Cada día 8 de Marzo se conmemora la lucha de la mujer trabajadora reivindicando la igualdad. Los inicios son los hechos que sucedieron en esa fecha, cuando 146 mujeres murieron en la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por la Patronal, ante la negativa a abandonar un encierro de protesta por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.
El sistema capitalista venía desarrollándose sobre la base de una explotación feroz de la clase trabajadora y en particular, de una de sus capas más oprimidas, reprimidas y vejadas. LA MUJER TRABAJADORA A escala mundial, los niños y las mujeres, eran sometidas a todo tipo de trabajos en las condiciones más humillantes posibles, (y en cierta medida continúa) aunque en la actualidad nos quieran hacer creer que se respetan los Derechos Humanos, cuestión que queda en entredicho ante tanta hipocresía.
Consideramos igualmente cierto que es el capitalismo y ningún otro sistema social de clase anterior, el que ha proletarizado e incorporado a la mujer a la producción social, explotándola como obrera y como mujer. Con la introducción de la mano de obra femenina en las fábricas, el capitalismo viene desarrollando y fortaleciendo a su propio sepulturero: La clase obrera.
La mujer trabajadora, bajo el sistema capitalista, vive una doble explotación, pues es la esclava del esclavo. Por un lado sufre la explotación derivada de su posición en el sistema de producción, con salarios en torno a un 30 % más bajos que el varón y a la vez sufre la violencia de género brutal y degradante contra la que es preciso seguir rebelándose.
En su obra “El Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, Federico Engels nos cuenta cómo el origen de la opresión de la mujer se debe a una cuestión material. "Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, a final de cuentas, la producción y reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción es de dos clases. De una parte, la producción de los medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir esto se necesitan, de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en el que viven los hombres en una época o en un país dados está condicionado por estas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia de la otra".
Igualmente Engels explica en ese mismo libro, cómo la sujeción de la mujer a la economía doméstica determinó las bases de la opresión de género: "El primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el antagonismo del hombre y la mujer con la monogamia, la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino". La primera expresión de la sociedad de clases fue la gestación de la opresión femenina.
En ese estudio quedó demostrado que la opresión de la mujer tiene su origen en la sociedad de clases y por lo tanto la lucha contra la opresión de la mujer es también parte de la lucha de la clase obrera contra la opresión capitalista. La opresión de la mujer no es un problema de género en abstracto.
De hecho, la mujer burguesa, sobre todo, cuando se convierte en una Empresaria, está interesada en mantener a la mujer proletaria en sus condiciones de opresión, tanto económica como en el seno de la familia. La opresión de género es parte del engranaje de la opresión de clase. En los momentos decisivos y por lo general, cada mujer, como cada hombre, se posiciona ante los problemas sociales en función de los intereses de la clase a la que pertenece.
En el proceso histórico, sobre todo en momentos de agitaciones sociales, luchas y protestas, el papel de la mujer es crucial y a veces se pone a la vanguardia de la lucha. Ante las necesidades de desarrollo del capitalismo, se produce la incorporación de la mujer al trabajo. Su nueva posición en los medios de producción sienta las bases de la emancipación de la mujer. La mujer toma conciencia de la doble opresión a la que está sometida, por una parte la opresión capitalista en su puesto de trabajo asalariado y la explotación dentro de su hogar; ya que la incorporación al trabajo no la exime de sus responsabilidades domésticas.
En lo que respecta a la opresión capitalista en la fábrica, en el taller, y en los demás puestos como asalariada, la mujer es consciente también de cómo sus condiciones laborales son peores que las de sus compañeros masculinos. Las mujeres toman conciencia de que son la capa más reprimida de la clase trabajadora. El papel que juega la mujer en la vanguardia de las rebeliones, levantamientos y procesos revolucionarios es notorio, situándose a la cabeza de las luchas por las reivindicaciones de la clase trabajadora, en numerosos ejemplos históricos, como hemos visto en estos últimos meses en las revoluciones de los pueblos del mundo árabe.
Cuenta la historia que “las obreras de algunas fábricas textiles se declararon en huelga y enviaron a sus delegadas a los diversos comités metalúrgicos solicitándoles que secundaran la huelga, objetivo que consiguieron a pesar de la consigna que desaconsejaba la proclamación de la huelga por temor a que las autoridades enviaran al ejército contra los trabajadores. Muchas de estas obreras eran esposas de soldados”.
