El peso que soporta
sobre sus hombros la clase trabajadora en esta fase de la crisis estructural
del sistema capitalista, que se ha convertido en una terrible maquinaria
trituradora de seres humanos, llega un
momento en que el asalariado se encuentra “ahíto” de tanta explotación,
opresión y sufrimiento.
No solo es grave esa
situación de paro, sino que también el asalariado en activo, ante el agobio de
prolongación de jornada exigida por el patrón, incluso con recortes salariales,
bajo la amenaza de “o lo tomas o la puerta”, lo asume de mal humor y una vez
más se siente “ahíto”, palabra que técnicamente es sustituida por el eufemismo de
“síndrome de burnout”, que viene a ser como “quemado”, “achicharrado”,
“agotado”, “cansado” “indignado”, “hastiado”, ”harto”, “jodido”, “fastidiado” y demás sinónimos, que
expresan la repercusión psicológica y física que sufre como miembro de la clase
trabajadora explotada, bajo este modelo capitalista de tortura y explotación
cada día mejor perfeccionado por el capitalismo.
La clase trabajadora
que se siente extenuada por jornadas agotadoras, irracionales e insoportables, unas veces aguante sucumbido un cierto tiempo
en la abulia agachando la cabeza pero otra
se rebela, se intenta organizar y busca formas de expresarse colectivamente
rechazando ese estado de postración, luchando contra ese modelo que necesita
ser derribado y cambiado. El patrón directamente
hace como que ignora esas situaciones agobiantes pero da las órdenes a sus
capataces para que se cumplan sus planes que someten al trabajador a
situaciones inhumanas y si él solo no puede, para eso tiene a las fuerzas
represivas del Estado que le sirven fielmente mediante la represión más feroz,
llegado el caso.
Brevemente relato un
caso, de los que se dan a millares bajo el nuevo modelo de relaciones laborales
impuesto por el Gobierno Rajoy. Un joven vecino ha sido contratado como
ayudante de un camión de reparto. Su trabajo consiste en cargar y descargar el
camión con sacos de harina, para repartirlos por las panaderías de varias rutas
provinciales, tantas veces como la extenuante jornada de sol a sol lo permita. Las
rutas son diversas, una va desde Málaga a Ronda, pasando por varios pueblos.
Otra ruta hacia la zona de Estepona con parada en varios establecimientos. Otra
hacia la comarca de la Axarquía, otra a Antequera, etc. Las condiciones de trabajo y salariales son odiosas y escandalosas, pues le hacen firmar un contrato
de trabajo de 4 horas pero trabaja cerca del triple. Se levanta a las 5:30 h
para comenzar a las 6 de la mañana.
Tiene un cuarto de hora para desayuno, una hora para almorzar y otro
cuarto de hora por la tarde. Termina la jornada entre las 20 y 21 h. lo que
hace en total una jornada extenuante de 15 horas presenciales. El salario total es de 750 euros al mes,
incluidas pagas y demás derechos.
Esa situación que
sufre el vecino del ejemplo es lo que lleva a muchos otros en su misma
situación a decir eso de “estoy “harto” y “ahíto” de tanta explotación y tanto
pito, “para que otros se llenen los bolsillos mientras que nosotros no podemos
vivir ni en el paro ni trabajando”, porque como explicó C. Marx, “La
acumulación de la riqueza en un polo es, en consecuencia, al mismo tiempo de
acumulación de miseria, sufrimiento en el trabajo, esclavitud, ignorancia,
brutalidad, degradación mental en el polo opuesto, es decir, en el lado de la
clase que produce su producto en la forma de capital”.
Esos métodos de
explotación cada vez más extendidos que inocula el capitalismo, es un arma
ideológica y psicológica aplicada al asalariado, que le roba la moral y
representa un dispositivo criminal que debería ser tipificado como delito de lesa humanidad,
pues ese cansancio físico, no es coyuntural y común, sino que le va afectando a
la situación psíquica del obrero, que muchas veces cae enfermo y no se cura con
descanso, vacaciones o reposo, ni atiborrándolo médicamente con pastillas,
porque ha sido una depredación física y psíquica que destruye e incluso puede
adelantar la muerte del asalariado.
La fatiga es la
aparición precoz de cansancio una vez iniciada una actividad, según
terminología médica, que puede producir una degeneración que embrutece, aturde
y enajena al asalariado que presta su trabajo en condiciones inadecuadas, en
vez de servirle para esclarecerle culturalmente, desarrollarse felizmente y
emanciparse como ser humano, le
arrastran a lo contrario pues esas formas brutales de explotación producen una
enfermedad progresiva del cuerpo humano y de la psique que puede ser mortal.
