17 de julio de 2015

EL BUEN SOCIALISTA. (Por Francisco Largo Caballero)

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- El buen socialista abraza y defiende sus ideales no sólo por sentimiento y espíritu de protesta contra las injusticias sociales, sino por reflexión y convencimiento profundo, lo que vigoriza su espíritu de abnegación y sacrificio para soportar, estoicamente los atropellos e injusticias del régimen actual, y fortalecer su voluntad a fin de hacer frente y vencer las innumerables dificultades y obstáculos que le salen al paso en la lucha política de todos los días.


  
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- El buen socialista comprende que la gran transformación social a que aspira no puede realizarse súbitamente, por un golpe de mano, sino por etapas, por revolución progresiva y que su deber es impulsar esa evolución con perseverancia e inteligentemente, y apresurar el momento de su completa emancipación.
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- El buen socialista no propugna la violencia como sistema, prefiere la actuación legal, pacífica, pero al mismo tiempo sabe que debe estar siempre dispuesto a luchar contra el fascismo cualesquiera que sean sus manifestaciones y color, y sacrificar, si es necesario, su libertad, su vida hasta vencerle.

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- El buen socialista no es infalible, se equivoca como todos los hombres, pero reconoce su error y lo rectifica sin sufrir mortificación alguna de su amor propio.


- El buen socialista tiene noción exacta del cumplimiento del deber en el Partido, Sindicato, taller, obra y oficina.


- El buen socialista es enemigo de la guerra porque ésta destruye la civilización, realiza la selección al revés y es el agente más eficaz de desmoralización de la humanidad.


- El buen socialista respeta y admira a los correligionarios que, por sus condiciones excepcionales, se distinguen en la defensa de los intereses de la clase obrera, pero no se suma a ninguna bandería ni hipoteca su opinión, sino que examina, analiza los problemas y resuelve con absoluta independencia de criterio.

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- El buen socialista no es un fanático que se aferra al todo o nada; tiene flexibilidad mental y de espíritu para adaptarse a las imposiciones de la realidad, siempre en favor de los trabajadores y de su país, sin claudicar por ello de los principios socialistas.

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- El buen socialista es respetuoso y tolerante con el criterio ajeno y evita las intemperancias que puedan hacerle antipático a él y al Partido donde está afiliado.

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- El buen socialista no es vengativo sino justiciero.

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- El buen socialista observa en todo momento una conducta moral en su vida privada o pública en armonía con las ideas que profesa, y da prestigio a su persona y a su Partido.


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- El buen socialista sabe diferenciar los fines que persigue el socialismo y otras comuniones políticas, filosóficas o religiosas y tiene el convencimiento que es el llamado a realizar la transformación del régimen capitalista en otro de verdadera democracia económico-social, y que sin ésta no es posible la democracia política.
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- El buen socialista no defiende sus ideas a base de injurias, calumnias ni ofensas personales contra el adversario político; es comprensivo y tolerante con las ideas ajenas, ya sean políticas, económicas, filosóficas o religiosas, y observa con él relaciones correctas, sin debilitar ni ceder, por ello en sus convicciones.

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- El buen socialista no es versátil, sino consecuente, porque antes de realizar sus actos los medita y los reflexiona.

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- El buen socialista no habla, ni escribe para halagar a la clase obrera, sino para convencerla, exponiéndole la verdad aunque no le guste.

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