12 de enero de 2017

PROPUESTA DE PONENCIA ORGÁNICA. (Parte 1)


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Documento para debate presentado a la III CONFERENCIA DE IZQUIERDA SOCIALISTA DE ANDALUCÍA  a celebrar el 4 de Marzo en Sevilla que hemos recibido del compañero Jorge Puente, con el siguiente correo:

“Primer borrador de ponencia orgánica de cara a la celebración de la III Conferencia Política de IS PSOE Andalucía del próximo día 4 de marzo, al objeto de que puedas hacer las aportaciones que estimes oportuna antes del día 24 del corriente y antes de que se envíe a los adheridos/as para que presenten las enmiendas que estimen.
Aprovecho para recordar que el día 21 del presente, mantendremos la reunión de la Coordinadora Territorial de Andalucía en Cádiz, pendiente de confirmar el sitio de celebración que debe hacernos llegar el compañero Jesús Palomo.
Un saludo socialista.
Jorge Puente. Portavoz. (Coordinador de Izquierda Socialista de Andalucía-PSOE)
Pd. El documento contiene fragmentos de trabajos de IS de distintos ámbitos territoriales”.

ispsoeandalucia@gmail.com 

INTRODUCCIÓN.-

Habría que preguntarse si, en los casi 137 años de existencia del PSOE todos los cambios realizados han servido para adecuar su organización a cada tiempo histórico para responder a los requerimientos y a las demandas de la ciudadanía en cada etapa. Y vistos los acontecimientos en los que estamos sumergidos actualmente, con la menor tasa de intención de voto de la historia democrática de España y la mayor división interna entre la militancia y la dirección, parece que la respuesta se orienta hacia que no siempre el socialismo democrático ha sabido entender e interpretar con acierto los hechos históricos de cada época.

Siendo conscientes de que el PSOE ha introducido en su dilatada historia reformas en su organización para introducir listas con representación para las minorías, regular las corrientes internas de opinión y formas de participación sectorial, en celebrar Congresos donde se elige de manera directa y separada la Secretaría General, garantizar la igualdad de género en las normas internas o celebrar primarias para elegir a la persona candidata de la Presidencia del Gobierno. No es menos cierto, que no se han realizado los cambios desde  un  análisis crítico de toda una época. Y por ello estos cambios, que debían haber supuesto la modernización del Partido y por ende de la socialdemocracia, han degenerado en la pérdida de democracia interna, participativa y deliberativa que nos tiene sumido en la ruptura del reconocimiento de la militancia como unidad básica del socialismo.

En este sentido, hace ya mucho tiempo que en los Congresos no se discute sobre la viabilidad del Socialismo Democrático como proyecto político trasformador, de su capacidad o incapacidad de atraer a la mayoría social de la población.

Desde que Felipe González dejó de ser Secretario General en 1997, la deliberación sobre las ideas ha sido sustituida por la búsqueda de liderazgos que marcaran el camino del gobierno y hacer posible el aforismo: “somos un partido de gobierno” y para ello, se ha sorteado la definición y el límite del ideario socialista en beneficio de intereses territoriales y/o personales. Lo que ha llevado a adoptar decisiones verticales en virtud de los intereses de los territorios y sus respectivas “baronías”.

Ha cobrado fuerza la verticalidad en detrimento de la horizontalidad, es decir, la oligarquización en la toma de decisiones ha sustituido a la democracia participativa y deliberativa en los posicionamientos políticos y con ello, la vida interna del partido ha quedado diluida, así como el debate ideológico. Lo realmente importante, el espacio ideológico ha enmudecido a favor de un modelo presidencialista que lamina cualquier intento de fortalecer la democracia interna.

Lamentablemente, el procedimiento de primarias no ha ayudado a extender la democracia deliberativa en los órganos de toma de decisión, ni ha servido para integrar a las minorías discrepantes en las estructuras orgánicas e institucionales, más bien ha sido utilizada para consagrar al líder y convertir a la militancia en una clase subordinada dependiente. No basta con aseverar: un militante, un voto,  es necesario pero no suficiente para democratizar el partido, sino que se hace necesario establecer mecanismos que garanticen mayores cotas de inclusión en los diferentes ámbitos de la vida orgánica e institucional del Partido.

