Una de las noticias de ayer fue que el planeta Tierra ha llegado a alcanzar la cifra de 7.000 millones de personas. En solamente 12 años el planeta ha pasado de 6.000 a 7.000 millones de habitantes, experimentando el crecimiento demográfico más vertiginoso de toda su historia y en vez de vivir globalmente mejor, los ciudadanos del mundo en su gran mayoría sufren calamidades por la acumulación de riqueza cada vez en menos manos.
En zonas como la India, en cada minuto se producen 51 nacimientos, pero donde más nacimientos se han producido ha sido en África, con 883 millones de nacimientos en 30 años, y es también donde más hambrunas padece la población. Europa ha pasado de 693 a 740 millones de habitantes. Alimentos y agua hay suficiente para alimentar a tres veces más de la población actual, con la tecnología actual, pero el sistema capitalista provoca un reparto injusto de la riqueza.
El reparto de la alimentación y el agua potable es un objetivo fundamental para cualquier persona que tenga dos dedos de inteligencia y lo plantee desde el punto de vista ético, pero el sistema capitalista, que carece de valores, ni siquiera puede contribuir con el demagógico importe del olvidado 0,7 % de la lucha contra elhambre. Bajo el capitalismo no hay solución para los pobres del mundo, por lo que el socialismo genuino ya no es ninguna utopía como nos refriegan una y otra vez los defensores del modelo capitalista, sino que se ha convertido en una necesidad imperiosa para toda la humanidad.
La lucha por el socialismo no se puede limitar solamente a la socialización o nacionalización de las grandes palancas de la economía, sino que es mucho más importante que la clase trabajadora controle, mediante la democracia obrera, tanto la producción como la distribución de bienes y servicios que sean necesarios para el bienestar de los ciudadanos. Para ello, la defensa de los más amplios derechos democráticos, la más amplia participación de asociaciones, sindicatos y partidos políticos, asimismo regidos por la más estricta democracia interna, son inherentes a la construcción del socialismo, que a su vez, debe tener una proyección internacionalista, sin cuyo requisito, es imposible avanzar hacia el socialismo verdadero.
La caída del muro de Berlín y la consiguiente restauración del capitalismo en los antiguos estados estalinistas, demostró en la práctica, que sin democracia obrera, con una enorme burocracia, con despilfarros y derroches, era imposible defender las conquistas del estado obrero que se inició en sus primeros años. Esa burocracia se convirtió en un freno absoluto para el progreso social y el sistema tenía dos salidas, una por la izquierda, haciendo una revolución política para instaurar una democracia obrera sana, (que no se dio) o la restauración capitalista, reconvirtiendo a aquellos burócratas en nuevos burgueses en alianza con los agentes del imperialismo, (que sí se dio). Ahora, en una reciente encuesta, el 80 % de los rusos rechazan el capitalismo.
El derrumbe del estalinismo no podemos afirmar que marcó el final de la época de la lucha por el socialismo, sino que fue el colapso de un modelo al que le faltaba la democracia obrera y socialista, que es como el oxígeno para el cuerpo humano. En la actualidad nos encontramos en la época del imperialismo, con una enorme recesión que expresa el agotamiento del papel histórico que padece el sistema para desarrollar las fuerzas productivas, que impiden el avance de la humanidad.
Esta agonía prolongada en la que ha entrado el capitalismo se caracteriza por la concentración de riqueza cada vez en menos manos, y la polarización de la pobreza, hambrunas y miseria que se extiende por todo el planeta, con guerras de rapiña, expoliación de los países más empobrecidos, el resurgimiento de la barbarie fascista y el racismo, así como ataques despiadados al Medio Ambiente que ponen en peligro la supervivencia de la especie humana sobre la Tierra.
Pero al mismo tiempo, esa polarización provoca la necesidad de que los pueblos luchen por cambios profundos, siendo ésta la época de las luchas por la verdadera transición hacia el socialismo. La situación social lo requiere, ya que más del 70 % de la humanidad no tiene resueltas sus necesidades vitales básicas, mientras por otra parte, existe una crisis de sobreproducción donde sobran mercancías muy necesarias, pero que los pueblos empobrecidos y con muchas necesidades no pueden adquirir. Los tres elementos más ricos del planeta, Bill Gates, Warren Buffet y Carlos Slim, acumulan más riquezas que los 50 países más pobres donde malviven cerca de 1.000 millones de habitantes.
