19 de octubre de 2012

PREPARAR LA HUELGA DEL 14-N.



La luchas obreras y las huelgas en Grecia, Portugal,  en el Estado español y en diversos sectores, sobre todo por  la juventud estudiantil esta pasada semana en defensa de la Enseñanza Pública, con millones de jóvenes, profesores y padres, desafiando con firmeza la política de recortes impuesta por los capitalistas, nos indican que hemos entrado en un período de cambios bruscos y repentinos en la conciencia de las masas, con marchas jornaleras como las del SAT,   huelgas en Euskadi, y demás sectores y potentes manifestaciones masivas que podrían llevar a insurrecciones contra la política de ataques de la burguesía. Estas convulsiones son las que han forzado la convocatoria el 14 de Noviembre, de una movilización con Huelga General de carácter continental en Europa. 

Las causas de toda esta agitación social hay que buscarla en la crisis estructural del capitalismo, iniciada en 2007 y su recesión mundial posterior, que es mucho más profunda que todas las anteriores. El paro de masas es simultáneo en todos los países y caminamos hacia una depresión universal que afecta a las zonas industrialmente desarrolladas.

La caída de la tasa de ganancia y la inversión privada se han derrumbado sufriendo un estrepitoso colapso esa ilusión burguesa del enriquecimiento permanente, que ahora afecta incluso a las capas medias que se están proletarizando y sobre todo a la clase obrera y los pobres que son lanzados a la miseria absoluta.

Las voluminosas sumas de dinero público inyectados en el circuito económico, con la intención de recuperar la economía, que sobrepasa los 20 billones de dólares, no han servido para nada y más temprano o más tarde, se convertirán en inflación global, con estancamiento o recaída de la recesión.

Las propuestas de la socialdemocracia de incentivar la inversión productiva a través de medidas keynessianas, en caso de conseguir llevarlas a cabo, demostrarán que es inviable porque se retornará a los abultados déficits públicos, imposibles de corregir con ese mecanismo, lo que podría provocar el inicio de una oleada de pánico de la clase dominante y sus estrategas.

La burguesía tiene miedo ante el futuro incierto de los acontecimientos porque ese pánico tiene una relación directa con la desfavorable correlación de fuerzas a escala global, por la abrumadora y aplastante fuerza potencial de la clase obrera mundial, que son batallones inmensos de desfavorecidos contra el uno por ciento de los grandes potentados que controlan el 95 % de las riquezas.

El miedo y la desmoralización de la clase dominante en el funcionamiento de su propio sistema son factores claves del desarrollo de los movimientos sociales transformadores en los procesos históricos.  Los enfrentamientos y fisuras surgidos en el seno de la propia clase dominante son actualmente visibles. Los capitalistas miran con terror los procesos de huelgas, sobre todo la convocatoria de la primera Huelga Continental del próximo 14 de Noviembre convocada por la C.E.S.

Los imperialistas de EEUU, que es el estado capitalista más poderoso, pero que es un gigante con piés de barro, están tan desmoralizados como todos los demás, cuando creyeron tener por delante un siglo de dominación de la clase obrera mundial cuando cayó el muro de Berlín, pero antes se frotaban las manos y ahora se frotan la frente sin saber qué hacer, porque el recurso a la guerra, históricamente empleado, es cada vez más peligroso ante el peligro de una conflagración atómica, lo que les impediría utilizar la guerra global de conquista de rapiña aunque no descartarán guerras locales.

Los ejemplos de Irak, Afganistán, Libia, Siria… que a pesar de la utilización de un presupuesto bélico anual en superior a los 700.000 millones de dólares en EEUU, y ayudas económicas en comprar a sus gobiernos títeres, a pesar de utilizar los más modernos artefactos diabólicos de destrucción masiva, armas bacteriológicas y químicas, e inmensas cantidades de toneladas de bombas, incluso las de racimos prohibidas por los convenios internacionales, el imperialismo norteamericano tiene sólo dos caminos, terminar de retirarse o pasar a la ofensiva comenzando la III guerra mundial que representaría la destrucción del planeta tierra. 

