El Partido
Socialista Obrero Español fue fundado en 1879 por Pablo Iglesias y un grupo de
obreros, que después de romper con las ideas anarquistas, adoptaron y
defendieron un programa socialista revolucionario basado en las ideas del marxismo. Los documentos de los primeros
años de vida del PSOE tienen una primordial importancia para cualquier
militante del partido y para cualquier asalariado, ya que esas tesis fueron elaboradas en colaboración con Marx y
Engels, quienes revisaron el borrador del programa fundacional y se mantuvieron
en contacto con la Internacional a través de Paul Laffargue, yerno de Marx.
En el
programa fundacional del PSOE se define a la clase trabajadora como la única
clase verdaderamente capaz de luchar hasta el final por transformaciones
sociales profundas, explicando
que “la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la
esclavitud en todas sus formas”. En la actualidad, cuando oímos tanto
hablar de la “libertad”, necesitamos
recordar que la única manera de acabar definitivamente con cualquier forma de
opresión, incluidas la nacional, la de la mujer, la del jornalero, la del
asalariado y otras, es mediante la superación del modelo capitalista.
Es un deber
fundamental de los socialistas marxistas, explicar a la clase trabajadora y
demás sectores que se sienten oprimidos bajo la bota de la “democracia
burguesa”, que esconde bajo su careta
amable la “dictadura capitalista”, que necesitamos reforzar la lucha por la reconquista de las libertades
que nos están siendo arrebatadas, porque ninguno de los problemas fundamentales
podrán ser resueltos definitivamente, mientras que
el control de la economía permanezca en manos de las principales palancas de la
economía, en manos de un puñado de banqueros, magnates y políticos corruptos a
su servicio.
Entendemos
que la lucha reivindicativa diaria, con sindicatos y organizaciones potentes
que luchen contra el capitalismo, podrán servir para elevar la toma de
conciencia de los asalariados, aglutinando las fuerzas de las masas para
derrotar al
capitalismo y a los partidos que les representan. Cuenta la historia que el programa del
socialismo de aquel entonces se destacaba por sus reivindicaciones audaces y la
lucha solidaria. Parte de esas reivindicaciones conservan hoy toda su fuerza
pero están bajo amenaza, como los derechos de
asociación, reunión, sindicación, petición, manifestación y huelga, para seguir
luchando por la negociación
colectiva, salario digno, jornada
laboral, igualdad, dependencia, derechos Universales a una Sanidad, Educación,
Dependencia y Servicios Sociales dignos.
Históricamente,
esas reivindicaciones no se consideraban como fines en sí, sino como un medio
para mejorar las condiciones de vida y trabajo, aglutinando a las masas en
defensa del programa de transformación socialista. Lo importante es que aquellos socialistas internacionalistas
tenían muy en cuenta el hecho de que, incluso la lucha por aquellas reformas
tenía que ser una lucha contra el estado burgués y su clase dominante. Ellos
entendían que las únicas fuerzas capaces de conquistar las libertades
democráticas y lograr una mejora en el nivel de vida de las masas, era a través de la lucha organizada y unida
de la clase obrera y el resto de las masas oprimidas de la población y que la
única manera de defender las conquistas de las masas contra la reacción
capitalista, era llevando la lucha hasta el final.
Los
socialistas de ese periodo no tenían ninguna confianza en el Estado Burgués, ni
en la capacidad de los llamados políticos “progresistas”, para garantizar una
mejora de las condiciones de vida
de la clase trabajadora y los pobres.
Explicaban que “Las únicas fuerzas
en las cuales se podía tener confianza eran las de la propia clase trabajadora”. Estas ideas del socialismo marxista aparecen brillantemente en cada línea de los
escritos de Pablo Iglesias en aquella época. Este genial propagandista y
defensor de la causa obrera ya advertía a los obreros en “El Socialista”, núm.
59 (22-4-1887), que:
“ni la mejora de las condiciones de éstos, ni su
libertad o emancipación, deben esperarlas de los partidos políticos burgueses,
por avanzados que sean, sino que ambas cosas han de ser obra suya, resultado
único y exclusivo del esfuerzo de los proletarios”. Poco tiempo
después, en “El Socialista” núm. 62, escribía: “La afirmación hecha con frecuencia por
nosotros de que el mejoramiento y la emancipación de la clase obrera no puede ser obra de ningún partido burgués, por avanzado
que sea, sino solamente de los mismos trabajadores organizados en un partido de
clase distinto y opuesto a todos los demás en que la burguesía se halla
dividida, se ve confirmada constantemente por innumerables hechos”.
