Mientras que en las sociedades anteriores al capitalismo se podría justificar la existencia de una capa minoritaria y ociosa de la población, que vivía del trabajo y la riqueza social producida por la mayoría, para que dispusiera de tiempo para hacer ciencia, tecnología, filosofía, cultivar diversas artes, y así poder hacer avanzar a la sociedad aun sobre las espaldas de millones de hombres y mujeres explotados y oprimidos, bajo la moderna sociedad capitalista ya no existe ninguna justificación para que esto continúe así.
Al igual que ocurrió
con el sistema esclavista y con el sistema feudal, el sistema capitalista, si
bien jugó un papel tremendamente revolucionario, se ha convertido ya en un
SISTEMA AGOTADO, caduco y obsoleto que amenaza con conducir a la humanidad
hacia la barbarie, y al que es preciso sustituir por un sistema social
superior: El Socialismo.
El control que ejercen
a escala mundial un puñado de grandes monopolios, multinacionales y bancos para
mantener los beneficios y privilegios de unos cuantos grandes capitalistas, se
ha convertido en una pesadilla que amarga la vida de millones de seres humanos
en todo el planeta. Las guerras, las
enfermedades que castigan países enteros, el hambre o los desastres ecológicos
no sólo no disminuyen sino que aumentan año tras año. En todos los países sin distinción estamos
viendo cómo desaparecen conquistas históricas de las familias trabajadoras que
costaron años conseguir, instalándose por todas partes la precariedad en el
empleo, largas jornadas de trabajo y una sensación de incertidumbre ante lo que
nos depara el futuro.
Al igual que hizo la
burguesía en su juventud contra el feudalismo, corresponde ahora a la clase
obrera dirigir la lucha contra este sistema y sus sostenedores. La clase obrera
está llamada a ser la sepulturera del sistema capitalista. Su papel en la
producción capitalista y sus particulares condiciones de vida y trabajo hacen
que ninguna otra clase, o capa oprimida de la sociedad pueda sustituirla en
esta tarea.
Las clases medias, por
su heterogeneidad, modo de vida y papel
en la producción, están orgánicamente incapacitadas para comprender la
auténtica naturaleza del sistema capitalista. Debido a su posición en la
sociedad y su trabajo aislado, no se enfrentan a un enemigo de clase directo.
Todos sus males parecen provenir de la incapacidad o de la mala voluntad de los
gobernantes, o de la cólera divina.
Los obreros, en cambio,
ven la fuente de sus males en el patrón, que es el que les baja el salario, el
que les obliga a echar horas extras, el que les explota y el que los despide.
Para defenderse necesitan de la máxima unión entre todos los compañeros de
trabajo, de aquí que el proceso molecular de toma de conciencia opera y
desarrolla su mentalidad solidaria y colectiva. Sus propias condiciones de
trabajo refuerzan esa mentalidad que tiende al socialismo. Todo proceso productivo necesita, para
funcionar, la implicación de todos los obreros de la empresa. Cada uno de ellos
es un eslabón necesario en el proceso productivo. Esa interdependencia mutua en
el proceso de trabajo, refuerza dicha mentalidad colectiva y los socializa.
La lucha de los
trabajadores de cualquier empresa pone de manifiesto una ley muy importante de
la dialéctica: “el todo es mayor que la suma de las partes”. La fuerza
combinada de los obreros de una empresa luchando por los mismos intereses es muchísimo mayor
que la presión aislada de cada uno de ellos, que es la situación en que se
coloca el pequeño burgués de clase media.
El socialismo es la
ideología natural de la clase obrera. Cuando la lucha de los obreros contra el
patrón de su empresa llega a su punto más agudo, se producen ocupaciones de
empresas o se retienen a sus directivos en su interior. En esos momentos es
cuando se pone de manifiesto “quién manda aquí”. La idea de expropiar al patrón y el
sentimiento de que la empresa debe ser propiedad común de los trabajadores
surge, en un momento determinado, como un desarrollo natural de su conciencia. La idea de la propiedad social y común nace de
su condición obrera. Para que la empresa pueda seguir funcionando, no se puede
dividir en trozos y repartir entre los trabajadores, sino que debe mantenerse
unida trabajando todos en común.
También toda huelga
general pone sobre la mesa, pero a un nivel superior, el “quién manda aquí”, y
la identidad de intereses de clase entre todos los sectores de la clase obrera.
Más aún cuando se producen situaciones
sociales convulsivas y revolucionarias.
El capitalismo es un
sistema mundial. La división del trabajo establecida por la economía
capitalista a lo largo y ancho del planeta, liga indisolublemente los países y
los continentes unos con otros. Ningún
país, ni siquiera los más poderosos y desarrollados, puede escapar del dominio
aplastante del mercado mundial. Los estados nacionales, igual que la propiedad
privada de los medios de producción, se han convertido en obstáculos formidables que estorban el
desarrollo de las fuerzas productivas. Ambos son causantes de las crisis
económicas, de las guerras y de los odios nacionales entre los diferentes
pueblos. Su eliminación es la condición básica para comenzar a solucionar los
problemas y las calamidades que la humanidad tiene ante sí.
Las grandes empresas
multinacionales y los modernos medios de transportes y de comunicación,
unifican las fuerzas productivas y relacionan a los seres humanos de una manera
nunca vista antes en la historia y permitirían, por primera vez, planificar de
manera armónica y democrática, los recursos productivos en interés de toda la
humanidad y no de un puñado de parásitos y privilegiados como ha ocurrido hasta
ahora.
La clase obrera es una
clase mundial, internacionalista por tanto. El mismo tipo de explotación, los
mismos problemas y los mismos intereses ligan a la clase obrera en todo el
planeta. El Internacionalismo proletario, que se ha puesto de manifiesto innumerables
veces en más de 200 años de explotación capitalista, no es una mera consigna de
agitación, sino la base imprescindible para unificar la lucha de la clase
obrera mundial, para luchar por la transformación socialista de la sociedad en
todo el planeta, pues solo a escala mundial se dan las condiciones para
construir el socialismo.
Un proceso de
transformación social triunfante, en base al genuino socialismo,
solidario, democrático, de clase, con planificación científica, tendría efectos
electrizantes en la conciencia y en las perspectivas de los trabajadores de
todo el mundo, particularmente si se tratase de un país importante y sería la
antesala de la extensión del socialismo a escala mundial. (…)
ÁREA DE FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE
MÁLAGA-PSOE.A
is-psoe.malaga@terra.es
Próximo artículo: “EL
SOCIALISMO ES UNA NECESIDAD PARA LA HUMANIDAD”. (Parte 5 de 5)
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