Documento para debate presentado
a la III CONFERENCIA DE IZQUIERDA SOCIALISTA DE ANDALUCÍA a celebrar el 4 de Marzo en Sevilla que hemos
recibido del compañero Jorge Puente, con el siguiente correo:
“Primer borrador de ponencia orgánica de
cara a la celebración de la III Conferencia Política de IS PSOE Andalucía del
próximo día 4 de marzo, al objeto de que puedas hacer las aportaciones que
estimes oportuna antes del día 24 del corriente y antes de que se envíe a los
adheridos/as para que presenten las enmiendas que estimen.
Aprovecho para recordar que el día 21 del
presente, mantendremos la reunión de la Coordinadora Territorial de Andalucía
en Cádiz, pendiente de confirmar el sitio de celebración que debe hacernos
llegar el compañero Jesús Palomo.
Un saludo socialista.
Jorge Puente. Portavoz. (Coordinador de Izquierda Socialista de
Andalucía-PSOE)
Pd. El documento contiene fragmentos de trabajos de IS de distintos
ámbitos territoriales”.
ispsoeandalucia@gmail.com
INTRODUCCIÓN.-
Habría que
preguntarse si, en los casi 137 años de existencia del PSOE todos los cambios
realizados han servido para adecuar su organización a cada tiempo histórico
para responder a los requerimientos y a las demandas de la ciudadanía en cada
etapa. Y vistos los acontecimientos en los que estamos sumergidos actualmente,
con la menor tasa de intención de voto de la historia democrática de España y
la mayor división interna entre la militancia y la dirección, parece que la
respuesta se orienta hacia que no siempre el socialismo democrático ha sabido
entender e interpretar con acierto los hechos históricos de cada época.
Siendo
conscientes de que el PSOE ha introducido en su dilatada historia reformas en
su organización para introducir listas con representación para las minorías,
regular las corrientes internas de opinión y formas de participación sectorial,
en celebrar Congresos donde se elige de manera directa y separada la Secretaría
General, garantizar la igualdad de género en las normas internas o celebrar
primarias para elegir a la persona candidata de la Presidencia del Gobierno. No
es menos cierto, que no se han realizado los cambios desde un
análisis crítico de toda una época. Y por ello estos cambios, que debían
haber supuesto la modernización del Partido y por ende de la socialdemocracia,
han degenerado en la pérdida de democracia interna, participativa y
deliberativa que nos tiene sumido en la ruptura del reconocimiento de la
militancia como unidad básica del socialismo.
En este
sentido, hace ya mucho tiempo que en los Congresos no se discute sobre la
viabilidad del Socialismo Democrático como proyecto político trasformador, de
su capacidad o incapacidad de atraer a la mayoría social de la población.
Desde que
Felipe González dejó de ser Secretario General en 1997, la deliberación sobre
las ideas ha sido sustituida por la búsqueda de liderazgos que marcaran el
camino del gobierno y hacer posible el aforismo: “somos un partido de gobierno”
y para ello, se ha sorteado la definición y el límite del ideario socialista en
beneficio de intereses territoriales y/o personales. Lo que ha llevado a
adoptar decisiones verticales en virtud de los intereses de los territorios y
sus respectivas “baronías”.
Ha cobrado
fuerza la verticalidad en detrimento de la horizontalidad, es decir, la
oligarquización en la toma de decisiones ha sustituido a la democracia
participativa y deliberativa en los posicionamientos políticos y con ello, la
vida interna del partido ha quedado diluida, así como el debate ideológico. Lo
realmente importante, el espacio ideológico ha enmudecido a favor de un modelo
presidencialista que lamina cualquier intento de fortalecer la democracia interna.
Lamentablemente,
el procedimiento de primarias no ha ayudado a extender la democracia
deliberativa en los órganos de toma de decisión, ni ha servido para integrar a
las minorías discrepantes en las estructuras orgánicas e institucionales, más
bien ha sido utilizada para consagrar al líder y convertir a la militancia en
una clase subordinada dependiente. No basta con aseverar: un militante, un
voto, es necesario pero no suficiente
para democratizar el partido, sino que se hace necesario establecer mecanismos
que garanticen mayores cotas de inclusión en los diferentes ámbitos de la vida
orgánica e institucional del Partido.
