Los capitalistas y sus lacayos no exigen solamente por mala intención a los gobiernos que adopten la feroz política de ajustes y recortes para llevarlas a cabo de inmediato, sea antes a Zapatero, sea ahora Rajoy, sino porque bajo su lógica, no tienen más que ese camino, ya que, de otra forma ven que a medio plazo, si no hacen nada, el sistema que está al borde del abismo, puede acabar en bancarrota a la que se enfrenta el conjunto del sistema. Así pues, aunque sea cometiendo un ataque tras otro a la desesperada, actúan como zombis porque en realidad se han quedado sin paradigma como intentaremos demostrar en este artículo.
Está claro que la burguesía y sus agentes en el Parlamento y las instituciones, que cobran cantidades astronómicas, no van a sentir los efectos sobre su nivel de vida ni la de sus familias. Ellos tienen educación privada, seguridad privada, sanidad privada con buenos hospitales, universidades privadas, mansiones privadas y dinero a espuertas, sacados del sudor de la clase trabajadora y también creen tener el camino expedito de la especulación y la explotación para seguir robando al pueblo y llenando las arcas de banqueros y capitalistas.
Si para ello tienen que optar por destruir totalmente el incipiente Estado de Bienestar, desmantelando el sector público, lo harán sin pestañear y “sin que les tiemble la mano”, como ha declarado Rajoy, porque consideran que las clases medias y los trabajadores “son demasiado ricos” y los capitalistas “son demasiado pobres” y tienen que ser ayudados.
La razón por la cual la clase dominante quiere imponer a la clase trabajadora recortes salvajes del nivel de vida, es porque no tienen otro camino si quieren que el capitalismo sobreviva. Como explica el marxismo, el funcionamiento del sistema social en su conjunto es lo que explica todos los acontecimientos que se están desarrollando en el momento actual.
Esta intransigencia de los capitalistas, en comparación con posiciones más flexibles que tenían en los años del auge de la economía, es porque se ha producido una enorme caída de la tasa de ganancias, debido a la crisis estructural del imperialismo, que colapsó en el verano de 2007, evaporándose del orden de 200 billones de dólares de capitalización bursátil, de los más de 500 billones en que estaban valorados los activos financieros que se jugaban en bolsa en ese frenesí especulativo de economía de casino, lo que representa una depreciación en torno a un 40 % de todo el PIB mundial que ahora quieren recuperar, metiéndonos las manos en el bolsillo de los trabajadores y a las capas medias.
Ese deterioro de la tasa de beneficios, se debe a la misma sobrevaloración de aquellos activos ficticios, esa enorme montaña de valores fiduciarios, que se jugaban en esa economía loca de casino y monopoly, cuya orgía ha producido ahora esta terrible resaca.
Asimismo, la situación se ve agravada cuando para salir de la crisis hacen falta enormes inversiones ya que los capitalistas tienen que gastar cada vez más en lo que se llama “capital constante”, (tecnología moderna, robótica, grandes plantas…etc) que significa que la proporción de ese capital “constante” con relación al capital “variable” (que es el costo de la mano de obra) continúa aumentando vertiginosamente en las décadas recientes. (Aunque algunos economistas lo nieguen, aquí opera la Ley tendencial a la caída de la tasa de beneficios).
De esa forma, los capitalistas no consiguen restaurar la tasa ganancias lo suficiente, para reponerse de la inversión efectuada en maquinarias, edificios y demás bienes fungibles, por lo que el único camino que utilizan para obtener esos beneficios es aumentar el grado de extracción de plusvalías, es decir, del trabajo no pagado a la clase obrera, como demostraron las investigaciones de Marx sobre el capitalismo y por esta razón, los capitalistas tienen la firmeza, caiga quién caiga y perezca quien perezca en ello, de recortar los derechos sociales brutalmente a la hora de defender su único “dios” que son los sagrados beneficios.
Precisamente esas son las dificultades que explican por qué la clase dominante ha adoptado la postura que tienen en la cuestión social, de reducir los gastos públicos, atacando la parte que tienen las capas medias y la clase trabajadora en la riqueza que éstas producen, para salvar a la banca y al gran capital.
