Como cada
año, el PRIMERO DE MAYO se conmemora un día de lucha internacional de los
trabajadores. En Málaga, los sindicatos UGT y CCOO han
convocado la Manifestación que saldrá este martes 1º Mayo, desde
Alameda de Colón, a las 11:30
horas de la mañana, esperando que sea una jornada de lucha masiva. La burguesía lo presenta como una jornada
festiva, para fomentar el consumismo, pero los trabajadores lo recordamos como
una jornada de lucha reivindicativa y solidaria del movimiento obrero
internacional y no debemos ver esta fecha como una cuestión solo histórica,
sino que hay más motivos que nunca para continuar la lucha, porque las
conquistas que tantos sacrificios costó conseguir a la clase trabajadora, ahora
nos las ha arrebatado el Gobierno de Rajoy y su PP, fieles representantes de la
burguesía, que de manera salvaje lleva
años con su ofensiva de recortes y eliminación de conquistas sociales que no
debemos permitir por más tiempo.
Por los
contantes ataques contra los intereses de los menos favorecidos y en beneficio
de la Banca y el gran capital, el día
Primero de Mayo no puede perder un ápice de su carácter de lucha
reivindicativa, precisamente en los momentos actuales donde se ha producido
un fuerte deterioro de las condiciones salariales, sociales y laborales que
padecemos los trabajadores en casi todo el mundo, como estamos viendo en las
tensiones bélicas interminables en Siria, Yemen, Oriente Medio y en muchas
otras zonas.
Este
artículo está encaminado, no a demostrar lo que históricamente fue esa fecha,
que puede consultarse en cualquier manual de historia, sino en profundizar en
los análisis del por qué están ocurriendo esos ataques, cuyas causas hay que
buscarlas, primero en la crisis estructural del capitalismo y en su posterior
recesión que dura ya 10 años, en la política mafiosa y corrupta del modelo
burgués y el Gobierno de derechas de Rajoy y C’s que lo apoya, pero
también en la falta de firmeza en las direcciones de los sindicatos y partidos
de izquierdas, como críticamente trataremos de expresar seguidamente.
La
tendencia a la degeneración de los sindicatos en la época moderna es un hecho.
Cada vez se fusionan y se vinculan más con el aparato del Estado burgués. Eso
no es exclusivo de los socialistas, comunistas o anarquistas, sino que es una
característica común de las cúpulas dirigentes de todos ellos que deja
huérfanos y sin una orientación clara al
movimiento obrero.
El
imperialismo que es ya un oligopolio que funciona como un monopolio, ha
eliminado la competencia a gran escala y aplica una política económica
centralizada que tiende a la fascistización, como vemos en Europa y EEUU con el
crecimiento de las Derechas Extremas. Esos
grupos de archimillonarios que dirigen los poderosos monopolios financieros, dueños
absolutos del complejo militar industrial y petrolero, se han encaramado en la
cúpula del poder político y someten a todos los gobiernos a una dictadura
férrea en beneficio de ese poder antidemocrático que opera desde las sombras de
los despachos de clubes secretos como el Club Bilderberg o la Trilateral y de
las cloacas de sus gobiernos títeres.
Los
sindicatos más importantes se ven amordazados y subvencionados por la propia
banca, que les marca directa o indirectamente la hoja de ruta que tienen que
asumir, si no quieren verse enfrentados a un adversario capitalista
centralizado por la derecha extrema, y al movimiento obrero por la izquierda,
es decir a las potenciales fuerzas que representan la contra-revolución fascista
por la derecha o la revolución socialista por la izquierda.
De ahí la
necesidad que tienen los sindicatos que mantienen posiciones reformista (sin
reformas posibles), de someterse y adaptarse a las exigencias de la propiedad
privada, luchando a favor de la recuperación económica en líneas capitalistas,
prestándoles su cooperación y apoyo a las burguesías respectivas, orientación
que debieran cambiar 180 grados.
No
dudamos de los deseos utópicos de esas direcciones reformistas, cuya burocracia
mantiene el programa de mejoras, cuya tarea principal es la de considerar al
Estado como un agente imparcial, con la falsa ilusión de debilitar a los
monopolios en las mesas de negociaciones, para conseguir lo imposible, cual es
debilitar la dependencia de los monopolios y que se vuelquen algo a su favor,
pero esa táctica del socialismo de despacho y sillones ha quedado obsoleta y la
Patronal y su Gobierno no ofrecen más que recortes y contra-reformas.
En
momentos de recesión prolongada, o estancamiento económico como los actuales, esas posiciones que pretenden armonizar, a
través del pacto por el pacto, como intenta una y otra vez la burocracia obrera, que luchan
desesperadamente por conseguir algunas migajas de los astronómicos beneficios
del capitalismo imperialista, que nunca
alcanzarán con esos métodos de pegar el culo en una mesa, sin utilizar a la vez las movilizaciones de
masas, son una pura “utopía”.