Igualmente,
habría que analizar las causas que propiciaron la pérdida de las elecciones de
1996 y no permitió revalidar un nuevo gobierno de Felipe González. Cierto es
que se perdió ante el PP por solo 290.328 votos de diferencia a pesar de lo
mucho acaecido durante el periodo de gobierno socialista -renuncia al Programa
Máximo, a elaborar una estrategia de tránsito hacia el Socialismo, el proceso de privatizaciones iniciado con
Felipe González y que continua José M.ª Aznar poniendo la propiedad pública de
los bienes de producción y servicios en manos privadas o, los escándalos
vinculados a la corrupción, tráficos de influencia o extorsión de Estado- lo
que hace muy coincidentes a un Partido Socialista y otro conservador.
Quizás
estos hechos propiciaron que en el el 34
Congreso Federal (junio de 1997) no se
trataran las razones de peso por las cuales el PSOE se desplomó en las urnas y
dejó de ser el partido de referencia para amplias capas de la sociedad y
particularmente, para las clases trabajadoras.
El PSOE ha sido
siempre reconocido como el Partido del cambio, de la modernidad, del progreso y
de los avances democráticos y sociales y para recuperar el espacio perdido, no
podemos dejar de reconocer que existe un amplio consenso social sobre la
necesidad de acometer cambios en la forma de ejercer la política y la de
definir un proyecto socialista para las clases trabajadoras y la mayoría social
centrado en una izquierda transformadora.
Máxime
cuando corren malos tiempos para las clases trabajadoras en general y particularmente
para la militancia socialista, que tras la derrota electoral de 2011 y
sucesivas, y a pesar de la tremenda indignación social provocada por las
políticas regresivas y antisociales del PP, vemos como el PSOE no solo no
recupera la confianza de la ciudadanía, sino que cada día que pasa pierde
afiliación, simpatías, votantes y se sumerge en un proceso de degradación y
descrédito ante la militancia.
Es lógico
que así ocurra porque el Partido no plantea a la sociedad auténticas
alternativas al liberalismo imperante, más bien todo lo contrario, hasta
facilitar el gobierno la la derecha más corrupta de la democracia española.
La
ciudadanía no percibe diferencias entre las recetas del PP y los parches a esas
recetas que estamos planteando, observan que hemos perdido la iniciativa
política y desconfían porque cuando gobernamos observan complacencia con el
ideario neoliberal que debilita nuestra acción política para hacer efectivos
nuestros programas electorales y caemos en contradicciones difíciles de asimilar,
porque incrementan las desigualdades (privatizaciones, bajadas de impuestos,
desregulaciones financieras y laborales, etc): No hacemos en el gobierno lo que
se dice que se va a hacer cuando se está en la oposición, mostrando buena
cuenta de ello tras los acontecimientos precipitados en el Comité Federal del
pasado 1 de Octubre y posterior, en el que es obligado a dimitir, en primera
instancia, al primer Secretario General
de la historia elegido por sufragio universal de la militancia y la posterior
abstención para favorecer el gobierno del PP.
Da la
sensación que las direcciones del Partido desde 2011, han estado y están
instaladas en la inacción, en dejar pasar el tiempo, a ver si el tiempo trae
soluciones y una nueva oportunidad de gobernar mientras estamos instalados en
la que llaman una oposición responsable, para demostrar que somos un partido de
gobierno.
Debemos de
rescatar la iniciativa política, el tiempo de actuar, de llevar a cabo todas aquellas reformas y adaptaciones
internas que permitan que el PSOE siga siendo una organización útil para las
clases trabajadoras y una organización que de respuestas adecuadas a las
expectativas de participación y compromiso de la militancia y del conjunto de
la ciudadanía, por lo que se hace preciso reconocer la vigencia del Programa
Máximo.
El PSOE
desde su fundación, siempre tuvo un Programa Máximo, breve pero muy claro,
decantándose a favor de una sociedad sin clases, por la propiedad social de los
medios de producción y de consumo, para lo cual es indispensable lograr el
poder político de la clase obrera.
