30 de abril de 2018

“PRIMERO DE MAYO”: DIA INTERNACIONAL DE LUCHA DE LAS TRABAJADORAS Y TRABAJADORES.


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Como cada año, el PRIMERO DE MAYO se conmemora un día de lucha internacional de los trabajadores. En Málaga, los sindicatos UGT y CCOO han convocado la Manifestación que saldrá este martes  1º Mayo,  desde  Alameda de Colón,  a las 11:30 horas de la mañana, esperando que sea una jornada de lucha masiva.   La  burguesía lo presenta como una jornada festiva, para fomentar el consumismo, pero los trabajadores lo recordamos como una jornada de lucha reivindicativa y solidaria del movimiento obrero internacional y no debemos ver esta fecha como una cuestión solo histórica, sino que hay más motivos que nunca para continuar la lucha, porque las conquistas que tantos sacrificios costó conseguir a la clase trabajadora, ahora nos las ha arrebatado el Gobierno de Rajoy y su PP, fieles representantes de la burguesía,  que de manera salvaje lleva años con su ofensiva de recortes y eliminación de conquistas sociales que no debemos permitir por más tiempo.

Por los contantes ataques contra los intereses de los menos favorecidos y en beneficio de la Banca y el gran capital,  el día Primero de Mayo no puede perder un ápice de su carácter de lucha reivindicativa, precisamente en los momentos  actuales donde se ha producido un fuerte deterioro de las condiciones salariales, sociales y laborales que padecemos los trabajadores en casi todo el mundo, como estamos viendo en las tensiones bélicas interminables en Siria, Yemen, Oriente Medio y en muchas otras zonas.

Este artículo está encaminado, no a demostrar lo que históricamente fue esa fecha, que puede consultarse en cualquier manual de historia, sino en profundizar en los análisis del por qué están ocurriendo esos ataques, cuyas causas hay que buscarlas, primero en la crisis estructural del capitalismo y en su posterior recesión que dura ya 10 años, en la política mafiosa y corrupta del modelo burgués y el Gobierno de derechas de Rajoy y C’s que lo apoya,   pero también en la falta de firmeza en las direcciones de los sindicatos y partidos de izquierdas, como críticamente trataremos de expresar seguidamente.

La tendencia a la degeneración de los sindicatos en la época moderna es un hecho. Cada vez se fusionan y se vinculan más con el aparato del Estado burgués. Eso no es exclusivo de los socialistas, comunistas o anarquistas, sino que es una característica común de las cúpulas dirigentes de todos ellos que deja huérfanos  y sin una orientación clara al movimiento obrero. 

El imperialismo que es ya un oligopolio que funciona como un monopolio, ha eliminado la competencia a gran escala y aplica una política económica centralizada que tiende a la fascistización, como vemos en Europa y EEUU con el crecimiento de las Derechas Extremas.  Esos grupos de archimillonarios que dirigen los poderosos monopolios financieros, dueños absolutos del complejo militar industrial y petrolero, se han encaramado en la cúpula del poder político y someten a todos los gobiernos a una dictadura férrea en beneficio de ese poder antidemocrático que opera desde las sombras de los despachos de clubes secretos como el Club Bilderberg o la Trilateral y de las cloacas de sus gobiernos títeres. 

Los sindicatos más importantes se ven amordazados y subvencionados por la propia banca, que les marca directa o indirectamente la hoja de ruta que tienen que asumir, si no quieren verse enfrentados a un adversario capitalista centralizado por la derecha extrema, y al movimiento obrero por la izquierda, es decir a las potenciales fuerzas que representan la contra-revolución fascista por la derecha o la revolución socialista por la izquierda.

De ahí la necesidad que tienen los sindicatos que mantienen posiciones reformista (sin reformas posibles), de someterse y adaptarse a las exigencias de la propiedad privada, luchando a favor de la recuperación económica en líneas capitalistas, prestándoles su cooperación y apoyo a las burguesías respectivas, orientación que debieran cambiar 180 grados.  

No dudamos de los deseos utópicos de esas direcciones reformistas, cuya burocracia mantiene el programa de mejoras, cuya tarea principal es la de considerar al Estado como un agente imparcial, con la falsa ilusión de debilitar a los monopolios en las mesas de negociaciones, para conseguir lo imposible, cual es debilitar la dependencia de los monopolios y que se vuelquen algo a su favor, pero esa táctica del socialismo de despacho y sillones ha quedado obsoleta y la Patronal y su Gobierno no ofrecen más que recortes y contra-reformas.

