30 de septiembre de 2010

DESPUÉS DEL 29-S.


"Los sindicatos cifran el seguimiento de la huelga en Málaga en un 75 por ciento. Por contra, la Confederación de Empresarios calcula que el paro apenas ha superado el 25 por ciento. EFE: La manifestación convocada en Málaga en contra de la reforma laboral ha movilizado a miles de personas -15.000, según la Policía Local y 25.000, según los sindicatos- en una jornada de huelga general que ha tenido un seguimiento del 75 por ciento en la provincia, según las centrales CCOO y UGT. "Así no, rectificación ya" es el lema de la pancarta que encabeza la manifestación, liderada por los secretarios provinciales de UGT, Manuel Ferrer, y CCOO, Antonio Herrera. Ferrer ha manifestado que las personas que votaron al PSOE querían que hiciera "política de izquierda y no liberal", por lo que ha pedido al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que "les devuelva los derechos que les ha quitado". Por su parte, Herrera ha dicho que el Ejecutivo "no puede traicionar a la clase obrera", sino que debe buscar "un pacto para salir de la crisis y que quien más paguen sean aquellos que la produjeron". (La Opinión de Málaga.es 29-9-10)

"Los secretarios generales de CCOO y de UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, que participaron ayer en Madrid en la manifestación que sirvió como colofón a la huelga general, pidieron al Gobierno que "no se suicide" y apueste por políticas de izquierdas ante la crisis. Medio millón de trabajadores, según los sindicatos, y unos 40.000, según la Policía, recorrieron las calles madrileñas, desde el Paseo del Prado hasta la Puerta del Sol con pancartas en las que se podía leer "Zapatero dimisión", "Así No", "Contra la tiranía de los mercados" o "Salváis a los bancos para robar a los pobres". Los líderes sindicales insistieron al final de la manifestación en que el Gobierno todavía está a tiempo de rectificar su política laboral y volver al diálogo social para acometer las reformas necesarias.En Barcelona, la Guardia Urbana cifró entre 130.000 y 140.000 el número de asistentes a la manifestación convocada por los sindicatos mientras que CC OO, UGT, USOC y CSIC aseguraron que 400.000 personas salieron a la calle en la capital catalana."(Información.es 30-9-10)

En los próximos días analizaremos con más datos, argumentos y cifras lo que ha ocurrido en este día de lucha, por lo vivido, visto y leido, pero, en un análisis inicial, debemos decir que ha sido un triunfo importante que pudiésemos definir como el inicio del resurgir del movimiento obrero. Al menos en Málaga, ha sido una de las manifestaciones más numerosas de los últimos tiempos con una participación importante en los sectores claves, que nos dan pie para iniciar los análisis que la cuestión requiere.

Una de las cuestiones más importantes para afrontar el período de luchas que se nos abren es que la clase obrera pueda actuar con la máxima libertad y democracia, que se nos quiere recortar, empleando la mayor audacia, coherencia y unidad táctica en un frente único de clase. Para cumplir ese cometido se necesitará una alta capacidad para la acción, por parte de los dirigentes, practicándose la mayor unidad posible de las masas. Estos primeros intentos de organizar una gran movilización de masas, como es una Huelga General contra las polìticas antisociales emprendidas por un Gobierno que ha sido elegido por los votantes de izquierdas, ha revelado una enorme quiebra entre los once millones de votos que obtuvo el PSOE en las generales, que debe poner oido al rechazo que ha representado esta jornada de lucha.

Tanto el Gobierno como el Comité Federal del Partido que lo sostiene, es decir, la dirección del PSOE, tienen que examinar con atención lo sucedido el 29-S, en los que millones de trabajadores rechazaron contundentemente, con la Huelga y las movilizaciones, las medidas tomadas. Es necesario observar detenidamente más de cerca tanto lo que la huelga de masas significa como el peligro de empecinarse en no retificar. Resulta claro que una gran movilización de masas de esta envergadura, no es la mera manifestación de un día de cabreo que se pasa al día siguiente, sino que expresa una verdadera movilización combativa que puede ir creciendo y puede concebirse como el inicio de una huelga polìtica, que podría darse en el futuro si no se rectifica, porque toda lucha económica lleva a su vez un componente politico.

