La crisis del capitalismo mundial nadie puede negar que se ha extendido por todo el planeta. No hace todavía tres años, en plena borrachera del boom, los economistas burgueses nos decían que se había acabado con las crisis, era el fin de la historia, pero ahora han entrado en pánico ante la amenaza de una Gran Depresión similar a la de 1929. ¿Hemos llegado al fondo o corremos el riesgo de que la recesión sea aún más prolongada y termine en depresión generalizada?
El colapso financiero de las “subprimes” en EEUU se extendió como un reguero de pólvora, contagiando el circuito financiero, destruyendo millones de empleos, haciendo estallar otras burbujas inmobiliarias en distintos países y atacando el nivel de vida de millones de obreros que sufren las consecuencias de esa orgía de beneficios especulativos.
Todavía existe la amenaza de bancarrota que pende como una espada de Damocles sobre una cierta cantidad de bancos y empresas, que todavía muestran signos de que la tormenta no amaina, aunque se insiste en que los “brotes verdes” se ven ya en las principales potencias económicas. Esa amenaza de bancarrotas bancarias puede amenazar a países enteros, siendo un enorme lastre para la recuperación.
Este colapso financiero, que según algunos analistas es superior que el de 1929, está afectando a potencias emergentes como China, que era la esperanza que serviría como “locomotora relevo”, pero que se hunde también en la crisis habiendo sufrido las bolsas, desde Shanghai a Moscú, pasando por Tokio y otras, estrepitosos derrumbes, debido principalmente a la caida brusca de las exportaciones por el deterioro del comercio mundial. El índice Shanghai de China, se desplomó acumulando una caída del 24 % desde el 4 de agosto al 7 de septiembre.
No existe precedente de la magnitud de la especulación que ha existido en los 4 o 5 últimos lustros. He aquí algunos ejemplos: Los valores de la capitalización en bolsa en EEUU subió de 5,4 billones de dólares en 1994 a 17,7 billones en 1999 y luego se dobló hasta 2007, llegando a 35 billones. Esas cifras superan a la cantidad de capital especulativo que se alcanzó antes de 1929, en monedas constantes. El valor real del mercado mundial de Derivados, alcanzó los 500 BILLONES DE DóLARES, es decir, 10 veces más de todos los valores de la Producción Mundial.
Durante esa orgía de beneficios, los banqueros y capitalistas nunca se plantearon compartir los beneficios con el resto de la sociedad, siendo tan tacaños que nunca se alcanzó ni la mitad del 0,7 % que se plantearon para la lucha contra el hambre en el planeta. Con lo que llevan gastado en reflotar a la banca, se podría dar de comer a toda la población mundial durante 50 años.
En estos dos años de crisis han exigido a los gobiernos dinero en cantidades astronómicas para tapar los agujeros y desfalcos que ellos mismos han creado, existiendo cálculos aproximados que han inyectado al circuito financiero entre 8 y 12 billones de dólares, para salvar sus bancos, que luego lo tendremos que pagar los ciudadanos via impuestos y todavía piden más. El expresidente de la Reserva Federal estadounidense declaró, según informa CNN Expansión (7-9-09) que “los bancos de Estados Unidos necesitan una mayor capitalización de la que tienen actualmente”.
Cualquier ciudadano que no pague una hipoteca, o un préstamo a un banco, pierde sus bienes e incluso puede ir a la cárcel, pero esos especuladores y ladrones encima de lo que han hecho, se les subvenciona y recompensa con cientos de miles de millones, beneficiando otra vez más a los más ricos con dinero de los pobres.
Los analistas del sistema, cuando se produjo el colapso, debido a la crisis de subconsumo, plantearon, por órdenes de los capitalistas, que son realmente quienes manejan los gobiernos, tomar medidas para salvar a la Banca, siendo la Administración Bush la que inyectó los primeros 700.000 millones de dólares, que se evaporaron como una gota de agua en una plancha ardiendo. Circula por Internet un correo que explica detalladamente, que con los recursos inyectados al sistema, repartidos entre los 6.700 millones de habitantes que poblamos el planeta, cabríamos a 109 millones de dólares. ¿Quién dice que no hay dinero? Si hay dinero, pero está mal distribuido.
