El derrocamiento de la dictadura y el
movimiento obrero.-
Tras casi medio siglo de dictadura fascista, la revolución en Portugal abrió una nueva etapa de la revolución europea y mundial. Comenzando como un golpe o pronunciamiento militar, ha demostrado las reservas inagotables de fuerza y resistencia que existían dentro de las filas de la clase obrera debido a su papel en la sociedad.
A pesar del control de la radio, la televisión, la prensa, la Iglesia y las escuelas, el sistema totalitario se desmoronó. La corrupción y la opresión afectaron al régimen, debilitándolo y socavándolo. Debido a la situación del proletariado en la sociedad, su trabajo colectivo en las fábricas e industrias, su lucha colectiva contra los empresarios; es casi inherente a él la idea de organización, de lucha y una organización diferente de la sociedad. Después de más de dos generaciones de dominio de los burócratas estalinistas, podemos estar seguros de que en Rusia los primeros grandes acontecimientos despertarán a los trabajadores rusos y que éstos recuperarán sus extraordinarias tradiciones. Se quitarán de encima a la casta parasitaria de burócratas, con la misma facilidad que las masas portuguesas entraron en acción con la caída de Caetano.
Ya las masas húngaras han demostrado con su revolución política el vacío y la falta de realidad del poder de los burócratas, una más las masas han pasado a la acción. Cuando las masas entraron en movimiento, la burocracia rusa y la de los otros estados estalinistas, demostró su patética incapacidad e insuficiencia. Su poder, como el de la clase capitalista, depende de la inercia de los trabajadores y campesinos.
El miedo que el imperialismo
norteamericano y la burocracia rusa tienen al movimiento de masas, que amenaza
con minar completamente el status quo, no es la última consideración en los
intentos de distensión entre ambas potencias.
Como le ocurrió a EEUU en Vietnam, la interminable guerra colonial en África socavó el ejército portugués. Quince años de guerra contra los implacables movimientos guerrilleros campesinos en Mozambique, Angola y Guinea, hicieron perder al régimen los últimos sectores que le apoyaban.
La débil economía portuguesa no podía aguantar el drenaje de recursos. La pequeña burguesía y el proletariado sufrían la peor parte. Sólo las "siete familias", los bancos y el capital monopolista se beneficiaron del caos sangriento.
Debido a la interminable guerra, nadie estaba entusiasmado con la posibilidad de obtener cargos militares en las fuerzas armadas y, como consecuencia, un gran número de suboficiales eran estudiantes uniformados.
La misma oleada de radicalización que se ha reflejado entre los estudiantes de todos los países en el último período también ha alcanzado a España y Portugal. Por esa razón en Portugal llevaban su radicalismo dentro del uniforme.
El 25 de abril de l974, en el momento del golpe, la única sección del aparato del estado en la que podía confiar el régimen era la policía secreta, atada al régimen por el terror debido a sus crímenes sangrientos contra la población.
Las condiciones señaladas por Lenin y Trotsky para el desarrollo de la revolución existían meses antes de la caída del régimen. Las huelgas de masas — a pesar de ser ilegales — del proletariado, especialmente en Lisboa. El malestar de los campesinos y la pequeña burguesía. Agitaciones estudiantiles y el intento de la clase gobernante de salvarse con "reformas" sin sentido que agravaban aún más la situación.
Todas las condiciones para una explosión
estaban madurando. Pero la peculiaridad de la revolución portuguesa, lo que
indica la madurez e incluso exceso de madurez del capitalismo para la
revolución — revelándose primero en sus eslabones más débiles — fue que en sus
primeras etapas estuvo dirigida por oficiales de bajo o medio escalafón, y lo
más significativo, de todos los sectores de las fuerzas armadas: tierra, mar y
aire.
Es cierto que en la Península Ibérica
existe una tradición de golpes de estado llevados a cabo en diversos momentos y
por los diferentes sectores de las fuerzas armadas, republicanos y monárquicos
reaccionarios. Pero una de las diferencias es que debido a la presión de las
contradicciones engendradas durante dos generaciones de fascismo y la
invencible guerra colonial, la mayor parte de los oficiales se habían
posicionado contra el régimen.
El descontento explosivo y el deseo de encontrar una salida — evidenciando la división en el seno de la débil clase dominante — se manifestaron en el libro de Spínola en el que defendía una forma peculiar de Federación Lusitana con las colonias, en realidad una forma distinta de mover la baraja pero con el control firme en manos portuguesas. La negativa a hacer la más mínima concesión — ni siquiera destituir de sus puestos a Spínola y Costa Gómez — y la ciega obstinación del régimen ayudaron a precipitar la conspiración: se formó el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas).
El descontento explosivo y el deseo de encontrar una salida — evidenciando la división en el seno de la débil clase dominante — se manifestaron en el libro de Spínola en el que defendía una forma peculiar de Federación Lusitana con las colonias, en realidad una forma distinta de mover la baraja pero con el control firme en manos portuguesas. La negativa a hacer la más mínima concesión — ni siquiera destituir de sus puestos a Spínola y Costa Gómez — y la ciega obstinación del régimen ayudaron a precipitar la conspiración: se formó el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas).
En Italia, en 1943, la destitución de
Mussolini y la llegada al poder de Badoglio precipitaron el movimiento de masas
y la creación de soviets en sólo veinticuatro horas.
Lo mismo ocurrió en Portugal. El
derrocamiento de Caetano precipitó el movimiento inmediato de las masas y la
intervención en la escena de la historia del joven proletariado portugués. Si
no se formaron los soviets fue por la política de la dirección de los partidos
comunista y socialista. El MFA defendía vagamente una cierta forma de
"democracia" — democracia burguesa — y en realidad no tenía un
programa claro, y en esa etapa aún menos tenía un programa social.
Pero la salida a la calle de las masas
cambió la situación. Esto se ha podido ver siempre en el curso de una
revolución, y también lo veremos en el futuro.
El movimiento de las masas produjo la confraternización con la base de las fuerzas armadas — soldados, marinos y aviadores —, trabajadores y campesinos uniformados. Los soldados apoyaban las ideas del socialismo y comenzaban a presentarse abiertamente como militantes del PCP y del PSP, incluso una minoría se adhirió a grupos ultraizquierdistas. Los generales, almirantes y comandantes de la Fuerza Aérea, las capas superiores de la oficialidad habían perdido el control de la situación.
El movimiento de las masas produjo la confraternización con la base de las fuerzas armadas — soldados, marinos y aviadores —, trabajadores y campesinos uniformados. Los soldados apoyaban las ideas del socialismo y comenzaban a presentarse abiertamente como militantes del PCP y del PSP, incluso una minoría se adhirió a grupos ultraizquierdistas. Los generales, almirantes y comandantes de la Fuerza Aérea, las capas superiores de la oficialidad habían perdido el control de la situación.
Si hubiera existido un partido
revolucionario de masas, habría sido completamente posible organizar soviets y
el proletariado podría haber tomado el poder rápidamente y sin dificultad. No
existían fuerzas que pudieran oponérsele.
Qué esta era la situación se pudo ver el
1º de Mayo, días después del colapso del régimen de Caetano, cuando más de
millón y medio de personas participaron en la manifestación. (¡Esa era la
consecuencia de cincuenta años de sistemática "erradicación" del
marxismo!).
Prácticamente toda la población adulta
de Lisboa y de otras zonas limítrofes debía estar presente. Los soldados,
marineros y aviadores se manifestaron junto con los obreros. Era imposible en
aquel momento emprender ninguna acción contra el movimiento de los
trabajadores. Los dirigentes del PSP y PCP se limitaron simplemente a adular a
sus libertadores: la casta de oficiales. Al igual que sus hermanos, la casta burocrática
de los países estalinistas, la dirección del PCP no ha aprendido nada de los
acontecimientos de la última época y ha olvidado todo. Los dirigentes de esta
generación de estalinistas y reformistas, no han aprendido nada de las
enseñanzas de Marx y Lenin.
En realidad son el freno más conservador
para el desarrollo de la revolución. Desprecian a las masas, las consideran
"ignorantes" y "dóciles", no son capaces de llevar a cabo
la revolución y de ahí su búsqueda de aliados burgueses.
Sin perspectivas y sin una teoría
elaborada de la revolución o de los procesos revolucionarios, su solución a
todos los problemas es intentar algún tipo de acuerdo con los verdaderos amos
de la sociedad, la burguesía liberal. No quieren ni tienen confianza en la
revolución socialista, en el sentido de la Revolución de Octubre de 1917 en
Rusia, con el control de las masas, con una genuina democracia obrera o la
dictadura del proletariado. Están orgánicamente unidos a la burguesía liberal y
en el caso del PCP también a la burocracia estalinista rusa.
El MFA y los dirigentes obreros sin
perspectivas.-
La peculiaridad fundamental de la
revolución portuguesa fue que la insurrección inmediata empezó como un
movimiento de las fuerzas armadas. Después las masas se echaron a la calle para
ajustar cuentas con la policía secreta. En Rusia fue un movimiento de masas el
que afectó al ejército. Cuando la policía tuvo que huir se llamó al ejército
para restablecer el orden. La gran mayoría de los oficiales permanecieron
leales al zarismo. La rebelión afectó a las filas más bajas del ejército,
incluidos muchos suboficiales que se pasaron a la revolución victoriosa.
Pero el movimiento de masas y la
relajación de la disciplina en las fuerzas armadas significaba que la situación
en Portugal, como luego demostraron los acontecimientos, era incluso más
favorable que en febrero de 1917 en Rusia.
Lenin explicó que la entrega del poder después de febrero a la burguesía liberal fue una cuestión de la conciencia en las masas. Además estaba el problema de la guerra con Alemania, que los mencheviques y social revolucionarios podían utilizar como una amenaza a la revolución. Pero Portugal estaba envuelto en una agresiva guerra colonial para mantener la esclavitud del pueblo africano, además era una guerra que tenía lugar lejos, en un continente diferente. ¡El principal impacto de la guerra era el mayoritario deseo de salir!
Lenin explicó que la entrega del poder después de febrero a la burguesía liberal fue una cuestión de la conciencia en las masas. Además estaba el problema de la guerra con Alemania, que los mencheviques y social revolucionarios podían utilizar como una amenaza a la revolución. Pero Portugal estaba envuelto en una agresiva guerra colonial para mantener la esclavitud del pueblo africano, además era una guerra que tenía lugar lejos, en un continente diferente. ¡El principal impacto de la guerra era el mayoritario deseo de salir!
Por otra parte, la situación
internacional era mucho más favorable. El corrompido régimen de Franco no podía
intervenir por miedo a provocar un movimiento entre las masas españolas.
Durante la II Guerra Mundial, la División Azul (española) luchó en el Frente
del Este. En Portugal Franco no se atrevió a intervenir ni siquiera con una
división. El imperialismo mundial se había pillado los dedos al intentar
aplastar los movimientos de los pueblos coloniales. Pero si el régimen
bonapartista español no podía intervenir, la situación era aún más desfavorable
para las potencias imperialistas europeas y no europeas. En el sentido de la
correlación mundial de fuerzas, el agotamiento del capitalismo y la debilidad
del poder burgués en comparación con la fuerza potencial de la clase obrera
mundial, la revolución portuguesa estaba y está en una posición mucho más
favorable que- la Revolución Rusa y las revoluciones del período entreguerras o
de la inmediata posguerra.
Las filas de las fuerzas armadas
apoyaban la revolución. Habrían respondido inmediatamente a la creación de
soviets o "juntas" obreras con la creación de soviets de soldados.