Los sindicatos se han visto comprometidos en una movilización de esta clase, al enfrentarse con el agotamiento de la politica socialdemocrata que ha girado hacia posiciones liberales que, al verse ninguneados, no les ha sido agradable, pero el camino que se les presenta es de seguir adelante con las movilizaciones si no consiguen la rectificación del Gobierno, so pena de perder aún más la credibilidad, que también ha sido cuestionada por mucho de los propios huelguistas, y los que se negaban a secundar el llamamiento, que declaraban que la huelga llegaba tarde y mal.

No se puede negar que toda lucha económica de clases abierta claramente contra el imperialismo, la patronal y el gobierno tiene un carácter a la vez político y económico. Es previsible que si por determinadas causas, en cualquier momento se llega a profundizar un período de grandes luchas políticas, la huelga general de masas, podría abrir a la vez una era convulsiva de luchas sindicales y los trabajadores en sus acciones no se detendrían para solicitar el visto bueno ni de los dirigentes sindicales ni del PSOE como partido de izquierdas, sino que podrían ambas direcciones verse sobrepasadas por las luchas.

Ante la agudeza de los ataques y la situación tan precaria que padece la clase obrera, si se marginan o tratan de detener los acontecimientos que expresan una necesidad imperiosa para los asalariados, la marea de la lucha podría barrer de la escena a los dirigentes sindicales o polìticos que no estén a la altura de las circunstancias y las masas librarán sus batallas económicas y polìticas buscando los programas que necesiten y apoyando a las direcciones que defiendan sus intereses legítimos como clase. Porque en realidad, la separación e independencia de la lucha económica y la política no es sino, un producto artificial.

Examinando la situación histórica, en el curso pacifico normal de la sociedad burguesa, la lucha económica se ve dividida en una serie de luchas individuales en cada rama de la producción y a escala de empresa a empresa, por una parte, y por la otra, no son las mismas masas quienes dirigen su lucha política en la acción directa sino, en concomitancia con la forma del Estado burgués, a través de sus representantes parlamentarios, pero a veces, existe un choque entre las necesidades de las masas y las políticas que ofrecen sus dirigentes polìticos, como ha ocurrido en los momentos actuales.

En cuanto ha comenzado este nuevo periodo de luchas, es decir, en cuanto las masas han irrumpido en escena, aun de manera leve e incipiente todavía, ha quedado en evidencia la separación entre las luchas económicas y las acciones de los políticos, cuestionándose claramente de forma indirecta, pero muy comprensible de la lucha polìtica a través del Parlamento, donde solamente 7 representantes se han posicionado con firmeza en apoyo de las acciones sindicales, que era también una lucha por la "democracia" y en contra de la "dictadura impuesta por los mercados", es decir, por el imperialismo y los representantes del Capital.

Hemos empezado a ver, por tanto, que en la movilización de masas, la lucha económica y la lucha polìtica se funden en la necesidad de una sola, y la frontera artificial que nos quieren hacer creer que existe, por la verborrea de la clase dominante y los que han claudicado aplicando la polìtica que beneficia a la burguesía, pero, esa separación utópica entre sindicalismo y política, que nos presentan como dos formas de organización del movimiento obrero, totalmente independiente entre sí, será barrida más tarde o más temprano por la marea de la lucha de clases, en su búsqueda inevitable por el socialismo. Porque esas luchas han de encontrar su expresión concreta, que conecte con la realidad de la lucha parlamentaria, para trasladar esas acciones de clase a la representación política en las instituciones, de forma clara y nitida, planteando la necesidad de un nuevo programa socialista que lleve como objetivo la construcción de un nuevo modelo de sociedad que satisfaga los intereses de los trabajadores y los pobres, a la vez que restaure la democracia pisoteada por los poderosos del capital.

