldados y mandos militares se sumaron a la insurrección, que rápidamente se dotó de comités populares para organizar la vida cotidiana de las ciudades liberadas, y crear milicias armadas para combatir a las fuerzas de la dictadura. Como atestiguan numerosos observadores internacionales antiimperialistas, la revolución tenía un carácter popular, no tenía nada que ver con Al Qaeda como intentaba plantear Gadafi, y respondía a un profundo sentimiento de liberación entre la masas contra una dictadura reaccionaria y sangrienta que había eliminado los derechos democráticos más básicos de la población.

Las masas insurrectas de Libia dieron un ejemplo de audacia y valentía, combatiendo con pocos recursos a unas fuerzas militares integradas por regimientos profesionales y mercenarios. Pero como muchas veces ocurre en las revoluciones, una cosa es la honestidad, el arrojo y la capacidad de sacrificio, y otra es la necesidad de dotar a la revolución y sus organismos de un programa y una estrategia para la victoria. Ese programa sólo puede provenir de una firme orientación socialista y revolucionaria, que plantee con claridad la vinculación de las aspiraciones democráticas de la población —libertad de expresión, de reunión, de organización de partidos y sindicatos, depuración del aparato estatal de la dictadura…— a la satisfacción de sus necesidades materiales: empleo, viviendas, educación y sanidad pública dignas, buenos salarios, lo que implica la lucha por expropiar las riquezas de la camarilla gobernante y de las potencias imperialistas implicadas en la explotación del petróleo y del gas. Es decir, un programa por la revolución socialista que además debe tener como eje un llamamiento a la solidaridad revolucionaria de las masas árabes para defender la insurrección y completar con éxito el derrocamiento de la dictadura.

Lamentablemente, a pesar de la voluntad revolucionaria de las masas libias, la dirección del movimiento no ha tenido esta perspectiva. Al igual que en otras revoluciones populares de la historia, la dirección de los rebeldes, en particular el Consejo Provisional instalado en Bengasi, capital de la insurrección, se ha llenado de arribistas, desertores de la dictadura que tienen sus propios objetivos e intereses y que han oscilado hacia las potencias imperialistas. En lugar de plantear el combate militar como una guerra revolucionaria de liberación social, insistiendo en la solidaridad internacionalista de las masas de otros países en revolución, han puesto toda su confianza en una intervención imperialista, un juego muy peligroso que puede convertirse en el estrangulamiento de la propia revolución.

El imperialismo se ha hecho eco de estos elementos en el seno del movimiento revolucionario en Libia, los antiguos ministros de exteriores y de interior del régimen de Gadafi, entre otros funcionarios del Estado, para justificar su intervención. Estos sujetos que hicieron su carrera y beneficios a la sombra de Gadafi durante años y participaron activamente en la represión y saqueo del pueblo libio junto a la familia Gadafi, decidieron abandonarla a su suerte cuando la insurrección parecía que, al igual que en Túnez y Egipto, había sentenciado el futuro del dictador. Y se pusieron al frente del Comité Nacional libio en Bengasi, autoproclamándose los líderes de la oposición a Gadafi.

El que elementos del antiguo régimen se pongan al frente de las masas al inicio de una revolución es un fenómeno que se ha repetido a la largo de la historia. Las masas revolucionarias, eufóricas tras las primeras victorias, liberadas del yugo que las oprimía durante décadas, permitieron, en no pocas ocasiones, que elementos burgueses, proimperialistas, que en definitiva quieren volver la revolución hacia atrás y darle un cauce procapitalista se pusieron al frente del movimiento. La revolución rusa de 1917 condujo a la toma del poder por parte del proletariado con el partido bolchevique pero al comienzo de la misma se estableció un gobierno de coalición burgués y reformista, con un terrateniente monárquico al frente, el príncipe Lyov, que había saltado al lado revolucionario poco tiempo antes de la caída del zar.

El mismo gobierno tenía como ministro de asuntos exteriores al jefe de la patronal rusa, Miliukov, que al mismo tiempo era vocero de la burguesía francesa y británica. El proletariado y los campesinos rusos tuvieron que pasar por una durísima experiencia para deshacerse de esta lacra y de los dirigentes reformistas que sostenían ese gobierno. No fue sino con la ayuda y dirección del partido bolchevique como los soviets se hicieron con el poder a través de una política revolucionaria, y derrotaron a los elementos pro capitalistas e imperialistas que, de haberse perpetuado, hubiera llevado la misma a la derrota y a un baño de sangre de los obreros y campesinos. El ejemplo de la revolución rusa es trasladable a la gran mayoría de las revoluciones.

Como explicábamos los marxistas en anteriores materiales, mientras el sentimiento mayoritario de las masas que protagonizaban la revolución en Bengasi y el resto de ciudades de Libia era de oposición a cualquier intervención imperialista (como muestran los videos publicados en webs antiimperialistas como The Real News y numerosos testimonios recogidos en la prensa), este sector burgués que, ante la ausencia de una organización revolucionaria al frente del movimiento de las masas, se ha hecho con la dirección efectiva de los comités que por doquier surgieron en la revolución libia, desde un comienzo se caracterizó por todo lo contrario.