Los
errores de esa direcciones sindicales consisten en una comprensión incompleta
de la realidad, no habiendo querido asumir el cambio de ciclo y la profundidad
de la recesión y así, hacen todo lo posible, tanto en los hechos como en los
discursos, para demostrarles a la clase dominante del Estado burgués, de hasta
qué puntos sus organizaciones son indispensables y dignos de confianza para
mantener la paz social, considerándose hombres de “Estado”, pero, unos por
ignorancia y otros quizás adrede, les
hacen el juego a la banca y a los entramados de la corrupción.
Algunos
analistas advierten del deslizamiento del modelo burgués actual hacia
posiciones represivas del franquismo, aunque el debate es muy contradictorio,
porque aunque existe una tendencia en esa orientación, no es auténtico fascismo
aunque algunos lo califican ya así a
este denominado por unos como el Estado de la Transición o régimen del 78, como
les llaman otros. Porque cuando Franco y los demás jefes nazi-fascistas
transformaron los sindicatos en organismos del propio estado no descubrieron
nada nuevo, sino, que siguiendo la lógica del capitalismo, que llevado hasta su
último extremo se convierte en “fascismo que no es otra cosa que el capitalismo
químicamente puro”, lo que hizo es llevar esa lógica hasta la
última consecuencia implantando un Estado
de Terror que disolvió y masacró a las organizaciones obreras. El deslizamiento a la derecha actual todavía
no ha llegado a ese extremo, pero debemos tomar medidas para frenarlos antes de
que sea tarde.
Por otra
parte, a través del proceso de descolonización inacabado, el imperialismo
somete a los países a su dominio, obligando a sus gobiernos títeres, directamente
a cumplir las hojas de rutas marcadas por los estrategas económicos del poder
financiero mundial. Afganistán, Iraq, Libia, Siria, Yemen son
ejemplos de sometimiento por la lucha hegemónica de las fuerzas imperialistas. Esta
situación fortalece la necesidad de mantener lazos directos, diarios, prácticos
entre los grandes magnates del imperialismo y sus gobiernos serviles que les
ayudan a someter a los pueblos semicolonizados, pero a veces ese equilibrio se
rompe por la irrupción de las masas en la arena política, como vimos hace unos
años en la llamada y aplastada “Primavera Árabe”.
El imperialismo
crea en ese neo-colonialismo financiero-militar lazos muy fuertes con los
sátrapas, tiranos y dictadores de toda laya, a veces colaborando y manteniendo teocracias feudales, como Arabia
Saudí y otras, que mantienen sumidos a
sus pueblos en un atraso cultural, económico y social abrumador, situación a
través de la cual, los imperialistas sacan enormes beneficios con sus guerras y
sus expolios petroleros y demás materias primas, masacrando y exterminando a
pueblos enteros.
En esos
países oprimidos, podría deducirse de lo antedicho que los sindicatos no
existen bajo la bota del imperialismo. No se permite la democracia obrera, que
en algunas épocas históricas han venido siendo practicada por algunas
organizaciones de izquierdas que constituían la esencia de la vida interna
activa y democrática en las organizaciones de clase.
Cuando
queda sofocada la libertad de constituir sindicatos y partidos políticos de
clase, se niega la posibilidad de luchar libremente por influir en la vida
social, política y económica de forma democrática y pacífica. Muchas veces,
cuando bajo condiciones dictatoriales, la clase trabajadora osa hacerles frente
para luchar por la Democracia, los imperialistas los tildan de terroristas. La
clase obrera no puede elegir a su gusto y placer el campo de trabajo, sino que
debe luchar siempre por conquistar la Democracia y las Libertades y
arrebatársela a la burguesía y a los imperialistas, mediante la lucha solidaria
entre las clases, como ellos hacen cada día para arrancarnos las plusvalías,
oprimiendo a las masas y masacrando a los pueblos con acciones bélicas
horrorosas.
Lo que
ocurre es que luchar por lograr organizar a las masas obreras dentro de Estados
totalitarios como los antes mencionados, es mucho más difícil que hacerlo en
una democracia burguesa, aunque en el fondo ésta representa la dictadura del Gran Capital, por lo que no podemos renunciar a la lucha por
lograr influencia sobre la clase trabajadora, como socialistas, como
internacionalistas y como solidarios con los elementos de nuestra clase, en
cualquier parte del mundo donde luchen por la Democracia, la Libertad y los
DDHH.
De igual
manera no debemos renunciar a la lucha ideológica dentro de las organizaciones
obreras ya creadas, por muchos errores que cometan nuestras direcciones, sino
que tenemos la obligación de luchar democráticamente por corregir esos errores
o incluso por cambiar a las direcciones que no nos convenzan o estén obsoletas,
o fortalecer o crear otras nuevas como está ocurriendo.
