REVISAR
LA POSICIÓN SOBRE EL SAHARA:
Una visión retrospectiva.
La ocupación definitiva por
España del territorio del Sahara Occidental se produce entre 1916 y 1920, como
consecuencia de una reclamación española de diciembre de 1884 en base a unas factorías
establecidas en la Península de Dajla y otros puntos de la costa tras
negociaciones con Francia.
En el ocaso de la dictadura,
los altos cargos franquistas incapaces de tomar una acción firme contra las
agresiones marroquíes y disuadidas por el tácito apoyo francés y
estadounidense, entraron en una negociación con Marruecos y Mauritania, que
desembocó en los Acuerdos Tripartitos de Madrid en fecha 14 de noviembre de
1975. En virtud de dichos acuerdos, España renunció a descolonizar el
territorio según los parámetros establecidos por Naciones Unidas y transfirió
sus responsabilidades a una administración conjunta de Marruecos, Mauritania y
la Yamaa, la asamblea tribal del Sáhara Occidental, abriendo el camino a la
ocupación del Sáhara Occidental por parte de sus dos vecinos. En ese mismo
momento se inició una larga guerra de resistencia por parte del Frente para la
Liberación de Saguiat al Hamra y Río de Oro, conocido como Frente Polisario.
La Marcha Verde iniciada el
6 de noviembre de 195 por Marruecos con la intención de ocupar el Sahara
español y el Tratado de Madrid de 14 del mismo mes, fueron probablemente el
mayor reto internacional que afrontó España desde el final de la Guerra Civil y
dieron paso a la resolución 3458 B del 10 de diciembre de 1975 de las Naciones
Unidas, que ratificaba los planes de la ONU del derecho del pueblo saharaui a
la autodeterminación. Sucedieron, precisamente, en un momento de crisis aguda
del régimen, con el tirano agonizante y con la incertidumbre política sobre el
futuro que paralizaba toda decisión. La muerte de Franco diez días después, el
20 de noviembre de 1975, abrió paso a una nueva etapa política que heredaría un
envenenado dossier saharaui. En febrero de 1976 salían los últimos soldados
españoles del Sáhara, que quedaba repartido en dos tercios para Marruecos y uno
para Mauritania. Ese mismo mes el Frente Polisario proclamaba la República
Árabe Saharaui Democrática, con el apoyo del Gobierno de Argelia, que la
reconoció un mes después. Marruecos reaccionó rompiendo sus relaciones con
Argelia.
Las negociaciones de Madrid
tuvieron lugar en un ambiente de tensión excepcional, y por ello no hay que
interpretar que, a pesar de su resultado muy favorable a Marruecos, los
elementos fieles al régimen franquista tuviesen una especial simpatía por ese
país o por la monarquía alauí. Desde su independencia en 1956, la relación con
Marruecos nunca fue fácil para España, y sus constantes reivindicaciones
territoriales, así como sus agresivos medios para conseguir cesiones territoriales
(Tarfaya y la zona sur del protectorado español en 1958; SidiIfni en 1969), no
le habían granjeado ninguna simpatía entre los elementos nacionalistas
españoles. Muchos en el Ejército vivieron la apresurada salida del Sáhara como
una humillación.
La oposición de izquierdas
pronto adoptó una actitud beligerante en esta cuestión: para el PSOE la
truncada descolonización del Sáhara era un error que se debía enmendar. Negaba
el valor jurídico de los Acuerdos Tripartitos al ir en contra de la legalidad
internacional y los principios y pactos asumidos por el Estado español. Esta
posición había comenzado desde el mismo momento de la Marcha Verde. Un año
después, el 14 de noviembre de 1976, Felipe González visitó los campos de
refugiados saharauis en Tinduf, donde prometió que el PSOE estaría con el
pueblo saharaui “hasta la victoria final”, mostrando su apuesta por la
autodeterminación del pueblo saharaui, su repulsa a los Acuerdos de Madrid y su
apoyo al Polisario.
Ni la preocupación por la
legalidad internacional ni el reconocimiento del derecho de autodeterminación
fueron los únicos elementos que inspiraron a al PSOE a alienar sus posturas con
la del Frente Polisario. El propio Felipe González calificó en su discurso del
14 de noviembre de 1976 a los gobiernos marroquí y mauritano de
“reaccionarios”, en claro contraste con su positiva percepción del régimen
argelino. La identificación ideológica y la influencia argelina fueron
decisivas para explicar el apoyo incondicional del PSOE a las tesis del Frente
Polisario, y, por lo tanto, su rechazo radical a los Acuerdos de Madrid.