RECUPERAR EL PSOE PARA REGENERAR LA
POLÍTICA.
El estallido
de la crisis, que ha puesto en entredicho todo el proyecto social del Estado de
Derecho, ha causado una enorme regresión
y desigualdad en la sociedad y generado un profundo dolor entre las clases
trabajadoras y más desfavorecidas, también ha puesto de manifiesto ante la
ciudadanía muchas carencias, renuncias, cobardías y hasta connivencias o
incapacidad política que dieran un respuesta adecuada y justa. Pero lo peor de
ello, es que se hace el análisis de la
lógica del sistema afirmando que proviene de los postulados de la propia
economía y lo hemos aceptado, cuando el problema no es tanto la economía como
las decisiones tomadas por los gobiernos y la carencia de alternativas de
transición para el reparto y redistribución de la riqueza, el control social de
los medios de producción y un desarrollo más sostenible y equitativo, habiendo
alternativa por la izquierda que sitúe a las políticas y a las políticas
públicas como impulsoras de progreso económico y social.
Ello ha
propiciado que la ciudadanía de diversa procedencia aglutinada en diferentes plataformas, mareas
o círculos, etc, manifestara un evidente rechazo no solo a las políticas
aplicadas, sino al carecimiento de alternativas que propicia sometimiento de los mercados, devaluación
democrática y por ende, rechazo a la práctica política al uso de partidos y
políticos.
Critican que
sus representantes políticos no mantengan la coherencia y formulen alternativas
sólidas y válidas para el bienestar de todos, descalifican comportamientos de cargos
públicos que se aferran a privilegios y eluden el control social que resultan
inadecuados en los representantes de la soberanía popular.
Es una
llamada de atención que los socialistas no nos podemos permitir y ante la que
es indispensable reaccionar desde los valores históricos del socialismo
democrático, planteando las alternativas e iniciativas que sintonicen
nuevamente con la mayoría social que rechaza privilegios, que pide
transparencia y control frente a la imposición de los poderes opacos y de los
intereses de los poderosos. Quiere que se aclaren responsabilidades sobre las
decisiones y gestiones de las entidades financieras y otros ámbitos causantes
de la crisis, reclama honestidad, ejemplaridad, compromiso y rendición de
cuentas a gobernantes y cargos públicos y pretenden acentuar la acción pública
y colectiva para transformar la sociedad.
No seremos
alternativa creíble sin recuperar el pleno sentido de la política democrática
como compromiso ético y cívico con la voluntad general y el bien común, siendo
necesaria una profunda rectificación en el ámbito político y orgánico para
reiniciar el proyecto socialista, recuperar compromisos con la izquierda para
liderar la salida de la crisis, reconstruir el Estado social y democrático que
el PP ha destrozado, reafirmar los valores de la igualdad real que supone
el republicanismo y laicismo y plantear
un federalismo cooperativo e integrador en la toma de decisiones y de
representación en los órganos de participación y decisión interna del partido.
Tenemos que
incorporar en la conciencia colectiva de la ciudadanía que para los
socialistas, la transparencia y la rendición de cuentas son bases
incuestionables de regeneración de la política y por ello, reconstruir el PSOE
es cambiar el funcionamiento del Partido y acentuar la democracia interna en el
debate y la toma de decisiones, con más autocrítica, confrontación interna de
ideas y posiciones, contrastes de alternativas para que desde la pluralidad de
sensibilidades y propuestas conformar el proyecto convergente y la estrategia
de equipos y liderazgos.
Las fuertes
derrotas electorales desde 2011 ponen en cuestión una de las bases principales
de la actual Gestora (dirección), que el PSOE no puede ser solo un partido de
cuadros, sino que debe seguir desarrollándose en/y con su origen obrero y de
lucha de las clases populares por la igualdad, la libertad y la justicia
social. Hacen muy necesaria la autocrítica y nos sitúan ante la enorme
responsabilidad de refundación de la socialdemocracia y la izquierda y la
recuperación de nuestros valores e identidad, de reformulación de nuestro
proyecto socialista, de renovar equipos,proceder al relevo de dirigentes y de
cambiar profundamente el funcionamiento de nuestro Partido para abordar nuevos
tiempos, nuevos retos y liderar alternativas de progreso social y económico.
