11 de enero de 2012

UNA OFENSIVA SIN PRECEDENTES CONTRA LA CLASE TRABAJADORA Y LA JUVENTUD.

La crisis actual del capitalismo español no será un fenómeno pasajero que se pueda resolver en cuatro años, como algunos demagogos han venido diciendo en el PP durante la campaña electoral. Si el nuevo Gobierno acelera y profundiza los recortes contra el gasto social, como es previsible, la situación va a ir de mal en peor.

El programa del PP se sustenta en el apoyo a la ofensiva que le exigen los capitalistas, con la CEOE a la cabeza, que ya estamos sufriendo en Madrid, con la Presidenta Aguirre, en Castilla la Mancha, con Dolores de Cospedal, o en Catalunya con el gobierno de CiU. La perspectiva para los próximos meses es clara. se profundizarán los ataques a la enseñanza y la sanidad pública, a los servicios sociales, con recortes salvajes y la aplicación de medidas privatizadoras como el copago y la reducción del tramo obligatorio en la educación pública, con la potenciación de la privada.

Habrá una disminución de las prestaciones por desempleo, y el despido de miles de empleados públicos; dentro del paquete de reforma laboral se contemplará asimismo el intento de minar la negociación colectiva en beneficio de la patronal, el abaratamiento del despido que afectará a otros cientos de miles de asalariados más que irán a engrosar las cifras de paro, de las cargas sociales reducción a la patronal, aumento de las subvenciones a los empresarios y disminución de impuestos para los más ricos.

Debido a que las perspectivas de recuperación de la economía española y mundial se volatilizan, con una temible recaída de la recesión, los esfuerzos del PP, presionados por los capitalistas, se concentrarán en defender sus beneficios, a costa de una intensificación de la explotación a los trabajadores y el saqueo de las arcas públicas, como ha sido trazado por el FMI, el BCE y el Banco de España.

En lo que llevamos de año, los ingresos medios anuales de los hogares han caído un 4,4 % respecto al año 2010, habiéndose incrementado la precariedad laboral y los desahucios de viviendas por no poder atender las hipotecas, pero los capitalistas quieren más y no se pararán ante nada.

Debido al carácter parasitario y relativamente débil de la burguesía española, y la gravedad de la crisis económica, los ataques serán mucho más fuertes y salvajes contra los asalariados, pues los capitalistas pretenden compensar la creciente factura de los intereses que el Estado paga a la banca y el gigantesco agujero que ésta tiene como consecuencia de la colosal estafa que representó la burbuja inmobiliaria, con una brutal reducción de los gastos sociales.

Tanto en las cuestiones económicas como en las políticas y sociales, el PP ha pasado a la ofensiva desde el primer momento, pero con un clima de contestación creciente en las calles y plazas, que están presente fundamentalmente desde el 15-M. La confrontación en líneas de clase es una perspectiva inevitable en un periodo no muy largo de tiempo.

La verdadera interpretación de lo que ha ocurrido en las urnas el 20-N es que la socialdemocracia ha cosechado un sonoro fracaso, mientras el PP tan sólo ha mantenido su techo electoral pero sin ampliar su respaldo. Existe una aparente contradicción en la actual situación política, que puede ser resumida en el hecho de que haya ganado la derecha mientras que los trabajadores han estado luchando y girando a la izquierda, con las movilizaciones más importantes desde la transición, como se vio en las manifestaciones del 15-J y el 15-O, y las fuertes luchas en el sector de la Enseñanza. Pero se trata de una contradicción fácilmente explicable: las aspiraciones de millones han chocado con una política, la del Gobierno de Zapatero, que ha provocado un profundo descontento entre la base social socialista. Millones han dado la espalda al partido por su política antiobrera, pero no votando al PP, sino engrosando la abstención y apoyando, en menor medida, a Izquierda Unida.

En estos resultados también ha influido la política de las direcciones de UGT y CCOO. Las cúpulas sindicales de esos sindicatos, después de la huelga del 29-S de 2010, y al no contemplar ninguna alternativa clara para luchar contra los recortes basándose en la fuerza del movimiento obrero, asumieron en la práctica el papel de “grandes hombres de Estado” para contribuir al salvamento del sistema capitalista al que, teóricamente, tienen la obligación de combatir. En lugar de reconocer claramente el fracaso de la política de pactos sociales y asumir la ofensiva patronal a la que se enfrentaban, respaldaron la “contra-reforma de las pensiones” y cedieron ante la actitud cada vez más belicosa por parte de la CEOE que en la práctica arrebata los derechos laborales conquistados a base se sacrificios y luchas por los trabajadores.

La actitud reciente de las direcciones de CCOO y UGT ofreciendo nuevos pactos con el gobierno del PP y a la Patronal, solamente podrán conseguirse si se lesionan profundamente los intereses de los trabajadores. La debilidad invita a la agresión y los capitalistas han visto esta situación de debilidad y postración de parte de los dirigentes sindicales y se envalentonan, pero no tienen en cuenta un pequeño-gran detalle, como es el ambiente de las masas, que sienten la necesidad de luchar ante los ataques provocativos de la patronal y el gobierno.

La contradicción que viven las masas bajo el capitalismo, de observar un estado de corrupción y despilfarro enorme entre la burguesía, alcanzando incluso a familiares de la Casa Real, y la agobiante situación que padece la clase trabajadora y los pobres, se hace cada día más patente rechazando el modelo de “democracia burguesa”.

