La luchas obreras y las huelgas en Grecia,
Portugal, en el Estado español y en
diversos sectores, sobre todo por la
juventud estudiantil esta pasada semana en defensa de la Enseñanza Pública, con
millones de jóvenes, profesores y padres, desafiando con firmeza la política de
recortes impuesta por los capitalistas, nos indican que hemos entrado en un
período de cambios bruscos y repentinos en la conciencia de las masas, con
marchas jornaleras como las del SAT, huelgas en Euskadi, y demás sectores y
potentes manifestaciones masivas que podrían llevar a insurrecciones contra la
política de ataques de la burguesía. Estas convulsiones son las que han forzado
la convocatoria el 14 de Noviembre, de una movilización con Huelga General de
carácter continental en Europa.
Las causas de toda esta agitación social hay que
buscarla en la crisis estructural del capitalismo, iniciada en 2007 y su
recesión mundial posterior, que es mucho más profunda que todas las anteriores.
El paro de masas es simultáneo en todos los países y caminamos hacia una
depresión universal que afecta a las zonas industrialmente desarrolladas.
La caída de la tasa de ganancia y la inversión privada
se han derrumbado sufriendo un estrepitoso colapso esa ilusión burguesa del
enriquecimiento permanente, que ahora afecta incluso a las capas medias que se
están proletarizando y sobre todo a la clase obrera y los pobres que son
lanzados a la miseria absoluta.
Las voluminosas sumas de dinero público inyectados en
el circuito económico, con la intención de recuperar la economía, que sobrepasa
los 20 billones de dólares, no han servido para nada y más temprano o más
tarde, se convertirán en inflación global, con estancamiento o recaída de la
recesión.
Las propuestas de la socialdemocracia de incentivar la
inversión productiva a través de medidas keynessianas, en caso de conseguir
llevarlas a cabo, demostrarán que es inviable porque se retornará a los
abultados déficits públicos, imposibles de corregir con ese mecanismo, lo que
podría provocar el inicio de una oleada de pánico de la clase dominante y sus
estrategas.
La burguesía tiene miedo ante el futuro incierto de
los acontecimientos porque ese pánico tiene una relación directa con la
desfavorable correlación de fuerzas a escala global, por la abrumadora y
aplastante fuerza potencial de la clase obrera mundial, que son batallones
inmensos de desfavorecidos contra el uno por ciento de los grandes potentados
que controlan el 95 % de las riquezas.
El miedo y la desmoralización de la clase dominante en
el funcionamiento de su propio sistema son factores claves del desarrollo de
los movimientos sociales transformadores en los procesos históricos. Los enfrentamientos y fisuras surgidos en el
seno de la propia clase dominante son actualmente visibles. Los capitalistas
miran con terror los procesos de huelgas, sobre todo la convocatoria de la
primera Huelga Continental del próximo 14 de Noviembre convocada por la C.E.S.
Los imperialistas de EEUU, que es el estado
capitalista más poderoso, pero que es un gigante con piés de barro, están tan
desmoralizados como todos los demás, cuando creyeron tener por delante un siglo
de dominación de la clase obrera mundial cuando cayó el muro de Berlín, pero
antes se frotaban las manos y ahora se frotan la frente sin saber qué hacer,
porque el recurso a la guerra, históricamente empleado, es cada vez más
peligroso ante el peligro de una conflagración atómica, lo que les impediría
utilizar la guerra global de conquista de rapiña aunque no descartarán guerras
locales.
Los ejemplos de Irak, Afganistán, Libia, Siria… que a
pesar de la utilización de un presupuesto bélico anual en superior a los
700.000 millones de dólares en EEUU, y ayudas económicas en comprar a sus
gobiernos títeres, a pesar de utilizar los más modernos artefactos diabólicos
de destrucción masiva, armas bacteriológicas y químicas, e inmensas cantidades
de toneladas de bombas, incluso las de racimos prohibidas por los convenios
internacionales, el imperialismo norteamericano tiene sólo dos caminos,
terminar de retirarse o pasar a la ofensiva comenzando la III guerra mundial
que representaría la destrucción del planeta tierra.
Las derrotas de Irak y Afganistán, al igual que la
primera derrota que sufrió el ejército norteamericano en Viet-Nam, ante un
ejército de “pobres descalzos”, tienen su explicación en que las razones fueron
dobles, una de ellas, la resistencia de los pueblos atacados a la opresión
imperialista y la otra, los levantamientos de solidaridad y las manifestaciones
de protesta anti-bélicas incluso del propio pueblo americano.
