(Con estas palabras empieza el artículo del compañero
Tony sobre el Golpe de Estado de Franco del 18 Julio de 1936, que representó, cumpliéndose
este año el 81)
(…)
(…)
“aniversario una de las mayores luchas en la historia de la clase trabajadora
internacional: la Guerra Civil y la Revolución Española. En ese momento
despertó a la clase trabajadora internacional que se unió en millares a las
Brigadas Internacionales para luchar contra las fuerzas fascistas del General
Franco. La victoria de Hitler y de los nazis en Alemania en 1933 hizo más
importante la amenaza de otra victoria fascista en España.
Las
heridas dejadas por esta lucha permanecen abiertas en la sociedad española
hasta el día de hoy, incluyendo el reconocimiento a los desaparecidos y
ejecutados. La campaña para cambiar los nombres de calles en Madrid que
conmemoran a fascistas muestra la profundidad de la herida.
León
Trotsky, co-líder de la Revolución Rusa de 1917, señaló que en esta batalla
épica, la heroica clase trabajadora española podría haber ganado no una, sino
diez revoluciones. Desgraciadamente y a
pesar de sus monumentales esfuerzos, la revolución fue derrotada y Franco llegó
al poder para establecer un régimen brutal que perduró durante cuatro décadas.
Se estima que 200.000 personas murieron durante la Guerra Civil y un número
similar en los años siguientes.
Si
la revolución hubiera triunfado hubiera cambiado el curso de la historia
europea y mundial y podría haber evitado la horrible carnicería que supuso la
II Guerra Mundial. Sin embargo, podemos aprender lecciones cruciales de esta
sangrienta derrota para la nueva generación de la clase trabajadora y jóvenes
en lucha contra la extrema derecha, el racismo y el capitalismo.
Elección del Frente Popular.
En febrero de 1936 la coalición del Frente
Popular llegó al poder después de las elecciones. Esto iba a desatar un
movimiento revolucionario de la clase trabajadora y el campesinado pobre, y un
levantamiento fascista desde el ejército que inició la sangrienta Guerra Civil.
La victoria del Frente Popular había llegado después de años de gran agitación
y luchas de la clase trabajadora de España. El rey Alfonso había abdicado tras
la victoria en las elecciones de 1931 de partidos republicanos y socialistas. A
esto le siguió una ola de huelgas y se implementaron una serie de reformas,
pero el capitalismo no había sido derrocado. Las elecciones de 1933 dieron como
resultado la vuelta de los monárquicos y la revocación de las anteriores
reformas. En octubre de 1934 la Comuna Asturiana, un levantamiento
revolucionario con los mineros en su epicentro, fue aplastada. Al menos 5.000
murieron y 30.000 fueron encarceladas. Ésta fue un anuncio precursor de los
eventos revolucionarios que estallaron dos años después. Su derrota fue
semejante a la de la Revolución Rusa de 1905, que fue un ensayo de la
Revolución de 1917.
El
Frente Popular era una coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE),
el Partido Comunista de España y partidos republicanos considerados “progresistas”
y “liberales”: Izquierda Republicana, Unión Republicana, Esquerra Republicana
de Catalunya (rama catalana de Izquierda Republicana), otros partidos más
pequeños catalanes y gallegos, y pronto se unieron también los nacionalistas
vascos. Fue la coalición con estas fuerzas capitalistas supuestamente
progresistas la que se demostró como una política fatídica.
La
desastrosa teoría del “etapismo” adoptada por Stalin y la Internacional
Comunista en Moscú, que dictaba la política de los partidos comunistas
alrededor del mundo, ahogaría a la clase trabajadora española en un baño de
sangre. Ésta es aún aplicada hoy por el Partido Comunista y otros partidos de
la izquierda. Fue justificada con el argumento de que era necesario desarrollar
el capitalismo en países económicamente atrasados (como España en ese momento,
donde más del 70% de la población trabajaba en la agricultura) antes de pasar a
introducir el socialismo.
Por
lo tanto, según la “etapismo”, era necesario ganarse a los capitalistas “progresistas”
y no provocarlos con medidas consideradas demasiado radicales. Además, una vez
que las fuerzas fascistas españolas fueron movilizadas, argumentaron que la
prioridad era derrotar a Franco, lo que significaba que se necesitaba conformar
un bloque con estos capitalistas progresistas para evitar que se unieran al
bando de Franco. La misma política fue aplicada décadas más tardes en Chile,
bajo la coalición Unidad Popular de Allende (1970-1973), con consecuencias
igualmente devastadoras para la clase trabajadora.
El “etapismo” en la actualidad.