En momentos de recesión prolongada, o estancamiento económico como los actuales,  esas posiciones que pretenden armonizar, a través del pacto por el pacto, como intenta una y otra vez  la burocracia obrera, que luchan desesperadamente por conseguir algunas migajas de los astronómicos beneficios del capitalismo imperialista,  que nunca alcanzarán con esos métodos de pegar el culo en una mesa,  sin utilizar a la vez las movilizaciones de masas, son una pura “utopía”. 

Los errores de esa direcciones sindicales consisten en una comprensión incompleta de la realidad, no habiendo querido asumir el cambio de ciclo y la profundidad de la recesión y así, hacen todo lo posible, tanto en los hechos como en los discursos, para demostrarles a la clase dominante del Estado burgués, de hasta qué puntos sus organizaciones son indispensables y dignos de confianza para mantener la paz social, considerándose hombres de “Estado”, pero, unos por ignorancia y otros quizás adrede,  les hacen el juego a la banca y a los entramados de la corrupción.

Algunos analistas advierten del deslizamiento del modelo burgués actual hacia posiciones represivas del franquismo, aunque el debate es muy contradictorio, porque aunque existe una tendencia en esa orientación, no es auténtico fascismo aunque algunos lo califican  ya así a este denominado por unos como el Estado de la Transición o régimen del 78, como les llaman otros. Porque cuando Franco y los demás jefes nazi-fascistas transformaron los sindicatos en organismos del propio estado no descubrieron nada nuevo, sino, que siguiendo la lógica del capitalismo, que llevado hasta su último extremo se convierte en “fascismo que no es otra cosa que el capitalismo químicamente puro”, lo que hizo es llevar esa lógica hasta la última consecuencia implantando un Estado de Terror que disolvió y masacró a las organizaciones obreras.  El deslizamiento a la derecha actual todavía no ha llegado a ese extremo, pero debemos tomar medidas para frenarlos antes de que sea tarde.

Por otra parte, a través del proceso de descolonización inacabado, el imperialismo somete a los países a su dominio, obligando a sus gobiernos títeres, directamente a cumplir las hojas de rutas marcadas por los estrategas económicos del poder financiero mundial.   Afganistán, Iraq, Libia, Siria, Yemen son ejemplos de sometimiento por la lucha hegemónica de las fuerzas imperialistas.  Esta situación fortalece la necesidad de mantener lazos directos, diarios, prácticos entre los grandes magnates del imperialismo y sus gobiernos serviles que les ayudan a someter a los pueblos semicolonizados, pero a veces ese equilibrio se rompe por la irrupción de las masas en la arena política, como vimos hace unos años en la llamada y aplastada “Primavera Árabe”. 

El imperialismo crea en ese neo-colonialismo financiero-militar lazos muy fuertes con los sátrapas, tiranos y dictadores de toda laya, a veces colaborando y  manteniendo teocracias feudales, como Arabia Saudí y otras,  que mantienen sumidos a sus pueblos en un atraso cultural, económico y social abrumador, situación a través de la cual, los imperialistas sacan enormes beneficios con sus guerras y sus expolios petroleros y demás materias primas, masacrando y exterminando a pueblos enteros.  

En esos países oprimidos, podría deducirse de lo antedicho que los sindicatos no existen bajo la bota del imperialismo. No se permite la democracia obrera, que en algunas épocas históricas han venido siendo practicada por algunas organizaciones de izquierdas que constituían la esencia de la vida interna activa y democrática en las organizaciones de clase. 

Cuando queda sofocada la libertad de constituir sindicatos y partidos políticos de clase, se niega la posibilidad de luchar libremente por influir en la vida social, política y económica de forma democrática y pacífica. Muchas veces, cuando bajo condiciones dictatoriales, la clase trabajadora osa hacerles frente para luchar por la Democracia, los imperialistas los tildan de terroristas. La clase obrera no puede elegir a su gusto y placer el campo de trabajo, sino que debe luchar siempre por conquistar la Democracia y las Libertades y arrebatársela a la burguesía y a los imperialistas, mediante la lucha solidaria entre las clases, como ellos hacen cada día para arrancarnos las plusvalías, oprimiendo a las masas y masacrando a los pueblos con acciones bélicas horrorosas.

Lo que ocurre es que luchar por lograr organizar a las masas obreras dentro de Estados totalitarios como los antes mencionados, es mucho más difícil que hacerlo en una democracia burguesa, aunque en el fondo ésta representa la dictadura del Gran Capital,  por lo que no podemos renunciar a la lucha por lograr influencia sobre la clase trabajadora, como socialistas, como internacionalistas y como solidarios con los elementos de nuestra clase, en cualquier parte del mundo donde luchen por la Democracia, la Libertad y los DDHH.  