En todos los casos, los halcones imperialistas
norteamericanos, se ven forzados a aceptar la retirada de mala gana, ante el
desprecio de las masas a esa política del terror imperialista y el peligro de
que se produzcan revoluciones incapaces de controlar por sus propias fuerzas,
ni militarmente ni económicamente como está ocurriendo en realidad.
La poderosa clase dominante de EEUU, que también es la
más ignorante y fanfarrona de todas las burguesías, necesita seguir demostrando
al mundo, sobre todo a los sectores más xenófobos e histéricos de los
patrioteros del “tea Party”, (como ala más extremista) que mantienen su enorme
poder y que pueden utilizarlo cuando les plazca.
Pero sin embargo, el prestigio de la clase dominante
norteamericana, se hundió en dos conflictos inolvidables para la historia, como
fue la derrota en las junglas por los vietnamitas y el fracaso de la Bahía de
Cochinos en Cuba.
La CIA y el Pentágono, junto con el propio Gobierno,
se vieron sorprendidos e incluso superados al inicio, por el desarrollo de la
revolución de la Primavera Árabe en el
mediterráneo, que no ha sido más que el ensayo general de los acontecimientos
similares que se van a dar en todos los países europeos, de ahí su enorme
preocupación, porque saben que no lo podrán evitar, ni con dólares ni con
plomo.
Como habían pronosticado los marxistas, “mucho antes
de que se realice el sueño utópico y reaccionario de un super-estado europeo
(la Unión Europeo, la integración económica, monetaria y política en un solo
estado, que en cualquier caso es una remota posibilidad), todos estos estados
experimentarán convulsiones revolucionarias”, y al parecer, los momentos de esos
acontecimientos están cada vez más cercanos.
Durante los cinco últimos años hemos visto la
parálisis de la clase dominante europea, incapaz de ofrecer ningún signo de
recuperación económica, sino todo lo contrario, se desliza amargamente hacia el
precipicio, con una bancarrota que pone en peligro todas sus pretensiones de
unificar un Gobierno de Europa y una economía sincronizada, que es cada día
menos viable.
Las burguesías de los estados miembros, la patronal, los
banqueros, hacen declaraciones de que la
situación es muy grave, exigiendo que gobiernen con acciones contundentes, pero
se han dividido en dos bandos: los más reaccionarios exigen más recortes,
privatizaciones y ataques firmes contra los trabajadores. El otro sector más
inteligente y sensible se expresa ya claramente exigiendo medidas económicas de
“incentivos a la producción real” que recuperen la creación de puestos de
trabajo. Los argumentos de los primeros es que, si siguen los recortes que
drenan la demanda y agitan a las masas, con convulsiones sociales y huelgas, “podrían
desatarse procesos revolucionarios”. Los argumentos de los segundos son que si
no se recupera la iniciativa y se crean puestos de trabajo, el empeoramiento de
la situación nos conduce a potentes convulsiones sociales, que “podrían desatar
procesos revolucionarios”. Los
estrategas de esa burguesía dividida demuestran con sus “dialécticos
razonamientos”, que ambos tienen razón,
o sea, que no hay salidas bajo el capitalismo para resolver las cuestiones
sociales y las conclusiones entrecomilladas les aterran.
Los burgueses más inteligentes piensa que la clase
trabajadora de toda Europa, es mil veces más fuertes que hace unas décadas,
aunque la clase dirigente es más débil, pero la correlación de fuerzas reales,
contando con las masas en acción, son abrumadoramente favorables a los
trabajadores a pesar de los errores de sus direcciones.
La clase trabajadora y las capas medias que están
sufriendo los efectos de los ataques y recortes, están girando a la izquierda y están
dispuestas a jugar un papel social cada vez más dominante en la ecuación, en
las luchas entre las clases que se avecinan, esta vez, incluso la pequeña
burguesía desesperada y maltratada por la gran burguesía, sus banqueros y el
gobierno de la reacción, se podrían ver lanzadas a buscar la unidad con las
izquierdas, luego de pasar el sarampión de esos “nacionalismos pequeñoburgueses
rampantes” desatados por el sentimiento de opresión de una burguesía potente
contra los pueblos que sufren unas reminiscencias semi-coloniales o
neofascistas.