Cuando un asalariado
se encuentra en esa situación y dice que está “ahíto”, padece ya un proceso de
fatiga causada por el capitalismo, que no es contemplado por las leyes que
produce la clase burguesa dominante, ni está recogido adecuadamente por los
médicos, pues la mayoría de los diagnósticos son tratados como problemas
físicos no dándose cuenta con su embrollo de diagnósticos terapéuticos en la
verborrea de los facultativos de turno,
que el problema queda sin resolver,
porque el tratamiento no es el adecuado, ni la medicina está capacitada para
ello, ya que en el fondo es una “enfermedad del modelo capitalista”, que solo
se podría paliar con un cambio del sistema social, mediante la planificación
científica de las fuerzas productivas y el reparto de la jornada laboral, para
trabajar todos y producir más con el mínimo esfuerzo.
La peligrosa fatiga
social causada por el sistema capitalista no puede estar en los planes de la
medicina reduccionista y mercantilizada, en manos de las Aseguradoras Privadas,
que son las que marcan la línea política, para beneficio del capital privado,
anteponiendo la lógica del beneficio a la salud del asalariado cuando tiene que
ser asistido. El concepto de descanso que
obscenamente exhibe la burguesía, para contrarrestar la fatiga física, es un
cambio inmediato y a veces hasta casi diario o
por hora, de la mano de obra
utilizada, dada la facilidad de despido y de contratación que le otorga la nueva
legislación laboral aplicada por el Gobierno Rajoy.
Con la brecha de la
desigualdad que han producido las reformas del PP, existen dos modelos, uno el
burgués, donde los poderosos tienen todas las comodidades para el descanso y el
relax, que unos cuantos privilegiados pueden pagarlo donde se incluyen hoteles de
lujo en playas privadas usurpadas a lo público, cruceros de superlujo, montañas nevadas secuestradas para esquiar unos
pocos, yates archimillonarios, y circuitos de ocio visitados por la clase
dominante, donde nunca podrán asistir las masas asalariadas que malviven con
salarios míseros mal pagados en torno a 600 euros.
Incluso en esos
suntuosos recintos tienen mano de obra esclavizada que utilizan para sus
orgías, embriagarse con botellas de excelentes vinos y champañas de miles de
euros, cenas y festines a base de
Tarjetas Opacas, que utilizan para su provecho particular la gente rica que
disfruta de comodidades y lujos increíbles, porque manejan dineros fáciles, saqueados
de nuestros impuestos, como Bankia y otros, amasados con malas artes, para procurarse esos
relax y vacaciones casi constantes, que
pueden disfrutar gracias a la explotación de miles de trabajadores que
se sienten estafados y “ahítos” por sus abusos de tanto burgués y político
parásito, lugares que jamás podrán disfrutar los asalariados eventuales porque
el concepto descanso con “vacaciones pagadas”,
cada vez es más desconocido e impracticable, no ya para el asalariado
corriente, sino incluso por parte de la pequeña burguesía arruinada por la
crisis.
En un estudio emitido
por la O.I.T. (Organización Internacional del Trabajo) se dice que en torno al
30 % de la clase trabajadora mundial duerme menos de lo necesario para poder
cumplir con sus compromisos laborales.
Esa situación permanente ocasiona agotamiento emocional, baja estima,
despersonalización y envejecimiento prematuro, relacionando esos trabajos extenuantes que
producen “alienación mental” con enfermedades cardíacas, estress, dolores de
cabeza, alteración del sueño, desórdenes gastrointestinales y recrudecimiento
de enfermedades mal curadas. El
asalariado que dice estar ”ahíto” experimenta una profunda insatisfacción,
angustia, mala calidad de vida y problemas para conciliar el sueño. Sufren más
pesadillas de lo normal despertándose en mitad de la noche con sobresaltos.
También esos signos producen secuelas diurnas
que acarrean más fatiga, bajo rendimiento, somnolencia, accidentes laborales e
in-itínere, cambios de humor, malestar social y frustración cuando cada día
los sueldos alcanzan para menos, cuando no pueden pagar la hipoteca, o cuando
siente el terror al acercarse el despido.
Gentes amontonadas en transporte
público pueden verse cada mañana y tarde,
donde las masas de trabajadores que diariamente arrastran su “fatiga”
desde las madrugadas hasta el atardecer, gastan horas y horas apretados en los transportes
que acarrean sus cuerpos extenuados hasta las “cárceles productivas” donde el capitalista
los explota cada día, exprimiendo hasta
el último resuello de su plusvalía. Vemos a la gente con el cansancio enredado
en los pies, que circulan por calles y avenidas donde caminan hacia sus barrios
donde se hacinan en un caos, con calles sucias y olvidadas por los recortes en presupuestos
municipales y así en los barrios pobres es donde se amontona la mugre hedionda entre paisajes de basura y
abandono, mientras que los barrios ricos relucen remozados y limpios. Los
trabajadores sufren cansados y con paciencia esos millones y millones de
rostros somnolientos abofeteados desde el amanecer hasta la cama, como hijos de la explotación y huérfanos de
justicia social, soñando en el día en que salte la lucha que lo cambie todo de
arriba abajo, mientras otros maldicen al padecer cómo la fatiga derrumba
voluntades y amansa vidas aturdiéndolas con rutinaria resignación.