Habrían respondido a la agitación de los principales partidos obreros,
especialmente del PCP, para que entraran en acción.
La verdadera peculiaridad de la Revolución Portuguesa en comparación con cualquier otra revolución del pasado es la implicación de la masa de oficiales bajos y medios — incluso algunos generales y almirantes — en la revolución.
Si el poder del Estado como han explicado Marx y Lenin se reduce al control de cuerpos de hombres armados, entonces la decadencia del régimen portugués se mostraba con toda su desnudez. La burguesía se lo jugó todo a la carta de la represión feroz y totalitaria de las masas. Más de dos generaciones sufrieron sus consecuencias, la burguesía perdió todo el apoyo de la clase media y, por contagio, incluso el de una gran parte de la casta de oficiales. La guerra sin sentido en África jugó un papel importante, pero no es la única explicación. La masacre aún más lunática perpetrada durante la guerra de 1914-18 no hizo que la casta de oficiales (rusos) abandonara mayoritariamente al zarismo. No dudaron en pasarse al lado de la contrarrevolución y apoyar las guerras de intervención contra su propio país.
La verdadera peculiaridad de la Revolución Portuguesa en comparación con cualquier otra revolución del pasado es la implicación de la masa de oficiales bajos y medios — incluso algunos generales y almirantes — en la revolución.
Si el poder del Estado como han explicado Marx y Lenin se reduce al control de cuerpos de hombres armados, entonces la decadencia del régimen portugués se mostraba con toda su desnudez. La burguesía se lo jugó todo a la carta de la represión feroz y totalitaria de las masas. Más de dos generaciones sufrieron sus consecuencias, la burguesía perdió todo el apoyo de la clase media y, por contagio, incluso el de una gran parte de la casta de oficiales. La guerra sin sentido en África jugó un papel importante, pero no es la única explicación. La masacre aún más lunática perpetrada durante la guerra de 1914-18 no hizo que la casta de oficiales (rusos) abandonara mayoritariamente al zarismo. No dudaron en pasarse al lado de la contrarrevolución y apoyar las guerras de intervención contra su propio país.
En 1918 la revolución alemana se
encontró con la oposición del grueso de la oficialidad. La contrarrevolución de
Hitler contó con el apoyo de la abrumadora mayoría de los oficiales.
En la revolución española de 1931-37, el
99 por ciento de los oficiales se pasaron al bando de Franco. Y aún más cerca,
en 1926 la inmensa mayoría de la casta militar apoyó a Salazar.
En el péndulo político ha habido un giro
enorme a la izquierda. Durante tres décadas, la pequeña burguesía ha ido
girando más a la izquierda — como demuestra el movimiento estudiantil. En
Portugal el callejón sin salida del capitalismo y el odio hacia las camarillas
del capital monopolista que acuñaron su dinero con la sangre y el sufrimiento
de la población y los soldados, se ha reflejado en el aislamiento de los
círculos más ricos. Ellos apoyaron y se beneficiaron hasta el último momento
del régimen totalitario. El odio hacia estos parásitos se extendió a sectores
de la oficialidad. Esto es una indicación de que el capitalismo ha agotado su
misión histórica y se ha convertido en un obstáculo cada vez más importante
para la producción. En Portugal, como demuestra el desafortunado episodio de
Spínola, incluso el Estado Mayor estaba dividido.
El régimen estaba tan podrido que
realmente la revolución fue incruenta. La mayoría de las víctimas después de la
caída de Caetano se produjeron por asesinatos desesperados y vengativos de la
PIDE, la policía secreta portuguesa, que no veía más futuro que una celda o una
bala.
Las masas intervinieron inmediatamente
para quitarlos del medio, eliminando cualquier posibilidad de reagrupamiento y
reconstrucción por su parte. El régimen de Caetano murió sin defensa popular,
ni siquiera entre las clases medias.
Sin embargo, la ceguera, la falta de
perspectiva, de programa y de una política clara por parte del MPA, se hizo
evidente con la entrega inmediata del poder a Spínola — ¡ante la insistencia de
su amigo Caetano!
Sin la intervención y la presión del
movimiento de masas de la clase obrera, que había afectado a las filas de las
fuerzas armadas, la revolución se habría extinguido. La principal fuerza de la
revolución en Portugal fue el movimiento de masas. Esto ha tenido su efecto en
la tropa e incluso en las capas medias y superiores del ejército. La reacción
se reunió alrededor de la figura del nuevo presidente Spínola. Él no había
participado en la conspiración por que era un hombre conectado, por su
matrimonio, con los monopolios y él mismo contaba con una gran riqueza, por eso
esperó prudentemente los resultados.
¡Las manifestaciones y el movimiento en
las calles demostraban — con la liberación del "populacho" — que las
cosas habían ido demasiado lejos!
Spínola decidió frenar a las masas y se
preparó para capear el temporal de la revolución. No tenía intención de
abandonar el dominio de las colonias africanas, lo que intentaba era mantener
el control imperialista portugués pero de una forma disfrazada. Más tarde,
cuando la lucha se hizo visible, el general de brigada Gonçalvez reveló que
Spínola había amenazado con pedir a Sudáfrica y a EEUU ¡qué intervinieran con
sus ejércitos en las colonias africanas!
Sin embargo, debido al tomentoso
movimiento de masas en una serie de huelgas y manifestaciones espontáneas
contra los bajos salarios y las terribles condiciones laborales en Lisboa, y
con el vacío de poder debido a la inexistencia de partidos burgueses
organizados, Spínola no tenía otra alternativa que formar un gobierno de
coalición o frente popular con los liberales en posiciones dominantes, y con el
PCP y el PSP representados en el gabinete.
El Movimiento de las Fuerzas Armadas no
tenía un programa propio claro excepto un vago antifascismo. El hecho de que
eligieran a Spínola como presidente es una prueba de su ingenuidad. Spínola
calculaba que la revolución se calmaría con el cansancio y la desilusión de las
masas. Creía que podría manipular fácilmente al Movimiento de las Fuerzas
Armadas — un movimiento de oficiales — que en ese momento pensaba en términos
de democracia burguesa.
El programa del Movimiento de las
Fuerzas Armadas era impreciso. La declaración del 25 de abril constaba de
"libertades civiles, programa de salvación nacional, elecciones generales
y libres para elegir una asamblea constituyente... una forma propia de vida
política y social... un gobierno militar como una fase de transición".
Todavía el 6 de mayo Costa Gómez, ahora
a la "izquierda", declaraba en Angola que Portugal no tenía intención
de retirarse". Cuando se le preguntó si la Junta garantizaría la
independencia si era el deseo democráticamente expresado por el pueblo,
respondió: "el futuro gobierno será quien lo decida. La Junta tiene sólo
una función limitada, restaurar la democracia en Portugal".
Entre bastidores, las embajadas
imperialistas, especialmente la norteamericana, presionaban a Spínola para que
pusiera fin a la revolución. Los aliados de la OTAN miraban con recelo al
"cuco en su nido", es decir, a los ministros comunistas del gabinete.
Spínola en secreto confabulaba con las
potencias imperialistas. La embajada estadounidense garantizaba a las
multinacionales en Portugal que se restauraría la "calma" y que el
PCP, y posiblemente el PSP, estarían fuera del gobierno para finales de 1974.
Spínola intentaba asumir un papel
bonapartista con el apoyo del MFA, los dirigentes del PCP y del PSP, sin
política ni perspectivas, especialmente este último, iban detrás de Spínola.
Alvaro Cunhal jugó un papel especialmente cobarde, el PCP presentaba a Spínola,
a pesar de su pasado, como un gran demócrata y un antifascista.
Sin una organización flexible o general
de los trabajadores y los soldados, como las juntas o los soviets, que las
direcciones del PCP y PSP no tenían intención de fomentar, se produjo un
movimiento elemental y masivo hacia los recién creados sindicatos, la clase
obrera sentía la necesidad instintiva de organizarse en algún tipo de
organización de masas. Ahora, más del 50 por ciento de los trabajadores, un
porcentaje más alto que en la mayoría de los países industrializados, está
organizado en sindicatos poderosos. Era este poder lo que preocupaba a Spínola
y a los representantes del Capital.
Después de la revolución de febrero y
antes de la Revolución de Octubre, la organización de las masas en sindicatos
alcanzó un nivel nunca visto en Rusia. Los trabajadores sentían la necesidad de
organizarse como una forma de conseguir mejores condiciones laborales y
salariales, y también para defender la revolución. La escasez de comida y el
hambre existente entre los trabajadores, les obligó a luchar por
reivindicaciones elementales. Los dirigentes del PCP y PSP intentaron contener
a los trabajadores portugueses. Los estalinistas decían que las huelgas provocarían
a la "reacción". Las concesiones arrancadas a los monopolios en forma
de subidas salariales, eran según ellos, un "complot" para destruir
la revolución. Decían que el "70 por ciento" de la
"industria" portuguesa empleaba entre 1 y 5 trabajadores y que por lo
tanto estos aumentos salariales ¡provocarían su bancarrota!
En realidad la mayor parte de la
industria estaba en manos de los bancos y las "siete familias". La
política de los dirigentes reformistas y del PCP sólo podría haber llevado a la
victoria del complot contrarrevolucionario de Spínola.
Spínola y la intentona de reacción.-
En todo momento las maniobras de Spínola
iban dirigidas a preparar un giro bonapartista de la revolución y para
concentrar todo el poder en sus manos. Este sólo era un paso para aplastar la
revolución que desde el primer día había sido su principal preocupación.
La elección de Carlos Da Palma como
primer ministro fue el primer paso para conseguir este objetivo, un propósito
ante el que estaban totalmente cegados el dirigente del PCP, Cunhal, y el del
PSP, Soares.
Su política de coalición los hacía más
incapaces para entender los acontecimientos que incluso a los oficiales
"no políticos" del ejército que estaban acostumbrados a obedecer
ordenes. Si hubiera dependido de esos "dirigentes" hoy en Portugal
habría una dictadura bonapartista spinolista, con un carácter totalitario.
Carlos Da Palma pidió al Consejo de
Estado en Julio de 1974 poderes más amplios anunciando su dimisión si no le
concedían esos poderes. Cuando se los negaron, él y otros tres ministros
liberales dimitieron. Carlos Da Palma había pedido celebrar en tres meses la
elección del presidente para poder consolidar el poder de Spínola, además de la
redacción de una constitución provisional y retrasar las elecciones a la
Asamblea Constituyente hasta 1976. Se trataba pues de una conspiración con la
colaboración de la camarilla de Spínola. Este último mantenía la presidencia y
mientras esperaba una ocasión más propicia. Pero tuvo que sacrificar al
profesor Carlos Da Palma y en su lugar se encontró con un gobierno más a la
izquierda. Pero lo más importante es que no había podido conseguir el control
del MFA que, aunque con paso vacilante, controlaba las fuerzas armadas. Para
agudizar la tensión Da Palma explicó, con su estilo de catedrático liberal, que
la situación existente en Portugal (una oleada de huelgas, el movimiento
huelguístico de los trabajadores, la expulsión por parte de los trabajadores de
los directores que pertenecían al partido fascista, la existencia de elementos
de control obrero, la intervención de los comités de empresa en la contratación
y despido de trabajadores, las manifestaciones de trabajadores....)
"equivale a un clima de indisciplina social que es completamente contrario
a mi temperamento y a mis ideas sobre la democracia", y por esa razón él
había pedido mayor poder.
El profesor liberal, acostumbrado a la
calma de su edificio de la universidad pública custodiado por las botas y las
armas de la policía fascista, ¡debía tener en ese momento horribles pesadillas!
