11 de septiembre de 2010

LA DECADENCIA DEL CAPITALISMO (2/5)



(Continuacíón.../...) ...Existen dos potentes frenos que impiden el desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad actual, que son la propiedad privada y las fronteras nacionales. Esta última barrera la han intentado saltar con la “globalización” y la “ingeniería financiera”, que han significado los eufemismos de la estafa colosal que ha representado su política de rapiña, cuyos abusos les estalló en las manos cuando la burbuja financiera e inmobiliaria pinchó en el verano de 2007 en EEUU.

La recesión en la que el capitalismo ha sumido a la humanidad es mucho más profunda de lo que quieren aparentar, porque manteniendo los secretos bancarios y los secretos de Estados, nunca sabremos la verdad. La recuperación va a ser larga, costosa y dramática en algunos aspectos. Las condiciones objetivas para salir de la crisis en bases socialistas, desde un punto de vista objetivo, están maduras desde hace tiempo. La dificultad está en la debilidad del factor subjetivo, que viene representada por la crisis de las direcciones de los partidos de izquierdas, su falta de perspectivas, estrategias y tácticas adecuadas.

El comercio mundial ha sido uno de los factores principales que había permitido al capitalismo sufrir el espejismo de que se habían superado las contradicciones inherentes al propio sistema; idea que había sido asumida asimismo por las propias direcciones del movimiento obrero. Hicieron un paralelismo grosero, con el caos económico que ocurrió en el corto período de entre guerras y se auto-convencieron que habían conseguido controlar los ciclos económicos y las crisis sistémicas.

Ese periodo entre las dos grandes guerras estuvo acompañado de crisis y convulsiones sociales que desembocó en las masacres imperialistas de la II Guerra Mundial, de la que los EEUU salió fortalecido de las terribles contiendas, porque las guerras son terribles, pero terriblemente sangrientas para los soldados que batallan y terriblemente rentables para las potencias y los potentados capitalistas que las dirigen y las ganan.

A partir de 1945 los Estados Unidos, con la excusa de impedir la expansión de la URSS y a la vez sofocar los movimientos revolucionarios que se daban en toda Europa, obligó a todas las potencias a través del acuerdo de Bretton Woods y del GATT a bajar sus aranceles e implantar la “libre circulación de mercancías”, fomentando un enorme mercado mundial “globalizado” que permitió, cebando la bomba de la creación del “dinero fiduciario” el enorme desarrollo económico experimentado desde 1948 hasta la primera gran crisis de la post guerra de 1973.

Para un cierto sector de la clase trabajadora, sobre todo de los países de la OCDE, hubo un considerable aumento del nivel de vida. Es cierto que a veces un enfermo puede experimentar mejorías repentinas, que parecen presagiar una curación, pero es el preludio de una fatal recaída. Si no se supera el orden social capitalista, períodos de crisis cada vez más agudas y convulsivas son inevitables, dada la tendencia al empobrecimiento general de las masas provocada por el declive del capitalismo senil en su fase agónica en la que hemos entrado.

Este último auge del ciclo que duró en torno a tres lustros, con todo su enorme crecimiento económico que supuso una acumulación colosal de riquezas que fueron directamente a las manos de las doscientas multinacionales que dominan el planeta, no han podido cambiar el carácter del sistema capitalista, ni han modificado sus contradicciones.

Ese largo ciclo, prolongado artificialmente a base del crédito y de un estancamiento de los niveles salariales, se derrumbó como un castillo de naipes en el verano de 2007, arrasando con el pleno empleo, con el Estado de Bienestar que nos decían que se estaba generalizando y consolidando y ha provocado un ataque furioso por parte de los burgueses a los niveles de vida de las masas, que de forma frenética y acelerada quieren restaurar la tasa de ganancias, de nuevo de forma artificial.

Después de la crisis, de la recesión y del peligro de la depresión, a lo que el sistema se enfrenta ahora es a un estancamiento económico prolongado, que llevará consigo un debilitamiento y destrucción de las fuerzas productivas.

Los dueños de los capitales no están interesados por ahora en invertir directamente en la construcción de nuevos medios de producción ya que la capacidad productiva instalada está funcionando entre un 65% y un 69 %, lo cual nos indica que existe un despilfarro en torno al 30 % de la producción, por lo que se podría aumentar el PIB actual sin nuevas inversiones en capital fijo, solamente poniendo la maquinaria económica a todo trapo.

Ha habido durante más de treinta años un peligroso deslizamiento tendencial del capitalismo, en pasar de la industria productiva al sector servicios. En los principales países desarrollados se han perdido más del 50 % de los puestos de trabajo industriales, mientras el sector servicio se incrementaba hasta un 65 % de media.

Ese proceso tendencial, lejos de representar la maduración progresiva de un desarrollo armonioso de las estructuras del sistema, ha sido más bien un mecanismo destructivo que ha contribuido a desviar fondos hacia la especulación, el atesoramiento o dirigidos a paraísos fiscales, para ser utilizados como “capital golondrina” en ataques incluso a países concretos, con los mecanismos de apuestas de “derivados de futuro”.

Las economías que pierden la base industrial, como ocurrió en algunos estados como el español, donde, incluso bajo gobiernos “socialdemócratas” se aplicaron medidas drásticas de “Reconversiones Industriales Permanentes”, con privatizaciones salvajes que desmantelaron el sector público entregándolo en almoneda a los defensores del “liberalismo”, pierden en el fondo la fuerza motriz de un auténtico desarrollo vital.

Existen sectores como la industria y la agricultura que crean valores nuevos a través de la intervención de la mano de obra de la clase asalariada, pero también hay otros sectores productivos que sirven más bien para distribuir la riqueza y otros más perversos en colaborar a que esa riqueza creada se acumule cada vez en menos manos, como por ejemplo la banca privada, auxiliar de la carrera especulativa y explotadora de la burguesía, lo que plantea la necesidad de una banca pública.

Los grandes oligopolios financieros dedican enormes recursos a la simple especulación en los circuitos dinerarios, en vez emplear esos recursos en crear puestos de trabajo y aumentar la riqueza de la sociedad, como tendría por misión una banca pública, democráticamente gestionada, al servicio de la producción, distribución y reparto justo de la riqueza. Existen dos modelos de economía, el capitalita cuyo objetivo es el lucro privado y el socialista, que tendría como función la producción para satisfacer necesidades humanas.(.../...)
(Continuará.../...

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.
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