Como no podía ser de otra manera dado su carácter burgués, esta dirección puso toda la fe en el apoyo del imperialismo europeo y norteamericano. Estos dirigentes desconfían de la capacidad revolucionaria de las masas para vencer a Gadafi y en el fondo temían a éstas profundamente, no sin razón ya que las masas tendían a superarles y tomar el poder en sus propias manos. Para frenar el ímpetu revolucionario y mantener el movimiento dentro de los límites que consideraban aceptables, estos dirigentes maniobraron en connivencia con el imperialismo para tratar de desviar el movimiento de las masas revolucionarias. Con horror los voceros del imperialismo señalaban que Libia caía en la anarquía por carecer de Estado, policía, jueces, etc.

Sin embargo, en las ciudades que gobernaron los comités revolucionarios no se vio ningún caos, al contrario, lo que predominaba era el espíritu de solidaridad fraternal entre la población y la toma de decisiones para organizar la vida cotidiana de una forma directa a través de la participación popular. Lo que temía el imperialismo, los ex socios de Gadafi, es precisamente al nuevo orden revolucionario que no podían controlar. Tenían que ver el modo de minar la confianza de las masas en sus propias fuerzas y poder introducir en su seno la idea —hasta entonces rechazada por éstas— de la necesidad de que el imperialismo interviniera.

Como hemos dicho, el sano instinto de las masas populares y de los trabajadores era de oposición a cualquier tipo de intervención extranjera, como se reveló en numerosos medios de comunicación independientes. Sin embargo, ya desde las primeras horas en las que el régimen estaba colgando de un hilo, los dirigentes proimperialistas del consejo nacional libio introdujeron varias ideas perniciosas para la revolución: 1) no somos suficientemente fuertes para vencer por nosotros mismos a Gadafi debido a que controla la fuerza aérea. 2) No queremos la intervención extranjera, pero podemos ganar si la OTAN o la ONU intervienen con una zona de exclusión aérea.

El programa militar para la victoria de la revolución

Es evidente que éste modo de plantear la cuestión de la lucha contra Gadafi introdujo un elemento de parálisis y, una cuestión vital en la revolución, restó confianza en sus propias fuerzas a las masas, de cara a acometer el asalto final contra la dictadura. Esto dio un tiempo vital al régimen de Gadafi y a los propios imperialistas, hasta entonces paralizados y sorprendidos por el ascenso del movimiento revolucionario, para recuperar la iniciativa. Si bien el ejército y la policía se habían descompuesto, fruto de la acción revolucionaria de las masas, Gadafi y su familia tenían aún una guardia pretoriana de regimientos de elite y de mercenarios con los que pudo controlar Trípoli temporalmente y retomar la ofensiva contra las ciudades revolucionarias. De hecho, Al Jazira informó que “la empresa israelí Global CST, ha enviado hasta ahora 20 mil mercenarios a Libia, a fin de reprimir las revueltas populares. De acuerdo a dicho informe los representantes de esta empresa mantuvieron un encuentro con el titular de Inteligencia Interior de Libia, Abdullah Sanusi, y los detalles del tratado han sido confirmados. Se dice que Gadafi paga diariamente por cada uno de los mercenarios 2 mil dólares, de lo cual cada uno recibe sólo 100 dólares y el resto se reparte la empresa israelí y los jefes de las tribus abastecedores de estas fuerzas.” (www.elciudadano.cl/2011/03/02). Conforme la ofensiva de Gadafi fue ganando terreno, jefes militares que habían permanecido al margen esperando ver como se dilucidaba la lucha, se volvieron a posicionar con Gadafi.

Danton, jefe militar de la revolución francesa, acuñó como consiga el lema: “audacia, audacia y mas audacia”. Esto no era una frase hecha, vacía, sino una cuestión vital para la supervivencia y victoria de cualquier insurrección. La revolución, y particularmente la insurrección de masas, sólo puede vencer si avanza sin tregua conquistando cada posición y derribando todos los obstáculos: si no lo hace todo el edificio creado por ella amenaza con derrumbarse. Y eso es lo que ha sucedido en la revolución libia. Esto ha sido consecuencia de la ausencia de un partido revolucionario que diera una orientación clasista e internacionalista a la guerra librada contra las fuerzas armadas de la dictadura, empezando por la urgencia de la ofensiva militar. Que llamará a la población a la más absoluta desconfianza hacia los nuevos dirigentes del consejo nacional libio, combatiendo desde el principio la idea de la exclusión aérea, una trampa que dejaba a los imperialistas el terreno despejado para sus maniobras, e infundiera entre las masas el espíritu de que la única victoria posible pasaba por la toma inmediata de Trípoli. Y junto a todo esto, llamar a la solidaridad internacionalista de la población árabe de todos los países de la zona, a la organización de huelgas de solidaridad, boicots económicos al régimen de Gadafi, y a la ayuda militar de los trabajadores y jóvenes con voluntarios para combatir. El programa militar de la revolución es fundamental, por eso la actividad del ejército insurrecto debía dirigirse con acciones concretas decididas a demostrar a la población, de dentro y de fuera de Libia, que el objetivo era la liberación social para barrer el dominio de la familia Gadafi, del resto la burguesía libia y a las multinacionmales imperialistas que llevan años saqueando juntos el país, es decir: terminar con el capitalismo luchando por la transformación socialista de la sociedad. Al no hacer esto le dio la oportunidad a Gadafi de lanzar una contraofensiva y a los imperialistas de poner en marcha una nueva estrategia para intentar mantener el control del país.