Los enormes avances tecnológicos no son aprovechados en beneficio de toda la sociedad, sino que están puestos al servicio de la pequeña minoría de archimillonarios que solo tienen como único objetivo la obtención del beneficio privado en el menor tiempo posible. Eso es una verdadera infamia, porque nada más que en América Latina hay cerca de un millón de niñas que son obligadas a prostituirse para sobrevivir. La miseria en países como Haití es crónica y millones de seres viven en la absoluta miseria.
En los países asiáticos la situación es incluso peor y las hambrunas en el cuerno de Africa, con la afrenta de Somalia, Etiopía y demás países que padecen hambrunas, es una condena concreta de que este sistema capitalista merece fenecer, para que la humanidad pueda sobrevivir. El socialismo, mediante una planificación científica y democrática de los recursos, podría resolver los problemas globales y superar la crisis de la civilización que afecta a la humanidad en relativamente poco tiempo, pero el beneficio de las multinacionales está reñido con el Bienestar de los seres humanos, a la vez que, la “alienación mental” que ejercen los grandes oligopolios de la información, mantiene a los pueblos en un desconocimiento profundo de la realidad.
Desde los primeros meses de este año hemos visto una oleada de revoluciones en el Norte de África, donde las masas desesperadas, incluso sin una dirección política adecuada, se lanzaron a las calles, perdiendo el miedo, en la búsqueda firme de una vida mejor, jugándose materialmente la vida. Eso que algunos han dado en llamar el inicio del inicio de la revolución mundial es una lucha que al final solo puede acabar,(con sus alzas y bajas, con sus pequeños triunfos y sus derrotas ) o en la masacre sangrienta de la clase trabajadora y el aplastamiento del pueblo bajo la barbarie de la bota del imperialismo que amenaza con el “fascismo democrático” la propia destrucción de la humanidad, o con el derrocamiento del capitalismo en un país dado, que sirva como ejemplo para la victoria de revoluciones socialistas que se contagien a otros países, para, mediante el establecimiento de modelos de democracia obrera de carácter internacionalista, ponga las bases para la disolución de las clases sociales, y su conversión en una sola clase de trabajadores, que sean los dueños de sus destinos y del fruto del trabajo social, para iniciar la construcción del socialismo donde los seres humanos libres e iguales en derechos y basados en la ética, los adelantos científicos y la inteligencia como modelos a seguir al servicio de la Humanidad puedan vivir dignamente.
La filosofía del materialismo dialéctico, que es la filosofía que mejor conviene a la clase trabajadora y a la nueva sociedad socialista que se tendrá que construir, lo que se ha dado en llamar el socialismo científico, huye del culto a la personalidad, huye de la vulgarización, huye del esquematismo mecanicista que utilizó el estalinismo, que en santa alianza con el reformismo, llevó a la clase trabajadora a grandes derrotas históricas que debemos evitar en el futuro.
El socialismo marxista reivindica el carácter vivo, relativista y dialéctico de la dialéctica materialista, no como dogma, sino como una guía para la acción en beneficio de las clases más desfavorecidas. En primer lugar esto significa que debemos ser críticos hasta con el propio método marxista, cuanto más con nuestras direcciones y muchísimo más con el Sistema Capitalista al que pretendemos sustituir por otro modelo mejor, más culto, más libre, más justo, más amable y que realmente defiende en los hechos, y no en las palabras, el verdadero Estado de Bienestar social para todos. Para ello debemos ser capaces de desarrollar un pensamiento independiente, con la ayuda de la filosofía del materialismo dialéctico, basándonos en la escuela de los clásicos, para realizar los mejores análisis concretos de situaciones concretas para poder ir transformándolas y mejorándolas.
Si podemos decir que existe un rasgo principal que define al verdadero socialismo, es el internacionalismo de clase, al igual que al capitalismo lo define su estado de “globalización”, donde, de forma aparente, el sistema buscó eliminar las dos camisas de fuerzas que impedían el desarrollo de las fuerzas productivas en la fase final del capitalismo, la fase imperialista multinacional. Esas dos trabas eran las fronteras nacionales y la propiedad privada de los grandes medios de producción. La primera traba creyeron haberla salvado los estrategas del capitalismo con la “globalización”, pero al final se ha demostrado que el sistema ha colapsado como observamos en la brutal y profunda crisis que se inició en el verano de 2007 y ahora, que se han cumplido ya cuatro años, la situación, pese a haber inyectado y consumido más de 20 billones de dólares en reflotamientos bancarios, los resultados son muy escasos, estando en puertas de una recaída de la recesión. La segunda traba, la propiedad privada de los grandes medios de producción, que sigue impidiendo el desarrollo de las fuerzas productivas, el capitalismo es incapaz de saltarlo. Solamente el socialismo puede llevar a cabo esa inmensa tarea que debe ser obra de la lucha de la clase trabajadora, cuando tome en sus manos el programa de transición al socialismo y luche por superar al sistema capitalista.
