La clase trabajadora de todo el mundo conmemora como cada año el PRIMERO DE
MAYO, como un día de lucha internacional de los trabajadores. Desde los medios
de comunicación burgueses, se intenta distorsionar, año tras año, el verdadero significado de esta fecha. Lo
presentan como una jornada festiva, para fomentar el consumismo, pero cada vez
está más claro que el ataque salvaje del PP que representa un verdadero plan de
destrucción de las conquistas sociales ganadas a base de lucha por la clase
trabajadora merece una respuesta firme de rechazo en manifestaciones y
concentraciones.
La burguesía estaba acostumbrada a presentarlo
como un día más, donde los trabajadores
asisten a las manifestaciones en la que grupos de jóvenes, a los que les han
robado su futuro los presentan como muy violentos, cuando es el sistema capitalista, el que ejerce la violencia del
rico contra el pobre y es el causante de todos los males que padece la clase
trabajadora, la juventud, los pensionistas y demás capas más desfavorecidas, por
lo cual, nos vemos obligados a protestar, a veces siendo reprimidos por la
policía, que recibe órdenes políticas, creando altercados que son las noticias que luego reflejarán mayoritariamente.
Muy a pesar de esas campañas de “desinformación”, el día Primero de Mayo no
puede perder un ápice de su carácter de lucha reivindicativa, precisamente en
los momentos actuales donde se está produciendo un fuerte deterioro de las
condiciones sociales y laborales a las que nos enfrentamos los trabajadores en
casi todo el mundo, como hemos venido observando en los últimos años con la
oleada de movilizaciones.
Este análisis está encaminado, no a demostrar lo que históricamente fue esa
fecha, que puede consultarse en cualquier manual de historia, sino en
profundizar en la comprensión del por qué están ocurriendo esos ataques, cuyas
causas hay que buscarlas, primero en la crisis estructural del capitalismo,
pero también en la falta de firmeza en las direcciones de los sindicatos y
partidos de izquierdas, como críticamente trataremos de expresar seguidamente.
La tendencia a la degeneración de los sindicatos en la época moderna es un
hecho. Cada vez se fusionan y se
vinculan más con el aparato del Estado burgués.
Eso no es exclusivo de los socialistas, comunistas o anarquistas, sino
que es una característica común a todos ellos que deja huérfanos de dirección
al movimiento obrero.
El imperialismo que es ya un oligopolio que funciona como un monopolio, ha eliminado la competencia a gran escala y
aplica una política económica centralizada que tiende a la fascistización. Esos grupos de archimillonarios que dirigen
los poderosos monopolios financieros, amos absolutos del complejo militar
industrial y petrolero, se han encaramado en la cúpula del poder político y
someten a todos los gobiernos a una dictadura férrea en beneficio de ese poder
antidemocrático que opera desde las sombras de los despachos de clubes secretos
como el Club Bilderberg o la Trilateral.
Los sindicatos más importantes se
ven amordazados y subvencionados por la propia banca, que les marca directa o
indirectamente la hoja de ruta que tienen que asumir, sino quieren verse
enfrentados a un adversario capitalista centralizado por la derecha extrema
camuflada a veces en “extremo centro”, y
al movimiento obrero por la izquierda, es decir a las potenciales fuerzas que
representan la contra-revolución fascista por la derecha o la revolución
socialista por la izquierda.
De ahí la necesidad que tienen las cúpulas de los sindicatos que
mantienen posiciones reformista (sin
reformas posibles), de someterse y adaptarse a las exigencias de la propiedad
privada, luchando a favor de la recuperación económica en líneas
capitalistas, prestándoles su
cooperación y apoyo a las burguesías respectivas, hablando de nuevo de buscar
un pacto que sería otra genuflexión más ante el Gobierno y la Burguesía difícil
de tolerar por las bases.
No dudamos de los deseos utópicos de esas direcciones reformistas, cuya
burocracia mantiene el programa de mejoras, cuya tarea principal es la de
considerar al Estado como un agente imparcial, con la falsa ilusión de
debilitar a los monopolios en las mesas de negociaciones, para conseguir lo imposible, cual es
debilitar la dependencia de los monopolios y que se vuelquen algo a su favor.
En momentos de estancamiento económico como el actual, con una recesión en
Europa, esas posiciones que pretenden armonizar, a través del pacto por el
pacto, como pretende la burocracia obrera, que luchan desesperadamente por
conseguir algunas migajas de los
astronómicos beneficios del capitalismo imperialista que nunca alcanzarán con
esos métodos de pegar el culo en una mesa sin utilizar a la vez las
movilizaciones de masas, son una pura
“utopía”.