La ausencia de una organización revolucionaria que unificara las diferentes milicias con este programa, hizo que el lado fuerte de las mismas, que es el entusiasmo, la espontaneidad y el espíritu de sacrificio, ante el ataque de fuerzas menores en número pero mejor preparadas y dispuestas a cualquier atrocidad, como eran los mercenarios de Gadafi, pusieran de manifiesto su lado débil, su deficiente entrenamiento militar, su dispersión. Como señalamos en la declaración de la CMR, Revolución y contrarrevolución en Libia: “Las masas, inquietas, intentan salvar su revolución con las pocas armas a su alcance y un inmenso coraje y voluntad de resistir hasta el final pero carecen de un partido revolucionario que les dé dirección, que organice la lucha militar y al mismo tiempo proponga un programa y una estrategia para completar y consolidar la revolución. Ese es el factor decisivo que puede acabar condicionando el futuro de la revolución.

Como ha explicado muchas veces el marxismo, la contrarrevolución para lanzarse al ataque no necesita tener más apoyo social que la revolución. De hecho, siempre que han conseguido derrotar a la revolución lo han hecho no por ser más sino por la ausencia de dirección al frente de las filas revolucionarias o por los errores cometidos por esa dirección al no aprovechar la oportunidad de noquear definitivamente a la reacción y permitir a ésta conservar aunque sólo sea una parte de su poder. En Libia volvemos a ver cómo el poderoso río desbordado de la iniciativa espontánea de las masas necesita inevitablemente el cauce de una organización revolucionaria formada por miles de cuadros y activistas unidos por un mismo programa y estrategia para vencer. Debido a esa falta de una dirección revolucionaria, el momento inicial de avance incontenible del movimiento revolucionario y desbandada en las filas del régimen, que llevó a la revolución hasta las propia puertas del palacio de Gadafi en Trípoli, no fue aprovechado para unificar de manera inmediata a los comités y milicias populares que de manera espontánea las propias masas estaban creando en cada población para velar por su seguridad y garantizar la defensa. No se constituyó un ejército revolucionario unificado formado por el pueblo en armas ni se organizó un avance masivo sobre Trípoli que acompañase la insurrección de las masas en los barrios más pobres de la capital.

Esta insurrección en Trípoli se produjo, pero ahí era donde Gadafi que, aunque criminal y enloquecido, sí tenía un plan y concentraba sus fuerzas más fiables: las unidades de elite dirigidas por sus propios hijos Khamis y Muntasim (y otros altos oficiales estrechamente vinculados a la corrupta camarilla que controlaba el poder) y su ejército de mercenarios procedentes del extranjero. Esta guardia pretoriana equipada con moderno armamento vendido por los propios imperialistas estadounidenses y de la Unión Europea y financiadas con el dinero del petróleo y los negocios que la familia Gadafi mantiene con los imperialistas es la que hoy están masacrando al pueblo. El resultado es que mediante el uso del terror Gadafi pudo mantener el control de Trípoli y lanzar el ataque que ahora está causando miles de víctimas y podría acabar con la revolución.

Como explicaba Engels, el Estado, en última instancia, son cuerpos de hombres armados en defensa de la propiedad. Algunos de esos cuerpos de hombres armados en Libia se vieron disueltos por el ascenso revolucionario, sobre todo en el este del país. Muchos soldados y oficiales se pasaron a la revolución pero de un modo en su mayor parte descoordinado e individual, sumándose a milicias y grupos armados que en cada localidad intentaban asegurar la defensa. El grueso del armamento, en particular el armamento pesado, y las unidades mejor equipadas y con mayor poder de destrucción, siguen, sin embargo, en manos de Gadafi. El ejército y, especialmente, los cuerpos profesionalizados y de elite (no digamos ya los mercenarios), tiende a constituir la última línea de defensa de cualquier régimen reaccionario contra las masas. Los mandos militares y los mercenarios, además, están acostumbrados a actuar de manera disciplinada, implacable, reprimir y matar.

