En los momentos
actuales la economía capitalista no funciona porque tras la crisis estructural
de sobreproducción que estalló en 2007 se ha producido una recesión
brutal. Los dos factores principales que
impiden el desarrollo de las fuerzas productivas son la propiedad privada de
los grandes medios de producción y la existencia de los Estados nacionales.
El capitalismo no
produce para satisfacer las necesidades de la humanidad, sino que los
empresarios producen con el único objetivo de vender las mercancías y obtener
ganancias. Si una industria produce zapatos no es para que los ciudadanos no
anden descalzos, sino para obtener el máximo beneficio en el menor tiempo
posible. El fin del dueño de la fábrica
no es producir mercancías, sino dinero: Como decía Henry Ford: “Yo no hago
coches, yo hago dinero”.
Como la obtención del
beneficio capitalista va ligado a la venta en el mercado, ya que el valor de
las mismas incluye la plusvalía que es el valor del trabajo excedente no pagado
al asalariado, cada capitalista particular se ve inclinado, obligado y
estimulado por la competencia a vender cuanto más mejor. Por eso la producción
capitalista tiende irresistiblemente a la producción en masa, para así obtener
el máximo posible de beneficio y también con la intención de arrebatar la mayor
proporción posible del mercado al resto de los competidores capitalistas.
De esta manera, la
anarquía del mercado capitalista, donde
la única regla es la obtención de beneficios, hace que en un momento dado, se
produzcan más mercancías de las que el mercado (los consumidores) puede
absorber. Esto es consecuencia, por un lado, de la tendencia ilimitada a la
producción que se da en la economía capitalista y, por el otro lado, por el
consumo necesariamente limitado de las masas. Llegado un cierto punto, “sobran”
productos de todo tipo y aumentan los stocks sin vender. La caída de las ventas
y la disminución de precios por la competencia que se da en un mercado
saturado, hacen que los beneficios de los capitalistas desciendan: La inversión
productiva también desciende para ajustar la producción a las ventas, se
cierran plantas industriales y se despiden trabajadores. Los bancos dejan de
dar créditos, y todo entra en una espiral descendente que conduce a una
parálisis de la economía y a la entrada en la crisis o recesión (contracción).
Así pues, la crisis
económica es consecuencia de la tendencia de la economía capitalista a la
sobreproducción de mercancías. Pero esto no quiere decir que sobre producción
porque las necesidades sociales ya estén satisfechas. Nada de eso. Sigue habiendo millones de
personas que no pueden acceder a una vivienda, a la alimentación, a productos de primera necesidad, por no decir a
servicios públicos dignos. Al haber
demasiadas mercancías en las tiendas, los precios tenderían a bajar. La gente podría comprar más barato. Pero el
capitalista dice: “¡Alto¡ Ésta es mi propiedad y con precios tan bajos no
obtengo suficientes beneficios”. De
manera que el capitalista prefiere dejar de fabricar.
Vemos así la paradoja y
la sinrazón del sistema capitalista: La producción “en exceso” en el sistema capitalista es lo
que provoca la crisis y con ella el empobrecimiento, las penurias y la escasez
para las familias trabajadoras. De esta manera vemos cómo la propiedad privada
de los medios de producción (la propiedad capitalista) basada en la búsqueda de
beneficios individuales, conduce directamente a la crisis y, por lo tanto, se
convierte en un obstáculo para desarrollar las fuerzas productivas, mientras
empobrece al conjunto de la sociedad.
La existencia de
enormes empresas y monopolios multinacionales no pueden prevenir la crisis
mediante algún tipo de “planificación” de la economía capitalista. La historia
del último siglo así lo atestigua. Al contrario, dan a estas crisis un carácter
universal y más destructor. La economía capitalista es una economía mundial y
todos los países están interrelacionados unos con otros, por medio del comercio
y el mercado mundial, siendo los agentes principales estas multinacionales y
monopolios. Como mucho, estos
monopolios, utilizando estadísticas y ordenadores, pueden detectar con cierta
anticipación la caída de las ventas y reducir la producción para no saturar el
mercado con una sobreproducción de mercancías invendibles, dejando una parte de
las fábricas sin funcionar o trabajando a un ritmo menor. Pero en cualquier
caso, eso provoca una sobrecapacidad instalada en sus fábricas, que no es sino,
otra manera en que se manifiesta la tendencia a la sobreproducción en la
economía capitalista.(…)
ÁREA DE FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE
MÁLAGA-PSOE.A
is-psoe.malaga@terra.es
Próximo artículo… “EL AGOTAMIENTO DEL CAPITALISMO, LA CLASE
OBRERA Y EL SOCIALISMO”. (Parte 4 de 5)
(Recomendable leer
artículo 1 y 2 anteriores)
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