La actitud de los socialistas cara a los
partidos burgueses, bien liberales, conservadores o reaccionarios, era siempre
de una oposición implacable. Una idea central corre como un hilo rojo por todo
su pensamiento: LA NECESIDAD DE LUCHAR
POR UNA POLÍTICA DE TOTAL
INDEPENDENCIA DE CLASE, de enseñar a los trabajadores a depender de sus
fuerzas, de su organización, de su unidad y de sus valores socialistas, y
únicamente de eso, en sus luchas por su emancipación. Con todo esto, cuando los socialistas contaban solo con pequeñas
fuerzas, mientras que la burguesía representaban unas fuerzas políticas mil
veces más que toda las organizaciones obreras emergentes, que eran reprimidas por el empresariado y su
clase dominante.
En el
Congreso de Bilbao (1890), el PSOE aprobó la siguiente ponencia con respecto a
las alianzas con la burguesía: “El Congreso ratifica el acuerdo de
Barcelona referente a la conducta de los socialistas, que ha de inspirarse
siempre en las doctrinas del Partido,
rechazando todo roce, alianza o coalición con los partidos burgueses, llámense
como se llamen”.
Los ataques
de los dirigentes socialistas contra los partidos burgueses y sobre todo contra
sus representantes, a veces tenían una forma dura. En una ocasión, un periódico
liberal se quejó de
que Pablo Iglesias había llamado a los “republicanos burgueses, Estafadores”.
El Socialista (26-3-1886) defendía a Pablo Iglesias en los siguientes términos:
…”lo
que hizo fue demostrar que el sistema republicano de Castelar, lo
mismo que el de Pi, son impotentes para resolver el problema económico, y que
por tanto, teniendo solución para éste el Partido Obrero, a él deben venir
todos los trabajadores, abandonando las filas republicanas”…
Pablo Iglesias
atacaba a aquellos “republicanos burgueses”, que habían sido monárquicos y que
combatían al PSOE, porque el Partido
luchaba por una “república socialista”.
En la actualidad es natural que exista una apatía, indignación y cabreo de
las izquierdas, contra el actual Gobierno de la “burguesía monárquica”, representados por el PP que ha deteriorado durante años los niveles
de vida de las masas y lleva a la sociedad a una desigualdad creciente. Ahora las izquierdas en la oposición, por
ahora divididas, podrían sentir el empuje de las masas que luchan en pro de la
unidad y se están fomentando estas ilusiones
entre los militantes socialistas y votantes de las izquierdas, para propiciar
un Gobierno PSOE-Unidos Podemos y demás fuerzas sindicales y sociales, para
frenar la terrible posibilidad que manejan ya los estrategas de la burguesía,
de un “Gobierno de Concentración Nacional”, ideas reaccionarias que están
siendo asimiladas por algunos que se etiquetan de “progresistas”.
Es preciso,
necesario y urgente, que la nueva
dirección del PSOE plante cara con un NO rotundo a estas maniobras y propuestas
cínicas de la burguesía, de su aparato de propaganda y del PP y su escudero
C’s, respondiendo de la misma manera que lo hacían, en condiciones muchos más
adversas, los socialistas de aquel entonces, advirtiendo a la clase trabajadora contra las “tramas
corruptas de ESTAFADORES” que tienen preparada la camarilla de políticos
burgueses, llamando a la lucha por una política de independencia de clase,
rechazando claramente la entrada en cualquier gobierno de colaboración con la
burguesía reaccionaria del PP, pidiendo la Dimisión del Gobierno Rajoy, y
planteando claramente la necesidad de luchar
abiertamente por parte de la clase trabajadora y del movimiento obrero en su
conjunto, con el objetivo de conseguir, lo antes posible, un gobierno de coalición de los trabajadores en
defensa de un Programa favorable a los sectores más empobrecidos, que ponga las bases para la construcción de un
nuevo modelo de sociedad: El Socialismo
Democrático.
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IS PSOE MÁLAGA.
Ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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