El PSOE expresa su pesar por el fallecimiento de Marcelino Camacho
Los socialistas destacan su compromiso democrático, su lucha por las libertades y su entrega de tantos años en defensa de los derechos de los trabajadores.
COMUNICADO:
La Comisión Ejecutiva Federal del PSOE expresa su profunda tristeza por el fallecimiento del que fuera primer secretario general y presidente del sindicato Comisiones Obreras, Marcelino Camacho, ocurrido hoy en Madrid.
El PSOE desea trasladar a sus familiares y amigos, así como a sus compañeros del sindicato CC.OO. y de otras organizaciones sociales, sus condolencias y toda la solidaridad y el afecto de los socialistas.
El PSOE quiere manifestar su profundo reconocimiento y gratitud hacia una figura como la del líder sindical, por su compromiso democrático, su lucha por las libertades y su entrega y trabajo de tantos años en favor de la defensa de los derechos de los trabajadores de nuestro país y la mejora de sus condiciones laborales.
Desde IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE, nos unimos a todos los sindicalistas y trabajadores y partidos de izquierdas en el pesar por tan importante pérdida, alentando a la lucha en la línea de honestidad, firmeza y entrega del compañero Marcelino, ejemplo de lucha contra el capitalismo y en defensa de la clase obrera.
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Reproducimos algunos artículos de condolencias:
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CAYO LARA TRASLADA EN NOMBRE DE I.U. "NUESTRO PROFUNDO DOLOR POR LA PÉRDIDA DE MARCELINO, UNA FIGURA CLAVE DEL MOVIMIENTO OBRERO Y DE LA HISTORIA DE NUESTRO PAÍS".
Viernes, 29 de Oct de 2010
En el triste día del fallecimiento de Marcelino Camacho, el histórico sindicalista fundador de las Comisiones Obreras, así como destacado miembro que fue del Partido Comunista de España y del Consejo Político Federal de Izquierda Unida, el coordinador federal de esta formación, Cayo Lara, quiere expresar en nombre de todos sus militantes y dirigentes “nuestro profundo dolor ante la certeza de haber perdido a una figura clave para el movimiento obrero y para la propia historia de este país a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Todos, en especial los trabajadores y trabajadoras, hemos tenido en él un referente claro e irremplazable, alguien que nunca falló a nadie”.
“En estos tiempos que nos ha tocado vivir –afirma Lara- el legado, la lecciones de un Marcelino siempre en lucha al lado de los suyos, de los trabajadores, deberían ser un acicate para todos nosotros, continuadores de su labor”.
“Aquellos tiempos de la terrible dictadura franquista sin duda fueron mucho más duros que estos. Por eso, cuando recordamos su peripecia vital y luchadora, y rendimos nuestro último adiós a compañeros como Marcelino, la ocasión también debe servir para rearmarnos y coger renovadas fuerzas ante la dura tarea que tenemos por delante, marcada por el expolio a los derechos laborales con el que se amenaza a los trabajadores”, afirma Cayo Lara.
El máximo responsable federal de IU destaca que Marcelino “fue un hombre sencillo al que respaldaba una larga trayectoria sin dobleces. Era un gran amante del ser humano, de la libertad, de la democracia y del socialismo. Toda su vida fue un ejemplo para los asalariados, los marginados, para los de abajo, un ejemplo que no olvidaremos jamás. El objetivo de toda su vida fue luchar por mejorar un mundo que no estaba hecho a la medida de los débiles”.
Para Cayo Lara, “ahora que Marcelino ya descansa para siempre, nuestro respeto, nuestra emoción y el recuerdo de su constancia en la lucha no pueden ni deben ser flor de un día. Marcelino Camacho debiéramos ser todos frente a los conversos del neoliberalismo, ante el fascismo de manos blancas, ante los corruptos de corbata color pastel y ante la indignidad de los expoliadores. Marcelino debiéramos ser todos y así sería mucho más fácil dar la batalla contra todas las injusticias, porque las batallas siempre han de darse. Marcelino nos enseñó que hay que enfrentarse a ellas con inteligencia, valentía y también con posibilismo. Siempre será un maestro del que muchos de nosotros hemos aprendido y alguien al que los trabajadores siempre hemos considerado uno de los nuestros”.
IZQUIERDA UNIDA:
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Ignacio Fernández Toxo. 29 Oct 2010.- Marcelino vivió en primera línea los momentos más decisivos que protagonizó la clase obrera en España durante el siglo XX. Es, sin ningún género de dudas, un símbolo del trabajo y del sindicalismo de la historia reciente de nuestro país. Nació en Osma la Rasa (Soria) en 1918. Hijo de ferroviario, al abandonar la escuela comenzó a formarse para acceder al mismo oficio que su padre, pero le atrapó la Guerra Civil. Cruzó las líneas y en Madrid se incorporó al ejercitó leal para defender el régimen legítima y legalmente constituido: la Segunda República.
Terminada la guerra, como todos lo combatientes y militantes obreros comprometidos con al República, Marcelino -que había ingresado en el PCE en 1935- conoció en propia carne la feroz represión que desencadenó el general Franco para exterminar a los vencidos. Fue apresado y enviado a campos de trabajo forzado en el norte de África. Se evadió, refugiándose en Argelia, donde conoció a su compañera, Josefina Samper, con la que tuvo dos hijos, Marcel y Yenia. En ese periodo se formó como profesional de oficio de la metalurgia.Aprovechando un indulto, volvió a España en 1957, estableciéndose en Madrid e ingresando en la fábrica de motores Perkins Hispania. Lo hizo como fresador, pero amplió su cualificación profesional hasta convertirse en ingeniero técnico asimilado. La Perkins como la mina La Camocha, al igual que el propio Marcelino, forma parte del código genético de las Comisiones Obreras. Desde la Perkins y otras grandes fábricas metalúrgicas se organizarían las Comisiones Obreras del Metal de Madrid en 1964. Las Comisiones surgieron en el contexto de la persecución franquista, y con el pragmatismo que caracterizó a Marcelino, se decidió ocupar las estructuras del viejo sindicalismo vertical para defender mejor los derechos de los trabajadores. Ello permitía un estrecho contacto con el conjunto de los trabajadores en las empresas para, de ese modo, articular sus reivindicaciones más inmediatas por la mejora de las condiciones de vida y trabajo. Reclamar los derechos más básicos de los trabajadores conducía de modo directo a plantear las libertades civiles y políticas, porque unos y otras eran incompatibles con la dictadura. El resultado era la persecución del sindicalismo.
Como otros muchos militantes de las Comisiones Obreras, Marcelino fue juzgado por el Tribunal de Orden Público (TOP) y enviado a prisión. Cumplió una primera condena entre el 1 de marzo de 1967 -año en el que el Tribunal Supremo declaró ilegales las Comisiones Obreras- y el 10 de marzo de 1972, el mismo día que la policía franquista mató a Daniel y Amador, trabajadores de Bazán, que se manifestaban en Ferrol por su convenio colectivo. Su libertad duró poco más de tres meses. El 24 de junio de 1972 resultó detenido junto a otros nueve dirigentes de Comisiones Obreras y procesado en el famoso Sumario 1001, que despertó la solidaridad internacional con el movimiento sindical de CCOO frente al franquismo. En un documento único, que contiene una extensa declaración ante el Proceso 1001, de jueces, magistrados, fiscales y secretarios agrupados en la conocida entonces como Justicia Democrática, y que nos ha facilitado nuestro amigo Perfecto Andrés-Ibañez, se recoge una breve reseña del rotativo francés Le Monde en el que se afirma: "ninguna prueba ni documento encontró la policía…Se trataba de dar un gran golpe para impresionar al movimiento obrero y desanimar a quienes cayeran en la tentación de seguir el ejemplo de Marcelino Camacho o del jesuita Padre García Salve", que junto a Sartorius, Zamora, Santiesteban, Saborido, Fernández, Acosta, Juanín y Soto, integraban la lista de procesados en el 1001. Saldría de prisión diez días después de la muerte de Franco, pero todavía resultó una vez más detenido en 1976.
La trayectoria de Marcelino durante estos años ilustra perfectamente el modo en el que el sindicalismo de hoy surgió y conoció sus primeros desarrollos, enfrentándose a la dictadura no sólo para obtener condiciones dignas para los trabajadores, sino para lograr la conquista de la democracia en España, para lo que resultó decisiva la contribución de CCOO y Marcelino Camacho.
Tampoco fue fácil el periodo en el que Marcelino pilotó CCOO como secretario general, a partir de su legalización. La transición política tuvo lugar en el contexto de una profunda crisis económica y de una serie de amenazas involucionistas. Es menester recordar en este punto que el compromiso del sindicalismo fue inequívoco, concretándose en primer lugar en un apoyo firme a la Constitución de1978. No sólo eso, sino que fueron precisas una serie de renuncias en aras de salvaguardar el proceso democrático. Como el propio Camacho comentaría con frecuencia, los sindicatos fueron los parientes pobres de la Transición. Basta recordar que ya los partidos políticos actuaban en la legalidad cuando todavía CCOO era considerada una organización ilegal. Marcelino Camacho fue elegido diputado en la legislatura de 1977 y reelegido en 1979 en las candidaturas del PCE. Dimite en 1981 para dedicarse plenamente a sus responsabilidades como secretario general del sindicato, un hecho que determinó el camino irreversible hacia la independencia de CCOO.
Marcelino Camacho interpretó el sindicalismo con una profunda vocación unitaria. A la salida de la dictadura pensó, escribió y trabajó para impulsar un proceso unitario del movimiento sindical que desembocara en una gran confederación sindical. No fue posible, pero sus esfuerzos no se dieron en vano. Hoy los dos grandes sindicatos han alcanzado un alto grado de acción y elaboración unitarias, como lo demuestra la historia del movimiento sindical de los últimos 25 años.
Además en esos años hubo que organizar la resistencia a un proceso de reconversiones industriales y de destrucción masiva de empleo. En 1985, siendo secretario general Marcelino, CCOO organizó la primera huelga general de la democracia en protesta porque el gobierno de Felipe González endureció las condiciones de acceso a las pensiones.
En suma, la biografía de Marcelino Camacho Abad no es sino la vida y destino de los trabajadores españoles en el siglo XX. Los que crecimos sindicalmente a su lado, nos educamos en un sindicalismo abierto y flexible pero cuyo norte no es otro que la defensa irrenunciable de los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Unos derechos que son sustancia de la ciudadanía moderna, o lo que es lo mismo, sustancia de la civilización. Todavía recuerdo aquellas palabras que repetía en momentos determinados: "ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar", un espíritu que impregnó a las CCOO, y que apuntillaba con ese "siempre adelante y siempre a la izquierda".
Hasta siempre Marcelino… y para vosotros Josefina, Marcel, Yenia, para Vicenta, nietos y su familia, un fuerte abrazo de todas las Comisiones Obreras.
Ignacio Fernández Toxo
Secretario general de CCOO
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HA MUERTO MARCELINO CAMACHO:
(Escrito por: Sindicato de Estudiantes, El Militante, Fundación Federico Engels)
Esta madrugada ha muerto Marcelino Camacho, dirigente histórico de las Comisiones Obreras, comunista, obrero metalúrgico y símbolo de la lucha de los trabajadores contra la dictadura franquista.
