3 de noviembre de 2017

EL DAÑO DE LOS NACIONALISMOS A LOS TRABAJADORES.

Estado de máxima tensión desde ayer, cuando el “Govern de la Generalitat fue encarcelado y su President sigue fugado y en busca y captura.  Unos afirman que eso es Justicia. Otros dicen que eso es Represión. El largo debate sobre el conflicto territorial de Cataluña ha eclipsado totalmente al resto de problemas como la corrupción y las cuestiones sociales que se continúan deteriorando dañando a los menos favorecidos. 

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La población catalana salió anoche masivamente a la calle protestando con una sonada “cacerolada”. Aquel prometido  “Estado de Bienestar” se ha convertido en su contrario, pues el “Estado de Malestar” afecta ya a toda la sociedad. En realidad desde que existe el capitalismo el único estado conocido por millones de seres humanos ha sido el de una lucha permanente y absoluto entre  explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos.  La repugnante riqueza de los “ladrones de guante blanco” contra los inhumanamente pobres es insultante. Dramática situación  que no se pueden imaginar ninguno de los burgueses ricachones que pugnan por el control de los estrechos mercados usurpando la democracia.

El capitalismo funciona saltando de crisis en crisis,  entre el auge y la recesión permanente.  Pero solo un pequeño grupo de países más desarrollados se beneficiaron de esos auges  de crecimiento económico e incluso una mínima parte de esos  colosales beneficios  arrancados por la burguesía a las masas trabajadoras  fueron a  realizar ciertas reformas sociales.  La riqueza y el poder se concentran cada vez más firmemente en menos manos, y ese proceso de acumulación injusta se sique produciendo por lo que las diferencias entre ricos y pobres aumentan y crece sin cesar la brecha de la desigualdad.

El amor de los burgueses por su “nación”, se llame ésta España, Cataluña,  etc,  no es un cariño altruista y en defensa del bien común, como hipócritamente nos quiere hacer creer sus representantes de derechas de los capitalistas. Se dejan siempre un lugar en su cabeza para estudiar la represión y el autoritarismo. Así desarrollan los mecanismos de rapiña y defensa de su lógica del beneficio privado,  para acumular ganancias o evadirlas a Paraísos Fiscales y esas riquezas son producto de la explotación de los asalariados.

Como explican los libros de historia, los grandes acontecimientos provocados por las crisis y sus conflictos bélicos, como las guerras o levantamientos militares, siempre benefician a los ricos y perjudican a los pobres. Recordemos aquella guerra colonial en Marruecos, de dramáticas consecuencias para los hijos de la clase obrera, que eran enviados a la muerte, mientras los hijos de la burguesía se libraban pagando una cuota.  Eso no puede explicarse sin entender que la lógica del capitalismo es la lucha desaforada por los beneficios. En aquel caso en provecho de la Casa Real de los Borbones, pues cuenta la historia que,
(…) “ tanto como socio de los grandes financieros que se beneficiaban de la explotación de los recursos mineros del Rif  (el conde de Romanones,  su hermano el duque de Tovar, el marqués de Comillas, etc.) como en su condición de comisionista de los suministradores de equipos y pertrechos al ejército español, fue precisamente el empeño de Alfonso XIII de hacer intervenir al ejército en la construcción de una vía férrea para facilitar la salida de los fosfatos y el hierro de las minas, lo que acabó desencadenando una guerra que condujo a la derrota en la batalla de Annual, que dejó un saldo de más de 20.000 soldados de reemplazo muertos, todos ellos hijos de familias obreras, jornaleras o de pequeños campesinos o artesanos, ya que los hijos de los ricos estaban eximidos de ir a la guerra a cambio de un pago en metálico de 1.000 pesetas”.

El Estado intervenía en la economía pero lo hacía para mantener el capitalismo. Las empresas públicas eran utilizadas para ofrecer bienes y servicios a buen precio a los empresarios privados, lo que muchas veces les hacía perder dinero en beneficio de la privada cargando los déficits, desfalcos y robos a las espaldas del contribuyente. Cuando el sistema entra  en crisis, las deudas de éstas se utilizan como excusa para cerrarlas y privatizarlas, porque les interesaba a los capitalistas, para eliminar competencias y acumular riquezas, u ocultar las bancarrotas bancarias.  (Exactamente igual que ahora).