Toda esa enorme suma de recursos está sirviendo para recapitalizar los bancos con problemas, salvando los intereses de los ricachones, y destinados a cubrir las garantías de las enormes pérdidas por la bancarrota financiera, lo que viene a ser como aumentar el robo contra los pobres para dárselo a los ricos.
Con la inyección de esas enormes sumas de dinero al circuito bancario, solamente están consiguiendo un respiro temporal, pero la crisis actual todavía está lejos de haber terminado, porque las medidas tomadas todavía son insuficientes, según algunos analistas. Nada más hay que observar la posición dura del PP, expresada por Montoro, como la boca económica de Rajoy, que expresa su radicalidad exigiendo un cambio de 180 grados en la política económica del compañero Presidente Rodríguez Zapatero, exigiendo que esos recursos que se emplean para atender cuestiones sociales, vayan directamente a los bolsillos de los banqueros y grandes empresarios, que es la política económica de derecha nítida que el PP propone y exige.
Existe una cierta controversia entre los economistas serios, en cuanto que un cierto sector pronostica que los mercados tendrán que caer todavía mucho más, aunque otros nos bombardean con la insistente propaganda de los “brotes verdes”. Los enormes flujos de capital ficticio, que de nuevo se han bombeado al sistema financiero mundial, que constituye un incipiente veneno inflacionario que podría destruirlo todo en el siguiente ciclo, son tan formidables que nadie se atreve a cuantificar sus consecuencias inflacionarias y de otra índole, porque el capitalismo está atrapado entre la sífilis de la inflación y el cáncer del paro, existiendo poco margen de maniobra para su completa recuperación a medio y largo plazo. Tal es así, que se comprende fácilmente que la siguiente crisis podría ser incluso más duradera y dolorosa que la actual.
Esos enormes regalos financieros inyectados a la banca representan un endeudamiento público que habrá que pagar de alguna manera. Como el capitalista lo que plantea es utilizarlo para obtener cada vez más beneficios, significará que nos espera un largo periodo de austeridad, recortes sociales, ataques a los niveles de vida, desmantelamiento del incipiente estado del bienestar, paro crónico y cambios bruscos y repentinos en la toma de conciencia de las masas, que podría provocar convulsiones sociales, huelgas generales y enfrentamientos entre las clases cada vez más agudos.
Otro de los factores que distorsiona y entorpece la recuperación del ciclo, es el consumo del gigantesco gasto militar que, debido a la política belicosa del Imperialismo, que tiene embarcado a más de 40 países en guerras reales o preventivas, hace que esos recursos que tendrían que dedicarse a producir “mantequilla” y pan para los pobres, se utilicen para producir “cañones” que llevan la muerte y la destrucción a la Humanidad. Todo eso indica que, bajo el capitalismo, una vez más nos enfrentamos a un período largo de declive de los niveles de vidas, más cierres de fábricas, reducciones de los salarios reales, recortes de gastos públicos y austeridad general, con mayor o menor virulencia, dependiendo qué tipo de gobierno, más sensible socialmente o más de derechas, apliquen las políticas en los próximos años.
El capitalismo está en una encrucijada y no puede ofrecer ninguna alternativa válida para resolver la cuestión social. Pero lo más preocupante es la situación de las direcciones de los partidos de izquierdas, que se encuentran en una situación de perplejidad que los tiene totalmente paralizados, esperando una solución dentro del marco del actual modelo, sin atreverse a plantear una propuesta global de cambio de sistema.