El descanso debiera
cumplir sin prisas y relajados, la función de acercarnos al bienestar y la
felicidad y no debiera estar enfrentado con las tareas productivas y creadoras
a la que todas y todos tenemos Derecho, pero bajo este cruel sistema de
explotación las tareas repetitivas y monótonas se convierten en parte de esa
avalancha alienante que el capitalismo impone aplastando al trabajador.
El descanso mental y
físico pleno que provoque una dimensión real plena y vivificante no es un
concepto que la mayoría de los trabajadores empobrecidos puedan disfrutar,
porque el miedo permanente al despido, la escasez del sueldo para llegar a
final de mes, las cantidad de problemas diarios que tenemos que sortear, hace
imposible la autocomplacencia y no produce la función para lo que debería ser
practicado como la actividad desalienante y social para procurarnos un
bienestar reparador.
Con tiempo suficiente,
con recursos salariales adecuados, el ocio, las charlas culturales, el arte, el
ejercicio físico, todo un proyecto bien organizado y planificado
científicamente podrían ser las herramientas muy útiles para cada ser humano,
pero ese modelo de vida solo es posible que lo practiquen solo una parte de los
ricos y las clases medias acomodadas de la burguesía que lo tiene todo. Un
descanso reparador debe dotarse de un buen sueño, exoneración de las angustias,
reparación de los esfuerzos realizados en la jornada laboral, que nos facilite
las ganas de asociarnos, de participar en la actividad social, de amar a
nuestra familia y al prójimo, en resumen buscar la felicidad, pero todo ello se
hace cada vez más imposible bajo el agobiante sistema capitalista.
La clase trabajadora
soporta sobre los hombros la fatiga desafiante que penetra su vida diaria
causando estragos que a veces no queremos imaginar, incluyendo ese hastío, ese
estar “ahíto” y harto, los latigazos psicológicos permanentes del modelo
capitalista contra la clase obrera que no encuentra salida, ni descanso, ni
paliativos, cargando con todo muchas
veces en silencio, hasta que los nervios estallan. El prometido y soñado Estado
de Bienestar se presenta ahora como un Estado de Malestar social que provoca
protestas, rechazos, manifestaciones y huelgas cada vez más contundentes y
necesarias ante la situación de recortes, mordazas y posiciones reaccionarias
del Gobierno Rajoy.
Marx explicaba la
situación como un proceso de “alienación mental”, de enajenación mental transitoria o permanente , cuyas presiones y
adversidades puede hacer enloquecer al trabajador en un momento dado y que lo
aclaraba con estas palabras: “Primeramente
en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en
que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente
feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual,
sino que mortifica su cuerpo, arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo
se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo, fuera de sí. Está en lo
suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es,
así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción
de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera
del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan
pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del
trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se
enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo”.
Sería interesante
podernos aclarar los significados y alcances que permanecen ocultos en el
cansancio acumulado y en sus consecuencias para el malestar creciente que
observamos en la sociedad. Preciso sería
que los técnicos trabajaran más sobre estas cuestiones porque opera como la
lava derretida que va petrificando todo lo que alcanza y lo convierte en
metástasis, dejando una huella profunda en el estado de ánimo, rompiendo los
nervios, destrozando los huesos, cambiando comportamientos, sobre todo, cuando
el trabajo es demasiado pesado y destroza materialmente al trabajador durante
la dura jornada laboral.
Mientras es joven y
fuerte, el trabajador puede disimular la
situación cuando se encuentra exhausto y se hacen aparentemente invisibles los estragos que el exceso de trabajo acumula
en su cuerpo e incluso suele suceder en la actualidad que intenta ocultarlo
parcialmente, para salir de esa vorágine de explotación, recurriendo a un ocio embrutecedor a base de
drogas, estimulando artificialmente las
ganas de vivir, evadiéndose
momentáneamente de los problemas, pero cuando llega la resaca al día siguiente,
comprende con más frustración que en realidad ahora está completamente más “ahíto” y le asquea ese ritmo de vida,
impuesto por la propaganda burguesa, que le manipula y le arrastra a la
situación dramática de estar alimentando a las mismas mafias capitalistas que
trafican con drogas, trata de blanca, tráfico de órganos humanos, guerras destructivas y demás vilezas del
sistema.