Las masas se ven ahora obligadas a luchar en condiciones de inferioridad militar, con las únicas armas de su mayor número, entusiasmo y disposición a ir hasta el final pero sin coordinación, y un plan unificado frente a unas tropas bien adiestradas y equipadas y que carecen de escrúpulos a la hora de disparar contra civiles desarmados, bombardear a la población, etc. Para derrotar la acometida de Gadafi y vencer, la revolución necesita en primer lugar organizar el armamento general del pueblo en Bengasi y las demás zonas liberadas, creando un ejército revolucionario del pueblo mediante la unificación de todas las milicias. Al mismo tiempo, los comités populares deben ser la base de un Estado revolucionario, socialista, que nacionalice todos los recursos del país y tome de manera inmediata medidas para resolver todos los problemas sociales que sufre la población”.
Como señalamos en la misma declaración, al imperialismo le hubiera gustado intervenir antes pero fue la existencia de las masas revolucionarias que no controlaba y el sentimiento antiimperialista de las mismas, las que impedían que estos intervinieran. Se tenían que crear las condiciones políticas para que la intervención pudiera darse: “Por eso, con el cinismo que les caracteriza, parece que el juego imperialista es esperar a que Gadafi machaque a las masas un poco más y a última hora realizar algún tipo de intervención. Con la moral y energía de la población insurrecta debilitada y un sector de sus propios dirigentes pidiendo la intervención, la táctica de los imperialistas es aparecer como salvadores y al mismo tiempo establecer una cuña sobre el terreno que garantice sus intereses económicos y políticos en la región. Como se afirma en la última declaración de la CMR de Venezuela, “intentan atraerse a diferentes representantes del llamado Consejo Nacional Libio de Transición (CNLT) y colocar a las masas revolucionarias ante una situación insostenible que les permita llegar a acuerdos con determinados representantes políticos de cara a que asuman sus puntos de vista y aseguren los negocios imperialistas en el país.”

Los imperialistas contra la revolución libia. La posición de la izquierda en Europa y América Latina

Los acontecimientos han sucedido como señalábamos en esa resolución. El imperialismo francés, que tiene poderosos intereses en la región y quiere ampliar su zona de influencia, tras la resolución de la ONU puso al resto de potencias ante el hecho consumado de su decisión de atacar Libia. En esas condiciones, los Estados Unidos y Gran Bretaña no se podían quedar atrás, a pesar de todas las vacilaciones mostradas en las semanas anteriores y se decidieron por la intervención y por tener un papel protagonista de primer orden.

Gadafi declaró recientemente que iba a entrar en Bengasi como las tropas de Franco entraron en Madrid en la guerra civil española. Para todos aquéllos que desde la izquierda tuvieron alguna duda del carácter reaccionario de este elemento, sus propias palabras le delatan. Gadafi representa la contrarrevolución armada contra las masas insurgentes. Al igual que Franco en los primeros días de la guerra civil española, sin bases de apoyo firmes en el país tras la insurrección obrera en Barcelona y Madrid y otras ciudades, tuvo que basarse en las tropas mercenarias legionarias y coloniales marroquíes para utilizarlas como ariete contra las masas revolucionarias. El papel de los dirigentes reformistas y burgueses de la republica española, que en un primer momento intentaron llegar a un acuerdo con los fascistas y se negaron a organizar seriamente la resistencia de los trabajadores contra el golpe, permitió el avance de Franco de tal modo que en apenas dos meses después del golpe, Franco estaba en condiciones de sitiar la capital (Madrid) y generar una situación desesperada. El sacrificio de las masas paró el asedió a la capital pero la negativa a organizar y coordinar las milicias revolucionarias por parte del gobierno permitió a las tropas mercenarias, mejor entrenadas y dispuestas a cualquier masacre, avanzar rápidamente.

Una situación muy similar se está viendo en Libia. Tras los primeros rápidos contragolpes de las tropas fascistas, los dirigentes republicanos, reformistas y estalinistas de la republica española, entraron en pánico y en vez de poner el énfasis en la capacidad de las masas para vencer al fascismo por sus propias fuerzas con la ayuda de la clase trabajadora de otros países y sobre la base de un programa revolucionario, colocaron la confianza de la victoria en la intervención extranjera, de Francia y Gran Bretaña, “ las potencias democráticas”. Para garantizar tal intervención, impusieron un programa burgués en el campo republicano y frenaron toda iniciativa revolucionaria por parte de las masas. Todo ello sentó las bases para la victoria del fascismo en España en abril de 1939.

Por ahora, en Libia, la intervención de las fuerzas imperialistas se ha acotado a crear una zona de exclusión aérea acabando con capacidad aérea del mermado ejército libio. Sin embargo, esto es sólo el inicio de la intervención. La guerra tiene su propia dinámica y es la ecuación más compleja de todas. El imperialismo no se va a detener y no se puede detener. Su objetivo es controlar al país e intentar derrotar a Gadafi, pero sobre todo, acabar con la revolución popular. La posibilidad de enviar tropas terrestres, como en Afganistán o Iraq, es una alternativa que pone los pelos de punta a los imperialistas por las consecuencias impredecibles que puede tener. Y esta perspectiva ya ha provocado fisuras abiertas en la coalición occidental: Alemania se opone, Turquía se opone, EEUU tiembla ante esta solución y, por otro lado, otras potencias como Rusia y China también se oponen. La cuestión es que derrotar a Gadafi con bombardeos aéreos es poco probable. Por eso los imperialistas pueden barajar, como salida inmediata, ayudar con armas, logística y hombres a los insurrectos. Pero sólo lo harán si hay garantías de que la revolución está liquidada. En todo caso, una opción de este tipo también tiene sus riesgos.
Si las tropas rebeldes, debido a la política nefasta de su dirección, aceptan jugar este papel, significaría en la práctica que, temporalmente, los imperialistas pueden terminar de descarrilar la revolución y utilizarlos como carne de cañón para sus planes imperialistas en la región. Esta hipótesis significaría una guerra cruenta y larga, que tendría también otros efectos. No se podría descartar que en un conflicto de este tipo, las fuerzas de Gadafi pudiesen resistir por un periodo y el régimen se viera reforzado en el interior de Libia apelando al sentimiento antimperialista de las masas con su demagogia. Aunque su apoyo social es nulo, la intervención le da un margen de maniobra mayor.

El mayor problema de la revolución libia es que tras los primeros días en los que la iniciativa espontánea de las masas descompuso al Estado burgués y rompió los planes imperialistas (que inicialmente eran buscar una negociación entre Gadafi y la oposición burguesa en el exterior), la iniciativa política, tanto dentro como fuera de Libia, pasó totalmente a manos del imperialismo y de los sectores afines a él. Las masas han estado huérfanas de dirección y sin un punto de referencia a donde mirar y guiarse, salvo su instinto revolucionario sobre que es lo que no quieren. En ese sentido, los dirigentes de las organizaciones políticas y sindicales de masas que se identifican con la izquierda tienen una enorme responsabilidad.

Los dirigentes de la izquierda reformista en Europa en lugar de utilizar la enorme simpatía que la revolución en el mundo árabe, en Túnez, Egipto, Libia, Bahrein, ha despertado entre los jóvenes y trabajadores para movilizar a las masas en sus países en apoyo a las masas libias, denunciar la política de colaboración con Gadafi y el saqueo de los recursos del pueblo libio y los demás pueblos árabes que llevan a cabo los gobiernos burgueses de la Unión Europea, han apoyado desde el primer momento la intervención del imperialismo, y muchos de ellos en este momento saludan, incluso, la resolución de la ONU y los bombardeos. Ante esta política reformista y pro-capitalista, los ojos de millares de revolucionarios de los pueblos árabes y de todo el mundo estaban puestos en la izquierda revolucionaria de América Latina. En Bengasi eran muchos los que se preguntaban por qué Chávez no les daba un apoyo decidió contra Gadafi. Tras su heroica resistencia y sus victorias frente al imperialismo, las revoluciones en Venezuela y Cuba, y las figuras de Fidel Castro y Hugo Chávez, se han ganado el derecho a ser vistas por millares de jóvenes y trabajadores en todo el mundo como un punto de referencia a la hora de luchar contra el imperialismo, el capitalismo y la opresión. Precisamente por ello, los imperialistas y sus lacayos a sueldo en los medios de comunicación se esfuerzan por intentar identificar a estos dirigentes y gobiernos revolucionarios con contrarrevolucionarios y represores como Mubarak, Gadafi o Ben Alí.

La revolución en el mundo árabe era una oportunidad, además, para apoyar a las masas de estos países, para combatir estas calumnias imperialistas y unir en la lucha a las masas revolucionarias árabes y latinoamericanas. Si desde la izquierda latinoamericana y, particularmente desde Venezuela y Cuba, se hubiera dado una apoyo a las masas insurrectas árabes, primero en Túnez y Egipto donde se vio el movimiento desde un primer momento con dudas y desconfianza, y luego en Libia, donde simplemente se negó que existiese ninguna revolución, esto habría estimulado la revolución en todo el mundo árabe, enlazado con el instinto de las masas de Bengasi y obstaculizado de forma importante los planes, tanto de los dirigentes de la oposición burguesa a Gadafi como del imperialismo, para desviar de sus objetivos revolucionarios a estas masas y abrir las puertas a la actual intervención.
En lugar de ello, se dio por buena la teoría de que en Libia no había ninguna revolución, se aceptó en la práctica la demagogia de Gadafi y se planteó la idea de que si los imperialistas estadounidenses y europeos denunciaban a éste era porque se trataba de un líder antiimperialista (en contra de toda evidencia ya que Gadafi ha firmado durante los últimos años todo tipo de acuerdos y alianzas con estos mismos imperialistas, privatizado las empresas y atacado los derechos de los trabajadores por todo lo cual, como hemos insistido, ha sido elogiado por el mismísimo FMI). Esta posición del gobierno bolivariano y de otros gobiernos de izquierda de la región —independientemente de que su intención no sea ésa— no ha servido para levantar un muro contra los planes del imperialismo que pretenden separar la revolución en el mundo árabe de la revolución en Latinoamérica, intervenir hoy contra la primera e intentar aislar y desprestigiar a la segunda.
Aprender de los acontecimientos