Asi pues, no existen dos luchas distintas de la clase obrera, una económica y otra política, sino una sola lucha de clases, que denuncia a la vez la explotación capitalista dentro de la sociedad burguesa y en el fondo tiene como objetivo, a corto plazo, disminuir la explotación capitalista dentro de la sociedad burguesa y en el medio y largo plazo, la abolición de todas las classes sociales y su declaración y conversión en una sola clase de trabajadores para iniciar la construcción de una sociedad distinta a la actual. Las direcciones reformistas consideran estos dos aspectos de la lucha de clases por separado, por lo que plantean, según dicen que "por razones técnicas", separar ambos en la etapa parlamentaria, negando que las dos formas de acciones, la sindical y la política, puedan transcurrir de forma paralela.

Es correcto entender que la lucha sindical abarca primero los intereses inmediados, y la lucha polìtica los intereses más de futuro para preparar y organizar a los partidos que el movimiento obrero necesita para derrotar al sistema capitalista que nos oprime, pero desligarlos completamente, separarlos arbitrariamente uno de otro, en el fondo representa cortar con la defensa de los intereses de la clase trabajadora y caer en el más estéril oportunismo o lo que es peor, en el "cretinismo parlamentario" más nocivo.

Es cierto que los sindicatos, sobre todo los sindicatos de rama, representan los intereses sectoriales y recorren una etapa del desarrollo del movimiento obrero. Pero las Uniones, la estructura horizontal del sindicato, tienen que mantener un contenido polìtico y deben caminar con intereses paralelos que sean defendidos por un partido polìtico concreto, o al menos, por una corriente crítica en el seno de los partidos de izquierdas, que contemplen la causa de la liberación total de la clase en su conjunto.

Históricamente los sindicatos mantenían una relación con los partidos de izquierdas como parte de un todo del movimiento obrero, pero en el último periodo esa relación se rompió y quedaron más bien aislados de la causa por el socialismo. El hecho de que entre las direcciones sindicales se desarrollara la teoría de ser "independientes", de la "igualdad en la autoridad" entre sindicato y partido, se basa en una concepción muy cuestionable de la esencia del "sindicalismo de clase" y de su papel en la lucha general por la liberación de la clase obrera, estando a un paso en caer en el "amarillismo".

La profundización de esa práctica-teórica de la acción "paralela e independiente" del sindicato y el partido, no carece de un cierto fundamento histórico, sino que se sostiene en unas raices de la socialdemocracia, que se ha ido despojando del "obrerismo", del "marxismo" y dejando por el camino de su derechización a los sindicatos despojados de su apoyo y defensa, para cuyo cometido fueron formados como Partidos de Clase históricamente.

Esa teoría del "reformismo", se basa en la ilusión del periodo pacífico de la sociedad burguesa, que ellos llaman "normal", cuando lo nornal es la lucha entre clases que se ejerce diariamente por el patrón al extraer las plusvalías al obrero, pero que en sus inicios, esa teoría de la socialdemocracia paracía que iba a poder consumarse en la lucha parlamentaria, avanzando cada vez en las reformas para aparecer un día, no se sabe de qué año, en el Socialismo, sin que existiese la lucha entre clases, lo que es totalmente utópico.

Es preciso entender que la lucha parlamentaria, junto con su contrapartida sindical y teniendo en frente a la patronal, se libra principalmente en el terreno de la lucha de clases, dentro del orden social burgués y es una cuestión inevitable, por muy desagradable que nos parezca. La socialdemocracia, por su naturaleza propia en su lucha parlamentaria, junto con su contrapartida sindical, ha venido planteando su obra como de reformas políticas, viendo a los sindicatos y a la patronal como los auxiliares en el Pacto Social, para las reformas económicas. Pero ese proceso de pactos y consensos se ha agotado totalmente. La patronal exige solamente contra-reformas. El trabajo político de la socialdemocracia ha chocado frontalmente contra los intereses del capital y ha dejado los intereses de los trabajadores, o sea, los avances económicos prometidos a los sindicatos y a sus bases naturales, que es la clase obrera, completamente anulados, cambiando la hoja de ruta por la que les han impuesto los capitales.