Que los obreros levanten la cabeza, pidan derechos y planteen sus necesidades,
a estos caballeros les parece una locura. En esto Da Palma plagia a otro
profesor liberal ruso, Miliukov, quien siendo ministro usaba casi exactamente las
mismas palabras para describir la situación de la revolución rusa. A estos
señores lo que les aterroriza es la ruptura por parte de los obreros del insano
asilo del capitalismo y por eso necesitan a los carceleros fascistas.
Pero los dirigentes de los partidos
obreros estaban ciegos antes este proceso. El periódico del PCP, Avante,
condenaba las propuestas de Da Palma y apelaba a Spínola, que era el auténtico
manipulador.
Después de la salida de Da Palma,
Spínola continuó su complot e intentó preparar el ambiente para un nuevo
intento. En un discurso pronunciado el 18 de julio Spínola declaró que el
"clima de anarquía no puede continuar... cualquier intento de subvertir la
disciplina será considerado una traición contra la libertad y la democracia".
La primera crisis del nuevo gobierno
portugués cogió por sorpresa a los dirigentes del PCP y el PSP (lo mismo
ocurrió en las siguientes crisis). Carlos Da Palma, el primer ministro liberal
burgués, dimitió de acuerdo con Spínola. La intención era empujar el gobierno
hacia la derecha, librarse de los ministros del PCP y más tarde echar del
gobierno a los del PSP. Las elecciones a la Asamblea Constituyente se habían
pospuesto durante un año para dar tiempo a los partidos burgueses a
organizarse. Pero cada vez más Spínola trataba de jugar algún tipo de papel
bonapartista con el semi-bonapartista Movimiento de las Fuerzas Armadas.
Las masas reaccionaron con todas sus
fuerzas. El Consejo del MFA rechazó las sugerencias de Spínola. En su lugar, el
general de brigada Vasco Gonçalves se convirtió en primer ministro y la mayoría
de los puestos del gabinete pasaron a manos de oficiales de las fuerzas
armadas.
Así pues, el intento de empujar a la
revolución hacia la derecha fue abortado y adquirió un ímpetu mayor hacia la izquierda,
¡mientras fracasaba la intentona de echar del gobierno a los ministros del PCP!
Además de no cumplir las garantías que Spínola había dado al embajador
norteamericano sobre la expulsión de los comunistas antes de final de año, la
posición de Spínola dentro del MFA se debilitó. Los oficiales comenzaron a
recelar de su actitud.
Que la reacción no pudiese conseguir
rápidamente una base de apoyo en Portugal no fue debido a la perspicacia,
clarividencia y comprensión de los dirigentes de los partidos obreros. Si
hubiera dependido de la política que ellos defendían ante las masas seguro que
Spínola habría conseguido una base de apoyo.
Ellos habían participado en la trampa
ficticia y burguesa de presentar a Spínola como un héroe de la revolución. Si
hubiera dependido de ellos, la revolución portuguesa habría seguido los
primeros pasos de la revolución española en 1931-37. En dos años la derecha
republicana de Lerroux y Gil Robles consiguió ganar una base social y la
victoria en las urnas.
Pero el tiempo y la decadencia del
capitalismo a escala mundial han tenido su efecto. A la mayoría de los
oficiales les había afectado la sangrienta y agonizante guerra en África. Pero
más importantes eran los efectos de los quince años de guerra sobre las masas
sin derechos y bajo un régimen bárbaro de terror y tortura. Las masas habían
vivido en unas condiciones de pobreza y trabajo durísimo, sin perspectivas y
con una esclavitud diaria ineludible.
Las masas buscaban alguna luz y alivio a
su situación. El capitalismo mundial ahora está minado. El febril giro a la
izquierda de la clase media en Portugal, y ahora en Grecia, es un síntoma de la
agonía del capitalismo europeo y mundial que afecta primero a la margen
mediterránea. Durante los próximos diez o veinte años probablemente veremos
acontecimientos similares, con un ritmo más o menos ligero, en la mayoría o en
todas las potencias europeas, y también en EEUU y Japón. España será el próximo
país. En el momento actual sólo en Portugal suena la obertura de la revolución.
La gloriosa sinfonía se tocará en España.
Debido a la ausencia de una dirección
revolucionaria en Portugal, en contraste con la revolución rusa, la revolución
ha tenido la peculiaridad de que cada paso delante de la revolución ha estado
provocado por los movimientos de la contrarrevolución.
En este sentido la clase obrera ha dado
prueba de una voluntad aún más determinada a resistir las intentonas de la
reacción que en el curso de la propia revolución rusa. La clase obrera es más
numerosa y poderosa que los trabajadores rusos en el momento de la revolución.
El 10 por ciento de la población rusa eran trabajadores industriales mientras
que en Portugal es el 33 por ciento. En España durante la revolución de la
preguerra, el proletariado suponía el 25 por ciento de la población. Con la
casta de oficiales radicalizada, las masas conscientes de las guerras perdidas
en África donde se habían malgastando la sangre y los recursos portugueses, la
implacable voluntad de las masas de no regresar jamás al infierno del fascismo
totalitario y el contexto internacional, todas éstas eran condiciones muy
favorables para el desarrollo de la revolución. Si el proceso fue más lento en
algunos aspectos que en la revolución rusa fue debido a la
"dirección", que ha ido detrás de los acontecimientos y se ha dejado
arrastrar por ellos, en lugar de dar una dirección consciente al proceso.
Ellos, "los dirigentes", han seguido o se han visto arrastrados por
el movimiento de la base. Spínola, después de consultar a los dirigentes del
ejército en África, tuvo que decretar la "descolonización" o conceder
la independencia a las colonias africanas, simplemente porque las fuerzas
armadas, incluyendo a los suboficiales, no querían seguir luchando para
mantener los intereses del imperialismo portugués; aunque trató de mantener
Angola dada su gran riqueza todavía sin explotar.
Pero al ver como se desarrollaba el
proceso revolucionario, los monopolios y el capital internacional cada vez
estaban más alarmados. Spínola era el foco de la reacción. Después de intentar
quitarse de encima a las fuerzas armadas, Spínola utilizó su posición de
Presidente para iniciar una campaña bonapartista. Se pospusieron las elecciones
y comenzó una campaña para un plebiscito bonapartista que confirmara como
presidente a Spínola, "el héroe de la revolución", y darle las bases
para reunir a los oficiales reaccionarios, al campesinado y la pequeña
burguesía, especialmente en el norte donde están los elementos políticamente
mas atrasados. Se trataba de movilizar a la reacción y después preparar el
golpe. En Lisboa, Oporto y otras ciudades aparecieron carteles invitando a
manifestarse a la "mayoría silenciosa", eran los preparativos de lo
que debería ser una movilización contrarrevolucionaria en Lisboa para el 30 de septiembre
de 1974.
En este proceso estaban implicados
elementos sospechosos de pertenecer a la antigua "legión portuguesa"
y otros grupos fascistas simpatizantes. Exigían la elección del presidente
antes de las elecciones generales. Los monopolios, y probablemente el capital
internacional, pusieron mucho dinero en la campaña.
Todos estos preparativos estuvieron
rodeados de declaraciones furiosamente patrióticas en la prensa burguesa.
Spínola nombró a los comandos encargados de la guardia en el palacio
presidencial. Decenas de miles de reaccionarios debían ser trasladados en
camiones hasta Lisboa procedentes de Oporto y el norte del país. En la misma
Lisboa también se dejó ver la "mayoría silenciosa".
Comenzaran a extenderse rumores de que
la reacción, especialmente los antiguos miembros de La legión Portuguesa iban a
traer armas a Lisboa. Incluso empezaron a circular noticias de que se estaban
escondiendo armas en la "Lisboa roja".
Las masas comenzaron a alarmarse.
Mientras Cunhal suplicaba a Spínola desde las páginas de Avante y en sus
discursos para que hiciera algo para "detener a la derecha", las
masas comenzaron a actuar. En los últimos días de septiembre empezaron a
aparecer barricadas alrededor de Lisboa, en las carreteras que llevaban al
centro que es donde se iba a celebrar la manifestación.
Los soldados de las patrullas se negaron a intervenir o miraban con indiferencia cuando los obreros que defendían las barricadas desarmaban a los oficiales. Muchos obreros estaban armados con revólveres y rifles que algunos soldados les hablan entregado.
Los soldados de las patrullas se negaron a intervenir o miraban con indiferencia cuando los obreros que defendían las barricadas desarmaban a los oficiales. Muchos obreros estaban armados con revólveres y rifles que algunos soldados les hablan entregado.
Todo estaba preparado para un
enfrentamiento sangriento. En este momento, Spínola se dio cuenta de que no
contaba con una fuerza real en la que confiar. La atmósfera electrizante obligó
al MFA a actuar. Exigieron a Spínola que se definiese y suspendiera la
manifestación.
Al principio Spínola intentó luchar y
les desafió. El 28 hizo llamar al palacio presidencial al primer ministro Vasco
Gonçalvez y al ministro Melo Antúnez. ¡Y les arrestó! Intentó declarar el
estado de emergencia que le hubiera dado todos los poderes y el control de las
fuerzas armadas.
Costa Gómez, comandante en jefe, se negó
a firmar las órdenes a las tropas. Aunque lo hubiera hecho no habría servido de
nada porque las tropas se negaron a moverse. Spínola se percató de que ni
siquiera podía confiar en las tropas de choque, porque éstas no estaban
dispuestas a disparar sobre otros regimientos o contra las miles y decenas de
miles de trabajadores que comenzaban a congregarse. A las dos horas Gonçalvez y
Antúnez fueron liberados.
Al ver fracasado su objetivo, es decir,
la movilización de la reacción contra las masas, Spínola tuvo que suspender la
manifestación y dimitir.
Así pues, el intento de unir fuerzas
para un contragolpe derechista fue derrotado, de nuevo por la movilización
espontánea de los trabajadores. Esto empujó a la revolución más hacia la
izquierda.
Cunhal, dirigente del PCP, en una
entrevista concedida al Diario de Lisboa, tan tarde como el 25 de septiembre,
suplicaba a Spínola, origen y principal organizador de esta reacción, que
"¡tomase medidas para sofocar a la derecha¡", así pues, ¡suplicaban a
Belcebú para que éste hiciera algo contra todos los diablillos!
La manifestación había sido organizada
entorno a consignas como: "Contra el clima de anarquía... no a los
extremistas... se están preparando nuevas formas de esclavitud". El
discurso de Spínola del 10 de septiembre fue una incitación para que se
organizase la reacción derechista. La legión Portuguesa y otros grupos de
derechas y fascistas, se movilizaron en apoyo a Spínola.
Quizá el llamamiento más serio fue el
que hizo el 26 de septiembre el Sindicato de Trabajadores del Transporte para
que los trabajadores se negaran a trasladar a los manifestantes a Lisboa en
tren o en autobús. Entonces los organizadores amenazaron con traer a sus
fuerzas en camiones. Esto se frustró con el levantamiento de barricadas.
El 28 de septiembre militantes de
izquierda desafiaron las órdenes del ejército de abandonar las barricadas
levantadas a las afueras de Lisboa. Grupos de soldados armados, marinos y
obreros, que llevaban insignias de "seguridad" en las solapas,
hicieron una redada en los hoteles de Lisboa buscando a los
"derechistas", es decir, a los fascistas. Ya habían hecho todos los
preparativos para un golpe que coincidiese con la manifestación pro-Spínola.
Qué lamentables e inadecuados fueron la
política y los preparativos del PCP y el PSP en vísperas de estos
acontecimientos. Qué lejos estaban de la previsión, análisis y comprensión de
la dirección bolchevique de Lenin y Trotsky en cada una de las etapas de la
revolución.