Igualmente, habría que analizar las causas que propiciaron la pérdida de las elecciones de 1996 y no permitió revalidar un nuevo gobierno de Felipe González. Cierto es que se perdió ante el PP por solo 290.328 votos de diferencia a pesar de lo mucho acaecido durante el periodo de gobierno socialista -renuncia al Programa Máximo, a elaborar una estrategia de tránsito hacia el Socialismo, el  proceso de privatizaciones iniciado con Felipe González y que continua José M.ª Aznar poniendo la propiedad pública de los bienes de producción y servicios en manos privadas o, los escándalos vinculados a la corrupción, tráficos de influencia o extorsión de Estado- lo que hace muy coincidentes a un Partido Socialista y otro conservador.

Quizás estos  hechos propiciaron que en el el 34 Congreso Federal  (junio de 1997) no se trataran las razones de peso por las cuales el PSOE se desplomó en las urnas y dejó de ser el partido de referencia para amplias capas de la sociedad y particularmente, para las clases trabajadoras.

El PSOE ha sido siempre reconocido como el Partido del cambio, de la modernidad, del progreso y de los avances democráticos y sociales y para recuperar el espacio perdido, no podemos dejar de reconocer que existe un amplio consenso social sobre la necesidad de acometer cambios en la forma de ejercer la política y la de definir un proyecto socialista para las clases trabajadoras y la mayoría social centrado en una izquierda transformadora.

Máxime cuando corren malos tiempos para las clases trabajadoras en general y particularmente para la militancia socialista, que tras la derrota electoral de 2011 y sucesivas, y a pesar de la tremenda indignación social provocada por las políticas regresivas y antisociales del PP, vemos como el PSOE no solo no recupera la confianza de la ciudadanía, sino que cada día que pasa pierde afiliación, simpatías, votantes y se sumerge en un proceso de degradación y descrédito ante la militancia.

Es lógico que así ocurra porque el Partido no plantea a la sociedad auténticas alternativas al liberalismo imperante, más bien todo lo contrario, hasta facilitar el gobierno la la derecha más corrupta de la democracia española.

La ciudadanía no percibe diferencias entre las recetas del PP y los parches a esas recetas que estamos planteando, observan que hemos perdido la iniciativa política y desconfían porque cuando gobernamos observan complacencia con el ideario neoliberal que debilita nuestra acción política para hacer efectivos nuestros programas electorales y caemos en contradicciones difíciles de asimilar, porque incrementan las desigualdades (privatizaciones, bajadas de impuestos, desregulaciones financieras y laborales, etc): No hacemos en el gobierno lo que se dice que se va a hacer cuando se está en la oposición, mostrando buena cuenta de ello tras los acontecimientos precipitados en el Comité Federal del pasado 1 de Octubre y posterior, en el que es obligado a dimitir, en primera instancia,  al primer Secretario General de la historia elegido por sufragio universal de la militancia y la posterior abstención para favorecer el gobierno del PP.

Da la sensación que las direcciones del Partido desde 2011, han estado y están instaladas en la inacción, en dejar pasar el tiempo, a ver si el tiempo trae soluciones y una nueva oportunidad de gobernar mientras estamos instalados en la que llaman una oposición responsable, para demostrar que somos un partido de gobierno.

Debemos de rescatar la iniciativa política, el tiempo de actuar, de llevar  a cabo todas aquellas reformas y adaptaciones internas que permitan que el PSOE siga siendo una organización útil para las clases trabajadoras y una organización que de respuestas adecuadas a las expectativas de participación y compromiso de la militancia y del conjunto de la ciudadanía, por lo que se hace preciso reconocer la vigencia del Programa Máximo.

El PSOE desde su fundación, siempre tuvo un Programa Máximo, breve pero muy claro, decantándose a favor de una sociedad sin clases, por la propiedad social de los medios de producción y de consumo, para lo cual es indispensable lograr el poder político de la clase obrera.