Es preciso admitir, que se ha agotado la fase de la etapa en el desarrollo del proceso de lucha de clases del movimiento obrero, cuya táctica ha sido las componendas por arriba sin contar con los trabajadores y se han dado de bruces con la realidad, que es la lucha entre las clases que se quiso negar, cuando se nos decía que ya no existía la clase obrera, que el modelo sindical entre capital y trabajo era anticuado, que primero produciríamos y luego se haría un mejor reparto, etc, etc... La socialdemocracia consideró que su política parlamentaria con el apoyo de las cúpulas sindicales, eran parte de una realidad que les llevaría a encontrar lo que acordaron en llamar "la tercera Via" hacia el socialismo, que una vez más ha saltado por los aires, por ser totalmente utópica.

Esa teoría compartida por las direcciones sindicales y los socialdemócratas, éstos últimos muy influidos por la coalición no declarada con los "social-liberales", no es un mero malentendido teórico, no se trata tampoco de una confusión, sino que refleja la conocida tendencia oportunistas de buscar siempre el centro entre una corriente que gira a la derecha y los propios partidos de derechas clásicos de la burguesía, cuyo único margen que les permiten conseguir al final es fusionar sus programas con los de la burguesía. Esos giros hacia la derecha, observados en casi todos los partidos socialdemócratas, representa el abandono del "auténtico socialismo democrático" y desvia a la clase trabajadora reduciendo su lucha política de la clase obrera a la discusión parlamentaria, a la vez que transforma a los partidos "socialdemócratas históricos" en auténticos partidos reformistas de caracter "pequeño burgués".

Algunos dirigentes sindicales adquieren la costumbre de observar y analizar el triunfo de una lucha como la Huelga del 29-S, y cuando palpan el potencial de lucha de las masas en acción se cuestionan que con la miseria organizativa de los partidos de izquierdas en el Parlamento, comparados con el número de asalariados que les han apoyado en estas reivindicaciones, no entienden que no sea posible que el Gobierno no quiera rectificar la política de ataques planteada.

Porque si se comparan las fuerzas organizadas y no organizadas del movimiento obrero, cuyo número entre asalariados y pensionistas, que son los que van a sufrir estos ataques, superamos los 30 millones de personas, con la fuerzas que verdaderamente representan a la izquierda en el Parlamento, y sobre todo las de derechas, incluyendo al PP, al PNV, a CiU y demás ramificaciones periféricas, muchas de ellas emboscadas en un falso "independentismo", la verdad es que esta "democracia burguesa" es una verdadera farsa, pues queda negada la posibilidad de la defensa de los intereses de la clase obrera, via parlamentaria, con esa composición que otorga la superestructura capitalista burguesa y sus leyes ventajistas.

La causa, además de la "alienación mental" que producen la clase dominante y los obstáculos que presenta la legislación electoral burguesa, junto con la falta de democracia interna en los partidos, hay que buscarla también en el nivel de rechazo a los partidos clásicos que no se expresa solamente en las encuestas, sino en el bajo nivel de afiliación, tanto en el plano político como sindical, debido fundamentalmente a la podredumbre y la corrupción del sistema.

El desprestigio alcanzado por las políticas aplicadas es, asimismo, una de las causas de esta separación de las masas de sus partidos afines. Para el obrero que se siente socialista, que ha votado al PSOE, la cuestión de que el Gobierno que entiende como "nuestro gobierno" les plantee esta batería de ataques, le produce una confusión enorme. Entre la mayoría de votantes del Partido, de esos once millones de votos que auparon al PSOE al Gobierno, muchos obreros normales se sienten socialistas, pero lo que éste entiende por socialismo es diametralmente opuesto a la reforma laboral aplicada.

Es cierto que aunque las Direcciones Sindicales de UGT y CCOO, como sindicatos mayoritarios convocantes de la Huelga del 29-S, tienen muy diluidas sus etiquetas de referencia partidarias, el asalariado de base de cada fábrica, de cada ciudad, de cada pueblo, ve a los sindicatos como referencias del Socialismo a la UGT y del Comunismo a CCOO y, aunque todavía de forma muy crítica, porque entienden que tampoco los sindicatos lo han venido haciendo demasiado bien, empezarán a comprender que es preciso fortalecer por la izquierda a nuestras organizaciones sindicales, para la ardua tarea de lucha a la que nos enfrentamos.

