El capitalismo, por su propia naturaleza es incapaz de dar
soluciones definitivas a un problema como el que se plantea del Cambio
Climático(*), debido, entre otras contradicciones, a los conflictos de
intereses entre los capitalistas agravados por
la actual recesión económica mundial. Algunos delegados asistentes a las
Cumbres del Medio Ambiente describían la situación como de confusa y
desesperada por ser incapaces de llegar a ninguna posición de acuerdo común
progresivo y los pocos acuerdos que se toman son incumplidos.
La demanda de los países pobres era que las potencias capitalistas
avanzadas donasen un 5 % de su P.I.B. para dedicarlas a medidas de protección
del clima. Pero la dificultad surgía
porque las principales potencias no estaban dispuestas a donar nada, porque han
gastado ingentes recursos en tratar de salvar del colapso a sus sistemas
bancarios. Como consecuencia de ello han acumulado enormes déficit que tienen
que sacar de los bolsillos de los contribuyentes y tienen miedo a atacar al
movimiento obrero demasiado porque temen las convulsiones y las explosiones sociales que podría
provocar. Los capitalistas necesitan
hacer recortes profundos en sus presupuestos de gastos públicos, para intentar
restaurar la tasa de beneficios de sus complejos empresariales. La recesión mundial del capitalismo no
permite, con su modelo actual, ni siquiera mantener los niveles de gastos que
venían efectuando. No están dispuestos a
invertir en mejoras sociales a medio y largo plazo, que es lo que representan
los gastos para mejorar el Medio
Ambiente, sino, que su objetivo es recuperar beneficios a corto plazo atacando
a la clase trabajadora, pero encuentran cada vez más resistencia entre las
masas.
Existen suficientes
recursos, tanto humanos como
materiales, tanto en ciencia y tecnología como en capacidad industrial
instalada, para combatir la polución y los efectos desastrosos del sistema
capitalista sobre el planeta en que vivimos.
Pero, el verdadero problema es que esos recursos son utilizados para
beneficiar a los ricos, que se niegan
como siempre a recortar sus riquezas y tesoros acumulados en paraísos fiscales
y defienden con uñas y dientes sus sacrosantos beneficios. El capitalismo se ha convertido ya,
dialécticamente, en un modelo de desarrollo destructivo que amenaza nuestras
vidas y que pone en peligro incluso la supervivencia de la vida humana sobre el
planeta.
Albert Einstein dijo una vez: “No podremos resolver los problemas
que tenemos hoy pensando de la misma manera que pensábamos cuando los
provocamos”. Por tanto, la solución a estos graves problemas ecológicos provocados por la aplicación del “pensamiento
capitalista” del lucro privado, no podrán venir nunca aplicando el mismo modelo
anárquico de la “libre empresa”.
La humanidad necesita y depende del desarrollo tecnológico. La
emancipación del ser humano significa pasar del reino de la necesidad al reino
de la libertad, como dijo Marx y esto se logra inventando nuevos recursos
técnicos que reemplacen cada vez más tiempo de trabajo humano. Pero el
desarrollo técnico debe ser planificado y conducido de manera armónica y
amigable con la naturaleza.
Esto lo entendieron perfectamente Marx y Engels, que desarrollaron
el materialismo dialéctico cuando las ciencias estaban dando sus primeros
pasos, pero que ya intuyeron los problemas a los que la humanidad se tenía que
enfrentar. Marx, a quien todos asociamos con la economía, estaba también
preocupado por el desarrollo de la agricultura. En El Capital, tomo I, denuncia
cómo el ciego afán de beneficio había agotado el suelo de Inglaterra lo que
provocaba tener que abonar los campos con guano importado de Perú.
Por otro lado, el concepto que usaba para definir la relación del
hombre con la naturaleza a través del trabajo, era el del metabolismo: "El
trabajo es, antes que nada, un proceso que tiene lugar entre el hombre y la
naturaleza, un proceso por el que el hombre, por medio de sus propias acciones,
media, regula y controla el metabolismo que se produce entre él y la
naturaleza. Se enfrenta a los materiales de la naturaleza como una fuerza de la
naturaleza. (...) A través de este movimiento actúa sobre la naturaleza
exterior y la cambia, y de este modo cambia simultáneamente su propia
naturaleza...".
Pero también Marx nos advierte en otra parte:
"Pero no nos alabemos en exceso por nuestras humanas victorias sobre la naturaleza. Por cada una de ellas se toma la naturaleza su revancha contra nosotros. (...) Se nos recuerda así a cada paso que en modo alguno dominamos la naturaleza como domina un conquistador un pueblo extraño, como alguien que estuviese fuera de la naturaleza; sino que con nuestra carne, sangre y cerebro pertenecemos a la naturaleza, existimos en medio de ella, y toda nuestra supremacía consiste en el hecho de que tenemos la ventaja, respecto a todas las demás criaturas, de ser capaces de aprender sus leyes y aplicarlas correctamente".