De igual manera no debemos renunciar a la lucha ideológica dentro de las organizaciones obreras ya creadas, por muchos errores que cometan nuestras direcciones, sino que tenemos la obligación de luchar democráticamente por corregir esos errores o incluso por cambiar a las direcciones que no nos convenzan o estén obsoletas, o fortalecer o crear otras nuevas como está ocurriendo.

Es preciso no darse por vencidos y seguir la lucha bajo todas estas condiciones adversas, donde también tenemos que incluir los errores no solamente de nuestras direcciones, sino los que cometamos los trabajadores en nuestras luchas, pero tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en cada país dado, con el objetivo de encuadrar, organizar y unir lo más posible a las masas, no solamente contra sus respectivas burguesías, sino contra el imperialismo y sus lacayos que contribuyen al sostenimiento de dictaduras militares y del gran capital.

Una de las primeras consignas que tenemos que defender en esta lucha es la independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado capitalista y que sean sostenidos y gestionados democráticamente por los trabajadores,  conquistando la democracia sana  que se nos ha arrebatado y ha sido prostituida por esa “democracia burguesa corrupta hasta la médula”. Necesitamos mecanismo de decisión y control, para convertir de nuevo a los partidos de izquierdas y a  los sindicatos de clase,  en los organismos capaces de movilizar a las grandes masas explotadas y quitarnos de encima la costra de los burócratas que no nos sirven. 

Otra de las consignas por las que debemos luchar es la instauración de una “democracia sindical sana”. Esta consigna es consecuencia lógica de la anterior y presupone para poder llevarla a cabo la independencia total de los sindicatos del Estado Imperialista.  Entendemos que los sindicatos, dado que actualmente hemos entrado en un nuevo período de ascenso de la lucha entre clases, no pueden seguir siendo simplemente órganos burocráticos reformistas de la época del capitalismo en desarrollo, por lo que no pueden jugar un papel de neutralidad y equilibrio, pues el reformismo sin reformas se convierte en CONTRA-REFORMAS constantes que es lo que está ocurriendo. 

Los sindicatos ya no pueden ser reformistas, ni anarquistas, ni comunistas, pues esos nombres, sin contenidos reivindicativos concretos, representan una utopía, porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria, válida y duradera, por lo que es preciso la UNIFICACIÖN para superar esos tres bloques a veces enfrentados y entrar en el proceso de construcción de un Frente Obrero Unificado lo antes que se pueda, como objetivo irrenunciable, que es lo que las masas están esperando y exigiendo, al abandonar a los sindicatos con unas endebles afiliaciones actualmente. 

Las conclusiones que debemos sacar de todo lo anterior, es que, a pesar de la degeneración progresiva de las cúpulas de algunas direcciones de sindicatos y de los vínculos cada vez más estrechos que han venido desarrollándose con el Estado Burgués Capitalista, la necesidad de seguir construyendo sindicatos fuertes no ha perdido nada su importancia, sino que la mantiene y la acrecienta. 

De ahí la importancia de tomarnos como tarea, cuyo punto de partida puede ser este Primero de Mayo, el formar o potenciar corrientes críticas internas y seguir luchando para fortalecerlas y ganar influencia entre la clase obrera, llamando a la mejor organización y en pro de la Unidad de las Luchas.  Porque el capitalismo monopolista tiene cada vez menos interés en que los sindicatos sean independientes y los quiere bien domesticados y a su servicio por lo que nuestra lucha tiene que ir en sentido contrario.

La burguesía exige a la burocracia reformista de los sindicatos que se alimenten de las migajas que caen de la abundante mesa de los capitalistas y que a su vez hagan el papel de su policía política y cuando no pueden lograr eso, amenazan con más mano dura y aplicar medidas de ajustes y recortes sociales, encarcelando a varios cientos de sindicalistas de los  más audaces que luchan por nuestros derechos. 

Debido a la profunda y larga recesión padecida, se intensifican las contradicciones de clase dentro de cada país, aumentando asimismo los antagonismos entre un país y otro, lo que produce una situación en el que cada país necesita exportar más para echar la crisis sobre las espaldas de su vecino, pero si todos hacen lo mismo, la solución la busca cada burguesía en abaratar costos, que para ellos consiste en bajar los salarios y atacar los derechos sociales conquistados por la lucha del movimiento obrero, que es lo que pretende el Imperialismo encabezado por Trump con su política de “nacionalismo económico” que desatará guerras comerciales muy desestabilizadoras. 