De una u otra forma, cualquier alternativa sindical y política que quiera servir a los intereses de la mayoría de la sociedad, que es la clase trabajadora asalariada, tiene que partir de una realidad básica: que en esta fase de la crisis y con el capitalismo mundial en plena decadencia, cualquier intento de conciliar los intereses de los burgueses y los del asalariado, llevarán a la colaboración con quienes controlan el gran capital financiero y los grandes monopolios, admitiendo su lógica que contradice los intereses de los explotados, de los campesinos, de los autónomos, de las pymes y de la clase asalariada en su conjunto.

La única vía para frenar los ataques y hacer valer nuestros derechos, es mediante la lucha, y no asumiendo la lógica de la dictadura del capitalismo. Pablo Iglesias nos enseñaba que la contradicción fundamental del capitalismo se encuentra entre el carácter social de la producción y la forma de apropiación individual de los beneficios que comporta la existencia de la propiedad privada de los medios de producción. Nos decía también que esa contradicción ha sido constante bajo el capitalismo desde su nacimiento, tanto en momentos de auge como de recesiones, pero mientras más se desarrollan las fuerzas productivas, cuando más se integran en la economía globalizada, más aguda e insoportable se hace esa contradicción.

La actual crisis económica la ha exacerbado en grado extremo. Las fuerzas productivas creadas, tanto por la mano del obrero como por su inteligencia, están ahora prisioneras del estrecho marco de la propiedad privada y el mezquino afán del lucro privado. La enorme desigualdad del reparto de la riqueza explica que la misión histórica de los capitalistas está totalmente agotada, y la existencia del capitalismo como modelo es ya un auténtico obstáculo para el progreso social. La verdadera causa del caos económico, y la dictadura del sistema financiero, se explican por las dos grandes contradicciones en las que se encuentra atrapado el sistema: la propiedad privada de los grandes medios de producción, y las fronteras nacionales.

Es relativamente reciente el eufemismo creado por los estrategas del capital, que culpan de todos los males a “los mercados”, pero es preciso comprender a qué se refieren con esa “misteriosa” palabra. En realidad esos son individuos archimillonarios, que acumulan gigantescos patrimonios, que directamente o por medio de “testaferros” manipulan las finanzas con ventajas, artificios, ingenierías financieras y estafas colosales, a la vez que condicionan y determinan para esa ínfima minoría el funcionamiento y los beneficios privados, de la economía y del conjunto de la sociedad. (Lo que llaman Libre Mercado es una falsedad suprema).

En un reciente estudio se ha revelado que en el Estado español, 1.400 personas, o sea un 0,035 % de la población, controlan las palancas fundamentales de la economía y poseen una capitalización que equivale al 80 % del Producto Interior Bruto. A escala mundial los 737 primeros bancos, compañías de seguros y grandes grupos industriales controlan el 80 % del valor de las 43.000 principales empresas multinacionales; y un grupo más selecto de 147 entidades controlan más del 40 % de todo el valor de las multinacionales mundiales y de entre ellas, las 50 multinacionales más potentes son las que toman las decisiones a través de sus Consejos de Administración, siguiendo la hoja de ruta que les marcan grupos semi-clandestinos como el Club Bilderberg o la Trilateral.

Esta situación confirma las tesis de que habría que expropiar a poquísimas personas para que la inmensa mayoría de la humanidad pudiésemos vivir dignamente con todas las necesidades básicas cubiertas, como venimos proponiendo una y mil veces los socialistas marxistas. Con una alternativa genuinamente socialista, defendiendo la socialización de los medios de producción socializados bajo control democrático de los trabajadores, al servicio de la mayoría de la sociedad, el desarrollo económico, social y cultural daría un salto de gigante. En una verdadera democracia, en una sociedad que marchara resueltamente hacia el socialismo nadie debería impedir que toda persona que no esté impedida por enfermedad, excluyendo a la infancia y a los ancianos, pudiesen trabajar en buenas condiciones y con unos ingresos decentes para que todos los avances técnicos redundasen en más tiempo libre para desarrollarnos como seres humanos con todo el potencial que brinda el actual nivel tecnológico y científico alcanzado.

El socialismo ya no es una utopía como nos quieren seguir haciendo creer los defensores del capitalismo, sino que se ha convertido en una necesidad para la humanidad. Como sintetizaba Federico Engels en una de sus reflexiones: “”En la sociedad capitalista, los medios de producción no pueden ponerse en movimiento más que convirtiéndose previamente en capital, en medio de explotación de la fuerza humana de trabajo. Esta imprescindible condición de capital de los medios de producción y de vida se alza como un espectro entre ellos y la clase trabajadora.

Ella sola es la que impide que se engranen la palanca material y la palanca personal de la producción; ella es la que no permite a los medios de producción funcionar y a los obreros trabajar y vivir. De una parte, el régimen capitalista de producción revela, pues, su propia incapacidad para seguir rigiendo estas fuerzas productivas. De otra parte, estas fuerzas productivas acucian con intensidad cada vez mayor a que se liquide la contradicción, a que se les redima de su condición de capital, a que se les reconozca, efectivamente, su condición de fuerzas productivas sociales” (...)


(Apartado III del documento RESPUESTAS DESDE LA IZQUIERDA, asumido en la Asamlea de Granada del pasado 21-12-11, como aportación al debate del 38 congreso del PSOE. Se titula: ESTADO ESPAÑOL: UNA OFENSIVA SIN PRECEDENTES CONTRA LA CLASE TRABAJADORA Y LA JUVENTUD).

(Dicho documento está disponible en su totalidad para los milintantes y simpatizantes. Será remitido gratuitamente al que lo solicite, poniendo en asunto "Revista Propuestas desde la Izquierda":
is-psoe.malaga@terra.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario