Los seguidores
españoles de Marx y Engels fueron marginados de los acontecimientos de 1873 por
la poderosa influencia del movimiento anarquista. No obstante, esa minoría
contaba entre sus filas con militantes experimentados que habían jugado un
papel relevante en el Consejo Federal de
la sección española (Pablo Iglesias y
Mora) y que disfrutaban de cierta
influencia entre los trabajadores madrileños, concretamente entre los
tipógrafos.
En 1871 se constituyó
la Asociación del Arte de Imprimir, que en 1873 libraría una batalla sindical
de importancia. La movilización de los tipógrafos convenció definitivamente a
José Mora y Pablo Iglesias para entrar en sus filas, imprimiendo una
orientación marxista a su actividad: en 1874 Pablo iglesias sería nombrado
presidente de la misma. Tras la disolución, a mediados de 1873, de la Nueva
Federación Madrileña, este núcleo de trabajadores impresores daría vida,
algunos años más tardes, al Partido Socialista Obrero Español. La Asociación aportó 16 de los 25 fundadores
del PSOE en 1879, llenaron los dos primeros Comités Nacionales del Partido y
ocuparon, por lo menos, tres puestos en la Ejecutiva desde 1879 a 1925.
Los primeros años de
existencia del grupo marxista estuvieron inevitablemente condicionados por la
extrema dificultad de las condiciones objetivas. Apenas pudo ampliar su radio
de influencia, pero sí realizó una ardua labor de unificación política. Uno de
los dirigentes, José Mesa, ex redactor de La Emancipación, se trasladó a París
después de ser incluido en las listas negras de la patronal, por su actividad
sindical. Esto reforzó los lazos con los socialistas franceses, gracias a los
numerosos contactos que Mesa mantuvo con el dirigente socialista francés Paul
Guesdes (Mesa llegó a convertirse en unos de los redactores Jefes del periódico
socialista L’Égalité) y a la copiosa literatura y correspondencia enviada a sus
compañeros del círculo madrileño, informando en detalle de las actividades y el
pensamiento de los socialistas franceses.
Las discusiones y
reuniones de los primeros socialistas llevaron a la fundación, el 2 de Mayo de
1879, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Sus filas mantendrían una
coordinación muy laxa entre sí, cuando todavía se trataba de pequeños núcleos
ganados en diferentes puntos de la geografía (Madrid, Guadalajara, Asturias,
Barcelona). La Asociación del Arte de Imprimir jugó un papel destacado en esta
tarea de extender el partido, las ideas y reclutar militantes. El paso
siguiente en la conformación de una organización más sólida y cohesionada
tendría lugar diez años después, con la celebración del primer congreso de la
organización. En cualquier caso, en estos años iniciiales toman forma una serie
de ideas fundamentales de la nueva organización que ya aparecían esbozadas en
el programa elaborado por la comisión designada en el acto de fundación. Parece
que el borrador del programa fue enviado a Mesa, quién a su vez lo reenvió a
Londres, donde Marx y Engels lo revisaron.
“Considerando: Que esta sociedad es injusta porque divide a
sus miembros en dos clases sociales antagónicas: una, la burguesía, que
poseyendo los instrumentos de trabajo es la clase dominante; otra, el
proletariado, que no poseyendo más que su fuerza vital es la clase dominada;
que la sujeción económica del proletariado es la causa primaria de la
esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento
intelectual y la dependencia política; que los privilegios de la burguesía
están garantizados por el poder político, del cual se vale para dominar al
proletariado.
“Por otra parte, considerando que la necesidad, la razón y la
justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase
desaparezcan, reformando o destruyendo el mismo sistema social que las produce;
que esto no puede conseguirse sino de un modo; transformando la propiedad
individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad común de
la sociedad entera; que el arma más poderosa con que el proletariado ha de
destruir los obstáculos que a la transformación de la sociedad se oponen ha de
ser el poder político, del cual se vale la burguesía para impedir la
reivindicación de nuestros derechos.
“Por todas estas razones, el Partido Socialista declara que
tiene por aspiración: 1) La posesión del
poder político por la clase trabajadora. 2) la transformación de la propiedad
individual o corporativa de los
instrumentos de trabajo en propiedad común de la nación. 3) La constitución de una sociedad sobre la
base de la federación económica, de la organización científica del trabajo y la
enseñanza integral para todos los individuos de ambos sexos”. (Luis Gómez Llorente, Aproximación a la
historia del socialismo español (hasta 1921).
Si el programa define
con claridad las señas de clase del partido, no deja e preservar ideas muy
arraigadas en el acerbo político de la Regional Española de la Primera
Internacional, por ejemplo, cuando se refiere a la “federación económica” o a
la “organización científica del trabajo”. Algunos historiadores han visto en
este hecho la prueba de una influencia predominante, en estos primeros años, de
la visión sindicalista y societaria de los núcleos internacionalistas, incluso
del ideario bakuninista. (Ver Antonio Elorza y Michel Ralle, La formación del
PSOE). Pero en general, aunque es
innegable la persistencia de este rastro, estos enfoques infravaloran el calado
de la ruptura política de Pablo Iglesias y sus compañeros con las ideas
anarquistas, y su esfuerzo por defender, en las condiciones políticas de las
últimas décadas del siglo XIX, el programa, la táctica y la orientación
estratégica del marxismo revolucionario.
Es un hecho innegable que, en sus orígenes, la asimilación
de la doctrina marxista del PSOE estuvo tamizada por las ideas provenientes del
socialismo francés de aquel periodo, sobre todo a través de los trabajos de
Paul Laffargue y Jules Guesde, responsables del Partido Obrero francés, que
adolecían de una potente carga de simplificaciones y vulgarizaciones. Guesde
tenía un conocimiento parcial del marxismo y, por ejemplo, era partidario de la
Ley de hierro de los salarios de Lasalle (conocida en la literatura socialista
española como Ley de bronce) que Marx había fustigado implacablemente en su
obra Crítica del programa de Gotha. La
transmisión, por así decirlo, de esta visión esquemática del marxismo llenó las
páginas del semanario El Socialista, fundado el 12 de marzo de 1886, que
durante un largo periodo se convirtió en el vehículo organizador del socialismo
español.(…)
Fuente: Pág.118 y
siguientes de libro “I. Las raíces históricas. Revolución Socialista y Guerra
Civil (1931-1939). Autor J.I.Ramos. Editorial Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels.
(La persona interesada en adquirir dicho libro puede consultar la web):
http://www,fundacionfedericoengels.net/
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