El signo de los
tiempos de este capitalismo especulativo, degenerado, antisocial y en descomposición, es mantener al
trabajador con un mínimo de subsistencia, al finalizar la jornada, el mes y su vida laboral, convirtiendo al
asalariado en una mercancía más, desechable y repleta de personas “ahítas”,
evitando mediante las inyecciones propagandísticas de individualismo,
diariamente a través de sus potentes medios de comunicación, que esa fatiga se
convierta en lucha social contagiosa que agite las mentes del trabajador y les
aliente hacia la batalla por la transformación del modelo de vida. El movimiento obrero en su lucha por el
socialismo son inyecciones de vida y energía para la mujer y el hombre, sobre
todo los más jóvenes, que producen
efectos sanadores ilusionantes, que contrarrestan el cansancio.
Se producen terribles
escenarios en la acumulación de fatigas invisibles acarreadas y soportadas por
el trabajador que se reconoce sepultado bajo los escombros de este podrido
sistema y que se culpabiliza demasiado tarde de no haberse enterado de la
realidad, porque, incluso muchos partidos que se reclaman de la izquierda, o no
han sabido, o mejor, no han querido
explicar estas situaciones, porque han abandonado el método del materialismo
dialéctico, el análisis de clase, que es el único que aclara, como decía Pablo
Iglesias, que “el capitalismo es la causa de todos los males que padece la
clase trabajadora”.
A veces es posible
como ha demostrado la historia, que ante estados agudos de fatiga colectiva,
las masas emerjan dialécticamente en su contrario y consiguen alianzas organizativas
que producen un salto cualitativo, pasando de la cantidad a la calidad en la
lucha, tomando el rumbo de la
emancipación social, buscando esa liberación. Los casos de ese despertar de las
“primaveras”, sea en el mundo árabe, sea en América Latina, sea en convulsiones
juveniles y obreras como las iniciadas aquí en el 15-M y en toda Europa y que, una vez las masas politizadas y organizadas, hacen temblar a la
burguesía cuando oyen que son capaces, unidos y organizados, de “tomar el cielo por asalto”.
Las condiciones
actuales de la pugna inter-imperialista, que se disputan la hegemonía entre los
complejos principales como son EEUU y U.E. contra Rusia y China, todo bloque bajo la lógica capitalista de la
explotación, utilizan la fuerza de
trabajo que compran, manteniendo los salarios por debajo del índice de
supervivencia y reproducción de la mano de obra, que produce miseria, frustración
irrefrenable, hastío embrutecedor del trabajador y ante esta situación de explotación,
manteniendo el sistema de acumulación de riquezas cada vez en menos mano, no
existirá modelo económico, ni legislación, ni programa político, que defienda
objetivamente a la clase trabajadora, si no se derroca el modelo de la clase
dominante y su ideología liberal que avanza hacia el fascismo, que tiene como
función aplastar la inteligencia de la clase trabajadora, utilizándose sus
recursos financieros como herramienta de tortura psicológica de las masas, para
mantenerlas impunemente doblegadas.
No será ni la primera
vez ni la última en la historia, cuando se recuperará la energía que parecía agotada en la clase
trabajadora y los pueblos, porque se acerca
el resurgir del movimiento obrero
que nos lanzará con firmeza a la
lucha por la igualdad y la justicia, después de haber sufrido y permanecido durante largas y terribles etapas
de cansancio, derrotas y sufrimientos donde se ha estado materialmente
“ahítos”, pero con la asunción y defensa de un programa correcto en un momento
dado, y con una dirección que lo explique y defienda ganando la confianza de
las masas en la batalla por la verdadera
democracia y el genuino socialismo, la ilusión por el Cambio nos hará avanzar.
Para ello es preciso
que se demuestre mediante la práctica y la teoría, que somos capaces de animar
y movilizar a esos cuerpos y esas mentes machacados, oprimidos y explotados por
el sistema capitalista, comprendiendo la razones fundamentales de este modelo
caduco para orientarnos todos en una potente y magnífica lucha, unitaria y bien
organizada, por la transformación
socialista de la sociedad, donde podamos iniciar la construcción de un nuevo
modelo solidario, justo, laico, igualitario, libre, federal, republicano,
democrático y socialista que anteponga las necesidades de los seres humanos,
por delante de la lógica del lucro
privado de unos cientos de monopolios capitalistas que están llevando a la
humanidad hacia la barbarie.
ÁREA DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALISTA
DE MÁLAGA-PSOE.A
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
PEPE, yo también estoy "aito" hasta el "alma", de tener que ver,oir, ect,ect, TODAS LAS CALAMIDADES Y EL TERROR, que hacen todos los días con los TRABAJADORES.
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