Los grandes potentados están molestos incluso con la tasa miserable de impuestos que pagan en la actualidad, pues las grandes empresas pagan poco o incluso se alimentan de subvenciones y fraudes colosales, e incluso de la subida de impuestos que ha puesto en marcha la burguesía, y que descaradamente Rajoy dice que no quería tomar, pero que representa un 300 % más sobre las rentas del trabajo, que sobre las rentas del capital, demostrándose aquí ya, de parte de qué clase están los burgueses del Partido Popular, en la práctica, no solo en teoría cuando estaban en campaña.
Esto explica el grado de parasitismo que el capitalismo monopolista, apoyados en el Estado, ejerce sobre la ciudadanía, que sin las muletas de la burocracia política en la que se basan como administradores, el capitalismo caería como una fruta madura en manos de la clase trabajadora. La clase dominante se ha convertido en “mendigos y parásitos millonarios”, y eso permanecerá así mientras que el movimiento obrero acepte esta monstruosa, anti-democrática e injusta situación de tiranía, impuesta por la dictadura financiera de las grandes multinacionales.
Mientras que los oligopolios controlen el 90 % de la producción, cualquier medida adoptada por el Estado no será ninguna solución para la problemática social que sique deteriorándose, por lo que la clase trabajadora será condenada a ataques constantes hasta que tenga que verse forzada a rebelarse contra tanta injusticia, porque ni se podrá terminar con los déficits públicos, ni utilizando la deflación, ni con más recortes, podrán dar solución a las necesidades de la clase trabajadora.
La solución para resolver las necesidades y los problemas de la clase obrera reside en la transformación socialista de la sociedad, como hace mucho tiempo explicaron los clásicos. “Un sistema social no es sustituido por otro sistema hasta que el primero no deja de ser útil para desarrollar las fuerzas productivas, es decir, los medios de subsistencia, la fuerza del hombre sobre la naturaleza” (Marx).
Cuando cualquier sistema económico-social se convierte en un freno para seguir desarrollando la ciencia, la ingeniería, la tecnología, como está ocurriendo en la actualidad, recortándose los presupuestos para esos fines, eso supone que se ha iniciado el principio del fin de este sistema que se hace inviable.
Esto queda demostrado por el hecho de que en los momentos actuales, no se puede utilizar en su totalidad la capacidad productiva mundial de la industria instalada, que está en torno a un 68 % de media en nuestro país, , lo que representa un despilfarro de un 32 %, casi un tercio de lo que se podría producir.
En el año que acaba de terminar hemos visto oleadas de luchas desde la primavera árabe que se llevó revolucionariamente por delante a varias dictaduras amigas de las potencias capitalistas, hasta las potentes y furiosas huelgas de Grecia, Italia, Portugal… y las convulsiones del 15M en el Estado español, que fruto del contagio de lo que se inició en Túnez, traspasó las fronteras de Europa y se exportó hasta Norteamérica, llegando al corazón de Wall Street, donde las masas hacían intentos de ocupar las bolsas.
Los ciudadanos ya no siguen tragando con la falsedad de los argumentos de la burguesía, asumidos por los dirigentes de los sindicatos reformistas UGT y CCOO, así como por las cúpulas de los partidos clásicos de la izquierda, PSOE e IU, que continúan diciendo que si los trabajadores nos apretamos el cinturón, si aceptamos bajos salarios, si renunciamos al salario, trabajando más horas por menos dinero, si hacemos esos sacrificios para luchar contra la crisis, pronto saldríamos del túnel, lo cual es una falacia total o algo peor.
Han alcanzado tal grado de incredulidad esos discursos falsos de la burguesía, que habla claramente por boca de los reformistas, utilizando su misma verborrea, que la clase trabajadora ya no está dispuesta a someterse más. Lo ha expresado con el rechazo de más de 10 millones de votos a la política oficial del sistema, entre votos de abstención, blancos y nulos.
