La larga recesión se ha venido prolongando desde hace más de 10 años para la clase trabajadora y los pobres, aunque para los imperialistas y los magnates multimillonarios nunca la padecieron. Estos siguieron acumulando enormes fortunas, a costa de los saqueos a los países menos desarrollados y a sus poblaciones, cargando enormes deudas sobre los más empobrecidos y las clases medias que han salido arruinadas.
La ansiada recuperación económica no acaba de arrancar con suficiente fuerza y antes del despegue, se aproximan negros nubarrones, con una ralentización peligrosa del crecimiento a escala mundial e incluso en Europa se observan signos de grave decadencia.
Países capitalistas más avanzados siguen atravesando grandes dificultades y enfrentamientos mientras negros nubarrones oscurecen el horizonte. Italia ha entrado ya en recesión disparando la alarma en la zona euro, el Brexit está empantanado, la Unidad de Europa ha saltado por los aires y su descomposición se agudiza con el apoyo al Golpe en Venezuela…
La polarización y agudización de los conflictos en líneas de clase se extienden como vemos en Francia con convulsiones sociales durante meses por los Chalecos Amarillos, Alemania con problemas de gobernabilidad, Grecia son su deuda aplazada, el conflicto de Cataluña sigue judicializado y muestra raros augurios, entrecruzado con el debate de los PGE que ha resultado contradictorio para encauzar el diálogo, con un bloque de ultraderecha llamando a la movilización en la Plaza de Colón, para derrocar al Presidente Pedro Sánchez, con insultos a mansalva, aunque ha pinchado en hueso, pero sin soltar… etc.
Esa burguesía neofranquista está radicalizada e histérica y ha agudizado su tendencia al autoritarismo en defensa de sus intereses como clase dominante, de la que recibe financiación, cuya deriva natural hacia el fascismo es un peligro, pues eso es lo que representa el capitalismo químicamente puro en descomposición, cuando no puede gobernar por métodos democráticos.
La socialdemocracia que había sido hasta hace unos años la muleta que utilizaban los burgueses para mantener a raya al movimiento obrero y gestionar sus crisis, está totalmente agotada e incluso ahora está siendo utilizada por el Imperialismo para infiltrarla y exigir que cumplan la hoja de ruta trazada por el Gobierno Mundial en la sobra, e impidiéndoles que hagan ningún tipo de reformas sociales.
La leve recuperación económica con crecimientos raquíticos entre el 2,5 % y 3% ha sido a costa de una caída brutal de los niveles salariales de más de un 40 % en los últimos 10 años y un desmantelamiento del incipiente Estado de Bienestar que se empezó a construir, mientras por otra parte el número de millonarios se duplicó desde 2007 a 2015 en plena crisis.
Los 6 principales bancos ganaron en 2018 en total 16.681 millones de euros, un 23,2 % más. El BBVA obtuvo unos beneficios de 5.324 millones (un 51% más) y el Santander 7.800 millones. Bankia ganó un 39 %, seguido de Bankinter y Sabadell. Por otra parte la miseria y la pobreza indican el bochornoso estado de desigualdad al que hemos llegado, con las políticas antisociales y los recortes del Gobierno Rajoy durante la gestión de la crisis capitalista a favor del rico y en contra del pobre.
Esa situación es muy peligrosa pues ha venido acumulando combustible en los cimientos del sistema, que se encuentra desequilibrado para cuando arrecien las oleadas de luchas, con acelerados procesos de cambios bruscos y repentinos en la conciencia de la clase trabajadora que dialécticamente son inevitables y se producirán más temprano o más tarde y que podrían producir convulsiones en la lucha entre las clases, cuando no se consiga una salida social a esta situación de explotación y opresión creciente.
Hemos entrado en una nueva etapa de la lucha entre las clases y los trabajadores, la juventud, las organizaciones sociales necesitan fortalecer la unidad y dotarse de una dirección política y sindical firmes exigiendo un programa adecuado de transición hacia el socialismo.
A escala internacional los 4 grandes bloques imperialistas han agudizado sus contradicciones enfrentados por la crisis de Venezuela, alineándose la U.E. con EEUU arrastrando a la socialdemocracia en su apoyo al Golpe contra Maduro, mientras que China y Rusia se oponen defendiendo sus intereses y sus inversiones en la permanente pugna interimperialista por la hegemonía mundial, rasgando al mundo en dos partes y Trump rompe el tratado nuclear con Rusia, lo cual nos retrotrae a tiempos de la “guerra fría”.
Los acontecimientos con sus contradicciones se aceleran porque el neoliberalismo y el “nacionalismo económico” que empezó a implantar Trump son como el agua y el aceite, y el modelo actual no puede resolver las dos principales contradicciones, como son las cuestiones sociales y los conflictos territoriales.
Las crisis económicas serán cada vez más profundas y convulsivas con crecimientos y recuperaciones lentas, que no llegan a alcanzar las cotas de crecimiento del periodo anterior, por lo que concentran la acumulación de los capitales y debilitan a los países más pobres y a la clase trabajadora en general, la deja exhausta, lo que demuestra que el crecimiento sin “desarrollo armónico” es inviable a largo plazo.
Las dificultades y las luchas sociales y territoriales no van a desaparecer por completo en el corto plazo y las sacudidas de los próximos años podrían agudizarlas, bajo el modelo capitalista corrupto y agónico. Las tareas de las izquierdas es prepararse para los acontecimientos a los que vamos a ser sometidos y debemos buscar la unidad y fortalecer nuestras organizaciones, como está haciendo la Derecha a escala continental e internacional.
Las direcciones sindicales y políticas tienen que ponerse las pilas porque para tener derecho a ser reconocidos como la vanguardia del movimiento de la clase trabajadora, tienen que demostrarlo e intervenir con firmeza y honradez en defensa de los intereses de la clase obrera y los pobres.
La tarea de las izquierdas es acumular fuerzas para derrotar a las derechas frenando el proceso hacia el fascismo que han iniciado, pero para ello es preciso apoyar a los mejores dirigentes, mediante la participación activa en la selección democrática de los que nos representen. Debemos exigir la máxima participación democrática de la militancia en las organizaciones, evitando las burocracias, los caudillismos, los personalismos, los oportunismos y las camarillas que se burocratizan y son un obstáculo en la marcha de organizaciones limpias, apartando a los que no nos representen ética y dignamente en las organizaciones que tanto necesitamos para la batalla en defensa de nuestras reivindicaciones sociales.
La juventud debe dar un paso al frente y prepararse en estos momentos tan difíciles para tomar el relevo y sustituir a las direcciones de los Partidos y Sindicatos que no estén a la altura de las circunstancias y dispuestos a luchar como la situación lo requiere. No podemos arrugarnos ante la radicalización del Tripartido de Derechas, sino que debemos integrarnos en el torrente de la lucha de clases, de forma comprometida y clara, cada cual en su organización de izquierda que mejor le cuadre, pero para trabajar buscando la Unidad en la acción en defensa del programa más avanzado hacia el socialismo, con la mejor estrategia, táctica y método, actuando con audacia porque necesitamos construir otro modelo social y tendrá que ser con el concurso de la clase trabajadora. Otra sociedad mejor es posible y necesaria, pero nadie nos la va a regalar sino que habrá que conquistar el poder y construirla por el bien de la Humanidad.
Escrito por José Martín Rodríguez y publicado en Diario 16 el 13-2-19.
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