La historia de “las Españas” ha estado plagada de golpes de Estado, complots militares, juegos sucios de tramas violentas y demás fechorías, no siendo capaces de enmendarse para no cometer los mismos errores que ha costado tanta sangre en el dramático Golpe de Franco. También hay que recordar conflictos propios de los procesos naturales de la descolonización que provocaron tanto sufrimiento a las familias trabajadoras.    Cuenta la historia que (…) “a la tragedia de tantas vidas segadas, españolas y rifeñas, hay que sumar el coste que pagaron las finanzas públicas a causa de las aventuras financieras y bélicas de Alfonso de Borbón.  Más de 5.600 millones de pesetas de la época, extraídas del esfuerzo de millones de obreros industriales y de jornaleros agrícolas, se gastaron en la campaña de África. Una buena parte de ese dinero acabó en las cuentas suizas de Alfonso de Borbón, una fortuna, parte de la cual heredó su nieto Juan Carlos y que en su momento heredará su biznieto Felipe VI”.  (…) “Las minas marroquíes no fueron el único negocio de Alfonso XIII. Su larga mano también llegó a empresas que explotaban concesiones públicas o que contrataban con la administración, como el Metro o la Transmediterránea. Y como su sed de beneficios no se saciaba con su participación en negocios legales, también participó en el mundo de la estafa a través de su participación en el sistema de apuestas de las carreras de galgos. Años después, la II República desmanteló la mafia de los canódromos, prohibió las carreras de galgos y, a la vista de los abrumadores indicios de delito presentó una demanda judicial contra Alfonso XIII de Borbón por estafador. El golpe fascista de Franco canceló las diligencias judiciales en curso” (…) (El parecido con la realidad de hoy es una constante).

Las políticas y presupuestos educativos, sanitarios, culturales, etc, en la actualidad,  se siguen elaborando, en última instancia, en función de los intereses de los capitalistas, aunque en ocasiones, la presión popular obliga a introducir avances.  Qué decir de los gobiernos y parlamentos, o de los cuerpos del Estado dedicados a la represión (policía, ejército, tribunales).  Cada vez que la juventud y la clase trabajadora quieren ir más allá de lo que los capitalistas están dispuestos a conceder, estas instituciones son utilizadas contra el pueblo de forma  represiva, para garantizarse la extracción de plusvalías y mantener el Poder, diciendo como aquel “Rey Sol”:  “La democracia soy yo”.

Pero más temprano o más tarde, ese constante  saqueo al pueblo desata la indignación contra la injusticia, hipocresía y falsedad del sistema capitalista que incita a provocar luchas e incluso revoluciones, como la que se ha iniciado en Cataluña, o como antaño los históricos levantamientos campesinos en Andalucía o la Revolución de Asturias donde se tomaron minas y fábricas en los años 30. Una insurrección que fue reprimida por Franco de forma brutalmente sangrienta, cuyo influjo posteriormente se prolongó hasta el triunfo de la República en 1931 por métodos pacíficos, que luego fue bañada en sangre por métodos represivos y violentos en 1936 por el golpe definitivo del mismo General Franco.

       Volviendo a la actualidad, las perspectivas actuales en que estamos inmersos en estos momentos  es de cambios bruscos y repentinos que se están dando en la toma  de conciencia de las masas,  fruto de las frustraciones que provoca la larga crisis económica,   sus recortes y la incapacidad del modelo del 78 de volver a los parámetros de bienestar de antes del 2008,  que presagian una agudización del enfrentamiento en líneas de clase.  

El capitalismo se basa en la búsqueda del máximo beneficio individual por parte de cada capitalista y en la propiedad privada de los medios de producción, es decir, la riqueza que se crea con el trabajo de la mayoría de la población y los medios necesarios para llevarla a cabo, como maquinaria, instalaciones y otros recursos, no pertenecen  socialmente a toda la población, para poder decidir democráticamente cómo emplearlas en función de las necesidades de la humanidad,  como podría realizarse en un sistema socialista  genuino bajo una verdadera democracia  sana al servicio del conjunto del pueblo, sino que es propiedad de un reducido grupo de individuos que solamente la ponen en marcha si les proporciona unas ganancias superior al capital previamente invertido. 

La ganancia del capitalista es resultado de una expoliación, de la explotación de la mano de obra que representa en realidad un ROBO, como le llamaba Proudhon cuando decía: “La proprieté c’est le vol”, es decir,    “La propiedad es el robo” del tiempo de trabajo que no se le paga al asalariado. Si un trabajador, obrero manual o intelectual, recibiera el producto íntegro de sus 8, 10, 12 o 14 horas de trabajo, el empresario no ganaría nada, como luego desarrolló Marx científicamente en su obra “El Capital”.   Por ello introducen máquinas que hagan producir más  al trabajador en menos tiempo, alargan la jornada laboral o sustituyen mano de obra que les cuesta más cara, y está mejor organizada para defenderse, por otra a la que poder explotar mejor, pagarle menos salario y de la que extraer más beneficios, pues el único objetivo del empresario es mantener o aumentar la tasa de ganancia a costa de lo que sea.

Esto provoca dos cosas:
a) la crisis inevitable del sistema y  b) que los intereses de estas dos clases, (capitalistas y obreros), sean opuestos en todo momento, llevando, especialmente cuando la crisis se hace evidente, a enfrentamientos decisivos.   La crisis se produce antes o después porque los capitalistas, para aumentar sus beneficios, recurren a todas las medidas a su alcance. Pero los trabajadores no solo son los que producen, también son, junto a otros sectores menos numerosos, como pequeños comerciantes, campesinos, etc, el grueso de los consumidores.