La bancarrota total del capitalismo europea y las ideas defendidas por todos los gobiernos, sean del signo que sean, han llevado a cada vez más capas avanzadas de los ciudadanos a considerar que las direcciones sindicales y las de los partidos de los trabajadores tienen que GIRAR A LA IZQUIERDA y por eso es por lo que han empezado a luchar.
Lo que ha demostrado la experiencia de las últimas décadas de una forma meridiana y contundente, tanto a los estrategas del capitalismo como a los reformistas, es lo que siempre habíamos venido diciendo los socialistas marxistas, que el keynesianismo, es decir, la financiación de los déficits públicos, lejos de resolver los problemas del capitalismo, en realidad los estaban aplazando hacia el futuro y la crisis sería más grave, como así ha ocurrido. Por el contrario, la utilización del “monetarismo ultra-liberal” que se probó con nefastas consecuencias en América Latina con la política de los Chicago’s boys, también fue un estrepitoso fracaso, quedándose el sistema capitalista sin paradigma económico que aplicar.
Es preciso recordar que las principales razones de la explosión inflacionaria ocurrida en todo el mundo durante las 3 décadas anteriores a la crisis estructural de 1973, (que tomó el nombre de la crisis del petróleo) fue precisamente la financiación del déficit por parte de los gobiernos capitalistas, derrumbando la ilusión del keynesianismo ya en aquellas fechas.
Esa política “monetarista” caduca, que está empezando a aplicar el PP, que significará más desempleo de masas, puede contraer tanto la demanda que podría provocar el colapso del mercado y producir una enorme miseria y degradación para las clases menos favorecidas, lo que indica que este remedio puede ser mucho peor que la enfermedad del déficit y sobre todo, si se camina hacia los 6 millones de parados para finales de este año, como pronostican algunos expertos que no están en la lista de los mercenarios.
Por el contrario, si el PP intentara cambiar en unos meses de política, empezando los volantazos, para continuar por el camino de la financiación del déficit, podría provocar un aumento de la inflación, una quiebra del estado incluso con la explosión de la Europa del Euro, con la consiguiente expulsión del club de los ricos, en el que se metió al país, cuando teníamos un retraso de 40 años con relación a las democracias consolidadas, lo que, en líneas capitalistas, nos sumiría de nuevo en el más conflictivo de los países subdesarrollados.
Esto no puede hacernos caer en el alarmismo ni en pesimismo, porque SÍ existe una alternativa, como venimos planteando desde nuestra corriente: El Socialismo democrático, con una Banca Pública, la planificación democrática y científica y poniendo al país a producir al máximo, repartiendo con justicia el fruto del trabajo, antes de que sea demasiado tarde. Eso es completamente factible teóricamente y hace falta solo andar el camino de la lucha política y sindical para llevarlo a cabo lo antes que se pueda.
Porque, con políticas keynesianas, con políticas monetaristas, y mucho peor con políticas híbridas, que es lo peor de lo peor, la burguesía no encontrará salidas, y mucho menos podrá encontrar soluciones a las exigencias sociales que plantea la clase trabajadora, que está soportando tal presión que es como si te ponen en el dilema de morir en la silla eléctrica o morir fusilado.
Todo el mundo sabe que la clase capitalista no produce mercancías para satisfacer necesidades sociales, sino para obtener beneficios. La Formación Bruta de Capital Fijo, que es la inversión por la que tienen que producirse los nuevos puestos de trabajo, está colapsada.
Los estrategas del PP dicen que esas medidas que han tomado serán para sanear la economía y luego, empezarán a crearse puestos de trabajo, pero si recortan la demanda en un 20 % o un 30 %, el efecto inmediato es un caída fulminante posterior de la demanda, lo cual hará que sobren muchas más mercancías, por lo que se producirán el cierre de nuevas empresas en cadena, con conflictividad laboral alta, y un ahogamiento de la situación en una espiral descendente que nos conduce hacia el agujero negro de la depresión económica que sería terrible.
