... HAY QUE RETOMAR LA MOVILIZACIÓN EXTENDIÉNDOLA AL RESTO DE SECTORES.
Durante setenta días, los trabajadores
de la minería del carbón, pública y privada, han protagonizado duras
movilizaciones en defensa del futuro del sector. En estos dos meses
largos, los mineros se convirtieron de nuevo en un referente para miles
de trabajadores, y han contribuido al debilitamiento y desgaste del
propio gobierno de una forma clara.
La marcha a Madrid, que fue recogiendo
muestras de solidaridad durante todo su recorrido, reunió en la
manifestación posterior a cientos de miles de trabajadores llegados
desde diversos puntos del Estado, y de la propia capital. El
recibimiento la noche antes a los mineros desbordó todas las
previsiones. Cientos de miles de trabajadores, al grito de “¡Madrid
obrero se siente minero!” colapsaron el recorrido, y abarrotaron la
Puerta del Sol durante varias horas. Semanas antes, la convocatoria de
huelga general en las comarcas mineras había sido también un éxito
clamoroso.
El conflicto minero ha puesto de relieve la fuerza y la
disposición a la lucha de los trabajadores, pero lamentablemente ha
concluido sin haber conseguido sus reivindicaciones. Es evidente que el
gobierno del PP está decidido a derrotar a los trabajadores en todos los
frentes, con el objetivo central de desmantelar todas las conquistas
que hemos adquirido desde la dictadura. Y en ese empeño, ha demostrado
que no está dispuesto a ceder con “facilidad” a la presión de los
trabajadores. Pero, desde nuestro punto de vista, esta aparente
fortaleza del PP oculta el temor que tienen a que una lucha victoriosa,
en cualquier sector, puede ser el detonante que haga estallar la
conflictividad social en todo el estado1.
Tras la desconvocatoria de la huelga indefinida y la salida de los mineros encerrados, desde UGT y CCOO se ha insistido mucho en que este es un paréntesis necesario para recuperar fuerzas y continuar la lucha. El secretario general de FITAG-UGT estatal, Antonio Deusa, declaraba: “Esto es tan solo un punto y seguido: echamos un paso atrás para coger impulso y seguir luchando por el mantenimiento del sector, del empleo y de las comarcas mineras”.2
Desde
luego, es indudable que en un conflicto tan duro puede ser necesario un
paréntesis para recuperarse e incluso para replantearse la estrategia a
seguir. Para ello es necesario analizar lo que se ha hecho hasta el
momento y sacar las conclusiones para continuar. Compartimos totalmente
las últimas declaraciones de Maximino García, secretario general de la
Federación de Industria de CCOO de Asturias, de que es necesario “sumar
esfuerzos” con otros sectores económicos “que también están en
conflicto” para lograr que la minería tenga una solución “pero no de
manera aislada”, aunque lamentamos que sea ahora y no cuando el
conflicto estaba en claro ascenso cuando las realiza, pues estamos
convencidos de que el aislamiento deliberado al que le han sometido ha
sido un factor crucial para el desenlace de la huelga.
No hay que olvidar que las oportunidades para confluir con otros sectores y para extender y unificar las movilizaciones, han sido una posibilidad concreta durante todo el conflicto, comenzando por la unificación con la huelga indefinida del transporte (tal y como lo demandaron en sus respectivas asambleas los propios trabajadores en su momento)3 o con las movilizaciones educativas y sanitarias. De hecho, nunca como en esta ocasión ha estado tan presente entre los trabajadores la necesidad de la más amplia unidad, sin que esta demanda haya tenido ningún tipo de respuesta entre las direcciones de CCOO y UGT.
Lejos de esto, se ha
continuado en la tónica habitual de aislar las movilizaciones mineras
incluso del resto de la población de las comarcas (salvo casos
puntuales, como la huelga general en las cuencas o la manifestación de
Madrid) fiándolo todo a los cortes de carretera, barricadas, etc., que
en lugar de jugar un papel auxiliar en la movilización han sido el eje
central de la misma, lo que ha facilitado la represión policial, con más
de un centenar de trabajadores detenidos.4 La represión ha sido
particularmente dura a lo largo de toda la huelga, no sólo en las
poblaciones afectadas, también en las diferentes movilizaciones, como la
de las mujeres en el congreso de los diputados o la brutal carga
policial en la manifestación de Madrid.
La grave división sindical
que se ha manifestado durante todo el conflicto ha sido otro de los
factores que ha debilitado la capacidad de presión de los trabajadores,
introduciendo enormes dosis de desmoralización y confusión entre la
propia plantilla. Nosotros mismos hemos sido testigos de cómo se ha
alentado la división y los prejuicios, de forma más o menos abierta,
desde las direcciones sindicales tanto de CCOO como de UGT, en asambleas
y actos de ambos sindicatos.