Así, el segundo movimiento decisivo de
la reacción, en un momento elegido intencionadamente debido a las presiones
turbulentas de la revolución, terminó en una derrota. Pero de nuevo Spínola
conservó su posición y se preparó para un nuevo intento en circunstancias más
favorables. Pero en esta ocasión él había perdido la presidencia. Tuvo que
dimitir obligado por el MFA, aunque se ocultó a las masas que había intentado
dar un golpe de estado para tomar el poder en sus manos.
La revolución había recibido un nuevo
impulso hacia la izquierda con el triunfo sobre la intentona golpista. A pesar
de esto la inflación continuó subiendo hasta alcanzar del 30-35 por ciento. El
paro crecía rápidamente. La inflación profundizó la situación de
empobrecimiento de las masas.
Los grandes capitalistas y los bancos
continuaban su resistencia pasiva. La inversión cayó rápidamente y ocurrió lo
mismo con la producción. Las condiciones de las masas cada vez eran más
críticas. Dentro de la fuerza aérea un amplio sector de los oficiales estaba
con Spínola. Pero la mayor parte de los oficiales del ejército y la armada
estaban en su contra.
El 10 por ciento de los oficiales de la
marina habían sido depurados a través del retiro forzoso, 200 oficiales del
ejército habían perdido sus rangos. Así que una minoría importante y
considerable de las fuerzas armadas, particularmente entre los altos mandos,
estaba con Spínola. Pero la oposición de las masas y la inevitable resistencia
de la tropa de los tres sectores del ejército, la aplastante mayoría tenían la
misma actitud que los trabajadores — fue lo que consiguió echar por tierra el
complot contrarrevolucionario de Spínola.
El MFA comienza a consolidar el poder.-
Sin aprender nada de los acontecimientos
de esta época, el PCP continuó con su programa de la "revolución
democrática". La misma postura de Stalin tras la revolución de febrero en
Rusia, con la diferencia de que los comunistas portugueses habían abandonado el
adjetivo "burgués" y hablaban y escribían sobre la revolución
democrática en abstracto.
El congreso del PC del 29 de octubre de
1974, casi un mes después de los acontecimientos de septiembre, continuaba
todavía incluyendo sólo reivindicaciones democráticas, con vagas referencias a
la "liquidación de los monopolios en el desarrollo económico", que
puede significar mucho o nada. Esto sólo conseguía despistar a sus seguidores.
El gobierno anteriormente se había enfrentado a una situación donde la mayoría
de los comités de empresa en muchas, sino en todas, las grandes empresas e
industrias habían acumulado una gran parcela de poder, decidiendo la
contratación y el despido de los trabajadores, pero ahora de mala gana tuvo que
reconocer el derecho a huelga. ¡Pero puso tantas condiciones que habría sido
más difícil hacer una huelga en Portugal que en EEUU con la ley Taft-Martley
Act o en Gran Bretaña con la Ley de Relaciones Industriales de los
conservadores británicos!
Las huelgas de solidaridad estaban
prohibidas y todo tipo de huelgas "políticas". Pero el movimiento
continuaba desarrollándose a pesar de la timidez del PSP y PCP, y del hecho de
que el MFA se limitaba únicamente a reaccionar ante los acontecimientos. La ley
de huelga se aceptó antes de estos acontecimientos. Sin duda el propio Spínola
tuvo algo que ver en la redacción de las condiciones.
Mientras el PCP guardaba silencio, a los
dirigentes del PSP no les quedó otro remedio que protestar. Así, el 2 de
septiembre el PSP condenó la "naturaleza restrictiva de la ley" e
hizo referencia a la "actual naturaleza dinámica de los conflictos
laborales". En realidad, comprendían la imposibilidad de contener la
presión acumulada en el movimiento obrero después de dos generaciones de
represión. Precisamente Spínola lo que deseaba dominar era este irresistible
movimiento de las masas.
Los fascistas habían intentado
reorganizar sus fuerzas en una serie de partidos pequeños que se multiplicaban
como las setas. Los monopolios aterrorizados por la oleada elemental de las
masas probablemente les financiaban. No hay duda de que los grandes capitales
internacionales también contribuían.
En septiembre y octubre el gobierno,
temiendo que las masas se tomaran la justicia por su mano, prohibió los grupos
fascistas, muchos de cuyos dirigentes "patriotas" eran miembros o
elementos destacados de la disuelta Legión Fascista.
El 2 de octubre el COPCON (la
recientemente organizada policía de seguridad del MFA) hizo una redada en las
oficinas del llamado Partido Progresista de Lisboa, encontraron "un
arsenal"... y... "planes" que se llevarían a cabo durante la
manifestación de la "mayoría silenciosa". Este partido, entre otros,
fue prohibido.
Los partidos "democráticos" de
derechas estaban suspendidos en el aire sin una base sólida. Las presiones de
las masas se reflejaban de manera distorsionada en la ultra izquierda que sitió
al Partido Socialdemócrata del Centro, donde había encontrado cobijo el antiguo
Partido Fascista del Gobierno.
Las tropas enviadas a
"proteger" el congreso simpatizaron con los manifestantes de
izquierdas y eso llevó a un comentarista extranjero, burgués pero serio, a
afirmar que estas acciones, estaban "¡provocando el temor de un giro a la
izquierda del gobierno y de una posible guerra civil!"
La casta de oficiales de este gobierno
semi-bonapartista — con el poder real de decisión en manos del MFA — comenzó a
tantear el terreno para institucionalizar el Consejo de la Revolución, y de
este modo tener un control permanente o casi permanente del estado y el país. Los
dirigentes del PSP y del PCP les defendieron. Pero la reacción, después de la
destitución de Spínola, estaba llena de miedo y rabia.
¡He aquí un giro curioso en la
Revolución Portuguesa! La reacción estaba en contra del dominio y el control
militar, mientras los "progresistas" estaban clamorosamente a favor.
Los dirigentes del PSP y del PCP no tenían una organización que ofrecer frente
a la del Estado mientras los partidos de derechas, como en todas has
revoluciones anteriores, no tenían ni a las masas ni a la mayoría de la casta
de los oficiales. Así pues, el PPD lanzó un fuerte ataque contra las reuniones
del MFA en Aveiro.
"Cuando vemos al MFA discutiendo la
composición del gabinete, examinando los planes económicos, pronunciándose
sobre la ley sindical, debemos preguntarnos, como se lo preguntan en los países
extranjeros: ¿estamos viviendo o no bajo un gobierno militar? Hemos alcanzado
el punto de ruptura... no podemos seguir viviendo en un clima de guerra
civil... no podemos tolerar durante más tiempo la escalada del lenguaje
revolucionario que adquiere un tono cada vez más triunfante. Es vital que el
pueblo no sea sometido a soluciones revolucionarias que él no ha
elegido...."
La Asamblea del MFA del 6 de febrero de
1975 entregó todos los poderes a la Junta Militar para "depurar y dar
moralidad al modo de vida de la nación" y oponerse a las maniobras contra
la economía, la defensa nacional y el orden público.
Este lenguaje era impreciso pero
colocaba una bota militar clara y firmemente sobre la nación. El 12 de febrero
Mario Soares pidió a la Junta que "disipe la inseguridad en Portugal
haciendo públicos sus objetivos y propósitos".
La Junta en ese momento habría tenido
dificultades en hacer esto porque ni ellos mismos los conocía, ¡aparte de la
determinación a mantener el poder en sus manos e impedir el regreso del antiguo
régimen!
En este momento estaban en una posición
similar a la de Castro en 1959, después del derrocamiento de Batista. Es verdad
que ellos no habían tenido que llevar a cabo una arriesgada guerra de
guerrillas, pero sí se habían visto obligados a ponerse a la cabeza de un golpe
militar que había abierto de par en par las compuertas de la revolución, y
ahora no podían controlar tan fácilmente el movimiento.
El PPD (socialdemócratas) el 14 de
febrero acusó a la Junta Militar de "socavar" el papel de los
partidos civiles. Cada vez más el poder real estaba por decreto en manos de la
Junta. Así que decidieron que el MFA debería tener el derecho a veto en la
elección del presidente y controlar el gobierno provisional y la asamblea
constituyente, como también decidirían los nombres de los miembros militares
del gabinete e insistían en la independencia del ejército, la independencia de
la Junta y el reconocimiento de su lugar en la constitución.
Aunque en unas condiciones diferentes,
estos eran los poderes que tenía la Junta militar argentina antes de su
derrocamiento. Era una constitución por excelencia bonapartista, pero la
burguesía portuguesa e internacional no estaba dispuesta a apoyar este poder
debido a su relativa independencia y carácter incontrolado. Especialmente
porque parecían basarse en las masas en busca de apoyo.
Todos los seguidores más conservadores
de Spínola en las fuerzas armadas se oponían a estas medidas Estaban a favor de
la "reestructuración" de las fuerzas armadas para deshacerse de los
oficiales radicales y con "inclinación revolucionaria". Decían que la
reorganización "...no será fácil, pero si oficiales revolucionarios clave
siguen en la política, entonces será imposible".
En noviembre todos los antiguos generales de los tres sectores del ejército se habían retirado forzosamente, los almirantes a los 62 años, los generales de brigada a los 60 y los coroneles y capitanes de la marina a los 57 años. ¡Hasta Spínola pasó oficialmente a la situación de jubilado!
En noviembre todos los antiguos generales de los tres sectores del ejército se habían retirado forzosamente, los almirantes a los 62 años, los generales de brigada a los 60 y los coroneles y capitanes de la marina a los 57 años. ¡Hasta Spínola pasó oficialmente a la situación de jubilado!
Cunhal y el PCP siguieron obediente y
estáticamente cada giro de las fuerzas armadas. Soares, el dirigente del PSP,
mientras que hablaba demagógicamente de socialismo y dictadura del proletariado
en un futuro lejano, al mismo tiempo, adoptó una posición equívoca ante el
poder arrogante del MFA.
18 de enero Cunhal hizo algunas
preguntas retóricas al líder del PSP: "Diga quiénes son sus amigos y
quiénes sus enemigos". "¿Es usted un aliado del PCP y otras fuerzas
democráticas contra el capitalismo y la reacción, o está con las fuerzas
conservadoras de derechas contra la revolución?"
Soares reflejaba las dificultades de los círculos burgueses y pequeño burgueses ante las tensiones de la sociedad portuguesa y la actitud radicalizada del MFA; intentaba asustar a los oficiales radicales y a las masas con el espectro de la intervención de las potencias capitalistas extranjeras. ¡En ese momento las maniobras navales de la OTAN alrededor de Portugal obviamente eran un intento de amenazar a las masas e incluso a los oficiales radicalizados!
Soares reflejaba las dificultades de los círculos burgueses y pequeño burgueses ante las tensiones de la sociedad portuguesa y la actitud radicalizada del MFA; intentaba asustar a los oficiales radicales y a las masas con el espectro de la intervención de las potencias capitalistas extranjeras. ¡En ese momento las maniobras navales de la OTAN alrededor de Portugal obviamente eran un intento de amenazar a las masas e incluso a los oficiales radicalizados!
El dirigente socialista propuso al MFA
un nuevo acuerdo y en una conferencia de prensa el 27 de febrero declaró que
"una profunda escisión y finalmente un bloqueo económico o la intervención
extranjera, son posibilidades que no se pueden excluir o tomar a la
ligera". Esta era la atmósfera en que se maquinaba la nueva conspiración
spinolista. Igual que en la revolución rusa, las masas ejercían una enorme
presión sobre los patronos y éstos querían una mano dura a la cabeza del
Estado, es decir, volver a algún tipo de dictadura policiaco-militar para
detener la revolución. La expropiación de las empresas estaba en el aire y
querían librarse de este espectro.
