Una vez terminada la campaña electoral ha
desaparecido del mapa cualquier noticia sobre Venezuela. La burguesía, con su
potente aparato de propaganda, utilizó la situación convulsa que sufre ese
país, para hacer propaganda en su beneficio, para atacar a las izquierdas
tomando partido a favor de las derechas y la reacción venezolana. Vimos cómo
fue utilizada la cuestión con un enorme
descaro y aparato de propaganda, por Albert
Rivera y los sectores más reaccionarios
“por el extremo C’sentro y PPor la derecha extrema” denunciando la dictadura para sacar algunos
votos mediante la práctica de la política del miedo, pero contradictoriamente
vimos la absoluta libertad de expresión que gozaban ante todos los medios de
comunicación a su alcance, expresándose
con completa libertad en contra del Gobierno de Maduro, sin ninguna cortapisa,
en plena calle y acompañados por muchos partidarios de la oposición de derechas.
Extraña democracia que permite tal
grado de libertad. ¿Por qué no prueban a
hacer lo mismo en Arabia Saudita o Marruecos e intentan ofrecer una rueda de
prensa en defensa de la libertad, de sus
presos políticos, en algunos de esos países que son “sus amigos y aliados”, concurriendo en la
plaza pública, criticando a esos gobiernos que mantienen dictaduras sangrientas,
presos políticos y torturan a los adversarios de izquierdas?
Ahora que nadie se acuerda de Venezuela y los problemas que padecen los
pobres venezolanos, (porque los ricos no carecen de nada), nosotros vamos a
recordar lo que decían los jóvenes del Sindicato de Estudiantes en un artículo
publicado en la precampaña. Reproducimos abajo dicho artículo que se titula “El
Imperialismo y la derecha fomentan el golpe contra la revolución bolivariana”,
con la intención de equilibrar un poco la balanza informativa, pues
consideramos que la apabullante potencia de los Mass Medias burgueses apagaron
cualquier otra información que no llevase la orientación política que marcaba
el interés general de la burguesía, que es y sigue siendo, la del capitalismo
imperialista y su campaña por retomar la hegemonía en cualquier parte del
planeta y que por tanto, la “información” que se ofrecía a la opinión pública
sobre el lamentable conflicto que vive Venezuela, es más bien “propaganda”
burguesa escorada completamente hacia la derecha. Aquí dejamos el artículo
referenciado para los que quieran conocer otra versión del problema y que
saquen por sí mismo sus propias conclusiones.
Área Comunicación.
IS PSOE MÁLAGA.
“Día tras día se suceden informaciones sobre las dificultades
económicas y sociales en Venezuela y la amenaza de un golpe reaccionario para
derrotar la revolución bolivariana. Los grandes medios de comunicación, el PP,
Ciudadanos y los dirigentes del PSOE, ya han tomado partido: al lado del
imperialismo estadounidense, al lado de los golpistas venezolanos de extrema
derecha, junto a los grandes capitalistas que sabotean la economía y saquean el
patrimonio del pueblo. ¿Los tenemos que creer? ¿Tenemos que creer a Rajoy, a
Aznar, a Felipe González, a Albert Rivera?
Una hipocresía nauseabunda.
Nuestra experiencia de lucha durante estos años nos advierte de
que en este discurso hay algo que no cuadra. Quienes levantan la voz
furiosamente contra la “falta de libertad” en Venezuela, son los mismos que
aquí encarcelan a sindicalistas que luchan por los derechos de los trabajadores
o aprueban una ley, bautizada popularmente como “mordaza”, que recorta
brutalmente nuestro derecho a manifestación y a la libertad de expresión.
Mientras lloran lágrimas de cocodrilo por las dificultades del
pueblo venezolano y nos hablan de “derechos humanos”, estos mismos políticos a
sueldo de los grandes poderes económicos no tienen ningún escrúpulo en aprobar
los desahucios de decenas de miles de familias empobrecidas por la crisis; de
rescatar a los bancos a costa de recortes sociales sangrantes; de privatizar la
sanidad pública y la atención a la dependencia, condenando a cientos de miles
de personas a la enfermedad y el sufrimiento; de despedir a decenas de miles de
profesores, reducir las becas y aprobar leyes franquistas, como la LOMCE y el
3+2, para impedir que los hijos de los trabajadores podamos acceder a una
enseñanza de calidad.
Todos estos políticos y periodistas que protagonizan esta
campaña de tintes goebbelianos contra la revolución bolivariana, guardan un
silencio cómplice, y bien retribuido, ante el crimen que se está perpetrando
contra decenas de miles de personas indefensas: los refugiados. Ahora mismo,
hay miles de niños encarcelados dentro del territorio europeo tras las
alambradas de los campos de detención que la Unión Europea (UE) ha construido
en Grecia y otros países, y se cuentan por miles los muertos por ahogamiento en
el Mediterráneo, porque quienes huyen de la guerra y la barbarie que el
imperialismo provoca, lejos de ser tratados como víctimas son considerados
criminales.
Los buenos gobiernos que al
imperialismo y al PP les gustan.
Los políticos europeos que levantan su dedo acusador contra el
gobierno bolivariano que, recordemos, ha ganado elección tras elección de
manera democrática, consideran un valioso aliado a Erdogan, el autoritario
Presidente de Turquía que encarcela, tortura y asesina a los activistas de la
izquierda y a los periodistas críticos. Es más, financian generosamente a este
tirano para que haga el trabajo sucio con los refugiados, y siga armando hasta
los dientes a los yihadistas del Estado Islámico, los mismos que luego masacran
a cientos de inocentes.
Arabia Saudí es otro de los países amigos de estos defensores de
los “derechos humanos” tan preocupados por Venezuela. Este régimen, bajo el
cual las mujeres no pueden salir de casa sin la ‘compañía’ de un hombre,
ejecutó a 157 opositores en 2015 e inauguró este año matando a otros 47 el 2 de
enero. Pero no pasa nada: mantiene cordiales relaciones con el gobierno del PP
y la Casa Real española, con los que hace jugosos negocios armamentísticos, y
recibe todo el apoyo de Washington, a pesar de que está sobradamente
documentado que, al igual que el de Erdogan, este régimen también financia
abundantemente a los terroristas del Estado Islámico. ¿De verdad quieren que
nos creamos que les preocupa la democracia y la pobreza en Venezuela o
cualquier otra parte del mundo?
¿Con qué quieren acabar en
Venezuela?
Estos políticos como Aznar y Rajoy, como Albert Rivera y Felipe
González, con lo que realmente quieren acabar es con la revolución en Venezuela
y toda América Latina. En febrero de 1999, aupado por millones de sus
compatriotas, Hugo Chávez llegó al gobierno a través de unas elecciones
democráticas. Desde entonces hasta su fallecimiento en marzo de 2013,
apoyándose en la movilización popular, puso en marcha numerosos planes sociales
gracias a los cuales se construyeron decenas de miles de viviendas, se llevó la
atención sanitaria a los barrios humildes, se abrieron las puertas de las
universidades a las familias trabajadoras y se sacó de la pobreza a millones de
personas.
Esta política social en beneficio de la mayoría, que utilizó la
riqueza proveniente del abundante petróleo venezolano —principal fuente de
ingresos del país— para llevar a cabo reformas en beneficio del pueblo,
rápidamente despertó la ira de los ricos y los poderosos, que sabotearon el
gobierno legítimo de Chávez por todos los medios. En abril de 2002 organizaron
un golpe militar y secuestraron al Presidente Chávez, colocando al frente del
país al jefe de los empresarios. Este golpe de Estado contó con el apoyo de El
País, de Aznar y del PP, de Felipe González y de numerosos cargos públicos del
PSOE. En aquel golpe participó activamente Leopoldo López, ese supuesto preso
político que tanto espacio ocupa en los telediarios y la prensa española. Este
‘héroe’ del PP y del PSOE, encabezó la detención del ministro de Interior y
Justicia del gobierno elegido en las urnas y respaldó el decreto que disolvió
el Parlamento y suspendió la Constitución durante el golpe. Afortunadamente, el
pueblo salió a la calle y abortó estos planes.
Sin embargo, la oposición derechista y sus amos en Washington y
Madrid, no han cejado en su empeño, y lo que todavía no han podido conseguir
por la fuerza lo intentan alcanzar por otros medios: el sabotaje económico. Si
bien es cierto que el gobierno chavista ha nacionalizado empresas importantes,
todavía palancas fundamentales de la economía como los bancos o la importación,
producción y distribución de alimentos siguen estando en manos de los grandes
empresarios, completamente hostiles a la revolución bolivariana.
Como hicieron en 1973 en Chile contra el gobierno de Salvador
Allende, la oligarquía venezolana ha puesto en práctica una campaña de
desabastecimiento que impide que productos básicos como el pan, el arroz o el
papel higiénico estén disponibles en los supermercados y, cuando los hay,
tengan precios inalcanzables para la mayoría de la población. Los empresarios
cierran fábricas, los capitalistas venezolanos se llevan el dinero fuera del
país y hacen huelga de inversiones para ayudar a provocar el colapso. Esta
situación, combinada con la bajada del precio del petróleo —que ha reducido
dramáticamente las divisas de las que dispone el gobierno— y la especulación
con la moneda, ha provocado también una inflación desbocada.
En defensa de la revolución
bolivariana.
Es cierto, la situación está llegando a un punto crítico en
Venezuela. El pueblo sufre porque no puede cubrir sus necesidades. Pero la
solución no es que llegue al gobierno la ultraderecha, los amigos de los Rajoy,
de Aznar, de Felipe González y Albert Rivera, de los mismos que nos oprimen y
nos reprimen en Europa. Ya conocemos sus recetas cuando gobiernan: cargar la
crisis sobre las espaldas de los más débiles, para salvaguardar los privilegios
de los que lo tienen todo.
No, la solución no está en estrangular a la revolución porque no
ha llegado hasta el final, porque todavía no ha resuelto todos los problemas a
los que se enfrenta. La solución es hacerla avanzar, corregir sus
imperfecciones, enderezar lo que se ha torcido. Hace falta apartar a todos
aquellos oportunistas que se sumaron al movimiento bolivariano con el objetivo
de conseguir un buen cargo desde el que beneficiarse de la revolución y que hoy
tienen más en común con los ricos que con los trabajadores. Hay que desechar a
los arribistas y acabar con ese cáncer de la revolución que se llama
burocracia, tal como señaló Hugo Chávez. Hace falta que todo el poder político
y económico pase efectivamente a los trabajadores, a la juventud, a los
oprimidos de Venezuela. Es el momento para que el gobierno bolivariano tome
medidas socialistas efectivas para acabar definitivamente con el capitalismo.
Ese es el camino para despertar el entusiasmo de la población, para resolver
las graves carencias que hoy amenazan a la revolución, y para movilizar la
solidaridad de todos los pueblos del mundo.
Venezuela es un país enormemente rico, por su petróleo, por su
tierra fértil, por los millones de hombres y mujeres que llevan más de 15 años
sosteniendo una revolución para acabar con la injusticia, con la desigualdad
social, con la corrupción. Desde el Sindicato de Estudiantes reiteramos nuestro
compromiso con la causa de los oprimidos, con la causa de la revolución
bolivariana, con los trabajadores y los jóvenes que, aprendiendo de los
aciertos y también de los errores, protagonizamos la lucha por un mundo sin
pobreza y sin explotación”.
SINDICATO DE ESTUDIANTES.
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