RECUPERAR EL PSOE PARA REGENERAR LA POLÍTICA.

El estallido de la crisis, que ha puesto en entredicho todo el proyecto social del Estado de Derecho,  ha causado una enorme regresión y desigualdad en la sociedad y generado un profundo dolor entre las clases trabajadoras y más desfavorecidas, también ha puesto de manifiesto ante la ciudadanía muchas carencias, renuncias, cobardías y hasta connivencias o incapacidad política que dieran un respuesta adecuada y justa. Pero lo peor de ello, es que  se hace el análisis de la lógica del sistema afirmando que proviene de los postulados de la propia economía y lo hemos aceptado, cuando el problema no es tanto la economía como las decisiones tomadas por los gobiernos y la carencia de alternativas de transición para el reparto y redistribución de la riqueza, el control social de los medios de producción y un desarrollo más sostenible y equitativo, habiendo alternativa por la izquierda que sitúe a las políticas y a las políticas públicas como impulsoras de progreso económico y social.

Ello ha propiciado que la ciudadanía de diversa procedencia  aglutinada en diferentes plataformas, mareas o círculos, etc, manifestara un evidente rechazo no solo a las políticas aplicadas, sino al carecimiento de alternativas que propicia  sometimiento de los mercados, devaluación democrática y por ende, rechazo a la práctica política al uso de partidos y políticos.

Critican que sus representantes políticos no mantengan la coherencia y formulen alternativas sólidas y válidas para el bienestar de todos, descalifican comportamientos de cargos públicos que se aferran a privilegios y eluden el control social que resultan inadecuados en los representantes de la soberanía popular.

Es una llamada de atención que los socialistas no nos podemos permitir y ante la que es indispensable reaccionar desde los valores históricos del socialismo democrático, planteando las alternativas e iniciativas que sintonicen nuevamente con la mayoría social que rechaza privilegios, que pide transparencia y control frente a la imposición de los poderes opacos y de los intereses de los poderosos. Quiere que se aclaren responsabilidades sobre las decisiones y gestiones de las entidades financieras y otros ámbitos causantes de la crisis, reclama honestidad, ejemplaridad, compromiso y rendición de cuentas a gobernantes y cargos públicos y pretenden acentuar la acción pública y colectiva para transformar la sociedad.

No seremos alternativa creíble sin recuperar el pleno sentido de la política democrática como compromiso ético y cívico con la voluntad general y el bien común, siendo necesaria una profunda rectificación en el ámbito político y orgánico para reiniciar el proyecto socialista, recuperar compromisos con la izquierda para liderar la salida de la crisis, reconstruir el Estado social y democrático que el PP ha destrozado, reafirmar los valores de la igualdad real que supone el  republicanismo y laicismo y plantear un federalismo cooperativo e integrador en la toma de decisiones y de representación en los órganos de participación y decisión interna del partido.

Tenemos que incorporar en la conciencia colectiva de la ciudadanía que para los socialistas, la transparencia y la rendición de cuentas son bases incuestionables de regeneración de la política y por ello, reconstruir el PSOE es cambiar el funcionamiento del Partido y acentuar la democracia interna en el debate y la toma de decisiones, con más autocrítica, confrontación interna de ideas y posiciones, contrastes de alternativas para que desde la pluralidad de sensibilidades y propuestas conformar el proyecto convergente y la estrategia de equipos y liderazgos.

Las fuertes derrotas electorales desde 2011 ponen en cuestión una de las bases principales de la actual Gestora (dirección), que el PSOE no puede ser solo un partido de cuadros, sino que debe seguir desarrollándose en/y con su origen obrero y de lucha de las clases populares por la igualdad, la libertad y la justicia social. Hacen muy necesaria la autocrítica y nos sitúan ante la enorme responsabilidad de refundación de la socialdemocracia y la izquierda y la recuperación de nuestros valores e identidad, de reformulación de nuestro proyecto socialista, de renovar equipos,proceder al relevo de dirigentes y de cambiar profundamente el funcionamiento de nuestro Partido para abordar nuevos tiempos, nuevos retos y liderar alternativas de progreso social y económico.