La
experiencia de la victoriosa Revolución Rusa en octubre de 1917 demostró que el
capitalismo no podía desarrollase en países económicamente poco desarrollados
donde existía mucho campesinado. La débil clase capitalista de estos países
estaba completamente atada a los bancos y a la economía de los poderes
imperialistas, y los capitalistas y latifundistas también estaban
indisolublemente unidos. En esta situación, el desarrollo económico e
industrial, junto con los derechos democráticos y laborales, y el derecho de
auto-determinación, podían ser alcanzados solamente por la clase trabajadora,
con el apoyo del campesinado pobre, introduciendo un plan socialista para la
economía y para gestionar la sociedad democráticamente. Esto necesitaría
vincularse con la clase trabajadora de las economías capitalistas más poderosas
y la formación de una federación socialista de países.
Los
que apoyan la versión moderna de esta teoría, incluyendo a algunos en la
izquierda de Podemos, defienden una primera etapa para derrotar al “capitalismo
neoliberal”. La idea utópica de
establecer un capitalismo “más humano”
está detrás de esta posición. Se olvidan de que incluso terminar con la
privatización y los recortes, aunque sería bienvenido, no terminaría por sí
mismo con la pobreza y la explotación del capitalismo como sistema. Esto es
especialmente cierto en la era actual de inestabilidad, y crisis o
estancamiento económico mundial.
Las
horribles condiciones que sufre la clase trabajadora y los pobres no terminarán
simplemente cambiando un bloque de políticas capitalistas con otro mientras el
sistema se quede intacto. La traición y capitulación a la austeridad de la
Unión Europea por parte de Syriza en Grecia muestran en la práctica los
resultados de estas políticas. Mientras que es crucial luchar por cada reforma
y concesión posible para la clase trabajadora, si éstas no están unidas a la
lucha para derrotar al capitalismo e introducir una alternativa socialista, no
tendrán una base duradera.
La
Revolución Española encierra lecciones muy importantes para los partidos
emergentes de izquierda, como Podemos e Izquierda Unida en España, Die Linke en
Alemania, y el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) en Brasil. La idea de
unirse en el gobierno con los partidos que eran anteriormente partidos de masas
de la clase trabajadora (como el PSOE, el SPD en Alemania o el Partido de los
Trabajadores o PT en Brasil) es una vía potencial para el desastre. Éstos se
han convertido completamente en partidos capitalistas y han implementado
políticas pro-capitalistas cuando han estado en el gobierno. En lugar de
empujar a estos partidos a la izquierda en las coaliciones de gobierno, los
nuevos partidos serían prisioneros en coaliciones a nivel estatal o regional.
Como muestran los eventos de hace 80 años en España, esto solamente lleva al
desastre. También ilustra esto el colapso en Italia en 2008 de Rifondazione
Comunista (PRC), que se había comprometido en numerosas coaliciones.
Ola revolucionaria.
La
victoria electoral del Frente Popular en España en 1936 actuó como un detonante
para las masas que no esperaron a que el gobierno aprobara su programa en el
parlamento. Por el contrario, ellas mismas tomaron las calles y lo implementaron
en 48 horas. Echaron de las fábricas a los gerentes con vínculos conocidos o
simpatías con los fascistas, introdujeron una semana laboral de 44 horas,
ocuparon tierras y fábricas, readmitieron a trabajadores despedidos y
criminalizados, y se liberaron a unos 30.000 prisioneros políticos.
Los
capitalistas ‘liberales’ solamente querían volver a la Constitución de 1931 y
tomaron medidas para protegerse económicamente, subiendo precios entra otras
medidas. Esto provocó nuevas revueltas. La clase trabajadora mostró su
determinación en 113 huelgas generales locales en los cinco meses siguientes a
la elección del Frente Popular. Fue esta enorme ola revolucionaria la que
aterrorizó a la clase dirigente, y no la elección del Frente Popular en sí.
Durante
este periodo las fuerzas fascistas, la patronal y los latifundistas maquinaron
y se prepararon. El 17 de julio empezó el levantamiento fascista con una
rebelión militar en Marruecos, que había sido dejado en manos de mercenarios
moros y legionarios. Los partidos capitalistas del Frente Popular realmente no
representaban a la clase capitalista sino, como Trotsky señaló, a su ‘sombra’.
Los capitalistas se fueron en bloque al bando de los fascistas para defender
sus propios intereses. Pero la sombra del capitalismo español actuaría como un
caballo de Troya dentro del Frente Popular. Mientras la clase dirigente hacía
sus planes con los fascistas, el gobierno intentaba negociar con los
conspiradores.
Sin
embargo, las masas no lo duraron, con la clase trabajadora de Barcelona al
frente. Inmediatamente comenzaron la lucha, entendiendo la amenaza que suponían
los fascistas. Habían experimentado la masacre de la Comuna Asturiana en 1934 y
los dos años de represión brutal que lo siguieron. Cientos de miles tomaron las
calles, pidiendo armas para luchar contra los fascistas, pero el gobierno
ignoró sus demandas. Si dependiera de las deliberaciones del gobierno del
Frente Popular, seguramente éste hubiera capitulado al golpe militar.