El socialismo científico siempre ha explicado que no existe ni podrá existir nunca una crisis final del capitalismo. Si la clase trabajadora no toma el poder político en sus manos, concentrando y controlando la economía, los capitalistas siempre van a encontrar una salida. Los que pretendan hacer creer que el socialismo va a llegar sin que exista una lucha, aunque sea pacífica y política, pero firme y contundente, por arrebatarle con batallas de los movimientos sociales de masas con la clase obrera, el control de la economía, realizando la democracia política, social, económica y cultural, que deben ir al unísono, estarán engañando a los ciudadanos o marcándoles el camino equivocado.
Los burgueses nunca van a conformarse con perder sus privilegios y beneficios, si no hay unas fuerzas sociales y políticas que les obliguen a ello, por lo que intentarán siempre utilizar cualquier clase de poder, empleando incluso métodos antidemocráticos, como siempre lo han hecho, para acabar con cualquier intento democrático de transformación social, como vimos el ataque contra la República en España, con el golpe de Estado de Franco en 1936, en Chile con el golpe de Estado de Pinochet en 1973 y tantos otros.
La Santa Alianza de los poderosos, ha defendido con saña sus privilegios históricamente, con los llamados Poderes Fácticos, es decir, Capital, Iglesia y Ejército. No van a dejar fácilmente que se les expropie sus privilegios, sino que tiene que ser con una coalición muy amplia y firme de las masas trabajadoras, bien dirigidas, con una dirección y un programa firmes y adecuados, bien elaborado democráticamente que arrastre tras de sí a las capas medias y a los trabajadores atrasados, al campesinado y a los autónomos, como podremos realizarlo.
Los socialistas marxistas reivindicamos el espíritu del optimismo que respiraban los fundadores del PSOE, tomando como ejemplo a Pablo Iglesias, que estuvo años y años, aislado en el Parlamento, defendiendo a capa y espada los intereses de la clase trabajadora a la que el Partido y la UGT se deben desde su fundación. Nuestra lucha camina ahora en el mejor sentido a favor de la corriente de la historia, aunque tengamos que pasar por el trance de un “bienio negro”, si triunfase el PP en las próximas elecciones, por lo que tenemos que fortalecer la corriente Izquierda Socialista, y otras que puedan surgir, alentando al debate y a la movilización de toda la clase trabajadora, para que se exprese dentro y fuera de las organizaciones de clase, para llegar con la fuerza suficiente en los próximos años a dirigir al Partido, cuya dirección socialdemócrata actual ha sucumbido ante las presiones del sistema, habiendo sido incapaz de ofrecer una salida por la izquierda como las masas esperaban.
Nosotros, como corriente Izquierda Socialista, hemos venido diciendo y seguimos insistiendo que la clase trabajadora es la clase más numerosa y poderosa de la sociedad, por lo cual, desde un punto de vista democrático objetivo, es esta mayoría la que está llamada a dirigir la sociedad porque sin nuestro permiso, ni gira una rueda, ni brilla una luz, ni funciona el sistema, si decimos hasta aquí hemos llegado y luchamos por llevar a cabo un programa verdaderamente socialista.
La tarea que seguimos teniendo como fundamental, para alcanzar esos objetivos, es, junto con la acción, el debate ideológico, para hacer consciente a la clase trabajadora de la necesidad de activarse, luchar, organizarse, fortalecerse y hacernos conscientes como clase del potencial democrático que tenemos para vencer cualquier resistencia que se nos ponga por delante. Únete a la lucha en defensa de un programa verdaderamente socialista, que contemple la nacionalización de los grandes medios de producción bajo control democrático de la mayoría, que es la clase trabajadora, para avanzar al socialismo. En la Unidad, la Organización y en la Lucha estará nuestra victoria, porque como dijo el clásico, “la emancipación de la clase trabajadora será obra de la propia clase, o no será”.
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
Is-psoe.malaga@terra.es
1 de noviembre de 2011
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