Las derrotas de Irak y Afganistán, al igual que la primera derrota que sufrió el ejército norteamericano en Viet-Nam, ante un ejército de “pobres descalzos”, tienen su explicación en que las razones fueron dobles, una de ellas, la resistencia de los pueblos atacados a la opresión imperialista y la otra, los levantamientos de solidaridad y las manifestaciones de protesta anti-bélicas incluso del propio pueblo americano.

En todos los casos, los halcones imperialistas norteamericanos, se ven forzados a aceptar la retirada de mala gana, ante el desprecio de las masas a esa política del terror imperialista y el peligro de que se produzcan revoluciones incapaces de controlar por sus propias fuerzas, ni militarmente ni económicamente como está ocurriendo en realidad.

La poderosa clase dominante de EEUU, que también es la más ignorante y fanfarrona de todas las burguesías, necesita seguir demostrando al mundo, sobre todo a los sectores más xenófobos e histéricos de los patrioteros del “tea Party”, (como ala más extremista) que mantienen su enorme poder y que pueden utilizarlo cuando les plazca.

Pero sin embargo, el prestigio de la clase dominante norteamericana, se hundió en dos conflictos inolvidables para la historia, como fue la derrota en las junglas por los vietnamitas y el fracaso de la Bahía de Cochinos en Cuba.

La CIA y el Pentágono, junto con el propio Gobierno, se vieron sorprendidos e incluso superados al inicio, por el desarrollo de la revolución  de la Primavera Árabe en el mediterráneo, que no ha sido más que el ensayo general de los acontecimientos similares que se van a dar en todos los países europeos, de ahí su enorme preocupación, porque saben que no lo podrán evitar, ni con dólares ni con plomo.

Como habían pronosticado los marxistas, “mucho antes de que se realice el sueño utópico y reaccionario de un super-estado europeo (la Unión Europeo, la integración económica, monetaria y política en un solo estado, que en cualquier caso es una remota posibilidad), todos estos estados experimentarán convulsiones revolucionarias”, y al parecer, los momentos de esos acontecimientos están cada vez más cercanos.

Durante los cinco últimos años hemos visto la parálisis de la clase dominante europea, incapaz de ofrecer ningún signo de recuperación económica, sino todo lo contrario, se desliza amargamente hacia el precipicio, con una bancarrota que pone en peligro todas sus pretensiones de unificar un Gobierno de Europa y una economía sincronizada, que es cada día menos viable. 

Las burguesías de los estados miembros, la patronal, los banqueros,  hacen declaraciones de que la situación es muy grave, exigiendo que gobiernen con acciones contundentes, pero se han dividido en dos bandos: los más reaccionarios exigen más recortes, privatizaciones y ataques firmes contra los trabajadores. El otro sector más inteligente y sensible se expresa ya claramente exigiendo medidas económicas de “incentivos a la producción real” que recuperen la creación de puestos de trabajo. Los argumentos de los primeros es que, si siguen los recortes que drenan la demanda y agitan a las masas, con convulsiones sociales y huelgas, “podrían desatarse procesos revolucionarios”. Los argumentos de los segundos son que si no se recupera la iniciativa y se crean puestos de trabajo, el empeoramiento de la situación nos conduce a potentes convulsiones sociales, que “podrían desatar procesos revolucionarios”.  Los estrategas de esa burguesía dividida demuestran con sus “dialécticos razonamientos”,  que ambos tienen razón, o sea, que no hay salidas bajo el capitalismo para resolver las cuestiones sociales y las conclusiones entrecomilladas les aterran.

Los burgueses más inteligentes piensa que la clase trabajadora de toda Europa, es mil veces más fuertes que hace unas décadas, aunque la clase dirigente es más débil, pero la correlación de fuerzas reales, contando con las masas en acción, son abrumadoramente favorables a los trabajadores a pesar de los errores de sus direcciones.

La clase trabajadora y las capas medias que están sufriendo los efectos de los ataques y recortes,  están girando a la izquierda y están dispuestas a jugar un papel social cada vez más dominante en la ecuación, en las luchas entre las clases que se avecinan, esta vez, incluso la pequeña burguesía desesperada y maltratada por la gran burguesía, sus banqueros y el gobierno de la reacción, se podrían ver lanzadas a buscar la unidad con las izquierdas, luego de pasar el sarampión de esos “nacionalismos pequeñoburgueses rampantes” desatados por el sentimiento de opresión de una burguesía potente contra los pueblos que sufren unas reminiscencias semi-coloniales o neofascistas.

