27 de marzo de 2018

SEMANA DE PASIÓN: SOCIALISTAS CREYENTES, AGNÓSTICOS Y ATEOS.(Parte 4 de 5).



(Continuación parte 4 de 5…/…)

El futuro de la religión.- La Teología de la Liberación. ¿Una Vida Alternativa? 

(...) Engels en su prefacio a La guerra civil en Francia decía que: “con relación al estado la religión es un asunto puramente privado”. Lenin escribía en 1905: “El Estado no debe tener nada que ver con la religión, las asociaciones religiosas no deben estar vinculadas al Poder del Estado. Toda persona debe tener plena libertad de profesar la religión que prefiera o de no reconocer ninguna, es decir, de ser ateo, como lo es habitualmente todo socialista”. (Lenin. Acerca de la religión. Moscú. Editorial Progreso. p. 6).


Sin embargo, con relación al partido, Lenin señalaba que Engels recomendaba que el partido revolucionario debería luchar contra la religión: “El partido del proletariado exige del Estado que declare la religión un asunto privado; pero no considera, ni mucho menos, ‘asunto privado’ la lucha contra el opio del pueblo, la lucha contra las supersticiones religiosas, etc., ¡Los oportunistas tergiversan la cuestión como si el Partido Socialdemócrata considerase la religión un asunto privado!” (Ibíd. pp. 25-26).

Y añadió que: “La raíz más profunda de la religión en nuestros tiempos es la opresión social de las masas trabajadoras, su aparente impotencia total frente a las fuerzas ciegas del capitalismo [...] Ningún folleto educativo será capaz de desarraigar la religión entre las masas aplastadas por los trabajos forzados del régimen capitalista, y que dependen de las fuerzas ciegas y destructivas del capitalismo, mientras dichas masas no aprendan a luchar unidas y organizadas, de modo sistemático y consciente, contra esa raíz de la religión contra el dominio del capital en todas sus formas”. (Ibíd. pp. 21-22).

Los marxistas han hecho todo lo posible para implicar a todos los trabajadores en la lucha contra el capitalismo, incluidos los que profesan una religión. No debemos interponer barreras entre nosotros y estos trabajadores, sino animarles a que participen activamente en la lucha de clases.
         
   Como vimos en 1905, la clase obrera rusa entró en la escena de la historia con un sacerdote a la cabeza, portando en sus manos iconos religiosos y una petición al zar ―al “padrecito de todos los rusos”―. Desconfiaban de los revolucionarios e incluso en algunas ocasiones les dieron una paliza. Pero todo eso cambió en veinticuatro horas después de la masacre del 9 de enero. Los mismos trabajadores, en la noche del nueve, se convirtieron en revolucionarios y exigieron armas. Así es como la conciencia puede cambiar rápidamente ¡en el fragor de los acontecimientos!

A propósito, el padre Gapon, que había organizado la petición y la manifestación pacífica y que había trabajado para la policía zarista, se transformó repentinamente después del domingo sangriento. Hizo un llamamiento a los revolucionarios para derrocar al zar e incluso en un momento determinado estuvo próximo a los bolcheviques. Lenin no le apartó sino que intentó ganarle aunque Gapon siguió como religioso.

La posición flexible de Lenin se pudo comprobar cuando combatía la actitud sectaria contra aquellos trabajadores que eran religiosos pero que participaban en las huelgas. “En tal momento y en semejante situación [una huelga], el predicador del ateismo sólo favorecería al cura y a los curas, quienes lo único que desean es sustituir la división de los obreros en huelguistas y no huelguistas por la división en creyentes y ateos”. (Ibíd. p. 24).

Aquí está el punto central de la cuestión. Luchamos por la unidad de las organizaciones obreras por encima de todas las divisiones: religiosas, nacionales, lingüísticas o raciales. Nuestra tarea es unir a todos los oprimidos y explotados en un solo ejército contra la burguesía.