“Las mujeres salieron a la calle y se dirigieron a los soldados, que después se negaron a disparar contra las trabajadoras, volviendo sus armas contra los opresores”(…) Las manifestaciones de esas mujeres, todas obreras, se expresaba al grito de "¡Pan! ¡Paz¡ ¡Justicia¡”…. El movimiento huelguístico cobró mayor fuerza y las consignas anteriores fue sustituida por las de: "¡Abajo la autocracia!" y "¡Abajo la guerra!"(…)
La importancia que tiene el método del materialismo dialéctico en el análisis de la cuestión de la mujer se hace evidente cuando comprobamos los logros de los inicios de la transformación socialista para igualar en derechos a hombres y mujeres, como se plantea desde las izquierdas. Los incipientes estados sociales y socialistas no sólo otorgan la igualdad de derechos jurídicos y políticos, sino que hacen todo lo posible para dar acceso real a las mujeres a todos los ámbitos culturales y económicos, mientras que las derechas pretenden hacer girar hacia atrás la rueda de la historia, defendiendo políticas reaccionarias que resumen en la frase “la mujer, con la pata quebrada y en casa”.
La participación de las mujeres en la vida política es impulsada por las luchas sociales, sindicales y vecinales de masas desde las izquierdas, planteando la idea de la necesidad de que las mujeres no deben militar en asociaciones separadas, sino que tienen que ser miembros de pleno derecho de los partido y los sindicatos, con los mismos derechos y las mismas obligaciones y participando en todos los ámbitos y niveles de la sociedad. Para ello se crean unos órganos en cada organización regional o local con el objetivo de promover actividades y la militancia de las mujeres, donde también se les proporciona formación política, surgiendo posteriormente grupos feministas que se separan de la clase trabajadora derivando hacia posiciones pequeño-burguesas.
Para poder liberar a la mujer del yugo del hogar se hacen imprescindibles y necesarias la socialización de las tareas relacionadas con el mantenimiento del hogar. La creación de lavanderías, comedores sociales, casas de infancia, colegios, institutos, universidades, lugares de ocio, hospitales, geriátricos..., que es lo que puede dar posibilidades reales de participación de la mujer en la vida política y cultural de la sociedad, a la vez que se podrían crear miles de puestos de trabajo que ayudaría a luchar contra el paro forzoso y daría un impulso al desarrollo social y al progreso humano.
Junto con otras lacras del capitalismo, también la mujer está cada día más concienciada en luchar contra la prostitución y la violencia de género, que es una herencia del régimen capitalista y del machismo precedente y ancestral, donde el hombre se cree el “dueño” de la mujer, por lo que es preciso seguir la lucha para superarlo pero, para algunos investigadores, la única manera de acabar con esta plaga social se encontrará en la reinserción de estas mujeres en el mundo productivo y su organización en el partido y los sindicatos, dignificándolas mediante un trabajo digno y bien remunerado. Para ello, las Administraciones públicas deben proporcionar a las ciudadanas y ciudadanos un puesto de trabajo digno y bien remunerado que debe ser el primer objetivo de lucha social para avanzar hacia la emancipación y el verdadero socialismo.
La mejor manera de acabar con la prostitución y con el terrorismo doméstico será transformando el sistema económico, social y cultural herencia del capitalismo. Los cambios que plantea el reformismo, dado el estrecho margen de inversiones sociales que permite el capitalismo, tienen serias limitaciones que provienen de la situación de atraso heredada y de su crítica situación económica, que han sido incapaces de superar los gobiernos que han actuado desde el inicio de la llamada transición.
Las leyes más progresistas y sociales que han sido aprobadas que entraban en los planes del gobierno no pueden verse plenamente realizadas en su totalidad, por falta de recursos, dado que todos los gobiernos de Europa, de uno u otro signo, se han doblegado a la hoja de ruta de austeridad marcadas por los imperialistas desde el exterior, para salvar al capitalismo de su bancarrota.
Cualquier gobierno de izquierdas que no trate de superar las lacras del modelo capitalista caduco y degenerado, cuyas instituciones arcaicas, rutinarias, asfixiantes y corruptas no sirven a los pueblos, que sigue condenando a la mujer de la clase trabajadora a trabajos forzados y degradantes desde la infancia hasta su muerte, no resiste el más mínimo análisis ético.
