27 de octubre de 2017

INTERNACIONALISMO Y SOCIALISMO.


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¿  Cuál debe ser la respuesta del  PSC y del  PSOE al derecho de autodeterminación?

El internacionalismo es un principio socialista que preconiza la unidad internacional de la clase trabajadora sobre la base de un programa de lucha contra la sociedad capitalista.

Fue Marx quien escribió en el “Manifiesto Comunista” la famosa consigna “¡Proletarios del mundo, uníos!”.  Sin embargo, cada vez son más quienes pretenden transformarla, de forma literal, en algo así como “Naciones del mundo, uníos”. Lo más grave es que lo hacen en nombre de supuestos valores socialistas, marxistas e internacionalistas.

Uno de los peores ataques que se puede realizar contra el socialismo es la prostitución de sus ideas y principios para defender conceptos tan peregrinos y ajenos a la lucha de clases como “contra la ruptura del estado”  o por la “Unidad de la Patria”. Y la pregunta es: ¿En qué momento se refieren esos conceptos a la unidad de la clase trabajadora?
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La cuestión del derecho de autodeterminación y el  socialismo.
En primer lugar, es necesario comprender que por autodeterminación de las naciones no se entiende únicamente el derecho de secesión, sino de la libertad de escoger entra esa vía, la contraria, o cuantas vías se pongan encima de la mesa. Desde un punto de vista marxista fuera de dogmatismos, la cuestión nacional se analiza, como cualquier otra cuestión, contextualizando y  partiendo de las circunstancias concretas, examinando las condiciones históricas y económicas de los movimientos nacionales. Así, por ejemplo, son numerosas las cartas y declaraciones de Engels y Marx a favor de la independencia de Irlanda, lo cual no es en absoluto incompatible con el internacionalismo que preconizaban.

¡Pero Irlanda era una nación sometida por la armas! Dirán los puritanos del derecho de autodeterminación sólo y exclusivamente para los países considerados “oprimidos”. Sobre hasta qué punto una nación se puede considerar o no oprimida, habría mucho que hablar. No todo es la imposición por las armas.  Sin embargo, Marx, anteponiendo siempre los intereses de la clase obrera, no sólo pensaba en los irlandeses oprimidos tanto por la clase dirigente local como por la inglesa, sino también en los obreros ingleses, consciente como era de que aquél conflicto nacional fortalecía a la reacción inglesa enfrentando entre sí a trabajadores de distintas naciones, en lugar de unirlos en la lucha contra sus respectivas burguesías nacionales.  “La clase obrera de Inglaterra no podrá liberarse, mientras Irlanda no se libere del yugo inglés” (K. Marx, 1886)
I Internacional Socialista.

Por otro lado, el 20 de junio de 1886, escribiría Marx: “hubo en el Consejo de la Internacional un debate sobre la guerra actual… Como era de esperar, la discusión giró en torno al problema de las “naciones” y a nuestra actitud ante él… Los representantes de la “joven Francia” (no obreros) defendieron el punto de vista de que todo grupo étnico y la misma nación son prejuicios anticuados… Los ingleses se rieron mucho cuando yo comencé mi discurso diciendo que nuestro amigo Lafargue y otros, que han suprimido las naciones, nos hablaban en francés, es decir, en una lengua incomprensible para las 9/10 partes de la reunión. Luego di a entender que Lafargue, sin darse él mismo cuenta de ello, entendía por negación de las naciones, al parecer, su absorción por la ejemplar nación francesa…”
Primer congreso de la I Internacional (1886)
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II Internacional socialista.

Cuatro años más tarde de este discurso, se fundaría la II Internacional. Siguiendo por la misma senda, damos un ligero salto en el tiempo y nos situamos en su cuarto congreso, celebrado en Londres del  26 al 31 de julio de 1806.

El acuerdo de dicho congreso dice:   “El congreso declara que está a favor del derecho completo a la autodeterminación de todas las naciones( …) el congreso exhorta a los obreros de todos estos países a ingresar en las filas de los obreros conscientes de todo el mundo, a fin de luchar al lado de ellos para vencer al capitalismo internacional y alcanzar los objetivos de la socialdemocracia internacional”.

El caso de Noruega.
Un ejemplo que ilustra a la perfección cómo el derecho de autodeterminación, lejos de contradecir el internacionalismo, puede suponer un buen pegamento para la unidad internacional de la clase trabajadora, lo encontramos en el caso de Noruega.  

La independencia de Noruega en agosto de 1905 suscitó amplios debates y análisis en el seno de la izquierda internacional. Durante siglos, Noruega ha estado ligada a Suecia por estrechos lazos geográficos, históricos, económicos y lingüísticos.

Pero la unión de Noruega a Suecia, de 1814 a 1905, a pesar del alto grado de autonomía que siempre se le otorgó, lejos de ser una unión voluntaria fue impuesta por los monarcas europeos y los aristócratas suecos. Un dato en absoluto secundario y que fue clave para su posterior escisión.  