Los revolucionarios latinoamericanos y del resto el mundo tenemos que aprender de nuestro enemigo de clase, de los capitalistas y de los imperialistas. El imperialismo norteamericano comprendió que era complicado mantener a sus títeres en estos países, y rápidamente se posicionó para que tras la caída de los mismos sus intereses estuvieran lo mejor representados, tratando de ponerse o aparecer al frente del movimiento por la democracia. Esta hábil jugada política descolocó a la izquierda en general y a la latinoamericana en particular, salvo honrosas excepciones. Teníamos que haber aprendido del imperialismo: si desde el primer momento se hubiera apoyado la revolución árabe y, sobre todo, Chávez hubiera aparecido ante las masas árabes como su campeón planteando que no tenían tan sólo que luchar por la democracia burguesa representativa sino, como se intenta hacer en Venezuela, por el socialismo, eso hubiera sido una piedra de toque contra los planes del imperialismo en la zona y hubiera consolidado la unidad entre las masas y los pueblos revolucionarios de América Latina y Oriente Medio. Desafortunadamente, esto no ha sucedido permitiendo al imperialismo avanzar sus peones.

Sin embargo, los cálculos de los imperialistas se hacen sobre bases completamente falsas. Obama y la socialdemocracia cree que en el mundo árabe estamos ante una revolución democrática, haciendo una analogía falsa con la caída del estalinismo. Como hemos resaltado en otros artículos y declaraciones, el carácter de la revolución árabe no es democrático, si por democracia burguesa se entiende este concepto, sino socialista, porque las masas para resolver sus problemas más inmediatos, desde el pleno ejercicio de las libertades de expresión, de manifestación y organización hasta las demandas básicas de empleo, vivienda, sanidad… van a chocar (están chocando ya) con el capitalismo, con el aparato del Estado burgués que, aunque debilitado, sigue en pie. Es por ello que, lejos de llevar a un control y estabilización de los nuevos regímenes que surjan, el imperialismo y el capitalismo se va a encontrar con enormes dificultades para controlar a las masas que van a aumentar el calado y la audacia de sus demandas, poniendo en cuestión que bajo el sistema capitalista es imposible darles satisfacción.

El caso es que la intervención en Libia no resuelve el problema sino que lo empeora, con la posibilidad de una escalada militar y el estancamiento del conflicto. El imperialismo, como en Irak y Afganistán, puede quedar entrampado. El ministro de exteriores británico señaló la posibilidad, incluso, de dividir el país. Esto sería un tremendo crimen contra la revolución libia y árabe en general, que la población pagaría con su sangre. Sin embargo, las masas aún no han dicho su última palabra. Pese a la ofensiva de Gadafi, lejos de estar derrotadas están en ebullición: de darse la invasión las tropas imperialistas, incluso en las zonas revolucionarias, no serian bien recibidas y a medida que se haga evidente para las masas el engaño que suponen las palabras imperialistas esto significará una nueva fase del conflicto. Como hemos explicado, la experiencia de las masas desafiando el poder del Estado burgués, el ejército, etc., e incluso asumiendo durante semanas la gestión de la vida social en numerosas ciudades, dejará una profunda huella en su conciencia y volverá a empujarlas a la lucha y a sacar lecciones de la amarga experiencia que hoy están viviendo a manos de Gadafi y de los imperialistas: la primera de ellas será comprender que no pueden confiar en nadie más que en sí mismas y que es necesario dotarse de una dirección surgida de su propio seno, bajo su control permanente y que defienda una política de independencia de clase.

Por otra parte, a medida que la intervención se complique y del plan para imponer una zona de exclusión aérea se tenga que pasar a una intervención más directa, el precario acuerdo que han alcanzado los distintos bandidos imperialistas tenderá a hacerse más difícil y crecerán las tensiones entre ellos. Ya lo estamos viendo. Los imperialistas de China, Rusia y la India, con un cinismo a prueba de bomba, critican la intervención pero no utilizaron su derecho a veto para impedirla sino que, en la práctica, la avalaron con su abstención. Están esperando a ver cómo se desarrollan los acontecimientos para ver si en caso de una victoria imperialista rápida se suman al reparto del botín, o si la guerra se complica marcar distancias y desarrollar un juego diferente en el país. Como hemos dicho muchas veces, pese a los choques de intereses entre todas estas potencias imperialistas, hay una cosa que les une: su desprecio absoluto por las masas y su deseo de seguir explotando a los trabajadores en el mundo árabe, en sus propios países y en todo el planeta.

Otro factor esencial para comprender las perspectivas es que, como hemos explicado, no estamos ante una revolución aislada en un país sino en toda la región. Tanto los imperialistas como diversos regímenes reaccionarios de la región que han apoyado con dinero y mercenarios a Gadafi intentan utilizar ahora Libia o Bahrein (donde el imperialismo también está interviniendo contra la revolución pero a través de su principal aliado en la zona, la monarquía reaccionaria de Arabia Saudí) para dar una lección a las masas, poner límites al movimiento de éstas y frenar la extensión y avance de la revolución. Pero la lucha entre revolución y contrarrevolución, con alzas y bajas, victorias y derrotas coyunturales, continuará por todo un período histórico. Lo que ocurra en cada país se verá condicionado y, a su vez, dialécticamente influirá sobre todos los demás. Y la revolución árabe lejos de terminar sigue extendiéndose. La última semana ha visto nuevos levantamientos en Yemen, con decenas de muertos, la amenaza de extensión a Arabia Saudí, plaza fuerte del imperialismo, el inicio de las movilizaciones en Siria, las marchas en Gaza, duramente reprimidas por Hamas, etc. Las ondas de la revolución árabe, tras el temblor con la que la acción de las masas sacudió al capitalismo e imperialismo internacionalmente, sigue y va a continuar desestabilizando todos los regímenes burgueses, no tan sólo del norte de África, si no más allá. Este es un factor también decisivo para el futuro de la revolución libia pese a las maniobras criminales de los imperialistas y sus títeres.