En una sociedad moderna, democrática y justa, la absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer, y en consecuencia a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular, pero eso es completamente imposible bajo el capitalismo, por ello, el socialismo no es una “utopía” como insisten en decir los capitalistas, sino que se ha convertido ya en una “necesidad”.
Históricamente se realizaron algunos intentos de avanzar hacia el socialismo, pero no fue posible realizar transformaciones profundas en la familia aunque algunos gobiernos pusieran en ello buena voluntad, sino porque bajo el capitalismo nunca permitirá la burguesía que haya suficientes recursos para realizar el socialismo, por lo que es una de las premisas fundamentales del inicio de la lucha por el socialismo, dotar al Estado de una Banca Pública, democráticamente gestionada al servicio de la sociedad a la vez que se renacionalicen las empresas claves para poder planificar la economía y salir de la crisis aumentando drásticamente la producción, el consumo y el bienestar, mediante un reparto justo de la riqueza generada socialmente.
Grandes logros sociales vimos en los países nórdicos donde, bajo políticas profundamente socialdemócratas, la mujer avanzó en sus conquistas sociales. Igualmente en los inicios de los procesos vividos durante un corto período de tiempo en los países del Este, mal llamados de “socialismo real”, donde pronto quedó cortado el intento de mejoras prolongadas tanto en los avances de los derechos de la mujer como en el del resto de la población, debido a la degeneración burocrática.
La desconfianza hacia el Estado “soviético estalinizado” y sus casas cuna, sus jardines de infancia y sus diversos establecimientos, las obreras, y después de ellas, las campesinas más avanzadas, apreciaron las inmensas ventajas de la educación colectiva y de la socialización de la economía familiar, pero por desgracia, la sociedad fue demasiado pobre y demasiado poco civilizada y las direcciones políticas no estuvieron a la altura de las circunstancias cometiendo abusos enormes y errores garrafales y trágicos de degeneración burocrática. Los recursos reales del Estado no correspondían a los planes y a las intenciones de la política que se quiso aplicar. El 3 % de la burocracia llegó a consumir el 64 % de la producción. La familia no puede ser abolida, sobre todo, en un estado de escasez: Para progresar hay que reemplazarla en un estado de bienestar socialmente avanzado.
“La emancipación verdadera de la mujer es imposible en el terreno de la ‘miseria socializada'. La experiencia reveló bien pronto esta dura verdad, formulada por Marx". La crítica situación económica de Rusia y las dificultades derivadas del atraso del país limitaron los avances de la revolución en lo que respecta a cambios. Si la revolución no hubiese sido traicionada, si se hubiese implantado un régimen de democracia obrera sana y no la Dictadura “contra el proletariado”, que impuso Stalin con su errónea política, quizás un socialismo sano y democrático se hubiera extendido a Europa y la sociedad rusa hubiera podido transformarse plenamente y posiblemente el resto del mundo avanzando hacia el socialismo, con democracia, libertad y justicia.
La degeneración estalinista supuso un atraso y una pérdida de todas aquellas conquistas que habían iniciado la emancipación de la mujer, volviendo a dar vida a condiciones propias del sistema capitalista que hicieron retroceder la posición de la mujer en cuanto a su lucha por la emancipación.
La mujer, que bajo el capitalismo es utilizada como mano de obra esclava para la reproducción de la mano de obra, debe comenzar a dejar de ser una ‘hermana de la caridad', en el sentido político del término, para tomar parte activa y de forma directa en todos los frentes de batalla en la lucha por el socialismo.
Dada las actuales condiciones de crisis económica en la que el capitalismo ha hundido a la humanidad, la clase obrera no tiene más salida que la lucha, y la mujer trabajadora volverá a jugar un papel clave, superior incluso a otras etapas históricas, tanto en el terreno sindical como en el político. Pero tiene que ser en una “lucha unitaria en un plano de igualdad, sin distinción de sexos, razas, religión, ni ninguna otra condición”.
COLECTIVO “CLARA ZETKIN”. (*)
MÁLAGA.
(*) Clara Zetkin fue una luchadora de la política para la mujer, defensora de la lucha por la igualdad y el derecho al voto, impulsando el movimiento femenino en la socialdemocracia alemana. Desde 1891 y 1917 editó el periódico "Igualdad" y en 1907 fue elegida la responsable de la nueva Oficina de la Mujer del Partido Socialdemócrata Alemán.
Fue ella la que propuso que a partir del 8 de marzo de 1911, dicha fecha se considerara el DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA”.
8 de marzo de 2011
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