Los estrategas de la burguesía ya están lanzando las consignas y preparando a la opinión pública insistiendo en que sus planes de rescate y la recuperación de la economía llevarán un tiempo para que dé sus frutos. Pero lo que sí es cierto es que miles de empresas siguen entrando en bancarrota, el paro ha repuntado de nuevo, este otoño se espera mucho más destrucción de puestos de trabajo y muchos ciudadanos que componían las clases medias están entrando en la ruina y proletarizándose, porque la crisis del crédito, sigue estrangulando a empresas que aparentemente tendrían que estar saneadas, pero que la carga de los impagados les arrastra a la bancarrota.
Esos pequeños empresarios, están cogidos por el cuello de los banqueros, que les ahogan en su funcionamiento normal, ya que al ser incapaces de conseguir capital circulante para su tráfico normal, empiezan a recortar, lo primero la inversión fija, luego, problemas de liquidez por falta de circulante, luego dejan de pagar a proveedores y personal y eso les lleva directamente al cierre mandando a los obreros al paro en ese circulo infernal.
Tanto la CEPYME como la CEOE, es decir, los pequeños empresarios como los grandes, exigen al gobierno que les ayude, que les recorte los tipos de interés bancario, pero en la situación actual, estas medidas son paños calientes. El colapso estrepitoso de los mercados, la recuperación que necesita el consumo, no se resolverán con esas medidas, ni incluso si fuese posible aplicarlas en su totalidad, que bajo el capitalismo es imposible.
Los bancos exigen garantías totales para prestar dinero, porque frente a una recesión tan profunda como la que atravesamos, nadie está dispuesto a arriesgar su dinero sin garantía total de recuperarlo con ganancias, que es el móvil del capital. En los Bancos existe dinero, pero dejan de prestarlo porque no confían plenamente en su total recuperación, ya que la alarma de los índices de impagos les causa pánico y así el sistema queda paralizado.
En los inicios del capitalismo, la banca actuaba como auxiliar de la Industria, el Comercio y la Agricultura, y estaba a su servicio. En la actualidad, el sector financiero se ha subido sobre las espaldas de todos los sectores, los domina, los saquea, los bloquea. La Banca privada se ha hecho parásita. En el pasado, un banquero era un hombre que la gente lo percibía como respetable, que era un modelo de responsabilidad, de seriedad, que se informaba bien antes de prestar dinero. En los últimos años, los banqueros aparecen ante la sociedad, como unos impresentables. Dejaron su cautela y su responsabilidad y prestaron cientos de miles de millones a empresas tapaderas, chiringuitos inmobiliarios, que a su vez “vendían dinero” como el que reparte agua con un botijo. El resultado ya lo sabemos, pues los estallidos de las “burbujas inmobiliarias” empezaron hace dos años por los EEUU y todavía no ha terminado.
Pero lo más grave es que los bancos no son los únicos responsables, pues algunos gobiernos conspiraron para avivar la llama de la especulación, sobre todo, cuando hace unos años, quisieron evitar la “crisis” que se hubiese dado, lanzando una “huida hacia delante”, pero esos métodos de aplazamiento, al igual que si tu aplazas la hipoteca, al final, tienes que pagar más por lo prestado, haciendo que la crisis fuese mil veces peor cuando ésta estalló. Todos hablaban de la necesidad de un “aterrizaje suave”, pero al aeroplano se le griparon todos los motores cayendo en picado originando la catástrofe.
Esa enorme burbuja permitió a muchos banqueros participar en una orgía de beneficios nunca antes conocida por medio de la especulación y la estafa. Fabricaban dinero fiduciario, préstamos cada vez más abultados, con apalancamiento peligroso, para jugar en bolsa, comprar bienes, invertir en arte y otras propiedades, con dinero barato que se rentabilizaba por la subida de precios casi inmediata, luego, los revalorizaban en balances y volvían a pedir créditos con cargo a los beneficios futuros, bonos basura, fusiones, compras de mercados y mil diabluras más, todo ello, documentado por expertos en la famosa “ingeniería financiera”, el culmen de la corrupción, llevando dos tres y hasta cuatro contabilidades diferentes.