Recuperar la credibilidad de la sociedad en el PSOE, nos debe obligar a actuar en coherencia entre ideología y praxis en la línea de la declaración de principios y valores socialistas, trabajar por la acción transformadora de la política para el bienestar y el progreso de la gente y reconocer que estamos en el umbral de un cambio social con nuevos paradigmas de representación y participación ciudadana, por lo que no podemos estar ausentes de las reivindicaciones que expresan muchos de los grupos y plataformas cívicas, a las que hemos de exponer nuestras iniciativas, sugerencias y en muchos de los casos, trabajar con ellos y asumir sus propuestas.

UN PARTIDO ABIERTO, PLURAL, PARTICIPATIVO Y DEMOCRATICO.

Los socialista somos parte de la ciudadanía que expresa su decepción por la ausencia de alternativas al retroceso que nos aboca el neoliberalismo económico y político, por ello hemos de recuperar el espacio y credibilidad perdida y  reencontrarnos con los sectores sociales de los que nacen y a los que se dirigen las políticas pensadas desde la izquierda.

Hemos de abordar con determinación nuestras insuficiencias y  resolver los problemas planteados con más democracia. La ciudadanía ademas de tener el derecho de elegir a sus representantes públicos, tiene derecho a participar en la elaboración de las políticas y los dirigentes tienen la obligación de respetar los programas electorales y responder de sus actos.

La dignidad de las personas, el progreso colectivo y la justicia social son irrenunciables. Y si una Ley o norma  no resultan ya adecuadas para los intereses colectivos, hay que cambiarlas. Igualmente hay que superar las restricciones impuestas al sistema democrático establecidas hace ya más de tres décadas en Constitución del 78, sobre las que los diferentes gobiernos del PP han profundizado.

Cambiar la legislación electoral y de toma de decisiones haciéndola más democrática y participativa, con limitaciones de mandatos, listas abiertas, segundas vueltas y referéndum vinculantes, contribuiría a una mayor transparencia institucional, a mejorar la democracia interna en los partidos políticos y a recuperar los vínculos entre representantes y representados.

La militancia socialista con su trabajo y sacrificio, somos los depositarios de una tradición histórica de lucha por la paz, la democracia, la libertad, la justicia social y la igualdad. Hoy mas que nunca, la militancia debe tomar la palabra y romper las barreras internas que restringen la participación. Estamos comprometidos con los valores socialistas y queremos elegir de forma directa y a todos los niveles, a nuestros dirigentes y representantes con claras convicciones de izquierda para un mundo mejor.

Las clases trabajadoras, los intelectuales, el pueblo en general necesitan al PSOE, más PSOE, y solo la militancia, los simpatizantes y los sectores populares de izquierdas son dueño de sus destinos. Hay por tanto motivos para luchar y para la esperanza, recuperando el potencial movilizado del socialismo democrático para vertebrar la mayoría social de izquierdas. Para lo que es preciso una transformación en profundidad de nuestra organización y activar todas sus potencialidades.

El PSOE debe dejar de ser un partido solo de cuadros y dirigentes y fortalecer su base en el movimiento obrero y la lucha de clases por la igualdad,  la libertad, la equidad y la justicia social, porque somos un partido de masas comprometido con la mayoría social, plural por la emancipación, la transformación y el progreso social.

En consecuencia con ello, la democracia interna y el funcionamiento orgánico tiene que corresponderse con nuestra historia d partido abierto, participativo, donde las propuestas se debatan, se integran y se transforman en decisiones adoptadas democráticamente, sin que la opinión de la mayoría excluya la integración de las minorías internas, pues el bloque social que nos apoya se compone de grupos diversos con propuestas e intereses plurales.

Es un tremendo error orientar el funcionamiento del Partido desde un liderazgo presidencialista y su entorno de centralidad de las decisiones, la acción y los mensajes. Ello impide la iniciativa y la capacidad de propuestas de la militancia y simpatizantes, además de reducir la pluralidad interna del Partido como generadora de ideas, iniciativas y propuestas y nos desconecta de la mayoría progresista y de cambio social.

