11 de octubre de 2012

ECOLOGÍA: A 10 AÑOS DEL DESASTRE DEL PRESTIGE


  El juicio por el grave accidente marítimo del “Prestige”, del que se cumplirán el próximo sábado los 10 años, todavía no  ha comenzado.  Es increíble que todavía no se hayan dilucidado los errores de la política de lo que fue la mayor catástrofe ecológica, económica y social que ha sufrido Galicia.
 La utilización ilegal de los buques monocascos, en el transporte del combustible procedente del petróleo, causa de la gran avería del Prestige, fue en realidad una mala gestión tanto del gobierno autónomo,  gallego como del central, que estaban en manos de Fraga y Aznar, respectivamente, el primero fallecido físicamente y el segundo políticamente, por el segundo desastre de la guerra de Irak, desatada por el sangriento “trio de las Azores”.

Los mandamases del PP no han querido asumir ni los costes políticos ni los económicos que se derivan de esos hechos, que produjo una movilización histórica de la ciudadanía, como explicaremos más adelante.  Los ciudadanos de Galicia y del resto del Estado esperan que al menos, aun con retraso, sean dilucidadas las responsabilidades penales y que no se continúe tapando este horroroso y grave problema que representó un tremendo atentado ecológico que afectó a cientos de miles de familias. 
Desde el pueblo gallego y el español se exige a la Justicia que se reparen los daños que se produjeron desde el punto de vista ecológico, económico, social y en la propia dignidad de los ciudadanos, porque existen grabaciones recientes que aclaran que si las cosas se hubieran hecho de forma diferente,  como por ejemplo, aproximar el buque a un puerto cercano, en vez de querer ocultarlo en alta mar, la situación habría sido mucho más leve, pero esa es la manera mentirosa de actuar, por los gobiernos del PP,  en cada desastre que se origina, que siempre intentan salvar los intereses de los capitalistas anteponiéndolos a los derechos de los ciudadanos y a su a la seguridad, como estamos viendo también ahora con la política de salvamento de la banca y los ataques a los más necesitados, que como explicamos en su día, en el análisis de abajo,  lo que está causando igualmente ahora  es un verdadero desastre social.



(…) ““Tanto este desastre, como el del Prestige, que comentaremos a continuación, ponen de manifiesto de forma clara y meridiana, los abusos o la complicidad que existe entre las grandes empresas y las instituciones estatales, dentro del sistema burgués de los capitales, cuyos gobiernos y la propia justicia, incluyendo todo el aparato legal, respaldan de una manera u otra al capitalista en todos los terrenos, también cuando se producen destrucciones del medio ambiente y no solamente cuando actúan en la explotación directa de la clase trabajadora.


            Como la mayoría de los ciudadanos recordarán, el accidente del petrolero monocasco “Prestige”, resultó accidentado el 13-11-02, cuando transitaba con 77.000 toneladas de petróleo frente a la Costa de la Muerte, en Galicia. Tras varios días de maniobras y errores políticos, fue alejado de la costa y terminó hundido a unos 250 km de la misma.


En los momentos iniciales de la catástrofe, los responsables políticos del PP quisieron ocultar la verdadera situación. El Ministro Cañete, que se comportó de manera muy cínica, como en él es habitual, llegó a asegurar que todo estaba bajo control y que aquello era un simple vertido de poca importancia.  Otros altos cargos del PP echaban balones fuera y culpaban a Gibraltar de la hecatombe; El Presidente entonces de Galicia, Fraga Iribarne, que había pasado el fin de semana de cacería, no dio muestras de comparecencia hasta una semana después.  La ineptitud y al improvisación de los políticos del PP permitió que el fuel fuese llegando a las costas en oleadas sucesivas.  Si no llega a ser por la intervención espontánea de la población, los efectos de la catástrofe hubiesen  sido mil veces mayor.  De todas formas más de 60.000 toneladas de fuel destrozaron las costas no solo de Galicia, sino de Asturias, Cantabria, Euskadi y ramalazos de “chapapote” llegaron hasta Francia.   El problema seguía sin resolverse porque el barco hundido, (demostrado luego a causa de la incompetencia del gobierno del PP),  seguía amenazando con constantes fugas de “hilitos de plastilina”, como lo denominó  el señor Rajoy.


La falta total de barcos especializados en tareas de anticontaminación y remolque (pues no existía ninguno en todo el Estado, pese a ser un país eminentemente marítimo), produjo un enorme escándalo ante todos los países del mundo y ante los ciudadanos.  Máxime cuando, al hacer balance, nos encontramos que el 65 % de los  desastres marítimos ocurridos en Europa en los 30 últimos años, fueron frente al litoral de Galicia. Los derrames producidos suman 300.000 toneladas de crudo, casi igual como los vertidos en el resto de catástrofes en las costas europeas.


Tanto los efectos sociales como los económicos de la marea negra, fueron una catástrofe que produjo miles de puestos de trabajo perdidos en el sector pesquero y mariscadores que dependen del mar como forma de ganarse la vida.  La catástrofe pudo ser previsible, como se demuestran por los datos que aportamos:

a)    Una de las características fundamentales para la seguridad marítima en el transporte de mercancías es que los petroleros deben navegar dotados de “doble casco”, pero por ahorrarse dineros, solamente “uno de cada cinco” navegan cumpliendo estos requisitos.

b)    De los 7.030 petroleros que había en ese momento en el mundo circulando, la edad media era de 18 años (el Prestige tenía más de 20 años) y más de un 41 % navegaban con obsolescencia.


c)    Es una práctica generalizada de los armadores navegar utilizando banderas de conveniencia, que les permite ahorrar dinero, por la mayor relajación en las condiciones de seguridad de los barcos y mantienen condiciones laborales, a veces  esclavistas,  para las tripulaciones.

d)    A mediados de los años 50 solamente un 2 % de los mercantes utilizaban banderas de conveniencias, sin embargo en los años 90 la cifra se había elevado ya a un 50 %, y de los 323 buques mercantes que había en esa época en el Estado español, solamente 18, es decir, un 5 %, estaban inscritos en el registro ordinario. (¿Un buque no inscrito es un buque Pirata?)

El desastre del Prestige provocó una marea negra que causó un daño incalculable, pero a su vez, también produjo una marea de cabreo e indignación que caló en lo más hondo del pueblo gallego, produciendo una enorme ola de solidaridad entre los pueblos, pues llegaron voluntarios de todo el mundo para ayudar desinteresadamente.


El enorme abismo que se abrió entre la mayoría de la población gallega y la Xunta de Fraga y Aznar, fue la característica más destacable en el aspecto social. Para los trabajadores, la imagen de los Gobiernos dirigidos por el PP quedaba asociada fuertemente a la desidia, la incompetencia, la censura y la manipulación a la vez que a la represión y al insulto a los pueblos que acudían solidariamente en ayuda de Galicia.


La muestra masiva de descontento  expresada en manifestaciones y movilizaciones fue  de carácter histórico y muy importante por su aspecto de rechazo a una cierta forma de hacer política, por parte del PP,  en contra de los intereses de los ciudadanos.


Ese desastre puso al descubierto el desprecio de la derecha hacia la población y su inutilidad para resolver problemas difíciles, pero asimismo, dejó al descubierto el papel real del Estado burgués y del sistema capitalista, que antepone los intereses privados a los públicos.  Los que hicieron frente a la marea negra desde el principio, en ausencia total de gobierno, fueron los propios marineros, las mariscadoras, y la población voluntaria, haciendo un trabajo colosal, totalmente solos, con sus propios medios, improvisando e inventando sobre la marcha artilugios para sacar el chapapote, demostrando su creatividad, su capacidad de sacrificio y el apoyo decisivo de miles de voluntarios, de entre los que destacaban los jóvenes, que con su esfuerzo,  audacia y arrojo paliaron en lo posible los nefastos efectos de ese enorme ataque a la naturaleza provocado por el ansia de lucro del capital y la negligencia del gobierno PP. 


Acudieron voluntarios de otras comunidades autónomas e incluso de otros países del mundo, pero nada de lo que ocurrió en el desastre del Prestige obedece a pura “casualidad”. Es falso que no fuese previsible, pues toda catástrofe de esa naturaleza tiene que ver con el negocio y el beneficio de los armadores y petroleras, como comentábamos, pues, la causa es la utilización de barcos chatarras flotantes,  en mal estado, cuando tenían que estar desguazados.  Es causa también de la privatización de los recursos públicos, pues la oleada de privatizaciones de los sectores claves de la economía, como las compañías de petróleo y todo el sector energético,  que deberían estar en manos del Estado por motivos de seguridad, han sido entregadas al sector privado, que no respeta ni la legislación vigente porque su objetivo es el lucro.


El capital privado lleva en la sangre la corrupción y el desprecio por los intereses de la población. Las empresas privadas hacen negocio hasta con las desgracias ajenas.  Todo eso es producto del propio sistema capitalista cuyo fin es el sacrosanto beneficio y que cada día provoca peores resultados para la humanidad. Esa catástrofe del Prestige puso sobre la mesa el enorme potencial de cambio social de las masas cuando éstas se ponen en acción y hacen trabajo social en común. Fue la actitud resuelta de miles de trabajadores y jóvenes, que de forma desinteresada y ante la “incomparecencia” del Estado burgués, ya que el Gobierno del PP  actuó tarde y mal,  el pueblo se enfrentó al chapapote con sus propias fuerzas, marcando el camino de que los trabajadores pueden trabajar sin patrón”. (…)

Fuente:
Extracto del capítulo VIII de la revista Cambio Climático, editada por Izquierda Socialista que recoge las conclusiones del debate de la Conferencia celebrada en Torremolinos.

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