Si se produce a su vez una subida de los precios, con una cierta inflación, todavía menos capacidad de compra tendrán las masas, lo que se traducirá en una caída de las ventas. Si los empresarios se ven obligados a reducir los precios, por la competencia feroz causada por la contracción de los mercados, eso significaría una reducción de los beneficios, sobre todo para los pequeños y medianos empresarios que son el 85 % de la capacidad empresarial del Estado, que se encuentran estrangulados entre la falta de beneficios y la falta de créditos bancarios.
Cualquier intento de evitar esos antagonismos económicos, que redundan más temprano que tarde en conflictividad social y enfrentamientos entre las clases que existe en la sociedad, es la esencia misma de las dificultades a las que se enfrenta la burguesía para poder salir de la recesión.
La burguesía y sus representantes políticos del PP estaban eufóricos ante el apabullante triunfo, pero cuando se han enfrentado a la realidad, que la sabían pero no entendían su profundidad para salir, porque consideraban que controlando los medios económicos, los medios de subsistencia de las masas, los medios de producción, los medios de comunicación, los medios necesarios para ejercer el Poder represivo y mediante la coerción, la situación era muy fácil, pero ahora se encuentran en un dilema: Si atacan a fondo en tromba, habrá explosiones sociales inevitables. Si emplean la política de pensar y repensar sin decir lo que hay que hacer, como es costumbre del señor “Depende” cuando estaban en el agujero de la oposición, también habrá explosiones sociales a la larga.
Esas medidas tomadas por el gobierno de Rajoy, que reducen el gasto público y contienen los salarios de los trabajadores, producen obligatoriamente también una reducción de la capacidad de compras de las masas, que tiran hacia abajo del mercado, y en condiciones como las actuales, cuando el mercado está deprimido, no es posible que los empresarios suban los precios para resarcirse de la merma en la tasa de ganancias, entrando sectores enteros en crisis cada vez más agudas.
Desde que comenzó la crisis hemos estado en una situación de estancamiento con una inflación más o menos contenida, porque la crisis es la clásica de sobreproducción, con saturación de mercados, que tienden a la contención de la inflación, que ha impedido en líneas generales subir los precios, al contrario, en algunos sectores como la construcción éstos se han depreciado en torno a un 40 %.
Lo que verdaderamente está en entredicho es la política sindical de pactos y consensos que está agotada, mientras los líderes de UGT y CCOO siguen insistiendo que pueden pactar con la patronal, pero solo conseguirán pactos a la baja para conseguir aumentar los beneficios empresariales gracias a la reducción de los salarios, tanto directos como indirectos, creyendo, falsamente, que esas medidas van a provocar una salida inmediata de la recesión.
Esa política sindical agotada y entreguista es nefasta porque la debilidad invita a la agresión y la ofensiva de la patronal en conjunto con su gobierno de derechas del PP, representa una condena absoluta a los niveles de vida de la clase trabajadora. La inversión real de las empresas es negativa y se siguen destruyendo puestos de trabajo, los préstamos siguen cortados, todos los recursos de los recortes van directamente a la especulación y así no se sale de la situación de estancamiento.
Esto significa que el capitalismo español se va a ver cada vez más rezagado con relación a las demás potencias europeas, cuando se nos dijo y se nos remachó, cuando se constituyó la unidad monetaria del euro, que el objetivo era la convergencia social con los demás trabajadores de Europa, lo cual fue cuestionado por el socialismo marxista que explicábamos que ni dentro ni fuera de la Europa de los Mercaderes, la clase trabajadora podría tener una salida digna, sino se luchaba por construir la Europa social de los pueblos.
Desde izquierda Socialista estamos a favor de aumentar el gasto público para acabar con el desempleo, haciendo un plan de inversiones que recupere la inversión productiva, en bienestar social y aplicando una verdadera justicia distributiva, pero eso no cabe dentro del capitalismo, como falsamente intentan decir los neokeynesianos.
Para llevar a cabo una salida por la izquierda hace falta que la clase trabajadora, a través de sus partidos obreros, tomen el control del Estado, nacionalizando la banca, los latifundios y las multinacionales para frenar su tendencia al monopolio, y podamos desarrollar un verdadero plan, como hemos propuesto en el documento asumido por la Asamblea de Granada de nuestra corriente, titulado PROPUESTAS DESDE LA IZQUIERDA… (1) que está a disposición de todos los afiliados, militantes y simpatizantes que deseen conocerlo.