Marcelino entregó toda su vida a la causa del socialismo. Fue un pionero en la construcción de un gran movimiento obrero con conciencia de clase en las condiciones más adversas, en las asambleas clandestinas en los barrios obreros y fábricas de cualquier ciudad del país o desde las celdas de las prisiones del dictador Franco. Su voz siempre retumbó como un aldabonazo, llevando su mensaje a favor de la libertad de los oprimidos. Desde el Proceso 1001 y las grandes batallas de los años setenta, en la constitución y desarrollo de CCOO, pero también manteniendo la bandera del sindicalismo de clase y combativo contra aquellos que desde el propio movimiento sindical tratan de domesticarlo, doblegarlo y convertirlo en una columna más del sistema capitalista, Marcelino fue la voz de la conciencia obrera. Sus últimos combates, cuando la ofensiva contra las ideas del socialismo y del marxismo arreciaba y muchos ex comunistas y líderes sindicalistas eran ganados para el programa de la desmovilización y la paz social, Marcelino se mantuvo firme, defendiendo la bandera de la lucha de clases. Por ese motivo tuvo que soportar el hostigamiento de muchos a los que él mismo había iniciado en el movimiento sindical. Marcelino probó, en los momentos en que los principios nadan contra la corriente y deben defenderse con más tesón, que él estaba hecho de una pasta diferente.
Marcelino era un entusiasta. No dejó de participar en todas aquellas causas justas de nuestra clase, en todos los combates que ha librado en los últimos cuarenta años. Era además especialmente sensible a la lucha de la juventud. No podremos olvidar el apoyo incondicional que siempre prestó al Sindicato de Estudiantes, participando codo con codo con cientos de miles de jóvenes en las grandes movilizaciones del año 86/87, en todos los congresos del SE, en defensa de la educación pública. Pero además Marcelino jamás fue un sectario. Podía no estar de acuerdo con muchas posturas, pero siempre mantuvo una actitud abierta para colaborar con la izquierda marxista. En los últimos veinte años, Marcelino respondió con afecto a las numerosas entrevistas que le realizamos desde El Militante, colaborando activamente en numerosos actos públicos con nosotros. Con la Fundación Federico Engels mantuvo una relación estrecha, y disfrutamos muchos años en la Feria del Libro de Madrid de su presencia, cuando en la caseta de la FFE, y junto con su compañera de vida y de combate Josefina, dedicaba horas a firmar los libros de los clásicos marxistas.
Compañero y camarada Marcelino. Desde el Sindicato de Estudiantes, El Militante y la Fundación Federico Engels te rendimos tributo y lloramos tu ausencia. Pero nuestro recuerdo hacia tu figura no es sentimental, está basado en el compromiso. Nuestro homenaje a lo que tú has representado lo haremos día a día, a través de la organización de los trabajadores y la juventud por la transformación socialista de la sociedad.
"Ni, nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar" "Viva la lucha de la clase obrera"
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UGT lamenta profundamente la pérdida de Marcelino Camacho.
Un símbolo de la lucha sindical.
UGT lamenta profundamente el fallecimiento de Marcelino Camacho, fundador y primer Secretario General de CCOO, un indiscutible símbolo de la lucha sindical y un “militante romántico, un ciudadano ejemplar”, como le definió Cándido Méndez durante el acto de homenaje celebrado en 2007 que abarrotó el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid.
El sindicato quiere mostrar su pesar y solidaridad a los familiares, amigos y compañeros de Marcelino Camacho, y muy especialmente, a su esposa, Josefina, inseparable compañera en la larga trayectoria sindical.
La historia de Marcelino Camacho es la historia de CCOO, pero también del comienzo de la unidad de acción con UGT, con la que compartió la defensa de los intereses de los trabajadores desde la clandestinidad frente al sindicato único del régimen franquista.
UGT quiere reconocer públicamente el legado sindical de Marcelino, un luchador incansable y comprometido con los derechos de los trabajadores que exigió la democracia política y la libertad sindical en plena Dictadura.
Un símbolo de la lucha por las libertades que dedicó su vida a tratar de mejorar las condiciones laborales en España y fue perseguido por sus ideas y encarcelado durante 9 años en la cárcel de Carabanchel tras el conocido “Proceso1.001”.
En estos momentos de tristeza y pesar para el movimiento sindical, desde UGT queremos también ofrecer el homenaje de sus palabras «Ni nos doblaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar».
UGT.
29 de octubre de 2010
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