Si las bases dejan  de ser referentes sociales del proyecto socialista si se adulteran los valores del socialismo democrático y adulteran, según intereses, las resoluciones de los Congresos y órganos de decisión y se difuminan las estrategias y objetivos, se prolongará la desafección ciudadana, lo que acarrea su retracción y conduce a permanentes derrotas electorales.

REORGANIZAR EL PSOE PARA REFUNDAR LA SOCIALDEMOCRACIA Y LA IZQUIERDA.

Nos encontramos en una etapa de la historia donde el neoliberalismo ha impuesto su modelo capitalista y político y ha generado la conciencia colectiva de que es la única alternativa viable para el crecimiento económico y el desarrollo social, desplazando a la izquierda en general y al socialdemocracia en particular, del atisbo de alternativa viable ante las desalmadas políticas de la derecha. Lo que nos sitúa en una necesaria refundación del proyecto socialista y de la izquierda, que debe pasar por recuperar la identidad y los valores históricos del socialismo democrático.

Para ello, parece necesario renovar los equipos procediendo al relevo de dirigentes y adecuar con profundidad el funcionamiento interno del Partido. Pero volveríamos a cometer un nuevo error que nos alejaría de la realidad social, si -con el pretexto de mirar al futuro o hacer un PSOE fuerte y unido desde la visión sesgada de la actual élite dirigente- se proyecta el criterio de la nacionalidad y se impone una fallida salida a la actual crisis política y orgánica e incongruente con el compromiso socialista.

La democracia interna y el funcionamiento orgánico del partido, debe corresponderse con su trayectoria histórica de partido abierto, plural y participativo, donde las diferentes sensibilidades contrastan propuestas y se integran en una decisión adoptada democráticamente, sin que la opinión mayoritaria excluya la integración de las aportaciones minoritarias , al corresponderse con los intereses y propuestas del bloque social de progreso que nos apoya.

En ningún momento, el PSOE debe reconocer ni aceptar liderazgos mesiánicos que suplanten a los principios ideológicos y a los principios democráticos. Las adhesiones y fidelidades personales inquebrantables basadas en intereses diversos, debían desaparecer definitivamente del escenario orgánico y político en el PSOE.

Nuestras carencia internas trascienden hasta la ciudadanía y producen un preocupante desinterés y desconfianza social hacia el Partido y los partidos y profundiza en la mala imagen de la política, suponiendo un déficit democrático insostenible y de peligroso alejamiento de la ciudadanía y la militancia.
Una organización que renuncia a incidir en su entorno más inmediato o que sea percibida con desconfianza y como parte del problema por la ciudadanía, no tiene sentido y no tiene soporte estatutario en el PSOE. Se trata de devolver la ilusión en un verdadero proyecto de izquierdas a la militancia y simpatizantes socialistas que que ésto vuelvan a sentirse motivados para transmitir las ideas de progreso y cambio hacia su entorno más inmediato.


Se trata por tanto, de la necesidad de ampliar la democracia interna, participativa y deliberativa y, que todos y cada uno de los órganos de dirección recuperen y ejerzan plenamente, con el rigor de la ética, las funciones que tienen encomendadas. Las comisiones ejecutivas no tienen encomendada entre sus funciones el suplantar otros órganos superiores de participación y decisión del partido. La totalidad de los poderes del Partido no deben acumularse en las figuras de las secretarías generales y sus ejecutivas y menos aún, concentrase en la figura de uno o varios candidatos electorales o personas ya elegidas, quienes desde arriba impartirán la verdad verdadera. Las comisiones ejecutivas en sus diferentes ámbitos, deben ser la expresión de la realidad plural interna de la Organización, al igual que el resto de órganos deliberativos y ejecutivos.(…)

La parte 2) “PROPUESTAS PARA ORGANIZAR UN NUEVO MODELO DE PARTIDO, se publicará mañana. 

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