Este escenario ha permitido al
gobierno, pese a su aislamiento social, jugar la carta del desgaste,
esperando que el conflicto se deshinchara ante la ausencia de una
perspectiva de lucha a largo plazo. Si la marcha a Madrid supuso el
punto álgido en cuanto al apoyo y simpatía con la lucha minera, no es
menos cierto que tras la multitudinaria manifestación en Madrid, los
dirigentes sindicales no tenían ningún plan. El propio discurso al
cierre de la misma no dio ninguna perspectiva concreta de cómo
continuar.
Defender un programa de clase es la única garantía de futuro.-
Por otro lado, si en estos dos meses,
desde las direcciones sindicales no se ha contemplado la posibilidad de
confluir con otros trabajadores, no han tenido ningún problema en
“confluir” y manifestarse con la patronal del sector, que ha utilizado a
los mineros para sus propios intereses. Ahora, tras el final de la
movilización, esa misma patronal, que tradicionalmente ha pisoteado los
derechos laborales y sindicales de los mineros, reacciona con despidos
(unos 60 en la Hullera Vasco Leonesa) o recortando drásticamente las
condiciones salariales, lo que ha provocado ya una nueva huelga en
UMINSA que, a fecha de hoy es prácticamente total en León y se extiende a
las explotaciones a cielo abierto de Cerredo y Tormaleo en Asturias.
¿Qué
papel juegan unos empresarios que sólo garantizan el salario y el
empleo si lo subvenciona el Estado? Reivindicar el carbón como un sector
estratégico debe ir acompañado de la reivindicación de la
nacionalización de la minería privada y de la incorporación de sus
plantillas a una gran empresa pública, donde los trabajadores puedan
controlar todas las fases del proceso productivo y garantizar la
viabilidad de la misma. Sólo de esta forma se mantendrán los puestos de
trabajo y unas condiciones laborales dignas. Hay que oponerse al cierre
de más explotaciones en tanto no se creen puestos de trabajo
alternativos en otras ramas industriales.
Cómo encarar una nueva movilización.-
En la reciente fiesta minera de Rodiezmo
se anticipaba que a partir de septiembre habría un nuevo calendario de
movilizaciones, pues, además del recorte de las ayudas, ahora el
gobierno plantea una reducción en la producción de alrededor de cuatro
millones de toneladas de carbón, con lo que no se cubriría el cupo de
carbón que tienen que consumir las térmicas españolas. La importación de
carbón, y la especulación con los precios de este (que se compra barato
y se vende a precio de carbón estatal), es un negocio redondo que
engordará aún más los bolsillos de un puñado de empresarios, a costa de
la desindustrialización de las comarcas mineras.
El reciente
desenlace de la última gran movilización minera ha puesto de manifiesto
dos cuestiones fundamentales sin las cuales no será posible conseguir
una victoria sobre el gobierno. La primera, que es necesario elaborar un
plan de movilizaciones sobre la base de la unificación de los distintos
sectores en lucha, y que actualmente no es posible la victoria de un
sector al margen del resto. Por eso, una nueva huelga general que
contemple con claridad las diferentes reivindicaciones debe ser el
pistoletazo de salida para ese nuevo plan de lucha.
La segunda es
que, incluso el plan de lucha más amplio, sostenido y ambicioso no sirve
de nada si no tenemos un programa que oponer al del gobierno y la
burguesía. La actual situación de la minería no es ajena al resto de
ataques que padece la clase trabajadora. Por eso es imprescindible
romper con la patronal y buscar la unidad con el resto de los
trabajadores, recuperando la unidad sindical desde la base, defendiendo
un programa que plantee la nacionalización, no sólo del carbón sino de
los grandes sectores estratégicos y de la banca, y que defienda de forma
intransigente los derechos básicos de los trabajadores, como la sanidad
o la educación. En definitiva, un programa que cargue el peso de la
crisis sobre quienes la han provocado y no sobre los que la padecemos.
MÓNICA IGLESIAS.-
1. La cantidad que se reclama (unos 190
millones de euros), aunque fundamental para la viabilidad de las
explotaciones, no representa casi nada en los Presupuestos Generales del
Estado.
2. Web del SOMA-FITAG, 2 de agosto.
3. Ver artículo en el nº 261 de El Militante.
4. El capítulo de la represión está lejos de haberse cerrado y será otro de los frentes de batalla. La defensa de los trabajadores detenidos y la exigencia de su absolución sin cargos debe ser un aspecto central para las organizaciones sindicales.
2. Web del SOMA-FITAG, 2 de agosto.
3. Ver artículo en el nº 261 de El Militante.
4. El capítulo de la represión está lejos de haberse cerrado y será otro de los frentes de batalla. La defensa de los trabajadores detenidos y la exigencia de su absolución sin cargos debe ser un aspecto central para las organizaciones sindicales.
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