Es preciso
no darse por vencidos y seguir la lucha bajo todas estas condiciones adversas,
donde también tenemos que incluir los errores no solamente de nuestras
direcciones, sino los que cometamos los trabajadores en nuestras luchas, pero
tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en cada país dado, con el
objetivo de encuadrar, organizar y unir lo más posible a las masas, no
solamente contra sus respectivas burguesías, sino contra el imperialismo y sus
lacayos que contribuyen al sostenimiento de dictaduras militares y del gran
capital.
Una de
las primeras consignas que tenemos que defender en esta lucha es la
independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del Estado
capitalista y que sean sostenidos y gestionados democráticamente por los trabajadores,
conquistando la democracia sana que se nos ha arrebatado y ha sido
prostituida por esa “democracia burguesa corrupta hasta la médula”. Necesitamos
mecanismo de decisión y control, para convertir de nuevo a los partidos de
izquierdas y a los sindicatos de clase, en los organismos capaces de movilizar a las
grandes masas explotadas y quitarnos de encima la costra de los burócratas que
no nos sirven.
Otra de
las consignas por las que debemos luchar es la instauración de una “democracia sindical
sana”. Esta consigna es consecuencia lógica de la anterior y presupone para
poder llevarla a cabo la independencia total de los sindicatos del Estado
Imperialista. Entendemos que los sindicatos, dado que actualmente hemos
entrado en un nuevo período de ascenso de la lucha entre clases, no pueden
seguir siendo simplemente órganos burocráticos reformistas de la época del
capitalismo en desarrollo, por lo que no pueden jugar un papel de neutralidad y
equilibrio, pues el reformismo sin reformas se convierte en CONTRA-REFORMAS
constantes que es lo que está ocurriendo.
Los
sindicatos ya no pueden ser reformistas, ni anarquistas, ni comunistas, pues
esos nombres, sin contenidos reivindicativos concretos, representan una utopía,
porque las condiciones objetivas no dan cabida a ninguna reforma seria, válida
y duradera, por lo que es preciso la UNIFICACIÖN para superar esos tres bloques
a veces enfrentados y entrar en el proceso de construcción de un Frente Obrero
Unificado lo antes que se pueda, como objetivo irrenunciable, que es lo que las
masas están esperando y exigiendo, al abandonar a los sindicatos con unas
endebles afiliaciones actualmente.
Las
conclusiones que debemos sacar de todo lo anterior, es que, a pesar de la
degeneración progresiva de las cúpulas de algunas direcciones de sindicatos y
de los vínculos cada vez más estrechos que han venido desarrollándose con el Estado Burgués Capitalista, la
necesidad de seguir construyendo sindicatos fuertes no ha perdido nada su
importancia, sino que la mantiene y la acrecienta.
De ahí la
importancia de tomarnos como tarea, cuyo punto de partida puede ser este Primero de Mayo, el formar o
potenciar corrientes críticas internas y seguir luchando para fortalecerlas y
ganar influencia entre la clase obrera, llamando a la mejor organización y en
pro de la Unidad de las Luchas. Porque
el capitalismo monopolista tiene cada vez menos interés en que los sindicatos
sean independientes y los quiere bien domesticados y a su servicio por lo que
nuestra lucha tiene que ir en sentido contrario.
La
burguesía exige a la burocracia reformista de los sindicatos que se alimenten
de las migajas que caen de la abundante mesa de los capitalistas y que a su vez
hagan el papel de su policía política y cuando no pueden lograr eso, amenazan
con más mano dura y aplicar medidas de ajustes y recortes sociales,
encarcelando a varios cientos de sindicalistas de los más audaces que luchan por nuestros derechos.
Debido a
la profunda y larga recesión padecida, se intensifican las contradicciones de
clase dentro de cada país, aumentando asimismo los antagonismos entre un país y
otro, lo que produce una situación en el que cada país necesita exportar más
para echar la crisis sobre las espaldas de su vecino, pero si todos hacen lo
mismo, la solución la busca cada burguesía en abaratar costos, que para ellos
consiste en bajar los salarios y atacar los derechos sociales conquistados por
la lucha del movimiento obrero, que es lo que pretende el Imperialismo
encabezado por Trump con su política de “nacionalismo económico” que desatará
guerras comerciales muy desestabilizadoras.
