29 de agosto de 2012

EL CAMBIO CLIMÁTICO SE ACELERA.


“Cuando en 1916 la extraordinaria dirigente socialista alemana Rosa Luxemburgo planteó que la humanidad se veía abocada a escoger entre Socialismo o Barbarie expresaba con enorme clarividencia cuál era la dinámica interna del capitalismo, y cómo las contradicciones internas de este sistema, contradicciones que hunden sus raíces en el corazón mismo de este modo de producción, conducen, si no triunfa la revolución socialista, a crear las condiciones de un retroceso del género humano a las épocas más oscuras y primitivas de su historia.

        En 1916 la Primera Guerra Mundial estaba en su apogeo. Esta orgía de destrucción, que provocó más de 10 millones de muertos, fue el resultado del enfrentamiento entre las grandes potencias capitalistas. No se trató, ni mucho menos, del primer conflicto bélico directamente provocado por los intereses de la burguesía. Todo el siglo XIX está salpicado de guerras, represión y matanzas, fundamentalmente en África, Asia y América Latina, cuyo objetivo era consolidar y extender la dominación de los capitalistas y su control sobre las riquezas de los países coloniales.

Pero la Primera Guerra Mundial trajo al corazón mismo de Europa, a la cuna de la “civilización occidental”, a las tierras donde se desarrollaron las formas más avanzadas de la ciencia, la filosofía, el arte, la música… el horror y la destrucción más implacable, demostrando así que bajo el capitalismo hasta las manifestaciones más sublimes del espíritu humano pueden convertirse en cenizas si los intereses de la burguesía así lo demandan.

Desde 1916 hasta el día de hoy han pasado muchas cosas, pero la naturaleza intrínsecamente destructiva del capitalismo se mantiene intacta, e incluso se ha profundizado. No sólo la guerra, provocada por los capitalistas, sigue marcando la vida cotidiana de millones de personas en Irak, Afganistán, Congo, Pakistán, etc., y amenaza con extenderse a otros países, como Yemen. No sólo la miseria y el hambre, producto de la incapacidad de la burguesía para seguir desarrollando las fuerzas productivas, atenazan a un número creciente de seres humanos. Ahora, una nueva amenaza, aún más terrible, surge de la decadencia del sistema capitalista: la destrucción de las frágiles condiciones que hacen del planeta Tierra un lugar habitable.

Espoleados por el auténtico motor del sistema capitalista, la búsqueda incansable del beneficio, las empresas tratan los recursos naturales como un factor más de la producción. Se trata de conseguir consumir los recursos naturales que el proceso de producción requiere (agua, aire, árboles, etc.) con el menor coste posible, para maximizar los resultados de las inversiones. Que esos recursos sean o no renovables, que su consumo incontrolado deje secuelas terribles en forma de contaminación, deforestación, envenenamiento del agua y del aire o desertificación, eso no entra en los cálculos de los cuentas de Pérdidas y Beneficios de las empresas.

Las consecuencias a largo plazo de la degradación ambiental traen sin cuidado a los capitalistas. Pero ¿por qué habrían de preocuparles? ¿Acaso alguna vez los capitalistas se han sentido afectados por la destrucción causada por sus guerras? ¿Recuerda alguien que las empresas que se beneficiaron, y se siguen beneficiando, de la explotación inhumana de los países del llamado Tercer Mundo hayan pedido perdón por los millones de muertos de hambre o enfermedades fácilmente evitables? Claro que no. El capitalismo avanza implacable, incluso en su actual etapa de decadencia senil, en medio de la destrucción que él mismo provoca, y cualquier esperanza en despertar su “conciencia” o su “responsabilidad social” en pomposas cumbres mundiales, como la recién fracasada Cumbre de Copenhague, está condenada a la esterilidad y al fracaso.

Las páginas que siguen explican detalladamente la necesidad de responder a la crisis ecológica creada por el capitalismo con una alternativa netamente socialista. La degradación de nuestro planeta, las amenazas que penden sobre el clima, la destrucción creciente del medio natural, son una consecuencia inevitable del funcionamiento del sistema capitalista, y sólo poniendo fin a este sistema ya obsoleto, sólo sustituyéndolo por un sistema socialista, basado, como planteaba la Declaración de Principios del PSOE, en “la transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo ( la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, etc.) en propiedad común de la sociedad entera”, sólo con un sistema basado en la planificación económica, será posible un desarrollo armonioso del sistema productivo, orientado a la satisfacción de las necesidades reales de los hombres y compatible con el mantenimiento de nuestro entorno natural(…)

(Este es el prólogo del documento editado por nuestra corriente sobre el Medio Ambiente, ecología y cambio climático. Si quieres recibirlo gratuitamente puedes solicitarlo a la dirección de abajo, poniendo en asunto “Cambio Climático”) : 

is-psoe.malaga@terra.es




No hay comentarios:

Publicar un comentario