11 de junio de 2012

EL HAMBRE CON LAS GANAS


EL HAMBRE.

                   La desregulación de la economía llevada a cabo por Reagan a principio de los ochenta significó la liberalización absoluta de los mercados y con ella, la llegada de formas de especulación inexistentes hasta ese momento. Los bancos empiezan a financiar la compra de viviendas dando hipotecas a cambio de que el cliente firme un papel comprometiéndose a pagar el piso comprado.  Pero los banqueros no guardan ese papel, sino que  lo venden a un inversor -en forma de título-  que a cambio va a seguir cobrando el dinero de quien ha comprado el piso. La jugada es doblemente magistral: el banco puede seguir prestando el capital pagado por el inversor y  a la vez, evita el riesgo de que su cliente no pague la hipoteca, trasladándolo al inversor.

                   Al principio todo iba bien, la incipiente globalización de las décadas anteriores se asentó, se reactivó el mercado, se mejoró el producto interior bruto y empezaron a amasarse enormes fortunas: los inversores vendían sus títulos a otros inversores , estos a otros … y todos contentos . Pero la avaricia rompe el saco. Los bancos más listillos como Lehman Brothers empezaron a dar hipotecas a diestro y siniestro a clientes sabiendo que no las iban a poder pagar,  ya que ellos vendían el título basura al inversor.  Este truco siniestro dio tanto resultado, que todos los bancos siguieron  la estrategia Lehman Broters , con lo que el mercado mundial se saturó de estos títulos envenenados . En un alarde de perversidad inaudita,  llegaron a distribuir  incluso paquetes infectados en los que se mezclaban a conciencia hipotecas que se iban a pagar con otras que no. Cuando se supo que esos paquetes eran bombas de relojería, el pánico cundió, los inversores dejaron de comprarlos, vino la debacle y se hundió todo. Pero para entonces, los financieros y banqueros que habían diseñado esta maquiavélica crisis, eran multimillonarios.

         LAS GANAS.  
                   La crisis económica de los noventa la saldó Felipe González con una reconversión industrial nefasta, la institución de los contratos basura y  lo que es peor , la llegada a la joven y virgen democracia española de la especulación y la corrupción política.  Llegan  los primeros casos de financiación ilegal , tráfico de influencia , los pelotazos, los fondos reservados , los GAL , Roldán … y en los dos años últimos de gobierno se apunta a la desesperada el camino fácil para salir de la crisis  : el ladrillo .
                   José María Aznar encuentra todo a su favor. La especulación urbanística se dispara , los concejales ya no quieren ser de cultura sino de urbanismo , los PGOU cambian los terrenos sociales , verdes o rústicos por urbanizables , se dilapidan uno tras otros los patrimonios municipales , la fiebre constructora enloquece el mercado , los bancos animan y dan hipotecas fáciles , los precios de las viviendas multiplican por dos , por tres , por cuatro su valor real , el mundo de la construcción nada en la abundancia , los clientes enfebrecidos compran y compran … Los bancos felices , las financieras felices , las constructoras felices , los clientes felices . España va bien, repetía una y otra vez Aznar, consciente de que lo que se estaba creando era una inmensa y artificial burbuja inmobiliaria que acabaría explotando más pronto que tarde.

                   Durante la segunda legislatura de Aznar, con mayoría absoluta, la orgía especulativa, el desastre ecológico y la corrupción de los políticos, en vez de abrir los ojos de una sociedad cegada por el consumo, causa admiración en el pueblo.  Se premia al corrupto votándolo.  Era frecuente encontrarse lujosas mariscadas en las que empresarios y concejales brindaban en público sin pudor por el éxito de sus negocios. La corrupción integrada con normalidad en lo cotidiano. Por esa época ya la prensa internacional especializada denunciaba el enorme fiasco de la economía española: va a caer como un castillo de naipes, decía una y otra vez.

                   Pero José Luis Rodríguez Zapatero siguió tozudamente con el España va bien de Aznar, engordando la burbuja inmobiliaria  hasta que la caída de la economía mundial de 2007 destapó la fragilidad y falsedad de la nuestra. Dos años estuvo Zapatero negando la crisis y dos años más tardó en aceptar los dictámenes del mercado,  ponerse a sus órdenes y abrir la puerta de los truenos de las reformas, los recortes y las pérdidas de derechos. Mayo negro de 2010.
                  
En los cien días de gobierno conservador, Mariano Rajoy no ha hecho más que continuar el camino marcado por sus colegas “socialistas”: más reformas, más recortes, más pérdidas de derechos, obediencia ciega a los designios del dios mercado. Baste decir que el ministro de economía actual, era el responsable de distribuir en España y Portugal los paquetes basura que Lehman Brothers enviaba a Europa. Ironías del destino, la historia se repite: nuevamente la zorra cuidando a las gallinas.

                   Los más de ciento cincuenta casos de corrupción urbanística destapados desde la operación Malaya,  no representan ni la punta del iceberg de los casos habidos.  Miles de ayuntamientos han liquidado impunemente sus patrimonios, los responsables se lo han llevado calentito y no pasa nada. Ni siquiera  los imputados han devuelto el dinero robado.

         COROLARIO.
                   La crisis internacional provocada por Estados Unidos y la crisis nacional desatada por la burbuja inmobiliaria tienen mucho en común.  Ambas están originadas por una ambición sin límites.  En ninguna de las dos se piden responsabilidades políticas.  No es que no se juzgue a los responsables,  es que ni siquiera se investigan.  Al revés,  se les justifica, se les tapa, se les cambia el cargo,  se les jubila con astronómicas indemnizaciones. Bush invirtió casi quinientos mil millones de dólares de la reserva pública en cerrar el agujero negro producido por sus amigos financieros.  Aquí, con Bankia, llevamos veintitrés mil quinientos millones de euros del tesoro público, pero todos sabemos que solo estamos empezando a sanear nuestro sistema bancario.

                   Dos datos increíbles: uno, tanto en EE. UU como aquí el dinero público para salir de la crisis se le ha dado a los mismos que la provocaron con su desmesurado enriquecimiento personal.  Y dos, el lavado de cerebro llevado a cabo por los medios de comunicación es tal, que la mayoría de los ciudadanos entiende, asume y aprueba lo que está pasando. Cualquier persona habla con propiedad de la prima de riesgo,  justifica los informes de las agencias de calificación o enfatiza la necesidad de recortes: hemos derrochado demasiado  dice, y se queda tan tranquila.

                   Para terminar, una evidencia: el dinero que había no se ha volatilizado, entonces ¿dónde está? Pues, ahora más que nunca, donde siempre ha estado: en los paraísos fiscales, en los bancos, en las multinacionales, en la Iglesia, en las enormes fortunas privadas.  Ahora son doblemente ricos.  Lo han acaparado y lo han retenido ¿No será que esta crisis es más ideológica que económica?

Antonio Delgado Cabeza.

                  
                  

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