Los errores de esa direcciones sindicales consisten en una comprensión
incompleta de la realidad, no habiendo querido asumir el cambio de ciclo y la
profundidad de la recesión y así, hacen todo lo posible, tanto en los hechos
como en los discursos, para demostrarles a la clase dominante del Estado
burgués, hasta qué punto sus organizaciones son indispensables y dignos de
confianza para mantener la paz social incluso a costa del entreguismo más
absurdo.
Cuando Franco y los demás jefes nazi-fascistas transformaron los sindicatos
en organismos del propio estado no descubrieron nada nuevo, sino, que siguiendo
la lógica del capitalismo, que llevado hasta su último extremo se convierte en
“fascismo, que no es otra cosa que el
capitalismo químicamente puro”, lo que hizo es llevar esa lógica hasta la
última consecuencia implantando un Estado de Terror que disolvió y masacró a
las organizaciones obreras.
Por otra parte, a través del proceso de descolonización inacabado, el
imperialismo somete a los países a su dominio, bien con los gobiernos títeres, bien
directamente marcando las hojas de rutas
impuesta por los estrategas económicos del poder económico imperialista.
Esta situación fortalece la necesidad de mantener lazos directos, diarios,
prácticos entre los grandes magnates del imperialismo y sus gobiernos serviles
que les ayudan a someter a los pueblos semi-colonizados, sea una colonización
económica, sea bélica, pero a veces ese
equilibrio se rompe por la irrupción de las masas en la arena política.
El imperialismo crea en ese neo-colonialismo financiero-militar lazos muy fuertes con los
sátrapas, tiranos y dictadores de toda laya, a veces manteniendo teocracias
feudales que mantienen sumidos a sus pueblos en un atraso cultural, económico y
social abrumador, situación a través de la cual, los imperialistas sacan
enormes beneficios.
Podría deducirse de lo antedicho que, en esas condiciones, los sindicatos no existen bajo la bota del
imperialismo. No se permite la democracia obrera, que en algunas épocas
históricas han venido siendo practicada por algunas organizaciones de
izquierdas que constituía la esencia de la vida interna activa y democrática en
las organizaciones de clase. Ahora el PP, con su política de recortes de tierra
quemada, de ataques constantes, le
declara la guerra a las organizaciones sindicales y quieren exterminarla, o
amordazarlas con la “Ley Mordaza”, pero veremos si opera la dialéctica y esa
ofensiva salvaje se convierte en su contrario.
Cuando queda sofocada la libertad de constituir sindicatos y partidos
políticos de clase, se niega la posibilidad de luchar libremente por influir en
la vida social, política y económica. La clase obrera no puede elegir a su
gusto y placer el campo de trabajo, sino que debe luchar siempre por conquistar
esas libertades y arrebatársela a la burguesía y a los imperialistas, mediante
la lucha entre las clases, como ellos hacen cada día para arrancarnos las
plusvalías.
Lo que ocurre es que luchar por lograr organizar a las masas obreras en un
sindicalismo democrático, reivindicativo, de combate e independiente del
capital, en un proceso de reacción en el que sufrimos durante estos 3 años de
Gobierno del PP es mucho más difícil que hacerlo en una democracia sana, por lo
que no podemos renunciar a la lucha por lograr influencia sobre la clase
obrera, como socialistas, como internacionalistas y como solidarios con los
elementos de nuestra clase.
De igual manera no debemos renunciar a la lucha ideológica dentro de las
organizaciones obreras ya creadas, por muchos errores que cometan nuestras
direcciones, sino que tenemos la obligación de luchar democráticamente por corregir esos errores o incluso por cambiar a
las direcciones que no nos convenzan o estén obsoletas.
Es preciso no darse por vencidos y seguir la lucha bajo todas estas
condiciones adversas, donde también tenemos que incluir los errores no
solamente de nuestras direcciones, sino los que cometamos los trabajadores en
nuestras luchas, pero tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en
cada país dado, con el objetivo de encuadrar, organizar y unir lo más posible a
las masas, no solamente contra sus respectivas burguesías, sino contra el imperialismo
y sus lacayos que contribuyen al sostenimiento de dictaduras militares
sangrientas o en aparentes “democracias burguesas” que esconden bajo un rostro
amable una verdadera dictadura del gran capital.
Una de las primeras consignas que tenemos que defender en esta lucha es la
independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado
capitalista y que sean sostenidos y sometidos por los trabajadores conquistando
la democracia obrera, que se nos ha arrebatado, como mecanismo de decisión y control, para
convertir de nuevo a los sindicatos en los organismos capaces de movilizar a
las grandes masas explotadas y quitarse de encima la costra de los burócratas
que no nos sirven.