El 21 de Febrero el gobierno aprobó el
"Plan Económico Trienal" en el que se veía la mano de los ministros
del PCP y el PSP, ya que los oficiales no se consideraban expertos en economía.
¡Qué parodia tan miserable y travestida! Era menos radical que las medidas de
la posguerra en Francia e Italia; mucho menos que el programa del gobierno
laborista británico de 1945-51 e incluso que el actual. Preveía el control
estatal parcial de ciertas industrias (como el Consejo Nacional de Industria
Británico), la expropiación de algunas tierras y el aumento de la inversión
extranjera. Igual que las medidas que quería introducir Tony Benn con el
Consejo Nacional de Industria Británico y existen en Italia con el IRI
(Instituto de Reforma Industrial) y el "Dirigisme", o en Francia y el
"plan" –francés que preveía un mayor control político de la economía,
la inyección de ayuda estatal para evitar las bancarrotas y el desempleo,
mejorar los servicios sanitarios, además de una reforma de la Seguridad Social.
Al mismo tiempo, igual que lo propuesto por Tony Benn en el Consejo Nacional de
Industria Británico, el Estado se quedaría con el 51 por ciento de las minas
más importantes, el petróleo, gas natural, acero, refinerías, petroquímicas,
electricidad, tabacos y fabricación de armas, la mayoría de estas industrias en
Gran Bretaña ya están totalmente nacionalizadas.
De Melo Antunez, que supuestamente había
redactado el documento, declaró era un documento "revolucionario",
aunque se apresuró a asegurar a las grandes empresas que ¡los cambios no se
producirían de una forma "abrupta y violenta"!
Al mismo tiempo, quizá para recompensar
el arrojo del MFA, los dirigentes del PSP y el PCP anunciaron "una
política de ajuste de precios e ingresos" para controlar la inflación. La
clase obrera "debía tener en cuenta la peculiar situación histórica en la
que estamos...".
Antes de esto, en agosto de 1974, el MFA
y el gobierno habían declarado su intención de nacionalizar los tres
principales bancos: el Banco de Agola, el Banco Nacional Ultramarino y el Banco
de Portugal.
Quizás ese había sido uno de los
factores que llevaron a la burguesía a presionar a Spínola para la conspiración
de septiembre. Ahora, una vez más, estas tímidas medidas, unidas a la situación
de "indisciplina" de los soldados y la actuación de los obreros como
si "ellos fueran los dueños de las fábricas", echando y arrestado a
los directores fascistas, estableciendo elementos de doble poder y control
obrero en las fábricas e industrias, en general, hacían la vida imposible a la
clase gobernante, especialmente a las siete familiar. Y más allá estaba la
presión de las grandes potencias imperialistas, especialmente EEUU. Podemos
estar seguros de que la embajada estadounidense de manera discreta empujó a
Spínola... a la ruina.
Resulta irónico que los dirigentes
pequeño-burgueses de los partidos obreros, en condiciones revolucionarias, a
veces se vean empujados por los acontecimientos, revoluciones y las presiones favorables de las
masas, y terminen yendo más allá de donde deseaban o pretendían llegar.
Que los "dirigentes" no tenían
idea de nacionalizar ni siquiera los "principales puestos de mando"
de la economía se pude ver en el "plan" trienal. Veían el
"socialismo" en un futuro distante y lejano, unas cuantas
generaciones más allá. Ahora era el momento de la revolución
"democrática". En particular el PCP se resistía a la presión de las
masas, predicando la paciencia para no "provocar a la reacción". Si
en esta ocasión su político no terminó en un desastre fue gracias a la marea
revolucionaria y a pesar de su política. Los dirigentes del PCP no comprendían
nada de la dialéctica de los acontecimientos. Si dependiera — y todavía depende
— de ellos la revolución ya habría sido aplastada.
El golpe del 11 de marzo: la reacción
tiene que retroceder.-
Con la revolución en su punto de
ebullición, con la autoridad de los empresarios minada, con una situación
social y política indefinida, la reacción no podía esperar a las elecciones.
Sabían que las masas rechazarían el capitalismo. Al igual que la burguesía
rusa, comprendían que la clase capitalista débil y aislada sería una pequeña
minoría dentro de la Asamblea Constituyente. Habían tenido que aceptar el
totalitarismo fascista o bonapartista, el control autoritario, durante más de
cincuenta años para salvaguardar su propiedad. Ahora sentían la presión
hirviente de la revolución y buscaban algún general que les salvara con una
nueva dictadura militar y así restablecer la "ley y el orden".
El 11 de marzo de 1975, Spínola, un
aventurero todavía menos afortunado que Kornilov, decidió, probablemente
después de consultar con sus aliados de la OTAN y las embajadas de Europa
occidental y EEUU, que había llegado el momento de acabar de una vez por todas
con la revolución.
Como Kornilov, movilizó a lo que no pasó
de ser sólo un ejército fantasma en Lisboa procedente de la base aérea de
Tancos. Les dijo a los paracaidistas y a los oficiales de aviación que habían
sido la reacción menos radical y el sector más importante del apoyo a Spínola,
que los tupamaros, ayudados por conspiradores anarquistas, habían tomado los
cuarteles de artillería de Lisboa. Este era el sector más radical de las tropas
donde los maoístas tenían algo de apoyo. Utilizaron unos cuantos aviones para
bombardear los cuarteles y pedir la rendición del comandante. Los paracaidistas
se dirigieron a los cuarteles, intercambiaron disparos y hubo unas cuantas
bajas.
Habían preparado el apoyo de unidades
terrestres y esperaban que dieran un "apoyo considerable" en la
intentona contragolpista. Hubo un enfrentamiento entre el comandante de los
paracaidistas, el capitán Martín, y el capitán de artillería, De Almeida. Los
cuarteles de la guardia republicana fueron ocupados por oficiales spinolistas.
El oficial al mando, el general Ferreira, fue tomado como rehén. Spínola
denunció que los "comunistas dominaban el caos".
Pero, en realidad, Spínola contaba con
menos fuerzas que Kornilov en 1917. Este último también engañó a sus tropas (la
salvaje división de montañeros del Caúcaso) denunciado una "rebelión
bolchevique".
Pero al producirse manifestaciones de
masas de los trabajadores, las fuerzas del contragolpe se desvanecieron. Los
paracaidistas y los comandos siempre son las fuerzas más conservadoras del
ejército, formadas habitualmente por los elementos más aventureros y salvajes
de la población, normalmente es la fuerza de elite de las tropas de choque, la
de más confianza y la última en resquebrajarse, como ocurría con los cosacos en
Rusia. Ahora los paracaidistas aseguraban a los manifestantes "nosotros no
somos fascistas". Se unieron a los trabajadores y a las tropas del
regimiento de artillería. Algunos entregaron sus rifles a los manifestantes
como prueba de su buena fe.
A las pocas horas del golpe, la base
aérea fue tomada. Spínola y la mayoría de su camarilla de oficiales huyeron a
España. El golpe se evaporó, no en días sino en minutos. Ha sido quizás el
intento de contrarrevolución más ridículo y cómico de la historia. Fue un
fracaso precisamente debido a la atmósfera revolucionaria que estaba al rojo y
que afectaba no sólo a los trabajadores y campesinos, sino también a toda la
base de las fuerzas armadas. No había un sólo regimiento en Portugal que
pudiera ser utilizado para propósitos contrarrevolucionarios.
El pueblo portugués había vomitado al
fascismo al que identificaba con la dictadura del capital y no estaba dispuesto
a permitir que se diera ni un sólo paso hacia el establecimiento de otro
régimen similar. Esta es la verdadera explicación del fracaso.
Era el tercer intento de canalizar la
revolución hacia el bonapartismo burgués. En la fábula cuando el pastorcillo
gritó ¡qué viene el lobo! por tercera vez nadie lo creyó, y fue devorado. ¡Pero
en esta ocasión quien sufrió el desastre fue el lobo de la reacción!
Unas semanas antes del intento de golpe,
en las elecciones para la junta militar, se vio que Spínola tenía fuerzas
dentro de la casta militar en las que poda confiar dada la inclinación clara de
algunos oficiales hacia la reacción. Después de su dimisión de la presidencia
había mantenido contactos políticos y militares, sólo esperaban la oportunidad
para lanzarse.
Para la asamblea del MFA fueron elegidos oficiales llamados centristas, partidarios de Spínola, antiguos colegas y ayudantes suyos, en vez de elegir oficiales radicales de izquierda, seguidores de Rosa Coutinho, Gonçalvez y Carvalho. El propio Carvalho y tres de los cinco miembros del Comité Coordinador del MFA fueron derrotados en las elecciones de oficiales. Carvalho sólo consiguió mantener su puesto en la Asamblea General como miembro ex-oficio, ya que era el jefe de la COPCON.
Para la asamblea del MFA fueron elegidos oficiales llamados centristas, partidarios de Spínola, antiguos colegas y ayudantes suyos, en vez de elegir oficiales radicales de izquierda, seguidores de Rosa Coutinho, Gonçalvez y Carvalho. El propio Carvalho y tres de los cinco miembros del Comité Coordinador del MFA fueron derrotados en las elecciones de oficiales. Carvalho sólo consiguió mantener su puesto en la Asamblea General como miembro ex-oficio, ya que era el jefe de la COPCON.
Era evidente un cierto giro a la derecha
en el seno de los oficiales, lo que significaba un tremendo peligro para la
revolución y sobre todo, porque los dirigentes obreros no alcanzaban a
comprender sus repercusiones.
Al darse cuenta de la situación, los
oficiales radicales tomaron medidas. Los oficiales derechistas seguidores
declarados de Spínola fueron destituidos. La estructura del Estado Mayor de las
fuerzas armadas cambió. Se formó una Junta Nacional de Salvación con plenos poderes
legislativos para "dirigir y poner en práctica el programa revolucionario
en Portugal". El comandante Correira Jesuino encabezaba un consejo con
poder para vetar la legislación del gabinete y de legislar con o sin la
aprobación del gabinete. La Asamblea General fue remodelada, el ejército de
tierra tendría 120 representantes, la armada 60 y la aviación otros 60.
En el "Consejo Supremo de la
Revolución" elegido por este organismo no tenía ni un solo miembro que
tuviese una graduación inferior a capitán. ¡Predominaban los generales de
brigada, almirantes y comandantes de aviación!
Marx escribió que en los escritos de Hegel, pesados y aparentemente oscuros, se podía ver la revolución en un momento histórico determinado. ¡Sólo el genio creador de la historia podía depararnos el espectáculo de una revolución en los vehículos de los generales y almirantes! Esto fue así porque el capitalismo en Portugal estaba agotado, un país medio colonial y semi-imperialista sin salida bajo el capitalismo después de la pérdida del imperio. Al mismo tiempo, la dictadura militar burguesa estaba completamente desacreditada incluso entre sectores de casta militar debido a los cincuenta años de experiencia bajo la dictadura.
Marx escribió que en los escritos de Hegel, pesados y aparentemente oscuros, se podía ver la revolución en un momento histórico determinado. ¡Sólo el genio creador de la historia podía depararnos el espectáculo de una revolución en los vehículos de los generales y almirantes! Esto fue así porque el capitalismo en Portugal estaba agotado, un país medio colonial y semi-imperialista sin salida bajo el capitalismo después de la pérdida del imperio. Al mismo tiempo, la dictadura militar burguesa estaba completamente desacreditada incluso entre sectores de casta militar debido a los cincuenta años de experiencia bajo la dictadura.
