Cuando faltan entre
tres y cinco meses para las elecciones autonómicas en Cataluña y generales en
el Estado, los partidos principales de
las derechas, se encuentran inmersos en sendas crisis muy profundas. El Gobierno de la Generalitat dirigido por
el President Mas se enfrenta a la ruptura total de CiU, cuyo divorcio entre Convergencia Democrática
de Catalunya por un lado y Unión Democrática de Catalunya por otro es ya
irreversible. Después de 37 años, la
ruptura se ha consumado, lo cual representa un punto de inflexión, que puede afectar, si continúa la deriva
independentista, no solo al Estado, sino
a Europa. La división interna en el PP
no es menor y simultáneamente se ve forzada por las circunstancias de la
tremenda derrota sufrida en las municipales y autonómicas, queriendo Rajoy
recomponer figura con una mini-remodelación del partido anunciada ayer, pero de poco recorrido al seguir anclado en el
inmovilismo que les caracteriza, presos
de los compromisos que le marca la hoja de ruta de la “Dictadura Financiera”. Rajoy
introduce mínimos cambios que apenas suponen una variación de su política. Mantiene
a la desgastada Cospedal pese a sus errores y al ridículo del “despido
diferido” de Bárcenas y la corrupción. Impulsa como portavoz a Pablo Casado
como la “cara bonita y amable”. Tal cual era de esperar, poca cosa y pocos
cambios, pues continúa con la misma política pese a que ha nombrado a 5 nuevos
vicesecretarios.
Las izquierdas se
enfrentan ante la oportunidad histórica,
no solamente a la posibilidad de derrotar a las derechas en todas las
instituciones, cuya primera fase han sido el resultado en estas municipales y
autonómicas celebradas en lo que va de año, sino también ante la posibilidad de
que las formaciones de las izquierdas, pese a su división histórica, obtengan
una mayoría suficiente que abra un proceso constituyente, que permita desplazar
y superar a la reacción. Esta situación va a suponer un golpe muy duro
para los planes de la burguesía de
recortes dictadas por los grandes bancos y multinacionales, una derrota al
ataque a los derechos democráticos, al
nacionalismo reaccionario españolista, y quizás, a cerrar el paso al
nacionalismo catalanista independentista, de aquí el nerviosismo y la histeria
que demuestra la clase burguesa dominante, aunque todavía es pronto para pronosticar una
evolución precisa, porque, tal como se
presenta la situación, puede ocurrir cualquier cosa.
Lo que si es ya una
realidad, es que se ha producido un cambio
profundo del mapa político, que ha representado la victoria de las candidaturas de la
izquierda comprometida con las luchas sociales en las recientes elecciones, que
allanan el camino para desalojar a Rajoy del Gobierno central y a Mas de la
Generalitat, lo cual representaría un importante avance para conformar
gobiernos de izquierdas, en defensa de programas claros que favorezcan a los
trabajadores, la juventud y las capas menos favorecidas y abrir incluso la
perspectiva de avanzar hacia el Estado Federal, laico, cooperativo, republicano
y solidario que representaría la salida más positiva y aceptable para la
mayoría de la población.
Esa situación podría
abrir la oportunidad de encauzar un proceso de transformación social profundo,
solucionando la causa real y de fondo de esta crisis capitalista, frenando los recortes y ataques a las
cuestiones sociales, y a la vez, buscando una salida razonable y democrática a
la cuestión nacional y a la crisis económica y social, no solo de Catalunya, sino de Euskadi,
Galicia, Andalucía y demás territorios.
Pero es a través de la
aplicación correcta de un escrupuloso método democrático como los pueblos
podrían dar salida a la cuestión de las nacionalidades que se pueden sentir
oprimidas por los monopolios, los banqueros y los grandes empresarios, cuya
única patria es la lógica de los beneficios privados del capital, que pretenden
siempre mantener el control sobre las principales palancas de la economía y que
nos obligan a que vivamos bajo un sistema, que aunque mantiene, aparentemente
una fachada democrática formal, rascando en su piel nos enseña la férrea realidad
de la “Dictadura Financiera de los monopolios”.
En estos últimos cuatro
años hemos visto en todo el Estado un avance muy profundo de cambios en el proceso
molecular de toma de conciencia de las masas, primero con las luchas del 15-M y
luego expresado en las urnas, que representa un giro a la izquierda inapelable y un avance de la lucha entre las clases que se asemeja a los procesos vividos en la
Transición, aunque en realidad estamos en el inicio del inicio de los cambios
que están por venir.