Algunos representantes del capital, están tan frenéticamente preocupados con la “Unidad de España”, que olvidan el desenlace histórico del 1936,  (o lo pretenden representar, sin olvidar que la historia se puede repetir, pero la primera vez como “tragedia” y la segunda como “farsa”), ya que sus posiciones intransigentes y antidemocráticas, pueden provocar una reacción por parte de la clase trabajadora en un contexto mucho más desfavorable para la burguesía e incluso para el capitalismo internacional.

Debemos alertar, con la intención de que se desactiven esos elementos reaccionarios, o para poner en guardia a los dirigentes de las organizaciones de izquierdas, que existe una corriente de la clase dominante que puede estar pensando que,  en algún momento,  tienen que jugárselo todo a la carta de la fuerza,  para aplastar a la clase trabajadora, como hemos oído y leido en declaraciones de ciertos analistas que, utilizando con una visión franquista la Constitución, amenazan con utilizarla por encima de los cauces democráticos para obligar una Unidad por la fuerza, con el razonamiento de que lo  ampara la Carta Magna, cuando decenas de artículos son violados permanentemente desde la Transición, sobre todo los que reconocen Derechos a un trabajo digno, a la educación publica y gratuita,  y la sanidad universal y demás derechos sociales que afectan al pueblo trabajador.

Si están esperando esa situación favorable, que es radicalmente auti-democrática, a la vez que representaría otro baño de sangre que sufrirían las capas más pobres, revelaría su incapacidad de resolver los problemas del pueblo, rebrotando el comportamiento y las intenciones franquistas, por lo cual, todos esos elementos del aparato del Estado, deberían ser cesados de inmediato, bajo la  acusación de apología del terrorismo.

Históricamente, con el colapso de las dictaduras policiaco-militares en Europa,  se abrió un nuevo período en la historia europea y mundial. En la actualidad, la previsión del surgimiento de una oleada de luchas obreras, que pueden alcanzar el grado de revolucionarias, si los intransigentes elementos de la clase dominante se empeñan en hacer retroceder la rueda de la historia, confirman que en realidad, con los enormes movimientos de mundo del trabajo, las movilizaciones masivas del movimiento obrero y sindical, presagian que sería posible una transición al socialismo por métodos democráticos y pacíficos, pero previamente sería preciso neutralizar a los elementos ultra-reaccionarios incrustados en el aparato del estado que son un verdadero peligro.

Es una realidad que el poder potencial de la clase trabajadora mundial ha aumentado hasta alcanzar niveles desconocidos en la historia.  Por el contrario, a pesar del aparente auge, y precisamente a causa de sus contradicciones insalvables, la vitalidad del capitalismo sigue descendiendo y está atrapado en un callejón sin salida.  El escándalo de tanta corrupción, de la contaminación medioambiental, la decadencia ética de la burguesía dominante, incluida la Casa Real, la rebelión de la juventud estudiantil y obrera, el giro a la izquierda en la sociedad está siendo un fenómeno mundial.

La acumulación de factores son la indicación de que la crisis del modelo capitalista desafían la propia existencia misma del capitalismo, por lo cual, para que se consiga una verdadera recuperación económica, que podría alcanzar los niveles de producción, justicia, democracia y bienestar más altos que en cualquier otro periodo de la historia, sería mediante la transición a un nivel superior de la economía, en base a la planificación científica de los recursos productivos, es decir, el desarrollo del genuino socialismo, sometiendo al control democrático y social las palancas fundamentales de la economía para que la producción y distribución de mercancías, bienes y servicios sean puestos  al servicio de la humanidad.

Esta tremenda recesión en la que hemos entrado es profunda y universal, y está sacudiendo los cimientos del sistema. La aterradora plaga del paro de masas en la mayoría de los países, está debilitando cada vez más el crecimiento económico mundial.  Los dos males fundamentales, como son el paro crónico, junto con la inflación que podría desatarse en breve, merman la capacidad productiva técnica y científica, que con los recortes en la investigación, están sacudiendo los pilares fundamentales del capitalismo, porque la inversión privada y la pública en la economía productiva real están con tasas negativas.