Pero la razón principal del inmenso
papel que jugaron los militares ha sido la parálisis de las organizaciones
obreras y la ausencia de un partido y dirección auténticamente marxistas. En
realidad, desde el inicio de la revolución — el verdadero poder ha estado en
manos de los trabajadores y los soldados — el MFA ha llenado el vacío provocado
por el fracaso de las direcciones del PCP y PSP.
Los cadetes (demócratas
constitucionales), el partido de la burguesía liberal en la revolución rusa, a
la primera oportunidad se pasó al lado de la contrarrevolución y apoyó a
Kornilov, porque no había lugar en Rusia para una democracia burguesa y porque
era necesario para mantener el capitalismo, controlar y dominar a los obreros y
campesinos bajo las bayonetas de una dictadura militar. De la misma manera, los
partidos "liberales" en Portugal (el PPD y otros) se vieron obligados
a apoyar la reacción spinolista. Por la misma razón, sólo veían "caos y
desorden... colapso económico y ruina" en la falta de disciplina de los
soldados, en la amenazante usurpación que suponían las prerrogativas de gestión
y otras "reivindicaciones no razonables", no sólo de los trabajadores
industriales, sino también de los trabajadores de cuello blanco. No es una
casualidad que en las revoluciones rusa y española este fuese el comportamiento
de la burguesía liberal. Esto ya fue explicado teóricamente por el
leninismo-trotskismo sobre la base de la experiencia.
Nosotros ya pronosticamos que este sería
el comportamiento inevitable de los "demócratas" en Portugal, debido
igualmente a la situación y naturaleza del país, y también, por supuesto, a las
condiciones de la revolución en Portugal e internacionalmente.
Desgraciadamente, para la dirección del
PSP y PCP, estas consideraciones "teóricas" eran un libro cerrado.
Ellos eran hombres "prácticos" y buscaban la colaboración de los
capitalistas liberales en "su" revolución democrática.
Consecuentemente, que la burguesía
liberal y sus partidos rechazaran la mano tendida para colaborar en el
"frente popular" para ellos significó una sorpresa desagradable y una
conmoción. No hay que agradecerles a ello que el resultado no haya sido el
mismo que en España o Chile. Sino que se ha debido simplemente a la debilidad
de la contrarrevolución burguesa y, por consiguiente, a la ineptitud de su
dirección.
Muchos hombres de negocios fueron
arrestados, incluidos siete miembros de la familia Espirito Santo que poseía
uno de los bancos más grandes de Portugal. También fueron arrestados Jorge y
José Manuel de Melo, directores de la CUF, el grupo de empresas más grande de
Portugal. Después todos fueron puestos en libertad.
Fueron arrestados 131 conspiradores,
incluidos el comandante de los paracaidistas Rafael Durao y José Sánchez
Osorio, dirigente del Partido Demócrata Cristiano.
El Consejo Supremo de la Revolución
decretó la destitución de los oficiales "incompetentes" y ordenó el
pase a la reserva de cualquier oficial que no estuviese dispuesto a realizar
una declaración de lealtad al MFA. Todos los militares implicados en el golpe
del 11 de marzo fueron expulsados y sus propiedades confiscadas. El tratamiento
para los oficiales hermanos implicados en el golpe fue excesivamente suave y
tolerante. Si la reacción hubiera triunfado — como en Chile — se abrían
producido ejecuciones y creados campos de concentración para los oficiales
radicales, sindicalistas, socialistas y comunistas.
Los oficiales radicales de izquierda
actuaron con decisión porque sus propias cabezas estaban en juego, lo mismo que
el destino inmediato de la revolución, Detrás del intento de golpe estaban los
grandes capitalistas portugueses, que contaron con la colaboración de los
gobiernos de occidente y las multinacionales instaladas en Portugal.
Como si formase parte de un acuerdo, los medios de comunicación de masas de algunos países, como Gran Bretaña, la radio, la televisión y la prensa, inmediatamente publicaron noticias deformadas para apoyar el golpe. Las elecciones, previstas para seis semanas después, fueron ignoradas por estos declarados constitucionalistas. ¡Una lección muy valiosa para la clase obrera¡ Cuando los intereses del capital están en juego, el refrán "la necesidad no entiende de leyes" se convierte en un principio.
Los comentaristas de radio hablaban de una revuelta de los "moderados" contra el primer ministro y el gobierno "comunistas". Por ejemplo, The Evening Standard, un periódico británico, publicaba el siguiente titular:"¡Los moderados se levantan contra el extremismo!" Toda la prensa describía la situación como el último movimiento de los demócratas, obligados a actuar contra la "anarquía" y el "caos" existentes en Portugal.
Todo estaba preparado para apoyar a la
reacción en la posible guerra civil. La burguesía internacional no descartaba
esta posibilidad. Durante cincuenta años había guardado silencio ante los
crímenes del anterior régimen dictatorial, sólo veía "orden" y
"tranquilidad" en el país, apoyo popular a Salazar y Caetano.
Desgraciadamente para ella, la reacción era demasiado débil. El aire caliente
de la revolución disipaba los vapores de la reacción. Se apoyaba en unas
fuerzas inseguras y fantasmagóricas. Esta es una indicación de cómo ha cambiado
la situación desde la revolución española de 1931.
"El capitalismo en Portugal ha muerto" – The Times.-
Los capitalistas y terratenientes
portugueses habían perdido sus principales reservas de apoyo en la población
después de cincuenta años de dictadura, guerra colonial y represión en África.
Aparte de la chusma fascista — una pequeña minoría — y (probablemente) una
minoría de oficiales, nadie apoyó el llamamiento de Spínola. El que ayer era el
"héroe" de la revolución, no tenía hoy ni siquiera apoyo entre las
fuerzas armadas.
El intento de golpe reaccionario para
inclinar la situación a favor de los intereses del capitalismo fracasó, y el
resultado, una vez más, fue impulsar la revolución más a la izquierda. Las
masas trabajadoras se levantaron contra el gran capital por que comprendía que
detrás estaba el espectral monóculo de Spínola.
Los empleados de banca habían observado
las transacciones financieras de la oligarquía. Las transferencias al
extranjero de decenas de millones de libras de Spínola y sus conspiradores.
Estos sectores, históricamente son un
sector atrasado de los trabajadores política e industrialmente (por su
conciencia sindical). Las capas avanzadas son los trabajadores industriales en
el acero, ingeniería, minería, transporte, etc.
Las direcciones del PCP y el PSP, hasta
ese momento, habían engañado a estas capas avanzadas planteando que la
perspectiva de la nacionalización y la revolución socialista sólo era posible a
largo plazo (décadas). Ahora era el período de la "revolución
democrática" y no había que provocar a la burguesía liberal y era
necesario evitar que cayera en brazos de la reacción.
Hasta este momento las direcciones del Partido Comunista y Partido Socialista, han jugado un papel incluso peor que los mencheviques en la revolución rusa. Intentaron frenar las luchas de la clase obrera. Se sometieron a los dirigentes militares. Intentaron obligar a los trabajadores a "respetar" los derechos de la propiedad privada y a no disgustar a los militares. Querían que los trabajadores aceptasen un nivel de vida inferior y no hicieron nada contra los directores de empresa que intentaban actuar como si todavía estuviera Caetano en el poder.
Sus perspectivas para la revolución eran
las mismas que las de los mencheviques en Rusia. Una generación de democracia
burguesa antes de poder hablar de "socialismo". Resultaba utópico
pensar — decían — que en este Portugal tan atrasado, donde no se había llevado
a cabo la revolución democrático burguesa, fuera posible instaurar el
socialismo.
Pero el apoyo que los banqueros habían
dado a la contrarrevolución hizo que estallara la indignación entre los
trabajadores de la banca. El PC no estaba suficientemente implantado en sus
filas e intentaba influir en ellos confundiéndoles con sofisterías. ¡Los
trabajadores de la banca ocuparon los bancos y se negaron a abrir hasta que no
fueran nacionalizados! Los soldados, al igual que los trabajadores, eran
conscientes de los intereses que había detrás del golpe.
Además a los oficiales que dominaban el
MFA tampoco les gustaban los financieros que estaban detrás del golpe. Sabían
que habrían perdido la vida si el intento de golpe hubiese tenido éxito. Como
no tenían ninguna de las inhibiciones de los timoratos líderes pequeño-burgueses
de los partidos comunista y socialista, seguían la dirección que les marcaban
los trabajadores. Aceptaron los hechos y anunciaron la nacionalización de los
bancos con compensación únicamente a los pequeños accionistas que de otra
manera se verían perjudicados. Ocurrió el 14 de marzo, a los tres días de la
ocupación.
A continuación los trabajadores de
seguros siguieron el ejemplo de los de la banca y ocuparon las compañías de
seguros exigiendo su nacionalización, y a nadie se le ocurriría calificar de
vanguardia revolucionaria, en ningún país, a los trabajadores de seguros. Esto
también fue apoyado por el MFA. Fue entonces cuando el MFA declaró que el
objetivo de la revolución, ex post facto, era el "¡socialismo!"
Lo que hizo avanzar la revolución y la
defendió de los ataques de la reacción fue la actividad y la presión de las
masas en cada una de las etapas de la revolución. La fuerza motriz de la
revolución ha sido el movimiento de los trabajadores y los soldados, incluso
sin una organización como las juntas o los soviets.
Los "partidos" tardíamente
abrazaron el "socialismo" como su objetivo inmediato, una vez que la
casta de oficiales radicales lo había convertido en un objetivo respetable. Y
así quedaron atrás teorías tales como la "etapa democrática" por la
que teóricamente Portugal tenía que pasar. La casta de oficiales, protegida e
impulsada por la iniciativa de las masas, había conseguido un cambio
fundamental en Portugal.
Los bancos y compañías de seguros
controlaban el 50 por ciento de la industria de Portugal y una buena parte de
la tierra. Así, al confiscar lo más decisivo del poder financiero, lógicamente
el MFA tuvo que nacionalizar los monopolios. La mayor parte de la industria y
la tierra — más del 75 por ciento — están ahora nacionalizados.
Lo mismo que Castro, el MFA tuve que
encaminarse en una dirección que no tenía ni la más mínima intención de seguir
al principio de la revolución.
Pero al mismo tiempo, el MFA está decidido a mantener el poder en manos de la casta militar. Los trabajadores y los campesinos, como ha dicho el almirante Coutinho en una entrevista, "son demasiado ignorantes" para poder confiar en ellos y entregarles el poder. En estas ingenuas manifestaciones vemos los prejuicios innatos de la casta militar. Y tampoco tenía la intención de entregar el poder a los partidos políticos.
En 1974, después del segundo intento de Spínola, un comentarista burgués declaró lo siguiente después de proyectase la nacionalización de los tres bancos más importantes: La nacionalización de los otros bancos de Portugal no está prevista en el plan trienal... otros amplios sectores incluidos los periódicos han sido nacionalizados... El primer ministro (Gonçalvez) ha dicho que el gobierno no pretende nacionalizar toda la economía..."
E1 10 de abril, unas semanas antes de las elecciones, el ministro militar de comunicaciones sociales (los militares habían escogido la mayor parte de las carteras del inoperante gabinete) declaraba que ¡quizá había sido un error permitir la formación de partidos políticos en Portugal!
Pero al mismo tiempo, el MFA está decidido a mantener el poder en manos de la casta militar. Los trabajadores y los campesinos, como ha dicho el almirante Coutinho en una entrevista, "son demasiado ignorantes" para poder confiar en ellos y entregarles el poder. En estas ingenuas manifestaciones vemos los prejuicios innatos de la casta militar. Y tampoco tenía la intención de entregar el poder a los partidos políticos.