Algunos representantes del capital, están tan
frenéticamente preocupados con la “Unidad de España”, que olvidan el desenlace
histórico del 1936, (o lo pretenden
representar, sin olvidar que la historia se puede repetir, pero la primera vez
como “tragedia” y la segunda como “farsa”), ya que sus posiciones
intransigentes y antidemocráticas, pueden provocar una reacción por parte de la
clase trabajadora en un contexto mucho más desfavorable para la burguesía e
incluso para el capitalismo internacional.
Debemos alertar, con la intención de que se desactiven
esos elementos reaccionarios, o para poner en guardia a los dirigentes de las
organizaciones de izquierdas, que existe una corriente de la clase dominante
que puede estar pensando que, en algún
momento, tienen que jugárselo todo a la
carta de la fuerza, para aplastar a la
clase trabajadora, como hemos oído y leido en declaraciones de ciertos
analistas que, utilizando con una visión franquista la Constitución, amenazan
con utilizarla por encima de los cauces democráticos para obligar una Unidad
por la fuerza, con el razonamiento de que lo
ampara la Carta Magna, cuando decenas de artículos son violados
permanentemente desde la Transición, sobre todo los que reconocen Derechos a un
trabajo digno, a la educación publica y gratuita, y la sanidad universal y demás derechos
sociales que afectan al pueblo trabajador.
Si están esperando esa situación favorable, que es
radicalmente auti-democrática, a la vez que representaría otro baño de sangre que
sufrirían las capas más pobres, revelaría su incapacidad de resolver los
problemas del pueblo, rebrotando el comportamiento y las intenciones
franquistas, por lo cual, todos esos elementos del aparato del Estado, deberían
ser cesados de inmediato, bajo la
acusación de apología del terrorismo.
Históricamente, con el colapso de las dictaduras
policiaco-militares en Europa, se abrió un
nuevo período en la historia europea y mundial. En la actualidad, la previsión
del surgimiento de una oleada de luchas obreras, que pueden alcanzar el grado
de revolucionarias, si los intransigentes elementos de la clase dominante se
empeñan en hacer retroceder la rueda de la historia, confirman que en realidad,
con los enormes movimientos de mundo del trabajo, las movilizaciones masivas
del movimiento obrero y sindical, presagian que sería posible una transición al
socialismo por métodos democráticos y pacíficos, pero previamente sería preciso
neutralizar a los elementos ultra-reaccionarios incrustados en el aparato del
estado que son un verdadero peligro.
Es una realidad que el poder potencial de la clase
trabajadora mundial ha aumentado hasta alcanzar niveles desconocidos en la
historia. Por el contrario, a pesar del
aparente auge, y precisamente a causa de sus contradicciones insalvables, la
vitalidad del capitalismo sigue descendiendo y está atrapado en un callejón sin
salida. El escándalo de tanta
corrupción, de la contaminación medioambiental, la decadencia ética de la
burguesía dominante, incluida la Casa Real, la rebelión de la juventud
estudiantil y obrera, el giro a la izquierda en la sociedad está siendo un
fenómeno mundial.
La acumulación de factores son la indicación de que la
crisis del modelo capitalista desafían la propia existencia misma del
capitalismo, por lo cual, para que se consiga una verdadera recuperación
económica, que podría alcanzar los niveles de producción, justicia, democracia
y bienestar más altos que en cualquier otro periodo de la historia, sería
mediante la transición a un nivel superior de la economía, en base a la
planificación científica de los recursos productivos, es decir, el desarrollo
del genuino socialismo, sometiendo al control democrático y social las palancas
fundamentales de la economía para que la producción y distribución de
mercancías, bienes y servicios sean puestos al servicio de la humanidad.
Esta tremenda recesión en la que hemos entrado es
profunda y universal, y está sacudiendo los cimientos del sistema. La
aterradora plaga del paro de masas en la mayoría de los países, está
debilitando cada vez más el crecimiento económico mundial. Los dos males fundamentales, como son el paro
crónico, junto con la inflación que podría desatarse en breve, merman la
capacidad productiva técnica y científica, que con los recortes en la
investigación, están sacudiendo los pilares fundamentales del capitalismo,
porque la inversión privada y la pública en la economía productiva real están
con tasas negativas.