Algunas de las más importantes conclusiones a extraer de los hechos analizados anteriormente es que la unidad del movimiento sindical es más necesaria que nunca, al igual que una mejor organización, siendo ambas cuestiones absolutamente indispensables para ganar las luchas que se avecinan, que ya es un hecho que empiezan a asumir las bases de los sindicatos y la clase trabajadora en general, cuya conciencia que se empieza a acelerar y ambas cuestiones funden en el movimiento una especie de necesidad de unidad muy necesaria para combatir por nuestros intereses como clase trabajadora.

Para cualquier sindicalista serio, la lucha, la manifestación y la huelga son formas de conseguir que los trabajadores comprendan su poder y deben servir para organizar un cambio fundamental en la política de ataques del Gobierno que debe rectificar ante el potencial de lucha que se ha expresado en la Huelga del 29-S. Esas medidas antisociales del período anterior han venido acumulando una corriente de descontento debido a los ataques contra los derechos de los trabajadores que ha modificado la legislación laboral de forma negativa para los trabajadores, que queda expresada en el rechazo de la clase exigiendo RECTIFICACIÓN. Toda esa frustración y rabia está saliendo a la superficie expresándose en un apoyo a los sindicatos contra el Gobierno.

Esta radicalización que se inicia por las bases, más tarde o más temprano puede entrar en conflicto, asimismo, con las propias direcciones sindicales, si éstas ceden ante las presiones del Gobierno, que les llamará a negociar, y se atrevan a acordar algo que no sea asumido por los trabajadores y frusten sus esperanzas que compense el enorme esfuerzo realizado que representa una Huelga General tan importante. Si no se consigue un avance en las reivindicaciones, los trabajadores seguirán cuestionando las polìticas del Gobierno, pero asimismo, exigirán un giro a la izquierda en las direcciones de los sindicatos y lucharán por convertirlos en verdaderas organizaciones válidas para la lucha.

Nosotros, como trabajadores y miembros de nuestros sindicatos, pero a su vez, como miembros de la corriente de opinión Izquierda Socialista de Málaga-PSOE, pedimos la "retirada de todos los ataques contra los trabajadores," como ya hicimos llegar en una Declaración Política a nuestra dirección antes de la huelga, a la vez que vemos imprescindible un giro a la izquierda en la politica del Gobierno, así como la defensa del fortalecimiento de los sindicatos de masas, para que sean más combativos, más democráticos y más numerosos. De esa forma seremos capaces de organizar mejor a la mayoría de la clase obrera, formarla y prepararla, no solamente para que entre todos podamos realizar la transformación socialista de la sociedad, sino para que seamos capaces de llevar adelante, entre la clase trabajadora, los sindicatos, las asociaciones vecinales, de la juventud y demás asociaciones sociales, la dirección política de la economía en una sociedad socialista y democrática.

Si la dirección del Partido no toma cartas en estos planteamientos, planteando una rectificación del rumbo que ha tomado el Gobierno, se le estará abriendo el camino a la burguesía ante el peligro que se cierne de la vuelta del PP en las próximas elecciones, lo que sería como saltar de la sartén al fuego. Tenemos que luchar para que el Gobierno gire a la izquierda y ponga en marcha un plan urgente de lucha contra el paro, acabando con el deterioro de las condiciones sociales y defendiendo claramente a los menos favorecidos. Para ello es imprescindible poner las finanzas al servicio de la mayoría de la población, que es la clase trabajadora, para ejercer la democracia económica, anulando el poder de los banqueros, capitalistas y especuladores, que no han sido elegidos por nadie. Esto será posible sólo mediante la máxima unidad y la mejor organización de los partidos y sindicatos de izquierdas y de la lucha del movimiento obrero, que es lo único que sirve. Porque como siempre decimos, otro mundo es posible, si, pero con el verdadero socialismo.

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALSITA DE MÁLAGA-PSOE.A
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