Por otra parte, el despertar de la toma de conciencia de las masas en todos los pueblos oprimidos por la dictadura financiera del capital, a pesar de la superioridad técnica y militar de las potencias dominantes, deja impotente a los imperialistas, porque temen las consecuencias que pueden tener los ataques indiscriminados contra la población, al menos en Europa, aunque esas mentes criminales serán capaces de experimentar sus nuevos artilugios bélicos en zonas alejadas de las metrópolis.

Buscando las causas de por qué el sistema capitalista tiene todavía alguna  base de apoyo democrático en la vieja Europa, nos encontramos que se debe a la completa ceguera, cobardía, pusilanimidad, a la estupidez absoluta y la falta de perspectivas de las direcciones del movimiento obrero, tanto en el aspecto sindical como político.

Precisamente en los momentos de decadencia y desorientación de la clase gobernante, que ha perdido el rumbo y no encuentra ningún paradigma fiable para salir de la recesión, los sindicatos y los partidos reformistas se han fundido con el aparato y la maquinaria del Estado, asumiendo la fachada democrática del capitalismo, cuando en realidad, han sucumbido al golpe de Estado financiero internacional.

Ello es debido a que en el periodo de auge de las décadas anteriores a la crisis, los dirigentes sindicales y de las izquierdas habían perdido la confianza en el poder y la capacidad de la lucha de la clase trabajadora.

Muchos de esos elementos se han burocratizado y se han elevado por encima de la clase trabajadora e incluso se han dejado corromper por los corruptores del capitalismo.  Algunos de los más corruptos miran a los obreros con desprecio y al final los veremos buscar cobijo y colaboración con la clase burguesa dominante como vimos algunos ejemplos como el “tamayazo” y otros.

Algunos estrategas menos estúpidos del capitalismo entienden algo mejor el período al que se enfrenta el sistema burgués, porque comprenden las fuerzas latentes en las profundidades de la clase trabajadora y las capas medias, que buscarán la alianza con las izquierdas en un frente común.

Los presentimientos y la comprensión por parte de la clase dominante,  de los futuros enfrentamientos entre el mundo del capital y el mundo del trabajo en todos los países,  les aterroriza y buscarán un pacto con algunos representantes de los trabajadores, en lo que se ha llamado clásicamente un Gobierno de Salvación o de concentración nacional, comprando incluso a algunos elementos más derechistas de las organizaciones de izquierdas. Eso podría hacer crujir las bisagras de las organizaciones con  nuevos alineamientos y giros bruscos a izquierda y derecha.

Las contradicciones se seguirán acumulando en estos procesos que se acelerarán, siendo las principales,  las que existen entre el poder de la clase obrera y la incapacidad política de las direcciones actuales de comprender la necesidad de ofrecer una alternativa, pero por ello, los dirigentes podrían ser sobrepasados por las masas en acción.

Existen realmente posibilidades claras para la superación del modelo capitalista, pues el factor objetivo está muy maduro, podríamos decir que se está descomponiendo, pero el necesario factor subjetivo está implícito en la situación de la lucha del movimiento obrero y la juventud que se está desarrollando, a base del proceso molecular de toma de conciencia que interactúa dialécticamente entre acción y teoría.

Las potentes oleadas de luchas sociales que se están desarrollando en toda Europa y en el mundo entero, con la convocatoria por primera vez de una Huelga Continental el próximo 14 de Noviembre, que debe ser potenciada por todas las organizaciones políticas y sindicales de izquierdas,  van a poner a prueba una vez más a las organizaciones tradicionales del movimiento obrero, saliendo de su interior los nuevos cuadros que se forjarán en la batalla contundente para hacer cambiar el curso de la historia, y más temprano que tarde, las fuerzas de las izquierdas, se enfrentarán a la burguesía, pero de forma unitaria y bien organizada, para iniciar el cambio profundo que debe darse mediante un programa de clase que nos permita avanzar hacia la construcción del Socialismo. 

¡¡A PREPARAR LA HUELGA GENERAL DEL 14 –N¡¡
¡¡ GOBIERNO DIMISIÓN ¡¡ ¡¡LA LUCHA CONTINÚA…¡¡

ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIEDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
is-psoe.malaga@terra.es 


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