Recuperar la
credibilidad de la sociedad en el PSOE, nos debe obligar a actuar en coherencia
entre ideología y praxis en la línea de la declaración de principios y valores
socialistas, trabajar por la acción transformadora de la política para el
bienestar y el progreso de la gente y reconocer que estamos en el umbral de un
cambio social con nuevos paradigmas de representación y participación
ciudadana, por lo que no podemos estar ausentes de las reivindicaciones que
expresan muchos de los grupos y plataformas cívicas, a las que hemos de exponer
nuestras iniciativas, sugerencias y en muchos de los casos, trabajar con ellos
y asumir sus propuestas.
UN PARTIDO ABIERTO, PLURAL,
PARTICIPATIVO Y DEMOCRATICO.
Los socialista
somos parte de la ciudadanía que expresa su decepción por la ausencia de
alternativas al retroceso que nos aboca el neoliberalismo económico y político,
por ello hemos de recuperar el espacio y credibilidad perdida y reencontrarnos con los sectores sociales de
los que nacen y a los que se dirigen las políticas pensadas desde la izquierda.
Hemos de abordar
con determinación nuestras insuficiencias y
resolver los problemas planteados con más democracia. La ciudadanía
ademas de tener el derecho de elegir a sus representantes públicos, tiene
derecho a participar en la elaboración de las políticas y los dirigentes tienen
la obligación de respetar los programas electorales y responder de sus actos.
La dignidad de
las personas, el progreso colectivo y la justicia social son irrenunciables. Y
si una Ley o norma no resultan ya
adecuadas para los intereses colectivos, hay que cambiarlas. Igualmente hay que
superar las restricciones impuestas al sistema democrático establecidas hace ya
más de tres décadas en Constitución del 78, sobre las que los diferentes
gobiernos del PP han profundizado.
Cambiar la
legislación electoral y de toma de decisiones haciéndola más democrática y
participativa, con limitaciones de mandatos, listas abiertas, segundas vueltas
y referéndum vinculantes, contribuiría a una mayor transparencia institucional,
a mejorar la democracia interna en los partidos políticos y a recuperar los
vínculos entre representantes y representados.
La militancia
socialista con su trabajo y sacrificio, somos los depositarios de una tradición
histórica de lucha por la paz, la democracia, la libertad, la justicia social y
la igualdad. Hoy mas que nunca, la militancia debe tomar la palabra y romper
las barreras internas que restringen la participación. Estamos comprometidos
con los valores socialistas y queremos elegir de forma directa y a todos los
niveles, a nuestros dirigentes y representantes con claras convicciones de
izquierda para un mundo mejor.
Las clases
trabajadoras, los intelectuales, el pueblo en general necesitan al PSOE, más
PSOE, y solo la militancia, los simpatizantes y los sectores populares de
izquierdas son dueño de sus destinos. Hay por tanto motivos para luchar y para
la esperanza, recuperando el potencial movilizado del socialismo democrático
para vertebrar la mayoría social de izquierdas. Para lo que es preciso una
transformación en profundidad de nuestra organización y activar todas sus
potencialidades.
El PSOE debe
dejar de ser un partido solo de cuadros y dirigentes y fortalecer su base en el
movimiento obrero y la lucha de clases por la igualdad, la libertad, la equidad y la justicia social,
porque somos un partido de masas comprometido con la mayoría social, plural por
la emancipación, la transformación y el progreso social.
En consecuencia
con ello, la democracia interna y el funcionamiento orgánico tiene que
corresponderse con nuestra historia d partido abierto, participativo, donde las
propuestas se debatan, se integran y se transforman en decisiones adoptadas democráticamente,
sin que la opinión de la mayoría excluya la integración de las minorías
internas, pues el bloque social que nos apoya se compone de grupos diversos con
propuestas e intereses plurales.
Es un tremendo
error orientar el funcionamiento del Partido desde un liderazgo
presidencialista y su entorno de centralidad de las decisiones, la acción y los
mensajes. Ello impide la iniciativa y la capacidad de propuestas de la
militancia y simpatizantes, además de reducir la pluralidad interna del Partido
como generadora de ideas, iniciativas y propuestas y nos desconecta de la
mayoría progresista y de cambio social.