Esta lucha entre revolución y contrarrevolución en el mundo árabe se inscribe en la agudización general de la lucha de clases en todo el mundo y la imposibilidad de los imperialistas de recomponer el equilibrio de su sistema, La decadencia prolongada del capitalismo obligará a los jóvenes y trabajadores en todo el mundo desde Libia, Túnez y Egipto hasta Venezuela, Bolivia o Ecuador pasando por Europa, China, Japón o los propios Estados Unidos a luchar por sus derechos y buscar una y otra vez un camino para transformar la sociedad.

¿Quiénes son los amigos de la revolución?

La intervención imperialista sobre Libia también ha sido la primera prueba de fuego de la teoría de la multipolaridad. Según esta teoría reformista, socialdemócrata, vamos hacia un mundo multipolar donde emergen diferentes países que, antagónicos a Estados Unidos, pondrán coto al poder del imperialismo. Esta teoría de la multipolaridad es un refrito de la vieja teoría estalinista del bloque antiimperialista, por la cual se tenía que conformar un bloque con todos esos Estados, gobiernos o partidos que por alguna razón estuvieran enfrentados al imperialismo, aunque su política fuera derechista o reaccionaria con el fin de impedir que el cerco imperialista contra la Unión Soviética, China o Cuba, se cerrara. Eso llevó a los Partidos Comunistas a apoyar a todo tipo de elementos capitalistas que llevaron al movimiento revolucionario a la derrota en muchos países o confundieron a la vanguardia revolucionaria. En Irán, por ejemplo, el PC (Tudeh) apoyó a Jomeni; en Iraq ocurrió lo mismo con Sadam. En el caso de Indonesia, el PCI apoyó a Suharto y fue diezmado en el golpe de Estado. Hay muchos y abundantes ejemplos.

En la votación del consejo de seguridad de la ONU, China, Rusia, India y Brasil se abstuvieron cínicamente cuando se votaba la resolución a favor de la intervención militar, lavándose las manos y dejando libre al imperialismo francés, americano y británico para atacar Libia. Esto muestra a las claras que el día de mañana ante una intervención contra Venezuela por parte del imperialismo norteamericano, Rusia, China o el propio Brasil, lejos de ser amigos, a pesar de los acuerdos comerciales que pueda haber y las buenas relaciones, se convertirán en cómplices y verdugos de la intervención imperialista contra la revolución venezolana. Estos hechos deben hacer reflexionar al gobierno bolivariano y al comandante Chávez de que la única manera efectiva de frenar al imperialismo es extendiendo el socialismo a otros países, y que la política de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” puede ser una trampa mortal. Otorgando una supuesta credibilidad revolucionaria a regímenes reaccionarios como el de Irán o Libia o considerando a Rusia, China o Brasil, todas ellas potencias imperialistas y capitalistas, como amigos de la revolución bolivariana por estar coyunturalmente enfrentados a los gringos, no quiere decir, ni mucho menos, que a la hora de hacer frente a una intervención imperialista en Venezuela o a un golpe de Estado de la contrarrevolución, estos países fueran a mover un solo dedo.

El caso del consenso en el consejo de seguridad de la ONU en atacar Libia proviene del carácter de clase de los gobiernos de estos países. Todos ellos son capitalistas, y si en algunos aspectos pueden estar enfrentados al imperialismo norteamericano es por áreas de influencia y explotación. China se está convirtiendo en un poderoso competidor económico y militar para Estados Unidos, como recientemente señaló Obama, pero China compite no por un mundo mas justo, sino para que los capitalistas chinos, muchos de ellos dirigentes del PCCH, se enriquezcan más a costa de la explotación de las masas africanas y de América Latina, por no decir de las de su propio país. Lo mismo sucede con Rusia, Irán, y Libia, donde una elite capitalista y explotadora gobierna. Considerar a estos países aliados de Venezuela, supone poner una soga en el cuello de la revolución bolivariana.

En la resolución de la ONU que permite atacar Libia se muestra como, a la hora de la verdad, para las burguesías de todos estos países prima más el saqueo que las antiguas alianzas o acuerdos con Gadafi. El mundo está repartido entre bandidos imperialistas, que luchan entre sí de un modo creciente por el control de los mercados mundiales, pero llegado el caso, cuando el bandido mayor (EEUU) organiza junto a sus socios menores Gran Bretaña y Francia el saqueo de un país e invita al resto de bandidos al festín, éstos no tuercen el gesto, sino que cínicamente se lavan las manos y esperan su parte de la tajada. Y lo que es válido hoy para Libia mañana será para Venezuela.