El programa electoral con el
que el PSOE concurrió a las elecciones de 1977 defendía una política de amistad
con Argelia en detrimento de Marruecos, en coherencia con los viajes que
hicieron tanto Felipe González como Alfonso Guerra en esos años.
España celebró en el 82 las
elecciones generales que otorgarían la mayoría absoluta del PSOE. La victoria
socialista desató las alarmas en Rabat, a la vez que Argelia esperaba ver al
nuevo Gobierno enderezar el rumbo promarroquí adoptado por el Gobierno de
Calvo-Sotelo. La llegada de los socialistas al Gobierno marcó un punto de
inflexión en su posición hacia el contencioso del Sáhara Occidental, que ya
comenzó a verse en plena campaña electoral cuando la victoria parecía posible
moderando el discurso.
Ya en el Gobierno, se
produjo una moderación sorprendente en sus actuaciones en relación con el
Sáhara y la OTAN, primando la continuidad, fiabilidad y estabilidad por encima
de la ideología del partido. Así, contrariamente a las exigencias anteriores
del propio PSOE, el Frente Polisario no recibió apoyo directo de España, no se
reconoció a la RASD y, sobre todo, no se denunciaron los Acuerdos Tripartitos
de Madrid, tan denostados con anterioridad por los dirigentes socialistas, con
el mismo argumento que dieron los gobiernos de UCD. A pesar de la fuerte
presión argelina, se mantuvo el reconocimiento de la Administración marroquí
del territorio, aunque no de su soberanía.
El Gobierno socialista
contextualizó su giro político en la cuestión saharaui y su acercamiento a
Marruecos en el marco de lo que se llamó una nueva “política global” hacia el
Magreb: “España está implicada en una política global, no una política de
equilibrio; una política de colaboración, no de confrontación, y de no
interferencia en los asuntos internos de los otros países”. Se trataría de
compatibilizar, respetando la singularidad de cada Estado magrebí, la defensa
de la seguridad de España y de sus intereses económicos y culturales con la
promoción de la prosperidad económica y la estabilidad política y social en la
región, para alcanzar un Magreb próspero, estable e integrado. En la práctica,
pues, el PSOE en el Gobierno renunciaba completamente a su lenguaje beligerante
con Marruecos, sin renunciar a las posturas de principio ya defendidas por el
Gobierno Suárez (exigencia de un referéndum de autodeterminación, no
reconocimiento de la soberanía marroquí, apoyo a Naciones Unidas).
Con Zapatero en el gobierno,
se pasa de una política de neutralidad pasiva a una diplomacia activa, sin
alterar los principios fundamentales de España en la cuestión saharaui (diálogo
entre las partes, legalidad internacional, no imposición, respeto al derecho de
autodeterminación) y Marruecos decidió retomar la iniciativa diplomática en la
cuestión del Sáhara Occidental presentando un plan de autonomía que no
contemplaba la autodeterminación del pueblo saharaui. Este plan, que no
respetaba las líneas rojas declaradas repetidamente por la diplomacia española,
fue presentado en febrero de 2007 al Gobierno español, quien advirtió de la
necesidad de incluir una referencia a la autodeterminación.
El plan fue presentado de
nuevo, por la parte marroquí en la Reunión de Alto Nivel de Rabat (5 y 6 de
marzo de 2007), y fue acogido con ambiguas alusiones a la legalidad
internacional. El propio ministro Moratinos calificó más tarde al plan de
“elemento novedoso, de indudable interés”, que “podría generar una nueva
dinámica de diálogo”. La secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE,
Elena Valenciano, por su parte, consideró que “de momento” el Polisario
mantiene “una posición muy cerrada con respecto a lo que pueda ser la propuesta
marroquí” de autonomía para la zona. Tales declaraciones fueron muy negativamente
acogidas por el Frente Polisario, cuyo delegado en España denunció la
adherencia peligrosa del PSOE al plan marroquí.
NUEVA YORK, 15 Oct de 2010.
La Comisión de Cuestiones
Políticas Especiales y de Descolonización de la ONU (la Cuarta Comisión) ha
declarado, en una resolución aprobada, que el conflicto de Sáhara Occidental es
un caso de "descolonización" y que, por tanto, el pueblo saharaui
tiene el "derecho inalienable" a la "autodeterminación".
En una resolución aprobada
por consenso en Nueva York, la Cuarta Comisión recordó "el derecho
inalienable de todos los pueblos a la autodeterminación y la independencia,
conforme a los principios enunciados por la Carta de Naciones Unidas en su
resolución 1514 de 14 de diciembre de 1960, que contiene la Declaración sobre
la Concesión de la Independencia a los países y a los pueblos coloniales".