Como explica el premio nobel de economía Paul Samuelson, hablando sobre “El proceso de expansión múltiple de los activos bancarios”, que a su vez ya fue anticipado por Marx en su época, toda esa situación de la creación de dinero “fiduciario” sin soporte en la economía real, se convierte en su contrario, en un momento dado cuando llega la crisis, que bajo el capitalismo no se puede evadir, derrumbándose esa montaña de bonos basura, acciones, pagarés y demás activos financieros, como un castillo de naipes. Los factores aparentemente positivos que impulsaron la economía en esa expansión ficticia, que hizo confundir “crecimiento” con el verdadero “desarrollo”, se convirtió ahora en su contrario, creando una feroz espiral descendente que, cual agujero negro, se lo traga todo. En el momento de intentar pagar las deudas, cuando el dinero se ha volatilizado o ha sido puesto a buen recaudo en paraísos fiscales, la escasez de créditos paraliza toda la economía. Encima, se premia a los responsables con enormes inyecciones financieras por parte del Estado, para salvarles de la quema.
Cualquier trabajador sabe que un error, una falta económica o cualquier metedura de pata en su empresa es causa de despido. Por el contrario, cuando son los “respetables” banqueros los culpables de la ruina y el colapso del sistema financiero, entonces, muchos gobiernos acuden prestos a su rescate y algunos partidos de derechas, como el PP, critican furibundamente al gobierno porque se atreve a decir que va a “incrementar los impuestos a los ricos” con la sana intención de ayudar a los pobres, a los parados y a los pensionistas. Esos señores capitalistas que amasaron grandes fortunas especulando y robando, la mayoría de las veces incluso con dineros de otros, ahora ponen el grito en el cielo y exigen que se les atienda primero a ellos que son los Ricos y se deje tirado a los trabajadores y a los pobres, pero esa lógica capitalista tan peculiar está siendo comprendida y rechazada cada vez por más gente que tiene dificultades para admitir eso como normal.
La propaganda de la burguesía nos bombardea diariamente para ocultarnos todo eso, o hacernos olvidar y que nos concentremos en que es necesario salvar los bancos. Exigen que toda la riqueza de la sociedad se ponga de inmediato a disposición de los señores banqueros, dejando a un lado las necesidades apremiantes de los desfavorecidos, como repiten insistentemente todos los voceros del PP. La dirección política de extrema derecha del PP antepone los intereses de los banqueros al bienestar y la atención social de los ciudadanos. A ellos no les importa, que mientras que millones de seres humanos pasan hambre, los banqueros continúen recibiendo suntuosos salarios, bonificaciones y prebendas a la vez que mantienen un extravagante y suntuoso estilo de vida, con carísimos yates atracados en puertos deportivos, para utilizarlos una vez al año, lujos insultantes, despilfarros y demás abusos, porque en verdad, el hecho de que exista una crisis no supone ninguna diferencia en su comportamiento vital para ellos, pero a la mayoría de la gente, los argumentos de los banqueros y sus defensores políticos les convencen cada vez menos.
Cualquier trabajador se siente bastante molesto por el hecho de que los pequeños ahorros que tiene en el banco, tan difíciles de ganar, les sea entregado a los ricachones banqueros para que sigan con este mismo modelo que nos ha llevado a la ruina. Pero lo malo del asunto es que, cuando se protesta, cuando se hacen manifestaciones contra cierres de empresas, cuando se hace una lucha por un convenio o contra una injusticia, salta el coro ensordecedor de los defensores del capitalismo que repiten como loros que no hay alternativa.
Es de un descaro enorme que todos los partidos de derechas, tanto conservadores como progresistas, incluso algunos sectores de los que se dicen de izquierdas, unen sus fuerzas en una especie de “conspiración”, ahora que está tan de moda esa teoría, para explicar y convencer a los ciudadanos que esas medidas de reflotamiento de los bancos es en interés de todos, como si los ciudadanos fuésemos tontos y pensásemos que robar a la clase obrera para entregarles más dinero a esos ladrones que han provocado la crisis fuese en verdad la mejor solución.