Si el valor de lo que ha producido cada asalariado no revierte a él íntegramente, es imposible que todos los trabajadores puedan consumir todo lo que se ha producido.  (La “oferta global”, el precio  de las mercancías y servicios puestas en el mercado es superior al dinero en las manos de los consumidores, es decir la “demanda global”).  Esta contradicción puede tardar más o menos tiempo en salir a la superficie, gracias al crédito y a otros mecanismos, pero tarde o temprano lo hace y provoca una lucha entre los capitalistas individuales por los mercados ( y los asalariados por sus intereses),  ya que hay demasiada producción para el mercado que existe; a esto se le llama crisis de sobreproducción o subconsumo,  porque sobrando producción,  la escasez de dinero en manos de los trabajadores impiden el consumo y avanza la desigualdad, el paro  y la miseria.

Cada capitalista intenta vender más y a menor coste pero eso, manteniendo los beneficios, significa más ataques a los derechos de los trabajadores; es la pescadilla que se muerde la cola: nueva sustitución de mano de obra más costosa por otra más flexible y barata, nuevos despidos para introducir más tecnología, etc.  Esto ayuda a un capitalista o grupo de capitalistas a recuperar sus beneficios inicialmente, pero agrava la crisis del sistema al cabo de un tiempo, pues sigue habiendo cada vez más capacidad para producir y menos capacidad para dar salida a todos los productos.

Asimismo, aunque sigue la controversia en esta cuestión, la Ley Tendencial a la Caída de la Tasa de Ganancia, sique operando, (a veces lenta e imperceptiblemente y otras se acelera con las crisis)  profundizándose la contradicción por el encarecimiento de la instalación de los nuevos descubrimientos,  la robótica y nuevas tecnologías en agricultura, industria y  servicios, que abre la brecha entre el Capital Constante y el Capital Variable, perjudicando gravemente la amortización de las nuevas instalaciones de las técnicas aplicadas.

La introducción de tecnología en todo el mundo está suponiendo un aumento enorme de la capacidad productiva y despidos masivos de trabajadores. Ello hace que la lucha por los mercados entre los distintos capitalistas, ahora en una pugna inter-imperialista descarnada, sea cada vez más dura y violenta entre los 4 Grupos Imperialistas mundiales.   Antes o después nuevas crisis sobrevendrán, reducirán la inversión e intentarán cargar el peso de la caída de sus beneficios sobre la clase trabajadora en forma de nuevos y aún más duros ataques, como siempre han hecho, si la clase trabajadora no lucha por frenarlo o evitarlo.

En la actualidad, el 95 % de las inversiones son de carácter especulativo, no producen nada concreto ni crean riqueza real, son exclusivamente movimientos en la bolsa, que drenan parte de la riqueza ya creada.  Incluso en momentos de auge económico, como el vivido  antes del 2007/08, cuando los beneficios aumentaron y creció la producción, los capitalistas no podían utilizar toda la capacidad productiva instalada cuyo índice estaba en un 68 %,  aunque las necesidades sociales seguían insatisfechas.  En estos momentos, después de la crisis, la recesión  y el intento de recuperación, la situación de los indicadores como la FBCF (Formación Bruta de Capital Fijo), que indican los puestos de trabajo que se van a crear en el próximo futuro, como la utilización de la capacidad productiva instalada, siguen estando por los suelos a escala global.


Esto demuestra que existen dos contradicciones insalvables bajo este agónico sistema imperialista, como son, la propiedad privada de los grandes medios de producción y las fronteras nacionales que impiden el desarrollo armonioso de las fuerzas productivas y el bienestar de las personas.  La crisis que vivimos por el conflicto catalán pone de manifiesto que el papel de la clase dominante y el aparato del Estado utilizan el poder de la Corona como el catalizador simbólico del monopolio de la violencia y la reacción. Sigue estando todo “atado y bien atado” como recoge la C.E. con sus medidas de excepción previstas, por lo cual se reservan un poder absoluto, por encima incluso de la Democracia como método para dirimir controversias. Por ello existe una legitimidad que es cuestionada de forma creciente ya que  cuando el poder del capital se ve amenazado y entran en confrontación los Poderes Centrales con la Democracia periférica como está ocurriendo ahora, el Gobierno del PP utiliza la salida “jurídica” y desprecian la “negociación política”.  

El aparato del Estado está envuelto en una inmensa corrupción sistémica que lo envuelve todo. El pueblo está asqueado, indignado,  escandalizado por tanta podredumbre y tantas mentiras. Espera un Cambio, pero la división de las izquierdas lo frena. No obstante, las masas están acumulando presión, están acelerando el proceso molecular de toma de conciencia y se hace cada vez más consciente de que este estado peligroso de corrupción es lo que mantiene el parasitismo que acompaña históricamente a la clase dominante y que preparan  el recurso de la violencia en defensa de su sistema, porque les va en ello su poder.

Igualmente es una necesidad orgánica y de supervivencia  de las Direcciones de izquierdas para la defensa de la clase trabajadora,  explicar y convencer a las masas que la raíz de nuestros problemas que afectan a los pobres, a los asalariados y a nuestras familias se llama Capitalismo y que solo una lucha decidida por el cambio de modelo de sociedad, nos puede ofrecer una salida digna como clase. La lucha por un mundo mejor continúa y se podrá conseguir, si nos organizamos y unimos solidariamente para superar las dificultades y conquistar el futuro por medio del Socialismo y la Democracia.  

ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE. A


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