Cuando la burguesía sueca quiso impedir por la vía armada el movimiento por la independencia de Noruega, el congreso del Partido Socialdemócrata Sueco decidió oponerse a la agresión bélica por todos los medios, incluso con la huelga general. Se convocó  una manifestación de masas en el centro de Estocolmo. Así, durante el proceso  de secesión de Noruega, se constató en la práctica que la estrecha unión de los obreros noruegos y suecos y su plena solidaridad de camaradas de clase ganaban, al reconocer de este modo los obreros suecos el derecho de los noruegos a la separación.

Los obreros noruegos se convencían de que los obreros suecos no estaban contagiados de nacionalismo sueco, de que la fraternidad con los proletarios noruegos estaba, para ellos, por encima de los privilegios de la burguesía y de la aristocracia sueca. Actualmente existe una estrecha relación entre los partidos socialdemócratas y sindicatos, no sólo noruegos y suecos, sino del resto de países nórdicos, mediante un comité de cooperación del movimiento obrero nórdico (SAMAK).
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 El PSOE y el derecho de autodeterminación.

Una vez hemos comprobado  el estrecho vínculo entre el socialismo y el derecho de autodeterminación de las naciones como parte de los principios más básicos del internacionalismo, no es de extrañar que en el famoso Congreso de Suresnes de 1974, en el que se apartó al sector histórico del socialismo español  y se entronizó al compañero Felipe González con las bendiciones de Willy Brandt y François Mitterrand, se aprobase primero una resolución denominada de “ruptura democrática” donde se especificaba, entre sus once puntos, el reconocimiento del derecho de autodeterminación para todas las nacionalidades ibéricas.   Pero aún se llegaría más lejos, aprobándose una segunda resolución  incidiendo en este punto,  donde se especificaría lo siguiente:

1) La definitiva solución del problema de las nacionalidades que integran el Estado español parte indefectiblemente del pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación de las mismas que comporta la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español.

Todo esto, obviamente, sin perjuicio de la defensa a ultranza por parte de los propios socialistas de la unión voluntaria de dichas nacionalidades, pronunciándose, en el apartado 3 de la misma resolución, por “la constitución de una República Federal de las nacionalidades que integran el Estado español”

Esta posición sobre las nacionalidades y sus derechos seguiría siendo defendida y ampliamente argumentada en el congreso de 1976, postura que el PSOE mantendría hasta el año 1977. No es casualidad que el abandono paulatino del derecho de autodeterminación en el debate interno coincidiese con el abandono de la defensa de los principios del marxismo y del internacionalismo, aunque manteniendo las tesis marxistas como instrumento crítico y teórico. La corriente interna Izquierda Socialista sería la que principalmente mantendría vivos dichos principios en el seno del partido.

La clave: La unidad por la vía de la fraternidad.
Llegados a este punto, podríamos resumir que el internacionalismo es la unidad de la clase trabajadora en la lucha por su emancipación por encima de fronteras nacionales.

Una unidad que sólo puede darse por la vía de la fraternidad desde el reconocimiento mutuo de sus respectivos derechos sociales y nacionales, jamás impuesta por la fuerza de las armas o de las leyes. Por lo tanto, el derecho de autodeterminación no sólo es compatible con el internacionalismo, sino que forma parte indisoluble del mismo principio.

No podemos reclamarnos de lo segundo sin reclamarnos de lo primero,  aunque al mismo tiempo, porque así lo creemos,  nos veamos apostando firmemente por la opción de la unidad por la vía de la argumentación, el convencimiento y la pedagogía.

  Independientemente del resultado final del proceso por lo que respecta a las naciones, lo cual tal vez no esté en nuestras manos, sí habremos contribuido en mayor o menor medida a la unidad de nuestra clase.

En la actualidad.

Por último,  vayamos a la época más reciente. En el actual contexto de crisis económica y durante los últimos estallidos sociales, después de haber visto al pueblo griego alzarse en lucha una y otra vez al grito de ¡Pueblos de Europa, Alzaos! (No hace falta explicar aquí el sentido de clase de esta consigna ni de la palabra “pueblo”) el 29 de septiembre de 2010 asistimos a la primera jornada de lucha europea organizada por los sindicatos europeos, con paros parciales y demostraciones de solidaridad y fraternidad que superaron los límites continentales. 

El salto cualitativo se produjo el  14 de noviembre de 2012. Por primera vez en la historia de la UE se convocó simultáneamente una jornada de paros en diferentes estados con una reivindicación común. Chipre, Malta, Portugal, Italia y España vivieron una jornada de huelga general que fue apoyada con movilizaciones en Francia, Grecia y Bélgica. He aquí un ejemplo de cómo los principios internacionalistas se pudieron llevar a la práctica.

No obstante, no todas las fronteras estatales o nacionales fueron igual de fáciles de superar en aquellas luchas. Y no me refiero a aquellos estados o naciones en los que las diferencias económicas,  sociales y geográficas podían parecer enormes en comparación con los países en huelga. Me refiero al caso concreto de Euskadi  donde un largo conflicto nacional mal resuelto supuso una barrera infranqueable e impidió, por parte de los sindicatos nacionalistas, la unidad en la lucha de la totalidad de los trabajadores vascos con el resto de trabajadores de gran parte del sur de Europa.  Tomemos nota.

Escrito por Joan López.
07-08-2016.
Fuente: https://pscmarxistes.wordpress.com/2016/08/07/internacionalismo-y-socialismo


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