Esa campaña de propaganda orquestada por toda prensa, radio y Televisión de derechas, con ese tipo de argumentaciones, lo que intentan es generar una verdadera atmósfera de terror para que sea imposible mantener un debate serio y racional en líneas de clase, donde pudiésemos aportar qué alternativa necesitamos.
La insistencia de la burguesía en el argumento de que es imprescindible seguir inyectando sumas de dinero público para salvar la banca y relanzar la economía porque, si no se hace, no saldremos del pozo, convence cada vez a menos trabajadores, sobre todo si se les acaba el paro y no encuentran nada donde ganarse el sustento. Porque la pregunta que todos nos hacemos es si debemos pagar los trabajadores los errores de los banqueros, cuando han sido ellos, los que nos metieron en esta crisis.
Caminamos ya hacia los cinco millones de parados y la crisis está afectando a los niveles de vida de millones de personas. Los trabajadores no tenemos en esto ninguna responsabilidad, pues ha sido la crisis de “sopreproducción capitalista”, el hundimiento de las bolsas, la agitación de los mercados y el desempleo lo que ha devastado los ahorros de los trabajadores y la clase media. Estamos viendo cómo crecen los desahucios por causas del impago de las hipotecas que está llevando a muchos jóvenes a perder sus hogares. Con gran desfachatez algunos burgueses plantean que si una familia pierde su casa, es el resultado de su falta de previsión, cuando es el sistema el que te arrastra a ello, por ser incapaz de ofrecer una vivienda digna para todos. Para los socialistas, la vivienda la contemplamos como un Derecho y no como un negocio especulativo como lo tiene planteado el capitalismo.
Para la burguesía, cuyo representante político más firme es el PP, el problema de la vivienda es una cuestión privada que no tiene que ser contemplada por los gobiernos; no lo contemplan como un Derecho, pero si un banco se arruina por la especulación o por la codicia de los banqueros, entonces lo ven como una desgracia terrible y plantean como normal que toda la sociedad debe unirse para poner los recursos del Estado a disposición de los banqueros para salvarles de la quiebra. Esa es la hipócrita lógica del capitalismo.
Los trabajadores nos tenemos que oponer a esa lógica capitalista y tenemos que organizarnos para luchar contra ese afrentoso intento de echar la crisis sobre los hombros de los que menos tienen. La mejor manera y más rápida de salir de la crisis consiste en arrebatar el control del sistema financiero y bancario de las manos de esos especuladores y colocarlo democráticamente en manos de la sociedad en su conjunto y al servicio de los ciudadanos, eliminando el secreto bancario y llevando una contabilidad absolutamente transparente, para poder servir a los intereses de la mayoría que es la clase trabajadora y no a los intereses de los ricos que no han sido elegidos por nadie.
Para ello tenemos que seguir luchando para democratizar la economía y poner los recursos financieros al servicio de los seres humanos y no del lucro privado de una minoría de banqueros y capitalistas. Para conseguirlo el gobierno debería decretar la nacionalización de la banca, los grandes latifundios y los monopolios, indemnizando a los pequeños accionistas que lo necesiten y poner esos recursos económicos y financieros al servicio y para el fomento de la producción y bajo control democrático de los trabajadores para evitar la corrupción y los despilfarros. Esta sería la mejor manera de salir de la crisis, planificando científica y democráticamente la producción poniendo la economía al servicio de la sociedad para satisfacer las necesidades humanas y no del lucro privado de unos cuantos. Es el camino mejor para iniciar la transformación de esta corrupta sociedad capitalista y poner las bases para iniciar la construcción del socialismo.
PEPE MARTIN.
PORTAVOZ EN MÁLAGA DE IS-PSOE ANDALUCÍA.
http://izquierdasocialistamalaga.blogspot.com
is-psoe.malaga@terra.es
8 de septiembre de 2009
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