“Los hospitales y las
escuelas de los barrios orientales de Alepo se han convertido en blanco de los bombardeos
lanzados por el régimen de El Asad (Apoyado por Rusia) en la última semana. Los
ataques han afectado a los escasos hospitales que aún eran capaces de
proporcionar asistencia en la parte asediada de la ciudad, lo mismo que a dos
colegios. Médicos sin Fronteras advirtió el día 21 del impacto sufrido por el
“único hospital pediátrico especializado en el sitiado este de Alepo”: tres
pisos destruidos y el centro sanitario fuera de servicio. Además, otros ataques
han dejado inoperativos dos centros quirúrgicos y el hospital general. Unicef, por su parte, denuncia la terrible
situación de unos 100.000 niños atrapados por el asedio, para los que no existe
ya ningún lugar seguro. Los ataques se
dirigen desde hace meses a la destrucción de las infraestructuras civiles de
las que puede servirse una población estimada en 275.000 personas. El problema
no es solo la destrucción física de las instalaciones y de los que se encontraban
en ellas, sino el terror que causan entre la población sometida al diluvio del
fuego artillero, de los misiles tierra-tierra y de las bombas vomitadas desde
aviones y helicópteros”.(…) (Informa Joaquín Prieto, en El Pais 25-11-16, en su
artículo “Crímenes de guerra favorecidos por la indiferencia”).
A parte de denunciar
con firmeza esas brutales matanzas y posicionarnos claramente por el alto el
fuego, la tarea de los socialistas marxistas en la actualidad es señalar los
diversos intereses de clase que se esconden detrás de esa brutal matanza. La burguesía, a través de sus potentes medios
de comunicación, intentan cerrarnos los ojos o embaucarnos con mentiras, pero
lo que se esconde es el lucro privados que de ese enorme derramamiento de
sangre obtiene el Complejo Militar Industrial de EEUU, de Rusia y demás
potencias productoras de armamento. La
larga intervención actual de Siria, que hunde sus raíces en el escandalosa
invasión de Iraq basada en una gran mentira, orquestada por el “Trio de las
Azores”, está siendo la confirmación más palpable, como hemos explicado en
otras ocasiones, que las guerras son la continuación de las políticas burguesas
por otros medios: emplean la fuerza
bruta cuando no les funciona la diplomacia, como estamos viendo claramente que
el conflicto está mantenido entre Rusia
y los EEUU que han mantenido varios simulacro de negociación para ponerle fin.
La clase dominante de
cada bloque imperialista está luchando a muerte por controlar y robar las
materias primas, como el petróleo, diamantes y otras, porque la necesitan para
mantener la maquinaria económica del capitalismo, porque quien controla las
fuentes básicas de esos productos, se asegura también la supremacía a escala
mundial y garantiza los enormes beneficios que sus multinacionales obtienen, en
ese intercambio injusto de sangre de los hijos de los trabajadores que son
quienes ponen los muertos, para que ellos sigan acumulando beneficios
escandalosos.
El punto de mayor
tensión bélica sigue siendo Siria, sumida en una guerra atroz que soporta ya
centenares de miles de muertos y millones de refugiados y pese al aparente
intento de firmar un alto el fuego entre EEUU y Rusia, que son las fuerzas que
mantienen el conflicto montando mesas de negociación para intentar dar una solución
a la guerra siria, no pueden resolver el antagonismo de intereses entre cada
vez más fuerzas implicadas en el conflicto, porque ya no es solo Rusia y EEUU,
sino la U.E., China, Arabia Saudita,
Turquía, Irán, Iraq, los kurdos, los grupos tribales y la violencia que
engendra cada zona al haberse roto el equilibrio económico y los pueblos se
encuentran sin comida, agua, etc.. con la lucha implacable por la supervivencia
que esa situación de escasez extrema genera y a la que Occidente le ha puesto
ya el nombre generalizado de “terrorismo”.
La clase trabajadora no
debemos dejarnos engañas por la propaganda del miedo que lleva a cabo la
burguesía: el imperialismo y el capitalismo siguen jugando hoy el mismo papel
que siempre lo han hecho. Emplean la guerra y la utilizan para subsistir porque
saben que sin guerras, con un sistema de democracia plena, el capitalismo
habría dejado de existir hace tiempo y habría sido superado por el socialismo
democrático. Para controlar un recurso clave como es el petróleo, la clase
dominante en defensa de sus monopolios, no han dudado nunca en saquear e
invadir las zonas estratégicas para tomar el control de los recursos, cuando
les han fallado sus gobiernos títeres, como hemos visto claramente tras la
llamada “primavera árabe”, en todos y cada uno de los países que se levantaron
por la democracia y la libertad. Fueron aplastados por los imperialistas, pero
esos movimientos sociales pusieron de
manifiesto la enorme fuerza demostrada por la juventud y las clases trabajadoras cuando se ponen en
acción. Les faltó el factor subjetivo.
Los burgueses en Europa
han utilizado estos acontecimientos y la crisis estructural del capitalismo
para recortar derechos democráticos y ahora el Presidente electo en EEUU
amenaza con el capitalismo nacional y los recortes que podrían agravar la
situación mundial, acelerando las tensiones con México, Cuba y toda
Latinoamérica. Después de las matanzas y el destrozo causado en Siria, agravado
por el terrorismo del llamado Estado Islámico, con millones de desplazados y
refugiados en Turquía y otros países, miles y miles más siguen muriendo en el
intento de cruzar el Mediterráneo. Mister
Trump amenaza con medidas legislativas para expulsar a 11 millones de “sin
papeles” y ha declarado la guerra al “musulman”, con el objetivo de expulsarlos
a todos privándolos del derecho a la vida. Este Trump está apoyado por el KKK y
demás grupos de extrema derecha. Esas
declaraciones representan tendencias bonapartistas y no solo “populistas” como
declara un cierto sector de la clase dominante alarmada, porque dan alas al
racismo, la xenofobia y el fascismo, poniendo de manifiesto la degeneración de
las direcciones políticas de derechas de todo el mundo, impotentes, cuando no
necesariamente colaboradores y cómplices, de todas esas iniciativas brutales,
como estamos ya viendo por el repunte de la extrema derecha en Europa.
Hemos entrado de lleno
en un nuevo período de la lucha entre las clases caracterizado por una
agudización extrema de las contradicciones capitalista que el modelo actual no
puede resolver, pero ante la ausencia de una dirección de las izquierdas,
Unitaria y bien Organizada que llame a la resistencia y nos ofrezca un programa
que nos pueda movilizar como alternativa, debemos continuar fortaleciendo los
sindicatos, las organizaciones sociales y los partidos de izquierdas para
contrarrestar el giro a la derecha que las fuerzas burguesas están
experimentando por arriba, mientras que por abajo, la juventud y la clase
trabajadora se están radicalizando y preparando la contra-ofensiva. Saltos
bruscos y repentinos de las luchas sociales están implícitos en esta situación
de desequilibrio y estancamiento económico.
La lucha contra las
guerras y por la PAZ mundial pasa por una batalla democrática implacable y
constante por parte de la clase trabajadora y la juventud contra el capitalismo
que provoca los conflictos, porque mientras se mantenga la propiedad privada de
la banca, los grandes latifundios y las multinacionales en manos de los
capitalistas, que de forma antidemocrática dictan la hoja de ruta económica y
política, dirigiendo incluso las empresas públicas para saquear las arcas del
Estado, que nos hacen pagar via impuestos, ningún problema social ni los
conflictos territoriales podrán tener ninguna solución. Es tarea urgente la reorganización de la clase
trabajadora para defender nuestros derechos. Ningún ataque sin respuesta.
JOSÉ MARTÍN RODRIGUEZ.
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE
MÁLAGA-PSOE-A
Estoy de acuerdo y por eso cito: Es tarea urgente la reorganización de la clase trabajadora para defender nuestros derechos.
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