El ateísmo para los marxistas nunca ha sido una parte del programa del partido. Este disparate siempre ha caracterizado al anarquismo. Con frecuencia un trabajador que todavía es creyente se acerca al movimiento, convencido de su programa general y entusiasmado con la lucha por el socialismo, pero no está dispuesto a renunciar a la religión. ¿Qué actitud deberíamos tomar? Por supuesto no lo echaremos. Este trabajador no desea unirse al movimiento para ganar conversos a la religión, sino para luchar contra el capitalismo. Probablemente, llegará un momento en que verá la contradicción entre su política y sus creencias religiosas y poco a poco abandonará la religión. Pero es una cuestión delicada y no hay que forzarla. Como explicó Lenin: “somos enemigos incondicionales de la más mínima ofensa a sus creencias religiosas”. (Ibíd. p. 24).

Es totalmente diferente cuando un intelectual de clase media busca introducir confusión en la ideología del movimiento, como era el caso cuando Lenin escribía sobre la religión. Un grupo de bolcheviques ultraizquierdistas (Bogdanov, Luchacharsky, etc.,) intentaban revisar el marxismo e introducir nociones filosóficas místicas. Lenin, correctamente, luchó contra esta tendencia.


El futuro de la religión.-  ¿Cuál será el futuro de la religión? Sobre esta cuestión, desde luego, habrá una profunda diferencia de opinión entre los marxistas y los cristianos y demás religiones. Naturalmente, no es posible mirar al futuro a través de una bola de cristal, pero si se puede decir lo siguiente. Aunque desde un punto de vista filosófico el marxismo es incompatible con la religión, sobra decir que nos oponemos a cualquier intento de prohibir o reprimir la religión. Luchamos por la libertad completa del individuo a tener su propio creencia religiosa o ninguna.

Lo que debemos decir es que debe haber una separación radical entre la iglesia y el estado. Las iglesias no deben ser apoyadas directa o indirectamente por los impuestos, ni tampoco se debe enseñar en las escuelas la religión. Si la gente quiere religión, ésta se debe aprender exclusivamente en las iglesias a través de las contribuciones de la congregación y predicar sus doctrinas en su propio espacio. Las mismas observaciones son buenas para el Islam o cualquier otra religión.

Por lo que a nosotros respecta el diálogo sobre la religión continuará, pero esto no debe oscurecer el problema fundamental de nuestra época. Nuestra principal tarea es unir en la lucha a todos aquellos que desean poner fin a la dictadura del Capital que mantiene a la raza humana en una situación de esclavitud. El socialismo permitirá el libre desarrollo de los seres humanos, sin la restricción de las necesidades materiales.

Durante siglos, la religión organizada ha sido utilizada por los explotadores para engañar y esclavizar a las masas. Periódicamente, han estallado rebeliones contra esta situación. Desde la Edad Media hasta el día de hoy, se han levantado voces de protesta contra la subordinación de la iglesia a los ricos y poderosos. Vemos también esto en la actualidad. El sufrimiento de los trabajadores y campesinos, el martirio de la raza humana bajo el infame despotismo del Capital, está provocando indignación entre amplias capas de la población. Muchos de ellos no están al corriente de la filosofía del marxismo, pero desean luchar contra la injusticia y la explotación. Entre estos hay muchos cristianos honestos e incluso sacerdotes de los escalafones más bajos, que diariamente presencian los sufrimientos de las masas.

La Teología de la Liberación.  La Teología de la Liberación es una expresión del fermento revolucionario en América Latina. Las órdenes más bajas del sacerdocio están  horrorizadas por el sufrimiento de las masas oprimidas y han dado el paso de luchar por una vida mejor. La jerarquía eclesiástica, con sus cientos de años ha desarrollado una relación cómoda con los ricos terratenientes, los banqueros y los capitalistas, y combaten esta nueva tendencia o la toleran de mala gana. Así la lucha de clases ha penetrado en las filas de la propia Iglesia católica romana.

Lo mismo ocurre entre los musulmanes, las ideas del marxismo han comenzado a encontrar eco. Cuando las masas oprimidas de Oriente Medio, Irán, Indonesia, comiencen a entrar en acción para mejorar sus vidas, buscarán un programa de lucha para derrocar a sus opresores.
Es necesario derrocar el capitalismo, el latifundismo y el imperialismo. Sin eso, no hay salida posible. El único programa que puede asegurar la victoria de esta lucha es el marxismo revolucionario. La colaboración fructífera ente los marxistas y los cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, judíos y seguidores de otras religiones en la lucha para transformar la sociedad es absolutamente posible y necesaria, a pesar de las diferencias filosóficas que nos separan. Los cristianos honestos se sienten profundamente ofendidos por la terrible opresión sufrida por la mayoría de la raza humana.