Si las bases
dejan de ser referentes sociales del
proyecto socialista si se adulteran los valores del socialismo democrático y
adulteran, según intereses, las resoluciones de los Congresos y órganos de
decisión y se difuminan las estrategias y objetivos, se prolongará la
desafección ciudadana, lo que acarrea su retracción y conduce a permanentes
derrotas electorales.
REORGANIZAR EL PSOE PARA REFUNDAR LA
SOCIALDEMOCRACIA Y LA IZQUIERDA.
Nos encontramos
en una etapa de la historia donde el neoliberalismo ha impuesto su modelo
capitalista y político y ha generado la conciencia colectiva de que es la única
alternativa viable para el crecimiento económico y el desarrollo social,
desplazando a la izquierda en general y al socialdemocracia en particular, del
atisbo de alternativa viable ante las desalmadas políticas de la derecha. Lo
que nos sitúa en una necesaria refundación del proyecto socialista y de la
izquierda, que debe pasar por recuperar la identidad y los valores históricos
del socialismo democrático.
Para ello,
parece necesario renovar los equipos procediendo al relevo de dirigentes y
adecuar con profundidad el funcionamiento interno del Partido. Pero volveríamos
a cometer un nuevo error que nos alejaría de la realidad social, si -con el
pretexto de mirar al futuro o hacer un PSOE fuerte y unido desde la visión
sesgada de la actual élite dirigente- se proyecta el criterio de la nacionalidad
y se impone una fallida salida a la actual crisis política y orgánica e
incongruente con el compromiso socialista.
La democracia
interna y el funcionamiento orgánico del partido, debe corresponderse con su
trayectoria histórica de partido abierto, plural y participativo, donde las
diferentes sensibilidades contrastan propuestas y se integran en una decisión
adoptada democráticamente, sin que la opinión mayoritaria excluya la
integración de las aportaciones minoritarias , al corresponderse con los intereses
y propuestas del bloque social de progreso que nos apoya.
En ningún
momento, el PSOE debe reconocer ni aceptar liderazgos mesiánicos que suplanten
a los principios ideológicos y a los principios democráticos. Las adhesiones y
fidelidades personales inquebrantables basadas en intereses diversos, debían
desaparecer definitivamente del escenario orgánico y político en el PSOE.
Nuestras
carencia internas trascienden hasta la ciudadanía y producen un preocupante
desinterés y desconfianza social hacia el Partido y los partidos y profundiza
en la mala imagen de la política, suponiendo un déficit democrático
insostenible y de peligroso alejamiento de la ciudadanía y la militancia.
Una organización
que renuncia a incidir en su entorno más inmediato o que sea percibida con
desconfianza y como parte del problema por la ciudadanía, no tiene sentido y no
tiene soporte estatutario en el PSOE. Se trata de devolver la ilusión en un
verdadero proyecto de izquierdas a la militancia y simpatizantes socialistas
que que ésto vuelvan a sentirse motivados para transmitir las ideas de progreso
y cambio hacia su entorno más inmediato.
Se trata por
tanto, de la necesidad de ampliar la democracia interna, participativa y
deliberativa y, que todos y cada uno de los órganos de dirección recuperen y
ejerzan plenamente, con el rigor de la ética, las funciones que tienen
encomendadas. Las comisiones ejecutivas no tienen encomendada entre sus
funciones el suplantar otros órganos superiores de participación y decisión del
partido. La totalidad de los poderes del Partido no deben acumularse en las
figuras de las secretarías generales y sus ejecutivas y menos aún, concentrase
en la figura de uno o varios candidatos electorales o personas ya elegidas,
quienes desde arriba impartirán la verdad verdadera. Las comisiones ejecutivas
en sus diferentes ámbitos, deben ser la expresión de la realidad plural interna
de la Organización, al igual que el resto de órganos deliberativos y
ejecutivos.(…)
La
parte 2) “PROPUESTAS PARA ORGANIZAR UN NUEVO MODELO DE PARTIDO, se publicará mañana.
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