Por otra parte, el despertar de la toma de conciencia
de las masas en todos los pueblos oprimidos por la dictadura financiera del
capital, a pesar de la superioridad técnica y militar de las potencias
dominantes, deja impotente a los imperialistas, porque temen las consecuencias
que pueden tener los ataques indiscriminados contra la población, al menos en
Europa, aunque esas mentes criminales serán capaces de experimentar sus nuevos
artilugios bélicos en zonas alejadas de las metrópolis.
Buscando las causas de por qué el sistema capitalista
tiene todavía alguna base de apoyo
democrático en la vieja Europa, nos encontramos que se debe a la completa
ceguera, cobardía, pusilanimidad, a la estupidez absoluta y la falta de
perspectivas de las direcciones del movimiento obrero, tanto en el aspecto
sindical como político.
Precisamente en los momentos de decadencia y desorientación
de la clase gobernante, que ha perdido el rumbo y no encuentra ningún paradigma
fiable para salir de la recesión, los sindicatos y los partidos reformistas se
han fundido con el aparato y la maquinaria del Estado, asumiendo la fachada
democrática del capitalismo, cuando en realidad, han sucumbido al golpe de
Estado financiero internacional.
Ello es debido a que en el periodo de auge de las
décadas anteriores a la crisis, los dirigentes sindicales y de las izquierdas
habían perdido la confianza en el poder y la capacidad de la lucha de la clase
trabajadora.
Muchos de esos elementos se han burocratizado y se han
elevado por encima de la clase trabajadora e incluso se han dejado corromper
por los corruptores del capitalismo.
Algunos de los más corruptos miran a los obreros con desprecio y al
final los veremos buscar cobijo y colaboración con la clase burguesa dominante
como vimos algunos ejemplos como el “tamayazo” y otros.
Algunos estrategas menos estúpidos del capitalismo
entienden algo mejor el período al que se enfrenta el sistema burgués, porque
comprenden las fuerzas latentes en las profundidades de la clase trabajadora y
las capas medias, que buscarán la alianza con las izquierdas en un frente
común.
Los presentimientos y la comprensión por parte de la
clase dominante, de los futuros
enfrentamientos entre el mundo del capital y el mundo del trabajo en todos los
países, les aterroriza y buscarán un
pacto con algunos representantes de los trabajadores, en lo que se ha llamado
clásicamente un Gobierno de Salvación o de concentración nacional, comprando
incluso a algunos elementos más derechistas de las organizaciones de izquierdas.
Eso podría hacer crujir las bisagras de las organizaciones con nuevos alineamientos y giros bruscos a
izquierda y derecha.
Las contradicciones se seguirán acumulando en estos
procesos que se acelerarán, siendo las principales, las que existen entre el poder de la clase
obrera y la incapacidad política de las direcciones actuales de comprender la
necesidad de ofrecer una alternativa, pero por ello, los dirigentes podrían ser
sobrepasados por las masas en acción.
Existen realmente posibilidades claras para la
superación del modelo capitalista, pues el factor objetivo está muy maduro,
podríamos decir que se está descomponiendo, pero el necesario factor subjetivo
está implícito en la situación de la lucha del movimiento obrero y la juventud
que se está desarrollando, a base del proceso molecular de toma de conciencia
que interactúa dialécticamente entre acción y teoría.
Las potentes oleadas de luchas sociales que se están
desarrollando en toda Europa y en el mundo entero, con la convocatoria por
primera vez de una Huelga Continental el próximo 14 de Noviembre, que debe ser
potenciada por todas las organizaciones políticas y sindicales de izquierdas, van a poner a prueba una vez más a las
organizaciones tradicionales del movimiento obrero, saliendo de su interior los
nuevos cuadros que se forjarán en la batalla contundente para hacer cambiar el
curso de la historia, y más temprano que tarde, las fuerzas de las izquierdas,
se enfrentarán a la burguesía, pero de forma unitaria y bien organizada, para
iniciar el cambio profundo que debe darse mediante un programa de clase que nos
permita avanzar hacia la construcción del Socialismo.
¡¡A PREPARAR LA HUELGA GENERAL DEL 14 –N¡¡
¡¡ GOBIERNO DIMISIÓN ¡¡ ¡¡LA LUCHA CONTINÚA…¡¡
ÁREA DE COMUNICACIÓN Y FORMACIÓN.
IZQUIEDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
is-psoe.malaga@terra.es
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