En 1974, después del segundo intento de Spínola, un comentarista burgués declaró lo siguiente después de proyectase la nacionalización de los tres bancos más importantes: La nacionalización de los otros bancos de Portugal no está prevista en el plan trienal... otros amplios sectores incluidos los periódicos han sido nacionalizados... El primer ministro (Gonçalvez) ha dicho que el gobierno no pretende nacionalizar toda la economía..."
E1 10 de abril, unas semanas antes de las elecciones, el ministro militar de comunicaciones sociales (los militares habían escogido la mayor parte de las carteras del inoperante gabinete) declaraba que ¡quizá había sido un error permitir la formación de partidos políticos en Portugal!
De este modo, el MFA debe conservar el
poder decisivo durante tres de los cinco años posteriores a las elecciones, en
realidad, si de ellos dependiese, lo tendrían de forma permanente. Como
explicaba Correira Jesuino: "después de todo, fueron las fuerzas armadas y
no los partidos políticos clandestinos o los intelectuales, los que hicieron la
revolución del 25 abril [1974]... Somos la vanguardia de esa revolución y, por
eso, tenemos derecho a asumir la dirección de la nación..."
Tuvimos que asistir al repelente
espectáculo de ver al partido estalinista, con Cunhal a la cabeza, apoyar
acríticamente a los militares, muchos de los cuales ahora sí deseaban
honestamente defender la revolución y llevarla hacia adelante, sin defender y
explicar el poder obrero, algo que los estalinistas han olvidado o que esta
generación nunca entendió. A los burócratas rusos les habría aterrorizado esa
perspectiva porque invocaría el espectro de la revolución política en casa.
Ahora, Cunhal y el PCP hablan de las
debilidades y los pecados de la democracia burguesa. Frente a esto, plantean el
"socialismo", es decir, una versión idealizada del estado totalitario
de partido único que existe en Rusia y China, pero con la economía
nacionalizada.
The Morning Star durante unos cuantos
números publicó material sobre esta cuestión, después guardaron silencio. Los
partidos comunistas francés e italiano, con su inmenso poder y buscando la
colaboración con los radicales y "sus" demócrata cristianos, se
mordieron la lengua con cierta turbación.
Debemos utilizar la confusión de estos
partidos, incluido el PC español, como un medio de propaganda.
El capitalismo internacional observa
espantado la revolución en Portugal. Son espectadores impotentes que no pueden,
especialmente en este momento, intervenir directamente, como hicieron contra la
revolución rusa, e incluso contra la revolución en Asia y en Vietnam. Además,
éste es el punto débil de Europa y puede tener una influencia enorme en la
revolución que se está desarrollando en el Estado español.
¿Bonapartismo proletario o democracia
proletaria?
Las elecciones generales en Portugal,
aunque fueron un eco pálido, indican el proceso de la revolución. ¡Explican por
qué la burguesía se lo jugó todo con un golpe militar para impedir la
celebración de elecciones!
Los partidos "socialistas"
tuvieron más votos que en ninguna otra elección en historia , más que en las
elecciones a la asamblea constituyente celebradas después de la revolución de
Octubre en Rusia. Dos tercios votaron por el socialismo, incluidos los votos
del PCP, PSP, ultraizquierdistas y los votos en blanco a favor del MFA. ¡Y esto
con un 92 por ciento del electorado! Si incluimos el 26% del PPD
(socialdemócratas), ¡tendríamos el 93 por ciento del electorado! ¡Sólo el 7 por
ciento votó por un partido abiertamente burgués!
La ausencia de un auténtico partido
marxista y la falta de una idea clara de lo que se debería hacer o un sentido
claro de como dirigir el proceso por parte de la dirección militar que en este
momento está llena de incertidumbres, llevó a considerar la posibilidad de un
nuevo intento de contrarrevolución burguesa. Esto explica las acarameladas
palabras de las potencias del MCE, incluida Gran Bretaña, y la sugerencia del
envío de ayudas y créditos procedentes de EEUU. Ayer apoyaban a Spínola, hoy
están enseñando a los gobernantes portugueses las virtudes de la democracia,
sin duda alguna, ¡pero una democracia burguesa "plural"! ¡Están intentando
ganar tiempo para que se organice la reacción! Hay también un sector muy grande
de los oficiales silenciosos y con la cabeza baja en los que, de momento,
pueden confiar. A pesar de las nacionalizaciones generalizadas, no hay todavía
un plan económico centralizado. Las masas no están inmersas en la
administración y la dirección de la industria. La antigua burocracia del
servicio público todavía está en su mayoría intacta.
Ellos esperan que si las masas se
desilusionan con el paro, la inflación, la disminución de su nivel de vida y la
recesión, entonces puede que un nuevo golpe tenga más éxito y consiga restaurar
la reacción. Por eso el MCE y EEUU hablan de ayuda con condiciones. Pero un
nuevo golpe electrificaría una vez más a las masas y sería una garantía para
llevar a cabo la nacionalización total.
Aunque no se puede excluir totalmente,
parece bastante poco probable un golpe reaccionario burgués, ya que sólo
provocaría nuevos movimientos de masas y pondría en peligro (desde el punto de
vista burgués) el arraigo de los militares en la sociedad portuguesa.
Esto sería un peligro aún mayor para la
burguesía mundial que la situación actual. No quiere echar a los gobernantes
militares en los brazos de la burocracia rusa, ya que juegan un papel
relativamente independiente, de momento, como nacionalistas portugueses.
Así pues, el MCE y EEUU intentan
mantener la correlación de fuerzas que actualmente hay en Portugal. Como
admitía The Times, "el capitalismo en Portugal ha muerto". La clase
dominante mundial quiere sacar el mejor partido posible de una mala situación.
En el momento actual, están esperando el
apoyo de la reacción, de los pequeños propietarios campesinos del norte, en
quienes se pretendía apoyar Spínola junto con algunos sectores de la
oficialidad. Están además apoyando el conflicto existente entre las dirección
del PCP y el PSP.
Según algunas fuentes, 7.000 ex-policías
secretas portugueses armados están en España esperando la oportunidad para
vengarse. Si surgieran escisiones entre los oficiales, éstos, junto con algunos
mercenarios, podrían intentar intervenir en Portugal. Sin embargo, como se ha
visto en cada intento de la reacción, el peligro de la contrarrevolución
provocaría una reacción más extrema de las masas y sin la intervención militar
directa, incluso una intervención extranjera fracasaría después de un terrible
enfrentamiento sangriento. Hay miembros del burgués CDS (Centro Democrático y
Social), incluso parlamentarios de la asamblea constituyente, que están
manchados porque han ocupado puestos dirigentes en las organizaciones
fascistas. Uno fue ministro en el gobierno de Caetano y otro, el general De
Melo, estuvo implicado en el golpe de Spínola. Estos están esperando reafirmar
las prerrogativas del capitalismo intentando provocar una escisión en el
Movimiento de las Fuerzas Armadas y también paralizar a la clase obrera.
Mario Soares ha aceptado de mala gana el
programa de nacionalizaciones como una transición al "socialismo",
pero está enfrentado al PCP en la cuestión de los derechos democráticos
abstractos. La burguesía de occidente espera colocar una cuña en la situación
para aprovecharse de esta contradicción.
Si Soares hubiera planteado la cuestión
de un plan de producción democrático basado en los soviets, la elección de
soviets de trabajadores, campesinos y soldados (Comités de Obreros y Soldados),
el control y la gestión de la industria y el estado por parte de la clase
obrera, el PSP sin duda habría conseguido el apoyo de la aplastante mayoría de
la población, de los trabajadores, soldados y campesinos. El programa de Lenin,
los famosos cuatro puntos para la dictadura del proletariado o la democracia
obrera, deberían haber formado la base de un programa para la revolución.
•Creación y elección de soviets con
derecho de revocación.
•Ningún funcionario puede recibir un salario más elevado que un trabajador cualificado.
•No al ejército permanente sino el pueblo en armas.
•No a la burocracia. Todos los cargos
públicos deben ser desempeñados rotativamente por los representantes de los
trabajadores. Los trabajos del estado deben reducirse al control y la
administración. Cualquier cocinero debe ser capaz de asumir las funciones de
primer ministro.
Un programa como este defendido por
dirigentes con autoridad, habría obtenido un apoyo enorme en las filas del PSP
y el PCP y entre sus simpatizantes. Habría dado a Portugal una posición
hegemónica en la revolución de la Península Ibérica y después en toda Europa.
Pero el programa de Soares es un
programa impotente, quiere construir una democracia burguesa allí donde han
desaparecido las bases para esta democracia. En realidad nunca existieron estas
bases en la revolución portuguesa. Durante un tiempo hubo bases para una
democracia proletaria, aunque sólo sobre una base nacional, o para una dictadura
burguesa, un nuevo y más feroz salazarismo. Ahora la elección está entre
bonapartismo proletario o democracia proletaria.
Los gestos vacíos de Soares no
conseguirán otra cosa que irritar a la casta militar. No impedirán que el PCP
consolide, de una forma burocrática, su implantación en los sindicatos y otras
instituciones. Solo si existieran soviets controlados democráticamente, que
tuvieran el control de la prensa y garantizaran el acceso a todos los medios de
comunicación, sobre la base y en proporción al apoyo en los soviets, entonces
sí existiría verdadera libertad de expresión. Teniendo en cuenta la
organización y el control de la base en las fuerzas armadas, en la industria y
en el campo, la presión para obtener la democracia socialista seria irresistible.
Pero las llamadas vacías de Soares a
manifestaciones sin perspectivas y sin ningún objetivo o estrategia para tomar
el poder, simplemente desmoralizarán a la clase obrera. Los socialdemócratas
resultan bufones patéticos cuando llega la oportunidad de dar pasos decisivos.
Ocurre lo mismo con las manifestaciones y huelgas contra la provocación y la
violencia fascistas, sin estrategia y tácticas para tomar el poder terminan
convirtiéndose en algo vacío y permiten a los fascistas incrementar su violencia
cuando acaban las manifestaciones y los trabajadores regresan al trabajo. Así
pues, mientras los estalinistas mantienen su control, Soares continúa adulando
a los "generales revolucionarios".
Nadie ofrece una alternativa a las
masas. No existe una organización democrática y flexible de la base en la
industria (aparte los sindicatos) y en el ejército capaz de unir a todos sobre
bases naciones para oponerse al poder de la Junta de oficiales, y las
organizaciones sindicales están controladas burocráticamente desde arriba por
los estalinistas.
Sin lugar a dudas, aunque la Junta de
oficiales revolucionarios tiene gran apoyo entre las masas, el voto masivo por
el PSP fue un voto contra el totalitarismo.
Las masas quieren el socialismo, pero
quieren un socialismo libre y democrático. Han sufrido dos generaciones de
terror autoritario y no quieren una nueva dictadura totalitaria. Este es un
elemento a favor en la posición del PSP.
Sin embargo Soares, que se aprovecha de este sentimiento que está en el ánimo
de las masas, no da respuestas concretas.
Por ejemplo, un verdadero plan de
producción que incluyera el monopolio del mercado exterior, implicaría la
participación a nivel local de las obreros en las fábricas, a través de
análisis profundo de los recursos del país, su fuerza y su debilidad,
implicando a científicos, ingenieros y técnicos, delegados sindicales e incluso
amas de casa para elaborar uno o dos planes de producción quinquenales. Las
masas deben tener la última palabra a través de la representación local y
después en la representación nacional de las juntas de trabajadores. Pero con
el cretinismo parlamentario Soares sólo conseguirá quedar suspendido en el aire
dentro de una asamblea constituyente ineficaz.