Sin embargo hay una diferencia fundamental entre Venezuela y Libia. El régimen de Gadafi es un régimen reaccionario capitalista al que sus amos han dado la espalda. El imperialismo quiere el petróleo libio, por supuesto, pero también quiere, y eso es fundamental para ellos, derrotar el movimiento revolucionario, posicionarse mejor en el norte de África, y repartirse el enorme pedazo de tarta que consumía la familia Gadafi directamente entre ellos. Entre bandidos no hay honor ni lealtad. Sólo prima el interés. En Venezuela hay una revolución que es la punta de lanza en todo el mundo de la lucha de los trabajadores y oprimidos por el socialismo. Ese es el principal mérito del comandante Chávez que se ha convertido en un ícono de la lucha por el socialismo. Las masas de América Latina sólo van a poder conjurar la intervención imperialista, destruyendo las bases de la misma, el sistema capitalista y confiando en la extensión de la revolución socialista. Luchando internacionalmente por el auténtico socialismo, sobre la base de la nacionalización de los medios de producción bajo control obrero y popular para planificar la economía nacional y mundialmente para terminar con la anarquía del mercado y el imperio de las multinacionales y el capital financiero que en verdad controla el mundo. Ese es el socialismo que se debe impulsar y no el intento de la burocracia reformista bolivariana que trata de crear una vía intermedia, que lucha contra el control obrero en Venezuela, que pospone la construcción del socialismo por décadas, que mantiene la mayor parte de la economía venezolana en manos capitalistas y sostiene el aparato burocrático que es una de las principales amenazas contra la revolución. Esa misma burocracia que tiene mil negocios con la burguesía nacional y con los capitalistas chinos, iraníes y rusos, y trata de hacer pasar a estos países como amigos de la revolución. Sobre la base de una auténtica política internacionalista que luche por extender la revolución socialista en todo el mundo, apoyándonos en la capacidad de combate de las masas, conseguiremos conjurar la amenaza imperialista y terminar con el capitalismo. En el caso de Venezuela, sembrar vanas ilusiones en potencias capitalistas emergentes conducirá a confundir al pueblo, aislar la revolución y preparar la derrota.

Y sí es posible que las masas derroten al imperialismo, no necesitan de falsos amigos, de salvadores, incluido en Libia. La masacre de los revolucionarios libios que luchan contra Gadafi y que no quieren la intervención imperialista, se puede evitar si se moviliza a todas las masas árabes, a la clase trabajadora, que tiene que dotarse de un auténtico programa revolucionario socialista. Los trabajadores y pobres latinoamericanos no necesitamos la ayuda de los capitalistas chinos, rusos o iraníes. Necesitamos la ayuda de sus pueblos a los que tenemos que ayudar a que derriben a esos gobiernos. Del mismo modo que las masas revolucionarias libias no necesitan de la intervención imperialista para dar cuenta de Gadafi y de su camarilla podrida y corrupta. Tienen que dotarse de un programa, unos métodos y unas ideas que sean capaces de agrupar a los trabajadores tunecinos, egipcios, libios y del resto del mundo árabe y conducirlos a la victoria. Y este programa es el del marxismo revolucionario con el que se puede lograr el triunfo de la revolución árabe y la derrota del imperialismo. Toda la situación objetiva empuja hacia estas ideas, conectan con la experiencia de las masas en acción. Con objetivos claros, dotados de un partido revolucionario que sea capaz de golpear a los capitalistas y los imperialistas, no habrá fuerza que pueda con las masas levantadas. Ya tumbaron a Ben Alí y Mubarak y lo harán solos contra los imperialistas y contra Gadafi, o con cualquier otro gobierno burgués que las potencias occidentales pudiesen imponer. A diferencia de todos los poderes imperialistas y los dictadores, sus secuaces socialdemócratas que justifican sus políticas frente a los trabajadores y los pobres, o los intelectuales pequeñoburgueses desmoralizados que desconfían de la capacidad de las masas para cambiar su situación y se limitan a poner nota a cada movimiento revolucionario de las masas y suspenderlo o rebajarlo de categoría si no es lo suficientemente puro y exento de contradicciones, la Corriente Marxista Revolucionaria tiene confianza en la capacidad de los trabajadores unidos para poder sortear cualquier obstáculo. Los turbulentos acontecimientos de los próximos años, en esta fase de decadencia capitalista, pondrán a prueba a todas las tendencias políticas del movimiento obrero y darán la oportunidad para que las ideas del marxismo se conviertan en una fuerza de masas en el mundo árabe, en América Latina, Europa y también en los EEUU.

¡No a la intervención imperialista en Libia!
¡Viva la revolución árabe!
¡Viva el socialismo internacional!

CORRIENTE MARXISTA REVOLUCIONARIA (INTERNACIONAL)
Fuente: http://www.elmilitante.net/content/view/6956/88/