Otra de las consignas por las que debemos luchar es la instauración de una
“democracia sindical sana”. Esta consigna es consecuencia lógica de la anterior
y presupone para poder llevarla a cabo la independencia total de los sindicatos
del Estado Imperialista.
Entendemos que los sindicatos, dado que actualmente hemos entrado en un
nuevo ciclo económico descendente, alternados por estancamientos relativos, no
pueden seguir siendo simplemente órganos reformistas de la época del
capitalismo en desarrollo, por lo que no pueden jugar un papel de neutralidad y
equilibrio, pues el reformismo sin reformas se convierte en CONTRA-REFORMAS
constantes que es lo que está ocurriendo, empujando a la clase trabajadora
hacia el paro crónico, la penuria de la escasez, la ruina y la miseria.
Los sindicatos ya no pueden ser reformistas, ni anarquistas, ni comunistas,
pues esos nombres, sin contenidos reivindicativos concretos, representan una
utopía, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria,
válida y duradera, por lo que es preciso la UNIFICACIÓN para superar esos tres
bloques a veces enfrentados y entrar en el proceso de construcción de un Frente
Único de Clase lo antes que se pueda, como objetivo irrenunciable.
Las conclusiones que debemos sacar de todo lo anterior, es que, a pesar de
la degeneración progresiva de las direcciones de algunos sindicatos y partidos de izquierdas, de los
vínculos cada vez más estrechos que han venido desarrollándose con el Estado
Burgués, la necesidad de seguir construyendo sindicatos y partidos fuertes,
empezando por corrientes internas críticas, no ha perdido nada su importancia, sino que la
mantiene y la acrecienta.
De ahí la importancia de tomarse como tarea, cuyo punto de partida puede
ser este Primero de Mayo, el formar o
potenciar corrientes críticas internas,
como GanemosCCOO, Izquierda Socialista de UGT y otras, para seguir luchando por
fortalecerlas y ganar influencia entre
la clase obrera. Porque el capitalismo
monopolista tiene cada vez menos interés en que los sindicatos sean
independientes y los quiere bien domesticados y a su servicio por lo que
nuestra lucha tiene que ir en sentido contrario.
La burguesía exige a la burocracia reformista de los sindicatos que se alimenten de las migajas que caen de
la abundante mesa de los capitalistas y que a su vez hagan el papel de su “policía
política” y cuando no pueden lograr eso,
amenazan con más mano dura y aplican medidas de ajustes y recortes sociales,
atacando a los sindicatos con campañas bien montadas de desprestigio o sacando
a relucir los errores de corrupción de algunos elementos de la burocracia
sindical, que ellos mismos han alimentado, corrompido y comprado con sus métodos.
Debido a esta situación de recesión, se intensifican las contradicciones de
clase dentro de cada país, aumentando asimismo los antagonismos entre un país y
otro, lo que produce una situación en el que cada país necesita exportar más
para echar la crisis sobre las espaldas de su vecino, pero si todos hacen lo
mismo, la solución la busca cada burguesía en
abaratar costos, que para ellos consiste en bajar los salarios y atacar
los derechos sociales conquistados por la lucha del movimiento obrero.
Puede notarse en todo el mundo en el último periodo un giro a la derecha
por arriba y un debilitamiento de la democracia interna en los sindicatos y
partidos de izquierdas clásicos, que están siendo cuestionados por las bases
que giran a la izquierda. Por ello es
significativo a la vez que importante señalar el hecho de que están formándose
o potenciándose nuevas organizaciones
sindicales de izquierdas, como CGT, SAT, S.E. y otros que están ganando fuerzas al recoger
los cuadros y la militancia más descontenta con sus direcciones. Igual está
ocurriendo en el plano político con el surgimiento de Podemos, que es visto por
las masas como una forma de regeneración de la izquierda y Ciudadanos que lo
perciben como el heredero natural de la derecha pepera, que está en una
completa agonía.
El giro a la izquierda que las bases están reclamando se debe a la
agudización de las contradicciones de clase a escala internacional que afecta a
todos los países. Los dirigentes del movimiento sindical clásico, léase CCOO y
UGT, han asumido las tesis de la burguesía que les han hecho entender que no es
el momento de jugar a la oposición. Que
cualquier movimiento de oposición firme, sin asumir el compromiso de los pactos
sociales que han firmado en las altas esferas, amenazaba con provocar una
movilización borrascosa de las masas que podrían expresar su verdadero malestar
y rechazo a los recortes, con explosiones sociales convulsivas, creándoles
enormes dificultades tanto a las direcciones como al Gobierno reaccionario del
PP y al imperialismo mundial, lo que hace que la burguesía se encuentre en
situación de pánico que paraliza las inversiones productivas y siguen
dedicándose a la especulación financiera que les es mucho más rentable,
ayudados por las políticas económicas desarrolladas por sus gobiernos afines.