Puede
notarse en todo el mundo en el último periodo un giro a la derecha y un
debilitamiento de la democracia interna en los sindicatos y partidos de
izquierdas clásicos, que están siendo cuestionados por las bases. Por ello es
significativo a la vez que importante, señalar el hecho de que están creciendo organizaciones
sindicales de izquierdas, como CGT, SAT y corrientes críticas como GanemosCCOO,
que ganan fuerza al recoger los cuadros
y la militancia más descontenta con sus direcciones, así como otros grupos
juveniles como Sindicato de Estudiantes y Plataformas Feministas como Libres y
Combativas, que han llamado a un Huelga General para el próximo día 10 de Mayo,
en todo el Estado, contra la indignante sentencia del Caso La Manada.
El giro a
la izquierda que las bases están llevando a cabo con motivo de la agudización
de las contradicciones de clase a escala internacional afecta a todos los
países. Las cúpulas dirigentes del
movimiento sindical clásico, léase CCOO y UGT, han asumido la lógica de la
burguesía que les han hecho entender que no es el momento de jugar a la
oposición y están paralizados. Cualquier
movimiento de oposición, cuando no asumen el compromiso de los pactos sociales
que se firman en las altas esferas,
quedan a merced de las amenazas que
puede provocarse por una movilización borrascosa de las masas que podrían
expresar su verdadero malestar y rechazo a los recortes, que crearían enormes
dificultades tanto a las direcciones como al Gobierno y al imperialismo
mundial.
El
objetivo fundamental de la burguesía en estos momentos consiste en liquidar a
los sindicatos como organismos de la lucha de clases, o neutralizarlos para que
sean sustituidos por más burocracia como
organismos auxiliares de la dominación de la clase trabajadora bajo la bota del
Estado burgués.
Dada
estas circunstancias la tarea de los trabajadores más de vanguardia es
emprender la lucha por la recuperación de los sindicatos de manos de unas
direcciones que se han arrodillado ante la patronal, exigiendo una democracia
interna sana y participativa, que impida
que se den pasos antidemocráticos y no se otorguen pactos que perjudican
nuestros intereses de clase sin nuestro consentimiento, o sea, sin ser
informadas a las bases y refrendada o rechazada por los votos en la Asamblea
respectiva.
Un
verdadero sindicalismo de clase, democrático y combativo, en el moderno sentido
de esos términos, deben ser organismos de masas donde convivan distintas
corrientes de forma libre en el debate y en la acción, incluso con posiciones
diferentes, pero que se sometan todas al mismo método democrático de discusión
libre y compañera previa a la toma de
decisiones, para luego votar y llevar a la práctica las decisiones acordadas
que emanen del sentir democrático del movimiento obrero.
De la
misma forma, debemos luchar para que nuestras direcciones se sometan a una
democracia obrera participativa, dicho con otras palabras, que una buena
dirección debe ser racional y justa, asegurando a los sindicatos, que es
patrimonio de la clase trabajadora, el máximo de democracia concebible bajo las
condiciones concretas actuales, pero avanzando hacia su mejora.
Este
capitalismo enfermo que nos ha metido en esta horrorosa y dramática recesión,
necesita una alternativa auténticamente socialista y democrática, que solamente
se podrá dar mediante la lucha unitaria de todos los partidos y sindicatos de
izquierdas, donde la clase trabajadora participe masivamente reclamando
nuestros derechos.
Es
preciso reclamar con contundencia y exigir la distribución de las escandalosas
riquezas robadas al pueblo por un puñado de banqueros, explotadores y
especuladores, para poder planificar la economía de forma racional y
científica, poniendo los grandes medios de producción que deben ser
nacionalizados, al servicio y bajo control de la clase mayoritaria que es la
clase trabajadora.
Para ello
es preciso democratizar los recursos económicos mediante una Banca Pública,
gestionada democráticamente al servicio de la producción, desarrollando las
nuevas tecnologías y la ciencia al servicio de la humanidad. Estas reivindicaciones
tienen que ser llevadas a cabo exigiendo la retirada previa de todas leyes
antisociales y los recortes producidos durante la crisis y la recesión por el
PP y la Patronal y frenar en seco los planes de ataques contra los trabajadores, defendiendo un programa que represente un giro a la
izquierda para salir de la recesión con el concurso de los trabajadores y a
favor de nuestros intereses.
En
resumen, poner las finanzas al servicio de la mayoría de la población que es la
clase trabajadora, para ejercer la democracia total, económica, política, social y cultural, eliminando la dictadura de los banqueros y
capitalistas, que no han sido elegidos por nadie, para lo que se requiere la
máxima unidad y los mejores métodos organizativos de los partidos y sindicatos
de izquierdas que verdaderamente estén dispuestos a luchar por el verdadero
Socialismo y la plena Democracia sana, con una lucha implacable contra la
corrupción, porque otro mundo no solo es posible, sino que ahora es más
necesario que nunca.
¡¡VIVA LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO¡¡
¡¡VIVA EL
PRIMERO DE MAYO¡¡
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA
PSOE DE ANDALUCIA.
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
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