"Pero no nos alabemos en exceso por nuestras humanas victorias sobre la naturaleza. Por cada una de ellas se toma la naturaleza su revancha contra nosotros. (...) Se nos recuerda así a cada paso que en modo alguno dominamos la naturaleza como domina un conquistador un pueblo extraño, como alguien que estuviese fuera de la naturaleza; sino que con nuestra carne, sangre y cerebro pertenecemos a la naturaleza, existimos en medio de ella, y toda nuestra supremacía consiste en el hecho de que tenemos la ventaja, respecto a todas las demás criaturas, de ser capaces de aprender sus leyes y aplicarlas correctamente".
La mejor forma, sino la única de empezar a resolver el drama del
calentamiento global, es cambiando la
forma de organización social y económica.
La solución a los acuciantes problemas del mundo sólo se puede lograr
con un sistema socioeconómico que esté bajo el control consciente de la gente.
El problema no es que haya un límite inherente al desarrollo, sino un sistema
de producción caduco y anárquico que despilfarra vidas y recursos, que destruye
el medio ambiente y que impide el pleno desarrollo del potencial que existe en
la ciencia y la tecnología.
La lucha por el socialismo es también una lucha por el respeto al
medio ambiente. Nosotros defendemos que
el movimiento obrero organizado en sus sindicatos de clase y partidos de izquierdas tenemos que coger
con nuestras propias manos la lucha para poner fin a la destrucción del medio
ambiente a la que nos arrastra el sistema capitalista, corrupto, degenerado y
decadente.
Consideramos que la mejor alternativa es la lucha por una sociedad
libre de toda opresión, donde la producción esté planificada democráticamente
por los propios trabajadores, para resolver la cuestión social y los problemas
de la humanidad, pero para ello la economía debe estar dedicada no para
aumentar los beneficios de una minoría que son los capitalistas, sino para
satisfacer las necesidades de la mayoría
que representamos la clase trabajadora y los pobres.
Con una planificación científica podríamos utilizar de una manera
racional y apropiada los recursos de la naturaleza en beneficio de la humanidad
en su conjunto. Entonces sería cuando la ciencia y la tecnología encontrarían
su mayor campo de desarrollo aplicando todos los enormes avances conseguidos en
los últimos decenios.
Tenemos
algunas discrepancias con algunos sectores “ecologistas” cuando plantean que la
defensa del medio ambiente entra en contradicción con el desarrollo de las
fuerzas productivas. Esa falsa idea de
que es preciso un modelo social “austero” está calando y es aceptada por
algunos “progres”, algunos “reformistas”, algunos “social liberales” que han
tragado el anzuelo del discurso de la clase dominante. Pero para los que
seguimos luchando por el bienestar social, por el aprovechamiento de la ciencia
y del conocimiento, así como para que la economía sea puesta al servicio de la humanidad, el
mundo de la abundancia es posible, pero superando el sistema capitalista y
poniendo las bases para la transformación socialista.
Con los recursos económicos socializados y gestionados
democráticamente al servicio de todos, el crecimiento de la producción, la
introducción de la ciencia y la robótica en las empresas de economía social y
democráticamente gestionadas, podrían resolverse los problemas del conjunto de
la población del planeta, incluyendo una defensa científica del medio ambiente,
a condición de que nos liberásemos del sistema que busca el máximo beneficio
para unos pocos.
En un sistema de economía socialista planificado democráticamente,
el crecimiento del bienestar económico y social iría estrechamente vinculado a
la defensa de los recursos del medio ambiente y a la conservación y
regeneración de la naturaleza.
Por desgracia vemos que algunos partidos que se dicen “verdes”,
que dicen defender los principios del ecologismo y que dicen actuar para combatir
la degradación del medio ambiente, en la medida que son defensores del libre
mercado y que se quedan dentro del marco capitalista aceptando sus reglas, se
convierten irremediablemente en colaboradores necesarios y agentes directos o
indirectos de la burguesía, sean conscientes o no de este hecho.
Hemos visto ya a demasiados partidos “verdes” que han sucumbido y
renunciado a su programa ecologista en beneficio del realismo político. Por ello, tenemos que sacar una conclusión
clara: “La lucha por la defensa del medio ambiente, por el ecologismo y contra
el cambio climático y contra la aniquilación de la humanidad a manos del
capital, es la lucha por un programa auténticamente socialista, que ponga los
recursos al servicio de la Humanidad”. (…)
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IS PSOE MÁLAGA.
(*) Extracto de la Memoria de la Ponencia aprobada sobre Medio
Ambiente que puede recibir cualquier persona interesada, solicitándola
gratuitamente al correo de abajo, poniendo en asunto la palabra: “Cambio
Climático”
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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