Esta ha sido la situación de pánico a la que se han enfrentado igualmente las
cúpulas sindicales, que han asumido la lógica del capital y de ahí el giro a la derecha y la supresión
de la democracia obrera en los sindicatos cuyas bases han sido ninguneadas, no
sometiendo la firma de los acuerdos a votación de las bases, como corresponde a
una democracia social sana, porque
sabían que serían desautorizados seguramente.
El objetivo fundamental de la burguesía en estos momentos consiste en liquidar
a los sindicatos como organismos de la
lucha de clases, o neutralizarlos para que sigan siendo sustituidos por las burocracias como
organismos auxiliares de la dominación de la clase trabajadora bajo la bota del
Estado burgués.
Dada estas circunstancias, la tarea
de los trabajadores más de vanguardia es emprender la lucha por la recuperación
de los sindicatos de manos de unas direcciones que se han arrodillado ante la
patronal y exigir la democracia interna
que no permita que se den pasos antidemocráticos ni se otorguen pactos que
perjudican nuestros intereses de clase sin nuestro consentimiento.
Un verdadero sindicalismo de clase, democrático y combativo, en el auténtico
sentido de esos términos, deben ser organismos de masas donde convivan distintas corrientes de forma
libre en el debate y en la acción, incluso con posiciones diferentes, pero que
se sometan todas al mismo método democrático de discusión libre y compañera
previa a la toma de decisiones, para
luego votar y llevar a la práctica las decisiones que emanen del sentir
democrático del movimiento obrero. Eso
es lo que las masas entienden por una democracia obrera sana opuesta a la
burocracia.
De la misma forma, debemos luchar para que nuestras direcciones se sometan
a esa democracia obrera participativa, dicho con otras palabras, que una buena
dirección debe ser racional y justa, asegurando a los sindicatos, que son
patrimonio de la clase trabajadora, el máximo de democracia concebible bajo las
condiciones concretas actuales.
Este capitalismo enfermo que nos ha
metido en esta horrorosa y dramática situación de corrupción galopante, necesita
una alternativa auténticamente socialista, que solamente se podrá dar mediante
la lucha unitaria de todos los partidos y sindicatos de izquierdas, donde la
clase trabajadora participe masivamente reclamando nuestros derechos.
Es preciso reclamar con contundencia y exigir la distribución de las
escandalosas riquezas robadas al pueblo por un puñado de banqueros,
explotadores y especuladores, para poder planificar la economía de forma
racional y científica, poniendo los grandes medios de producción que deben ser
nacionalizados, al servicio y bajo control de la clase mayoritaria que es la
clase trabajadora.
Para ello es preciso democratizar todos los recursos económicos mediante
una Banca Pública, gestionada democráticamente al servicio de la producción,
desarrollando las nuevas tecnologías y la ciencia al servicio de la humanidad.
Las reivindicaciones tienen que ser exigir la retirada de todos los planes
de ataques contra los trabajadores y defender un programa que represente un
giro a la izquierda para salir de la recesión con el concurso de los
trabajadores y a favor de nuestros intereses, preparándonos en este año
electoral para avanzar en unidad y organización para derrotar al PP, no solo en
las municipales y autonómicas del 24 de Mayo, sino en las Generales de final de
año, para mandar a la burguesía y a los partidos de derechas al basurero de la
historia y formar un gobierno de izquierdas al servicio de los trabajadores
para el cambio social.
En resumen, tenemos que luchar por poner
las finanzas al servicio de la mayoría de la población que es la clase
trabajadora, para ejercer la democracia económica, social, política y cultural, eliminando la
dictadura de los banqueros y capitalistas, que no han sido elegidos por nadie,
para lo que se requiere la máxima unidad y los mejores métodos organizativos de
los partidos y sindicatos de izquierdas que verdaderamente estemos dispuestos a
luchar por el verdadero Socialismo.
¡¡VIVA LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO¡¡
·
ACUDE A LA
MANIFESTACIÓN que tendrá lugar el 1º de Mayo en MÁLAGA, a partir de las 11 horas.
Salida desde: Alameda de Colón (Junto a Sindicatos).
¡¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO¡¡
COORDINADORA PROVINCIAL DE MÁLAGA.
IZQUIERDA SOCIALISTA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
el obrero nace luchando, es nuestro signo MORIR LUCHANDO, desafortunamente, NUNCA podremos bajar la guardia, !A LOS QUE FUERON ASECINADOS POR DEFENDER LOS DERECHOS DE LOS DEMAS¡.
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