En este sentido, la
resolución advierte de "la responsabilidad de Naciones Unidas en lo que
respecta al pueblo del Sáhara Occidental". Asimismo, elogia los esfuerzos desplegados
por el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, y por su enviado personal
para Sáhara Occidental, Christopher Ross, para buscar una "solución
política justa, duradera y aceptable para todos" que "garantice la
autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental".
La cuestión, por tanto, es
saber cuáles son las obligaciones de España en el presente caso. Como se
declaró en la carta del representante español de 26 de febrero de 1976:
La descolonización del
Sahara Occidental culminará cuando la opinión de la población saharaui se haya
expresado válidamente». El problema es: ¿qué puede hacerse si la opinión de la
población saharaui no puede expresarse válidamente? Para IS-PSOE, el derecho a
la autodeterminación de un pueblo en un proceso de descolonización no puede ser
obstaculizado por el hecho de que la potencia administradora no puede celebrar
un referéndum para conocer la voluntad libremente expresada de todo ese país.
Podría discutirse si, en tal
caso, cuando la parte de ese pueblo que no sufre la ocupación expresa su
voluntad de celebrar un referéndum, España tiene la obligación (y no sólo el
derecho) de reconocer, incluso provisionalmente, el Estado proclamado por el
pueblo que tiene derecho a la independencia y quiere expresar ese deseo. Por el
contrario, lo que no es discutible es que en tal caso, las NN.UU. tienen una
responsabilidad hacia el pueblo del Sahara Occidental. Y ciertamente las
resoluciones de la Asamblea General así lo afirman: «Reafirmando la
responsabilidad de las Naciones Unidas hacia el pueblo del Sahara Occidental»
El status legal de España en
el Sahara Occidental ha conocido tres diferentes etapas. En la primera (hasta
noviembre de 1975), fue calificada de forma indubitada como «potencia
administradora» tanto de facto como de iure. En la segunda (de noviembre de
1975 a febrero de 1976) su posición legal como potencia administradora quedó
difuminada por una «administración tripartita» (España-Marruecos-Mauritania)
existente de facto pero con grandes visos de ser ilegal. En la tercera (desde
febrero de 1976 hasta hoy) España abandonó unilateralmente su posición de
«potencia administradora» pero las NN.UU. no aceptaron este abandono, por lo
que sigue siendo considerada como potencia administradora al tiempo que aún
ejercer algunas competencias administrativas de facto.(Espacio aéreo y
marítimo, …)
Las particulares
características del caso hacen que sea altamente recomendable demandar al
Tribunal Internacional de Justicia una opinión consultiva acerca de cómo puede
España (u otra potencia administradora si es el caso) cumplir sus obligaciones
políticas respecto al Sahara Occidental para facilitar la descolonización del
territorio, en cuyo caso, debe volver adherirse al Acuerdo de Justicia
Universal del que nos ha sacado el Gobierno del Partido Popular, para entre
otras cuestiones, seguir permitiendo la impunidad de los crímenes del
Franquismo.
NOTA: Estas son las tesis defendidas y aprobadas en
el debate que estamos manteniendo en las distintas provincias por la corriente
Izquierda Socialista de Andalucía, sobre la situación del Sáhara, cara a la III Conferencia a celebrar en
Montilla (Córdoba) el próximo día 28 de febrero. El documento de la Ponencia
Marco, que desarrolla una serie de propuestas programáticas, con perspectivas de
futuro ante el cambio global, para cambiar el rumbo de la economía con
propuestas políticas, económicas y sociales.
Explicamos la necesidad de un
nuevo impulso generador, con nuevo modelo de relaciones laborales, para
construir un sistema de política de empleo eficiente, con un nuevo modelo
productivo. Reforma fiscal para potenciar un servicio y prestaciones público,
reforzando la democracia y los derechos
a la participación ciudadana en las tareas de la Administración Pública.
También defendemos la necesidad
de abrir el Partido a la sociedad, con absoluta transparencia, para un gobierno
de los trabajadores abierto a la comunicación con los ciudadanos y proponer
decididamente un camino hacia la III República; se da una alternativa Federal a
la cuestión territorial, a la Memoria Histórica, al laicismo, reclamando
también una nueva Ley Electoral, el feminismo,
medidas para contrarrestar los efectos del Cambio Climático, etc. (…)
·
SI QUIERES RECIBIR EL DOCUMENTO COMPLETO, PUEDES
SOLICITARLO AL CORREO DE ABAJO Y SE TE REMITIRÁ GRATUITAMENTE.
·
(No olvides poner en asunto las palabras
“Ponencia Marco".
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA
MALAGA-PSOE.A
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