La mejor salida que
podría contemplarse por las organizaciones de la izquierda, entre las que
tendrían que incluirse las que se reclaman independentistas pero no de
derechas, para resolver democráticamente
la cuestión y legitimar el Derecho a la Autodeterminación, es vincular ambas
luchas al proceso de transformación socialista de la sociedad, en bases
federativas. Es evidente que el
ejercicio de ese Derecho es reclamado con más fuerza en Cataluña y otros
territorios que se consideran “nacionalidades”
y sobre todo, apoyados política y económicamente por las burguesías
periféricas respectivas. Pero el
planteamiento de algunos nuevos dirigentes de vincular el Derecho a decidir a
todos los aspectos sociales y no solamente a la cuestión de los territorios, ha
tenido una gran repercusión entre muchos trabajadores con sentido de clase. Esa
sería la senda a seguir, la que tendría que haberse desarrollado en el Partido
Socialista, rechazando claramente los pactos con la burguesía, se llamen estos
PP, ahora Ciudadanos, antes CiU y ahora no se sabe cómo, porque debemos
entender que bajo el modelo capitalista, degenerado, corrupto y caduco, la
clase trabajadora y las capas medias, jamás encontraremos una salida
progresista y permanente.
La descomposición
iniciada en las filas de las organizaciones políticas, tanto de la Burguesía
centralista del PP, como las burguesías periféricas, aunque también está afectando a algunas
direcciones de la izquierda, hace
aumentar la posibilidad de asestar una severa derrota al sistema capitalista en
las autonómicas catalanas, si se
celebran en septiembre, como en las
generales, que podrían ser en noviembre,
lo cual es una perspectiva real que va a
depender de los errores o aciertos de las formaciones de izquierdas, de su
búsqueda de la unidad o de sus broncas internas, porque el viento sopla muy a favor de los
partidos que defienden derechos sociales y económicos de los trabajadores, sobre todo los emergentes, pero se necesita dar pasos serios y firmes
hacia la unidad y la colaboración solidaria, si se quiere conseguir el objetivo
que las masas esperan: Derrotar a la clase dominante.
La cuestión nacional,
que en el fondo es una distorsión de la lucha de clases que busca una salida en
el “nacionalismo”, se recrudece al calor de los efectos que produce la crisis
orgánica del sistema capitalista, que sufre el colapso del “libre mercado”, que
ha dejado de cumplir el papel de progreso que tuvo en el pasado y no puede
desarrollar las fuerzas productivas, mostrando su decadencia como modelo. Es un hecho irrefutable que la globalización
del mercado mundial se ha consumado. La disputa por las plusvalías entre
naciones y entre la clase trabajadora es más fuerte que nunca en la historia;
la crisis es no es solo económica, sino política, social, cultural y ecológica.
Los voceros de la burguesía siguen
extendiendo los prejuicios nacionalistas, los conflictos étnicos, religiosos y
las disputas fronterizas que acaban a veces en guerras y masacres horrorosas,
que es la receta que aplican los imperialistas para mantener su dominación, sus
ganancias escandalosas y sus privilegios, utilizando la fuerza y negando la razón, impidiendo
desarrollar la legislación para que se
contemple el pleno ejercicio del Derecho a decidir, lo cual torpedea y reduce a
la nada la posibilidad de ejercer el voto democrático. Los nacionalismos
llevados a sus últimos extremos significan “guerras”, por lo que en última
instancia llevan al enfrentamiento de los pueblos para que vayan a morir los
hijos de la clase trabajadora, en defensa de lo que algunos burgueses llaman
Patria y que al final quieren decir “Beneficios” para los poderosos.
Los socialistas siempre
hemos defendido la democracia, la organización y la unidad de la clase
trabajadora, del conjunto de los pueblos que se sientan oprimidos, por encima
de fronteras naturales o artificiales. Continuamos defendiendo y llamando a esa lucha pacífica por la defensa
de los derechos democráticos, entre los que incluimos el de la
“autodeterminación de los pueblos”, pero diríamos NO a la independencia y si al
Federalismo como alternativa, porque entendemos que la verdadera libertad, y la
verdadera emancipación de los pueblos podrán alcanzarse con Justicia, Igualdad,
Democracia y Socialismo, para liberar a los seres humanos de todo tipo de
explotación, humillación y opresión.
Nuestra alternativa
tendrá que venir a través de la lucha democrática por una Federación Socialista
de los pueblos que formamos la península ibérica y demás periféricos que se
quieran adherir, para vincularnos solidaria y fraternalmente en la lucha hasta
conseguir una Federación Socialista de Europa, que acabe con la Dictadura
Financiera de los Mercaderes y empecemos a construir la Europa de los pueblos,
en un plano de igualdad, cooperación y apoyo mutuo, empezando por satisfacer
las necesidades de los seres humanos más necesitados.
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE
MÁLAGA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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