Pero
las masas no le permitieron ese lujo. El 19 de julio la clase trabajadora de
Barcelona tomó la iniciativa y atacó los primeros cuarteles mientras los
militares se preparaban para movilizarse. Armados con patas de sillas, dinamita
tomada de obras, algunos rifles de caza y armas obtenidas de algunos policías
simpatizantes, se enfrentaron a los militares. Lucharon como leones y apelaron
a los soldados rasos para conseguir una victoria histórica. Felix Morrow relata
en su excelente libro “Revolución y contra-revolución en España” que “al día
siguiente, a las 2 pm, eran los dueños de Barcelona”. En días toda Catalunya
estaba en manos de la clase trabajadora.
Esto
tuvo un eco en Madrid donde el gobierno se había negado a armar a la clase
trabajadora. En Málaga, un puerto crucial frente a Marruecos, los trabajadores
tuvieron la genial idea de encender una muralla de fuego alrededor de los
cuarteles para evitar que se fueran los militares. A medida que se extendía el
movimiento, hasta cuatro quintas partes del territorio estaban de manera
efectiva bajo control de la clase trabajadora y el campesinado. Los
capitalistas ‘liberales’ habían perdido la iniciativa.
Batallas en la izquierda.
Sin
embargo, a pesar de la tremenda muestra de heroísmo e ingenio, la clase
trabajadora fue bloqueada por la actuación y las políticas de sus partidos y
líderes. La falta de un partido marxista de masas con un programa claro para
organizar, consolidar y llevar las victorias de la revolución hacia adelante,
enterrar definitivamente el capitalismo y establecer una democracia obrera, fue
fatal.
El
papel más pernicioso lo tuvieron los líderes estalinistas del Partido Comunista
de España (PCE) que fue el que defendió de forma más abierta el etapismo. Se convirtió en la fuerza crucial para que la
clase capitalista pudiera finalmente recuperar su posición, disolver las
milicias obreras y hacer descarrilar la revolución. En el proceso, los
estalinistas realizaron una represión brutal contra otras fuerzas de la
izquierda que se les oponían como el Partido Obrero de Unificación Marxista
(POUM) establecido por antiguos trotskistas y parte del Frente Popular. Uno de
sus líderes, Andrés Nin, fue torturado y ejecutado por el PCE y sus agentes.
Otros muchos en la izquierda anti-estalinista se enfrentaron al mismo destino.
Estas
acciones brutales estaban directamente vinculadas con la contra-revolución
política que estaba dándose en la Unión Soviética. Incluso agentes o representantes
del régimen de Stalin en España que habían sido influidos por la revolución
fueron ejecutados cuando regresaron a casa. Este fue el caso de Vladimir
Antonov-Ovseyenko, el embajador de Rusia en España. Éste había enviado informes
a Moscú recomendando a Stalin apoyar las luchas revolucionarias que se estaban
dando.
Inicialmente
los estalinistas no habían tenido una gran fuerza en España. Conquistaron su
posición mayormente debido a un error cometido por los simpatizantes de Trotsky
en España (parte de la Oposición Internacional de Izquierda) cuando no
aceptaron la oferta de la federación joven del PSOE en 1934 para ayudar a
‘bolchevizarla’, a pesar de que Trotsky les instó a que lo hicieran. Esto fue
un factor que contribuyó a que los estalinistas tuvieran la oportunidad de
integrarse y construir una base fuerte.
Por
su parte, el PSOE estaba dividido en dos alas: el ala derecha liderada por
Indalecio Prieto, y la izquierda por Largo Caballero. Caballero no comenzó su
vida política en la izquierda. Había servido como consejero de estado durante
la dictadura de Primo de Rivera de 19323-30. Sin embargo, su propia
experiencia, en especial los efectos del movimiento revolucionario, lo movieron
a la izquierda. En la actualidad podemos ver también desarrollos similares,
influenciados por la lucha de las masas. Por ejemplo, en las primarias
estadounidenses, Bernie Sanders se ha movido hacia la izquierda debido a los
millones de personas atraídas por su campaña.
(Nota anexa: Casos similares de giros a la izquierda se
están dando en otros países, por ejemplo en Gran Bretaña donde ganó Jeremy Corbyn del ala izquierda reclamándose
del marxista que dirige ahora el Partido Laborista y en el Estado Español,
donde la coalición Unidos Podemos obtuvo un buen resultado electoral, como
ocurrió antes en Grecia; en el PSOE
donde ganó las primarias Pedro Sánchez que se reclama representante de la
militancia de base que han derrotado a las llamadas “baronías”, con su intento
de ubicar al Partido en la izquierda). (…)
(Continuará mañana con la parte 2)
Escrito
por Tony Saunois. ( Socialism Today).
Fuente: http://www.mundosocialista.net/doc/1219
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