Desde Izquierda Socialista de Málaga no apoyamos las políticas deflacionarias ni las inflacionistas, si éstas perjudican los intereses de los trabajadores, porque siempre proponemos alternativas socialistas como es nuestra obligación como seguidores de los fundadores del partido que es patrimonio de la clase obrera, aunque en los últimos tiempos se hayan tomado medidas completamente equivocadas por parte de nuestra dirección en línea con los liberales.
En los momentos actuales debemos decir alto y claro que no hay otra solución para los problemas de la clase trabajadora que no sea la nacionalización de las grandes palancas de la economía, para ponerlas democráticamente al servicio de la mayoría, que somos los trabajadores, y arrancarlas de las manos de los parásitos corruptos y especuladores, que están representados en unas 100 familias que controlan el 95 % de la economía mediante unos 100 grandes empresas y que son los que han llevado al sistema a la bancarrota, atesorando inmensos tesoros, mediante desfalcos llevados a paraísos fiscales.
Esa nacionalización democrática habría que hacerla con una compensación mínima en caso de necesidad comprobada de los pequeños accionistas y a la vez garantizar todos los depósitos de los cuenta-correntistas. Estudios recientes de economistas independientes del capitalismo demuestran que si se utilizara toda la capacidad productiva instalada, el PIB aumentaría cerca de un 30 % en una legislatura. Con ello se podría satisfacer las necesidades básicas de la clase obrera, con un incremento medio del nivel salarial en torno a los 10.000 euros al año para todo asalariado. Esto representaría un incremento del salario mínimo de más de un 100 % que es como corresponde al nivel salarial de los países de nuestro entorno europeo.
Las fuerzas productivas han alcanzado en la actualidad un nivel de desarrollo que permiten científicamente que eso sea posible y si no se consigue es por las contradicciones que tiene el sistema capitalista, sobre todo, por parte de unas direcciones de las organizaciones mayoritarias de las izquierdas, que han asumido claramente la lógica del capital y repiten como cotorras que no hay salida más que ajustes económicos en contra de los trabajadores, los pensionistas y dejando a la juventud en paro forzoso lo que es negarle el derecho a una vida digna.
Por esos motivos, el movimiento obrero no tendrá más remedio que continuar la lucha por la transformación socialista de la sociedad, para superar el sistema capitalista, debido a que el sistema no puede ofrecer un nivel de vida decente a la población. Es legítimo que de forma democrática y No Violenta, con los métodos de lucha asambleario y democrático empleados por el movimiento 15-M, pero dotándonos de estructuras estables desde dentro de los partidos clásicos del movimiento obrero y de sus sindicatos mayoritarios, como son PSOE-PCE y CCOO y UGT, la clase trabajadora podría fácilmente apartar a un lado al capitalismo y luchar por un sistema completamente diferente, con valores solidarios y justos, para iniciar la construcción de una sociedad auténticamente socialista.
Por un sistema social verdaderamente democrática, en todos los planos, en lo económico, lo social, lo político y lo cultural, para iniciar el verdadero desarrollo al que como seres humanos, todas y todos tenemos Derecho, para lo cual es preciso poner la economía al servicio de la ética, en la producción y en el reparto y una gestión democrática, eliminando los secretos bancarios y los secretos de estados, detrás de los cuales se esconde la podredumbre más criminal y ejercer un control social limpio y democrática al servicio de la Humanidad.
PEPE MARTIN RODRIGUEZ.
PORTAVOZ DE IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
(1) Si quieres recibir gratuitamente la Revista de la Memoria de la Asamblea General de Granada, donde se hace un análisis pormenorizado de la situación y se prpone el programa socialista alternativo, puedes solicitarlo, al correo que te facilitamos a continuación, poniendo en Asunto la palabra. “Revista Propuestas IS”:
Escribenos a: is-psoe.malaga@terra.es
14 de enero de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario