11 de julio de 2015

EL TRABAJADOR ESTÁ "AHÍTO" CON TANTA EXPLOTACIÓN Y TANTO PITO.

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El peso que soporta sobre sus hombros la clase trabajadora en esta fase de la crisis estructural del sistema capitalista, que se ha convertido en una terrible maquinaria trituradora de seres humanos,  llega un momento en que el asalariado se encuentra “ahíto” de tanta explotación, opresión y sufrimiento.

Cuando  el asalariado es expulsado por el capitalista al paro forzoso, además de estar “ahíto” se encuentra desesperado, impotente, cansado, frustrado y muchas cosas más,  sobre todo cuando  durante días, meses e incluso años, no encuentra el puesto de trabajo que a todo ser humano debe corresponderle, entonces en cientos de miles de situaciones familiares se convierten en verdaderos dramas.

No solo es grave esa situación de paro, sino que también el asalariado en activo, ante el agobio de prolongación de jornada exigida por el patrón, incluso con recortes salariales, bajo la amenaza de “o lo tomas o la puerta”, lo asume de mal humor y una vez más se siente “ahíto”, palabra que técnicamente es sustituida por el eufemismo de “síndrome de burnout”, que viene a ser como “quemado”, “achicharrado”, “agotado”, “cansado” “indignado”, “hastiado”, ”harto”,  “jodido”, “fastidiado” y demás sinónimos, que expresan la repercusión psicológica y física que sufre como miembro de la clase trabajadora explotada, bajo este modelo capitalista de tortura y explotación cada día mejor perfeccionado por el capitalismo.

La clase trabajadora que se siente extenuada por jornadas agotadoras, irracionales e insoportables,  unas veces aguante sucumbido un cierto tiempo en la abulia  agachando la cabeza pero otra se rebela, se intenta organizar y busca formas de expresarse colectivamente rechazando ese estado de postración, luchando contra ese modelo que necesita ser derribado y cambiado.  El patrón directamente hace como que ignora esas situaciones agobiantes pero da las órdenes a sus capataces para que se cumplan sus planes que someten al trabajador a situaciones inhumanas y si él solo no puede, para eso tiene a las fuerzas represivas del Estado que le sirven fielmente mediante la represión más feroz, llegado el caso.

Brevemente relato un caso, de los que se dan a millares bajo el nuevo modelo de relaciones laborales impuesto por el Gobierno Rajoy. Un joven vecino ha sido contratado como ayudante de un camión de reparto. Su trabajo consiste en cargar y descargar el camión con sacos de harina, para repartirlos por las panaderías de varias rutas provinciales, tantas veces como la extenuante jornada de sol a sol lo permita. Las rutas son diversas, una va desde Málaga a Ronda, pasando por varios pueblos. Otra ruta hacia la zona de Estepona con parada en varios establecimientos. Otra hacia la comarca de la Axarquía, otra a Antequera, etc.  Las condiciones de trabajo y  salariales son odiosas y  escandalosas, pues le hacen firmar un contrato de trabajo de 4 horas pero trabaja cerca del triple. Se levanta a las 5:30 h para comenzar a las 6 de la mañana.  Tiene un cuarto de hora para desayuno, una hora para almorzar y otro cuarto de hora por la tarde. Termina la jornada entre las 20 y 21 h. lo que hace en total una jornada extenuante de 15 horas presenciales.  El salario total es de 750 euros al mes, incluidas pagas y demás derechos.

Esa situación que sufre el vecino del ejemplo es lo que lleva a muchos otros en su misma situación a decir eso de “estoy “harto” y “ahíto” de tanta explotación y tanto pito, “para que otros se llenen los bolsillos mientras que nosotros no podemos vivir ni en el paro ni trabajando”, porque como explicó C. Marx, “La acumulación de la riqueza en un polo es, en consecuencia, al mismo tiempo de acumulación de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia, brutalidad, degradación mental en el polo opuesto, es decir, en el lado de la clase que produce su producto en la forma de capital”. 

Esos métodos de explotación cada vez más extendidos que inocula el capitalismo, es un arma ideológica y psicológica aplicada al asalariado, que le roba la moral y representa un dispositivo criminal que debería  ser tipificado como delito de lesa humanidad, pues ese cansancio físico, no es coyuntural y común, sino que le va afectando a la situación psíquica del obrero, que muchas veces cae enfermo y no se cura con descanso, vacaciones o reposo, ni atiborrándolo médicamente con pastillas, porque ha sido una depredación física y psíquica que destruye e incluso puede adelantar la muerte del asalariado.

La fatiga es la aparición precoz de cansancio una vez iniciada una actividad, según terminología médica, que puede producir una degeneración que embrutece, aturde y enajena al asalariado que presta su trabajo en condiciones inadecuadas, en vez de servirle para esclarecerle culturalmente, desarrollarse felizmente y emanciparse como ser humano,  le arrastran a lo contrario pues esas formas brutales de explotación producen una enfermedad progresiva del cuerpo humano y de la psique que puede ser mortal.

Cuando un asalariado se encuentra en esa situación y dice que está “ahíto”, padece ya un proceso de fatiga causada por el capitalismo, que no es contemplado por las leyes que produce la clase burguesa dominante, ni está recogido adecuadamente por los médicos, pues la mayoría de los diagnósticos son tratados como problemas físicos no dándose cuenta con su embrollo de diagnósticos terapéuticos en la verborrea de  los facultativos de turno, que el problema queda sin  resolver, porque el tratamiento no es el adecuado, ni la medicina está capacitada para ello, ya que en el fondo es una “enfermedad del modelo capitalista”, que solo se podría paliar con un cambio del sistema social, mediante la planificación científica de las fuerzas productivas y el reparto de la jornada laboral, para trabajar todos y producir más con el mínimo esfuerzo.  

La peligrosa fatiga social causada por el sistema capitalista no puede estar en los planes de la medicina reduccionista y mercantilizada, en manos de las Aseguradoras Privadas, que son las que marcan la línea política, para beneficio del capital privado, anteponiendo la lógica del beneficio a la salud del asalariado cuando tiene que ser asistido.   El concepto de descanso que obscenamente exhibe la burguesía, para contrarrestar la fatiga física, es un cambio inmediato y a veces hasta casi diario o  por hora, de la  mano de obra utilizada, dada la facilidad de despido y  de contratación que le otorga la nueva legislación laboral aplicada por el Gobierno Rajoy.

Con la brecha de la desigualdad que han producido las reformas del PP, existen dos modelos, uno el burgués, donde los poderosos tienen todas las comodidades para el descanso y el relax,  que unos cuantos privilegiados  pueden pagarlo donde se incluyen hoteles de lujo en playas privadas usurpadas a lo público, cruceros de superlujo,  montañas nevadas secuestradas para esquiar unos pocos, yates archimillonarios, y circuitos de ocio visitados por la clase dominante, donde nunca podrán asistir las masas asalariadas que malviven con salarios míseros mal pagados en torno a 600 euros.

Incluso en esos suntuosos recintos tienen mano de obra esclavizada que utilizan para sus orgías, embriagarse con botellas de excelentes vinos y champañas de miles de euros,   cenas y festines a base de Tarjetas Opacas, que utilizan para su provecho particular la gente rica que disfruta de comodidades y lujos increíbles, porque manejan dineros fáciles, saqueados de nuestros impuestos, como Bankia y otros,   amasados con malas artes, para procurarse esos relax y vacaciones casi constantes, que  pueden disfrutar gracias a la explotación de miles de trabajadores que se sienten estafados y “ahítos” por sus abusos de tanto burgués y político parásito, lugares que jamás podrán disfrutar los asalariados eventuales porque el concepto descanso con “vacaciones pagadas”,  cada vez es más desconocido e impracticable, no ya para el asalariado corriente, sino incluso por parte de la pequeña burguesía arruinada por la crisis.   

En un estudio emitido por la O.I.T. (Organización Internacional del Trabajo) se dice que en torno al 30 % de la clase trabajadora mundial duerme menos de lo necesario para poder cumplir con sus compromisos laborales.  Esa situación permanente ocasiona agotamiento emocional, baja estima, despersonalización y envejecimiento prematuro,  relacionando esos trabajos extenuantes que producen “alienación mental” con enfermedades cardíacas, estress, dolores de cabeza, alteración del sueño, desórdenes gastrointestinales y recrudecimiento de enfermedades mal curadas.  El asalariado que dice estar ”ahíto” experimenta una profunda insatisfacción, angustia, mala calidad de vida y problemas para conciliar el sueño. Sufren más pesadillas de lo normal despertándose en mitad de la noche con sobresaltos. También esos signos  producen secuelas diurnas que acarrean más fatiga, bajo rendimiento, somnolencia, accidentes laborales e in-itínere,  cambios de humor,  malestar social y frustración cuando cada día los sueldos alcanzan para menos, cuando no pueden pagar la hipoteca, o cuando siente el terror al acercarse el despido. 

Gentes amontonadas en transporte público pueden verse cada mañana y tarde,  donde las masas de trabajadores que diariamente arrastran su “fatiga” desde las madrugadas hasta el atardecer, gastan horas y horas apretados en los transportes que acarrean sus cuerpos extenuados hasta las “cárceles productivas” donde el capitalista los explota  cada día, exprimiendo hasta el último resuello de su plusvalía. Vemos a la gente con el cansancio enredado en los pies, que circulan por calles y avenidas donde caminan hacia sus barrios donde se hacinan en un caos, con calles sucias y olvidadas por los recortes en presupuestos municipales y así en los barrios pobres es donde se amontona la  mugre hedionda entre paisajes de basura y abandono, mientras que los barrios ricos relucen remozados y limpios. Los trabajadores sufren cansados y con paciencia esos millones y millones de rostros somnolientos abofeteados desde el amanecer hasta la cama, como  hijos de la explotación y huérfanos de justicia social, soñando en el día en que salte la lucha que lo cambie todo de arriba abajo, mientras otros maldicen al padecer cómo la fatiga derrumba voluntades y amansa vidas aturdiéndolas con rutinaria resignación.

El descanso debiera cumplir sin prisas y relajados, la función de acercarnos al bienestar y la felicidad y no debiera estar enfrentado con las tareas productivas y creadoras a la que todas y todos tenemos Derecho, pero bajo este cruel sistema de explotación las tareas repetitivas y monótonas se convierten en parte de esa avalancha alienante que el capitalismo impone aplastando al trabajador.

El descanso mental y físico pleno que provoque una dimensión real plena y vivificante no es un concepto que la mayoría de los trabajadores empobrecidos puedan disfrutar, porque el miedo permanente al despido, la escasez del sueldo para llegar a final de mes, las cantidad de problemas diarios que tenemos que sortear, hace imposible la autocomplacencia y no produce la función para lo que debería ser practicado como la actividad desalienante y social para procurarnos un bienestar reparador.

Con tiempo suficiente, con recursos salariales adecuados, el ocio, las charlas culturales, el arte, el ejercicio físico, todo un proyecto bien organizado y planificado científicamente podrían ser las herramientas muy útiles para cada ser humano, pero ese modelo de vida solo es posible que lo practiquen solo una parte de los ricos y las clases medias acomodadas de la burguesía que lo tiene todo. Un descanso reparador debe dotarse de un buen sueño, exoneración de las angustias, reparación de los esfuerzos realizados en la jornada laboral, que nos facilite las ganas de asociarnos, de participar en la actividad social, de amar a nuestra familia y al prójimo, en resumen buscar la felicidad, pero todo ello se hace cada vez más imposible bajo el agobiante sistema capitalista.

La clase trabajadora soporta sobre los hombros la fatiga desafiante que penetra su vida diaria causando estragos que a veces no queremos imaginar, incluyendo ese hastío, ese estar “ahíto” y harto, los latigazos psicológicos permanentes del modelo capitalista contra la clase obrera que no encuentra salida, ni descanso, ni paliativos, cargando  con todo muchas veces en silencio, hasta que los nervios estallan. El prometido y soñado Estado de Bienestar se presenta ahora como un Estado de Malestar social que provoca protestas, rechazos, manifestaciones y huelgas cada vez más contundentes y necesarias ante la situación de recortes, mordazas y posiciones reaccionarias del Gobierno Rajoy.

Marx explicaba la situación como un proceso de “alienación mental”, de enajenación mental  transitoria o permanente , cuyas presiones y adversidades puede hacer enloquecer al trabajador en un momento dado y que lo aclaraba con estas palabras:  “Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo, arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo, fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo”.

Sería interesante podernos aclarar los significados y alcances que permanecen ocultos en el cansancio acumulado y en sus consecuencias para el malestar creciente que observamos en la sociedad.  Preciso sería que los técnicos trabajaran más sobre estas cuestiones porque opera como la lava derretida que va petrificando todo lo que alcanza y lo convierte en metástasis, dejando una huella profunda en el estado de ánimo, rompiendo los nervios, destrozando los huesos, cambiando comportamientos, sobre todo, cuando el trabajo es demasiado pesado y destroza materialmente al trabajador durante la dura jornada laboral.

Mientras es joven y fuerte,  el trabajador puede disimular la situación cuando se encuentra exhausto y se hacen aparentemente invisibles  los estragos que el exceso de trabajo acumula en su cuerpo e incluso suele suceder en la actualidad que intenta ocultarlo parcialmente, para salir de esa vorágine de explotación,  recurriendo a un ocio embrutecedor a base de drogas,  estimulando artificialmente las ganas de vivir,  evadiéndose momentáneamente de los problemas, pero cuando llega la resaca al día siguiente, comprende con más frustración que en realidad ahora está completamente más  “ahíto” y le asquea ese ritmo de vida, impuesto por la propaganda burguesa, que le manipula y le arrastra a la situación dramática de estar alimentando a las mismas mafias capitalistas que trafican con drogas, trata de blanca, tráfico de órganos humanos,  guerras destructivas y demás vilezas del sistema.

El signo de los tiempos de este capitalismo especulativo, degenerado,  antisocial y en descomposición, es mantener al trabajador con un mínimo de subsistencia, al finalizar la jornada,  el mes y su vida laboral, convirtiendo al asalariado en una mercancía más, desechable y repleta de personas “ahítas”, evitando mediante las inyecciones propagandísticas de individualismo, diariamente a través de sus potentes medios de comunicación, que esa fatiga se convierta en lucha social contagiosa que agite las mentes del trabajador y les aliente hacia la batalla por la transformación del modelo de vida.  El movimiento obrero en su lucha por el socialismo son inyecciones de vida y energía para la mujer y el hombre, sobre todo los más jóvenes,  que producen efectos sanadores ilusionantes, que contrarrestan el cansancio.


Se producen terribles escenarios en la acumulación de fatigas invisibles acarreadas y soportadas por el trabajador que se reconoce sepultado bajo los escombros de este podrido sistema y que se culpabiliza demasiado tarde de no haberse enterado de la realidad, porque, incluso muchos partidos que se reclaman de la izquierda, o no han sabido,  o mejor, no han querido explicar estas situaciones, porque han abandonado el método del materialismo dialéctico, el análisis de clase, que es el único que aclara, como decía Pablo Iglesias, que “el capitalismo es la causa de todos los males que padece la clase trabajadora”.

A veces es posible como ha demostrado la historia, que ante estados agudos de fatiga colectiva, las masas emerjan dialécticamente en su contrario y consiguen alianzas organizativas que producen un salto cualitativo, pasando de la cantidad a la calidad en la lucha,  tomando el rumbo de la emancipación social, buscando esa liberación. Los casos de ese despertar de las “primaveras”, sea en el mundo árabe, sea en América Latina, sea en convulsiones juveniles y obreras como las iniciadas aquí en el 15-M y en toda Europa  y que, una vez las masas  politizadas y organizadas, hacen temblar a la burguesía cuando oyen que son capaces,  unidos y organizados,  de  “tomar el cielo por asalto”.

Las condiciones actuales de la pugna inter-imperialista, que se disputan la hegemonía entre los complejos principales como son EEUU y U.E. contra Rusia y China,  todo bloque bajo la lógica capitalista de la explotación,  utilizan la fuerza de trabajo que compran, manteniendo los salarios por debajo del índice de supervivencia y reproducción de la mano de obra,  que produce miseria, frustración irrefrenable, hastío embrutecedor del trabajador y ante esta situación de explotación, manteniendo el sistema de acumulación de riquezas cada vez en menos mano, no existirá modelo económico, ni legislación, ni programa político, que defienda objetivamente a la clase trabajadora, si no se derroca el modelo de la clase dominante y su ideología liberal que avanza hacia el fascismo, que tiene como función aplastar la inteligencia de la clase trabajadora, utilizándose sus recursos financieros como herramienta de tortura psicológica de las masas, para mantenerlas impunemente doblegadas.


No será ni la primera vez ni la última en la historia, cuando se recuperará  la energía que parecía agotada en la clase trabajadora y los pueblos, porque se acerca  el resurgir del movimiento obrero  que nos lanzará con firmeza  a la lucha por la igualdad y la justicia,  después de haber sufrido y  permanecido durante largas y terribles etapas de cansancio, derrotas y sufrimientos donde se ha estado materialmente “ahítos”, pero con la asunción y defensa de un programa correcto en un momento dado, y con una dirección que lo explique y defienda ganando la confianza de las masas  en la batalla por la verdadera democracia y el genuino socialismo, la ilusión por el Cambio nos hará avanzar.  

Para ello es preciso que se demuestre mediante la práctica y la teoría, que somos capaces de animar y movilizar a esos cuerpos y esas mentes machacados, oprimidos y explotados por el sistema capitalista, comprendiendo la razones fundamentales de este modelo caduco para orientarnos todos en una potente y magnífica lucha, unitaria y bien organizada,  por la transformación socialista de la sociedad, donde podamos iniciar la construcción de un nuevo modelo solidario, justo, laico, igualitario, libre, federal, republicano, democrático y socialista que anteponga las necesidades de los seres humanos, por delante  de la lógica del lucro privado de unos cientos de monopolios capitalistas que están llevando a la humanidad hacia la barbarie.    

ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com





1 comentario:

  1. salvadodor sanchez gutierrez11 de julio de 2015, 14:58

    PEPE, yo también estoy "aito" hasta el "alma", de tener que ver,oir, ect,ect, TODAS LAS CALAMIDADES Y EL TERROR, que hacen todos los días con los TRABAJADORES.

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