Puede notarse en todo el mundo en el último periodo un giro a la derecha y un debilitamiento de la democracia interna en los sindicatos y partidos de izquierdas clásicos, que están siendo cuestionados por las bases. Por ello es significativo a la vez que importante,  señalar el hecho de que están creciendo organizaciones sindicales de izquierdas, como CGT, SAT y corrientes críticas como GanemosCCOO,  que ganan fuerza al recoger los cuadros y la militancia más descontenta con sus direcciones, así como otros grupos juveniles como Sindicato de Estudiantes y Plataformas Feministas como Libres y Combativas, que han llamado a un Huelga General para el próximo día 10 de Mayo, en todo el Estado, contra la indignante sentencia del Caso La Manada.

El giro a la izquierda que las bases están llevando a cabo con motivo de la agudización de las contradicciones de clase a escala internacional afecta a todos los países. Las cúpulas  dirigentes del movimiento sindical clásico, léase CCOO y UGT, han asumido la lógica de la burguesía que les han hecho entender que no es el momento de jugar a la oposición y están paralizados.  Cualquier movimiento de oposición, cuando no asumen el compromiso de los pactos sociales que se firman en las altas esferas,  quedan a merced de las  amenazas que puede provocarse por una movilización borrascosa de las masas que podrían expresar su verdadero malestar y rechazo a los recortes, que crearían enormes dificultades tanto a las direcciones como al Gobierno y al imperialismo mundial.

El objetivo fundamental de la burguesía en estos momentos consiste en liquidar a los sindicatos como organismos de la lucha de clases, o neutralizarlos para que sean sustituidos por  más burocracia como organismos auxiliares de la dominación de la clase trabajadora bajo la bota del Estado burgués.

Dada estas circunstancias la tarea de los trabajadores más de vanguardia es emprender la lucha por la recuperación de los sindicatos de manos de unas direcciones que se han arrodillado ante la patronal, exigiendo una democracia interna sana y participativa,  que impida que se den pasos antidemocráticos y no se otorguen pactos que perjudican nuestros intereses de clase sin nuestro consentimiento, o sea, sin ser informadas a las bases y refrendada o rechazada por los votos en la Asamblea respectiva.

Un verdadero sindicalismo de clase, democrático y combativo, en el moderno sentido de esos términos, deben ser organismos de masas donde convivan distintas corrientes de forma libre en el debate y en la acción, incluso con posiciones diferentes, pero que se sometan todas al mismo método democrático de discusión libre y compañera previa a la toma  de decisiones, para luego votar y llevar a la práctica las decisiones acordadas que emanen del sentir democrático del movimiento obrero. 

De la misma forma, debemos luchar para que nuestras direcciones se sometan a una democracia obrera participativa, dicho con otras palabras, que una buena dirección debe ser racional y justa, asegurando a los sindicatos, que es patrimonio de la clase trabajadora, el máximo de democracia concebible bajo las condiciones concretas actuales, pero avanzando hacia su mejora.  

Este capitalismo enfermo que nos ha metido en esta horrorosa y dramática recesión, necesita una alternativa auténticamente socialista y democrática, que solamente se podrá dar mediante la lucha unitaria de todos los partidos y sindicatos de izquierdas, donde la clase trabajadora participe masivamente reclamando nuestros derechos. 

Es preciso reclamar con contundencia y exigir la distribución de las escandalosas riquezas robadas al pueblo por un puñado de banqueros, explotadores y especuladores, para poder planificar la economía de forma racional y científica, poniendo los grandes medios de producción que deben ser nacionalizados, al servicio y bajo control de la clase mayoritaria que es la clase trabajadora.

Para ello es preciso democratizar los recursos económicos mediante una Banca Pública, gestionada democráticamente al servicio de la producción, desarrollando las nuevas tecnologías y la ciencia al servicio de la humanidad.  Estas reivindicaciones tienen que ser llevadas a cabo exigiendo la retirada previa de todas leyes antisociales y los recortes producidos durante la crisis y la recesión por el PP y la Patronal y frenar en seco los planes de ataques contra los trabajadores,  defendiendo  un programa que represente un giro a la izquierda para salir de la recesión con el concurso de los trabajadores y a favor de nuestros intereses.

En resumen, poner las finanzas al servicio de la mayoría de la población que es la clase trabajadora, para ejercer la democracia total,  económica, política, social y cultural,  eliminando la dictadura de los banqueros y capitalistas, que no han sido elegidos por nadie, para lo que se requiere la máxima unidad y los mejores métodos organizativos de los partidos y sindicatos de izquierdas que verdaderamente estén dispuestos a luchar por el verdadero Socialismo y la plena Democracia sana, con una lucha implacable contra la corrupción, porque otro mundo no solo es posible, sino que ahora es más necesario que nunca. 

¡¡VIVA LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO¡¡
¡¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO¡¡


ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA
PSOE DE ANDALUCIA.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com


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