Como dijimos anteriormente, Camilo Torres, antiguo sacerdote colombiano, dijo una vez: “He colgado el hábito de sacerdote para convertirme en un verdadero sacerdote. El deber de todo católico es ser un revolucionario; el deber de todo revolucionario es llevar adelante la revolución. El católico que no es un revolucionario vive en pecado mortal”.

Estos son los verdaderos sucesores de aquellos primeros cristianos revolucionarios que lucharon por la causa de los pobres sobre la tierra, los pecadores y los oprimidos, y que no temían dar su vida en la lucha contra la opresión. Son los mártires modernos y todo aquel que quiera la causa de la libertad y la justicia debe guardar su memoria. Entre 1968 y 1978, más de 850 sacerdotes, religiosas y obispos fueron arrestados, torturados y asesinados en América Latina. El jesuita salvadoreño, Rutilio Grande, antes de ser asesinado dijo: “Hoy en día, es peligroso [...] y prácticamente ilegal ser un auténtica cristiano en América Latina”. Lo importante es la palabra ´”auténtico”.

¿Una vida alternativa? 

             Aunque en los últimos años la religión organizada ha perdido terreno, las ideas religiosas han resurgido en un conjunto de sectas y cultos desconcertantes, algunos ofrecen un “estilo de vida alternativo”. Algunas veces reflejando la creciente insatisfacción entre una capa de jóvenes con el sistema capitalista, su perspectiva de la vida inhumana y desalmada, la vana comercialización de todos los aspectos de la existencia, el crudo materialismo, el deterioro del medio ambiente, etc., puede representar el primer paso hacia la conciencia. Pero después empieza el problema. No basta con rechazar el capitalismo. Es necesario dar pasos concretos para abolirlo.

La característica común de todos estos movimientos “alternativos” ―Nueva Era, etc., ― es que se basan en una salvación individual. Por este camino, no hay salida posible. Y en última instancia, tampoco esto es una alternativa. El capitalismo puede vivir felizmente con un puñado de personas que han decidido “retirarse”. Esto no representa una amenaza, porque los dueños del poder continúan controlando la vida de la sociedad como antes.

Incluso aquellos que profesan la “retirada” encontrarán en la práctica que no hay retirada. Están obligados a utilizar el dinero, comprar los productos básicos para la vida en las tiendas, llenar los depósitos de sus camionetas en las gasolineras, donde comprarán los productos de las grandes compañías petroleros que contaminan el medio ambiente, serán desviados de un área a otra por la policía, como el resto de nosotros.

La idea de que es posible apartarse de la sociedad y la política es una ilusión. ¡Intentadlo! Y encontrareis que un día la política estará en vuestra casa y llamará al timbre de vuestra puerta (si no echa primero la puerta abajo).

El intento de encontrar una solución individual es esencialmente reaccionario porque es la única forma de luchar contra el capitalismo y el estado burgués para unir a la clase obrera y organizarla en un movimiento revolucionario. Optar por esta u otra forma, te situará a merced del Capital y ayudará a perpetuar el orden existente.

Para cubrir su desnudez, los predicadores de la Nueva Era se presentan con valores espirituales especiales ―lo imaginan― que les puede situar al margen de los mortales “normales” y situarles en una línea de comunicación directa con cosas sobrenaturales que sobrepasan todo entendimiento. Se sienten superiores al resto de la humanidad que no tiene la confidencia de estos grandes misterios.

En realidad, estas ideas no son superiores al pensamiento de los mortales normales, son muy inferiores. La primera ley para aquel que desee cambiar la sociedad es comprenderla y vivir en ella. Al intentar volver la espalda a la sociedad, lo único que consigues es convertirte en algo impotente frente al orden existente, y renunciar eternamente, sin esperanza, irrevocablemente, a toda posibilidad de cambiarla. Por este camino no hay alternativa, sólo más de lo mismo, para siempre.(...)  

Continuará mañana con la parte 5 final,  

La religión y la crisis del capitalismo.-

“Extractos del libro “Marxismo y Religión”.
“Editado por la “Fundación de Estudios Socialistas “ Federico Engels”.

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