Tal como están las cosas ahora, las
decisiones finales serán tomadas por la Junta de oficiales en colaboración con
sus obedientes marionetas, los lideres del PCP. La misma Junta será arrastrada
por la marea de los acontecimientos. Al no tener una filosofía elaborada y
actuar de manera empírica, irán dando bandazos de un lado a otro. Sin la
intervención de la revolución en España, que animará y aumentará la actividad y
el entusiasmo de la clase obrera, tenderán a soluciones totalitarias a la
cubana, porque esas serían la inclinación y formación naturales de los
militares, propensos al "orden" y la "limpieza" en las
relaciones sociales.
Los dirigentes del PCP, expertos en
demagogia, manejos y trucos burocráticos., sobrepasarán completamente a Soares,
por que el PSP no tiene una alternativa programática para el poder.
Consecuentemente, los oficiales del MFA
que en este momento están temblorosos e inseguros ante sus próximos
movimientos, algo poco habitual en una casta militar entrenada, inexorablemente
se verán obligados a tomar en sus manos todo el control. Esto ocurrirá sobre
todo debido a las vacilaciones y disputas en la asamblea constituyente.
Intentarán dividir el PCP o formar un
partido de las fuerzas armadas en el que se pueden amalgamar otros partidos.
Soares tiene la esperanza de conseguir apoyo de los partidos socialistas y
comunistas de Europa occidental, pero es una carta insignificante frente a las
realidades del poder en Portugal.
El MFA está jugando un papel
bonapartista sin los añadidos de un estado policiaco-militar, pero los mismos acontecimientos
les obligarán a tomar una decisión. Existe un vacío de poder. La burguesía en
su mayoría ha sido desposeída. Sólo quedan algunos remanentes de las grandes
empresas. En ese sentido el poder está ahora en manos del proletariado, pero
los oficiales controlan el poder del Estado formalmente, en el sentido de que
controlar los cuerpos de hombres armados significa tener el control del Estado.
O se obliga a los oficiales a someterse y participar en los comités de
soldados, donde serían una pequeña minoría. o inevitablemente barrerán hacia un
lado a los "políticos chapuceros y desavenidos".
Ya hay señales de esto. Los oficiales
están criticando la pusilanimidad, cobardía e indecisión socialdemócratas de
Soares. Hablan de la necesidad de un "verdadero partido socialista" y
el PCP presionará en ese sentido.
El control de la prensa, la radio y la
televisión está ya en manos de los intelectuales del PCP que los han empezado a
burocratizar con los métodos habituales del estalinismo incontrolado. El
episodio de República no es casualidad.
El hecho de que el PSP abandone o no el
gobierno por esta cuestión, no va a significar una diferencia fundamental en
los acontecimientos porque no ofrece una alternativa organizativa concreta. Si
permanece dentro, su destino estará sellado. Si abandonan, será únicamente un
gesto de cretinismo parlamentario porque sólo provocaría el regreso a la
retórica y las manifestaciones, sin un objetivo determinado y sin una meta
organizativa a la vista que pudieran adoptar las masas.
Independientemente del giro o matiz
peculiar que se le de, Portugal está en el camino hacia una forma de
bonapartismo proletario o un estado obrero deformado o desfigurado. Las bases
económicas están ya ampliamente sentadas. "El socialismo", en el
idioma de los dirigentes socialdemócratas y estalinistas, y también de los
dirigentes del MFA, ya se ha logrado. Los lideres militares están examinando
los modelos. El sistema cubano, que no difiere en lo esencial del de China,
Yugoslavia, Rusia etc., parece ser el modelo favorito. En un momento u otro, la
lógica de los acontecimientos de una burocracia militar incontrolada les
obligará a hacer algo.
Portugal es todavía uno de los países
mas retrasados de Europa. En Europa occidental es el país más pobre y atrasado,
con un 40 por cieno de alfabetismo. Un imperio perdido, una industria débil,
problemas extraordinarios problemas en una agricultura atrasada, las
dificultades y los problemas se acumulan.
Con una perspectiva puramente nacional y
sin la concepción de una democracia obrera y el socialismo internacional, que
debido a sus propios recursos e iniciativas parece algo completamente ajeno
para los soldados gobernantes, sin mirar hacia la revolución española en busca
de ayuda para la creación de una Federación Socialista Ibérica, como un paso
hacia una Europa Socialista, Portugal inexorablemente se encaminará hacia un
estado totalitario de partido único.
La tragedia de la revolución portuguesa
hasta ahora radica en que no hubo una tendencia que, basándose en la teoría
probada del marxismo y la historia de las tres últimas décadas, fuera capaz de
intervenir en el PSP y ganar el apoyo de su base para una política marxista.
Como pronosticó nuestra tendencia, las
masas se dirigieron en decenas de miles a las organizaciones tradicionales de
la clase obrera, el PCP y el PSP, y por millones a los sindicatos.
La vanguardia obrera activa estaba
organizada en el PCP y en el PSP. Si desde el principio hubiera existido un
grupo marxista consciente dentro del PSP, habría crecido rápidamente sobre la
base de la experiencia de la revolución, gracias a una interpretación,
anticipación y explicación correctas de los acontecimientos. Hoy sería la
mayoría de las JS y posiblemente también en del PSP.
La escisión del PCP antes de la revolución
y la formación del seudo-maoísta MRPP, demuestran hasta que punto han sido
aplastadas las ideas del marxismo revolucionario por el desarrollo de los
acontecimientos mundiales. Este grupo ha jugado un papel peligroso y provocador
en la revolución, con sus tácticas irresponsables y ultraizquierdistas. Le ha
seguido el juego al PCP con su fantástica resurrección del "social
fascismo" para calificar al PCP.
En su mayoría es una organización
estudiantil, si ha conseguido algo de apoyo entre los trabajadores se ha debido
principalmente al oportunismo del PCP y sus métodos burocrático. A los
trabajadores serios no les agradan sus tácticas infantiles e histéricas. Como
dijo uno de los oficiales dirigentes de la Junta, sus enloquecidos métodos
dejan libre el camino a los provocadores, como son las sectas
ultraizquierdistas y anarquistas italianas. Actúa como una fuerza
desorganizadora y desmoralizante. Juega a la revolución de una manera infantil
y estudiantil. Su misma existencia se debe al vacío creado por la desaparición
temporal de una corriente de masas marxista. Se alimenta del oportunismo y la
ausencia de democracia en el PCP, pero como tendencia seria no tiene futuro en
el movimiento de masas. Simplemente dará excusas a la Junta para que en el
momento adecuado utilice la represión.
Los estudiantes pueden jugar un papel
importante si están preparados principalmente para aprender tanto como para
enseñar, dentro del marco del movimiento obrero. Fuera, sin la disciplina del
auténtico marxismo, sus peores aspectos y los más débiles se convertirán en
dominantes.
Volviendo a las cuestiones serias, la
"propia vía al socialismo" de los militares portugueses, está
sembrada de terribles problemas y dificultades. Aparte de Checoslovaquia y,
posiblemente Polonia, los demás países en los que triunfó el bonapartismo
proletario durante la posguerra, existía un proletariado débil y disperso.
En el caso de Polonia, donde las
ciudades fueron prácticamente destruidas, Varsovia reducida a escombros (En
Varsovia vivía un porcentaje, sino la mayoría, importante del proletariado) y
donde los campesinos constituían la aplastante mayoría de la población, no era
posible que el proletariado jugara un papel independiente del PCP y el Ejército
Rojo.
No había un partido marxista
revolucionario. El proletariado estaba diezmado, especialmente los trabajadores
cualificados. Su sección judía fue prácticamente exterminada. Sin una victoria
del proletariado en uno de los países más industrializados, no podría existir
la perspectiva de un poder obrero democrático.
Hacía falta algunos años para cerrar las
heridas, con el desarrollo de la industria polaca. En 1956, y más aún en 1970,
el proletariado polaco demostró que sus grandes tradiciones no estaban muertas.
Demostró su odio hacia los nuevos terratenientes, la burocracia y el deseo de
una auténtica democracia obrera.
En el caso de Checoslovaquia, se daban
unas circunstancias similares. El PC era la organización dominante en el
proletariado. Había recuerdos amargos de Munich y su rendición al yugo de un
opresor fascista extranjero. No había ninguna organización que defendiese la
perspectiva de la democracia obrera. Los estalinistas se aprovecharon del
chovinismo y las masas alemanas fueron expulsadas de las provincias de Bohemia
y Moravia. En este ambiente fue posible imponer un totalitarismo estalinista
antes de que las masas entendieran sus implicaciones.
En el caso de Rusia el proletariado, que
se había levantado hasta el punto de conseguir el poder y la democracia obrera
por primera vez en la historia, sucumbió bajo el mando de la burocracia, debido
al aislamiento de la revolución y al atraso Rusia. (Ver documentos y material
de Trotsky).
El ala bolchevique fue derrotada en la
lucha entre 1924 y 1927,a pesar de las tradiciones de Octubre y la existencia
de un partido revolucionario, y esta derrota se debió al fracaso de la oleada
revolucionaria internacionalmente, y la derrota de los trabajadores en
Alemania, Gran Bretaña y China. El proletariado, cansado, exhausto y diezmado,
cayo victima de los usurpadores burocráticos.
Hoy, a escala mundial, la situación es
completamente diferente. Sin exagerar, sería correcto decir que el capitalismo
europeo y mundial esta preñado de la revolución, incluso aunque esté en sus
etapas iniciales. El proletariado mundial es inmensamente más poderoso que en
ningún otro momento histórico. Se producirán acontecimientos inmensos y el
proletariado entrará en acción en un país tras otro.
La burguesía mundial es decadente y está
en decadencia. La euforia de la posguerra se ha evaporado. La burguesía está
parcialmente desmoralizada mientras espera con terror los acontecimientos. No
ha podido intervenir militarmente para aplastar la revolución en un pequeño
país situado en el extremo opuesto de Rusia, dentro del continente europeo.
Esto es mucho más peligroso para el capitalismo mundial que la revolución
estalinista deformada de Vietnam. La mayor contradicción de los acontecimientos
mundiales es la ausencia de un fuerte partido revolucionario. Esta es
precisamente la contradicción que tenemos obligación de eliminar.
En el actual panorama de los
acontecimientos mundiales es bastante poco probable que la burocracia militar
portuguesa pueda consolidar una dictadura bonapartista proletaria
policiaco-militar, debido a la revolución que se aproxima en el Estado español
y las repercusiones que esto tendrá en Europa y en el mundo. Las revoluciones
portuguesa y española se desarrollarán paralelamente, actuando e influyendo la
una sobre la otra. Esto hará muy difícil, sino imposible, burocratizar
completamente la revolución portuguesa y consolidar un estado estalinista
totalitario en Portugal (progresista en cuanto que suprimiría el capitalismo y
los latifundios e impulsaría un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, y
por consiguiente, estas medidas deberían ser apoyadas por la clase obrera
internacional, pero ese mismo régimen sería reaccionario en cuanto a la
ausencia de democracia obrera y al estrecho y ciego nacionalismo). Esto sentará
las bases para nuevas contradicciones y la necesidad de una segunda revolución
política para instaurar una democracia obrera.
Escrito por T.Grant en Mayo de 1975.
Fuente: Fundación de Estudios
Socialistas Federico Engels.
Gracias compañero, completo trebajo. QUE IMPORTANTE ES LA CULTURA, sea cual sea.
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