Vimos en su día la desaparición del P.S. Italiano
consumido por la corrupción y la desaparición del PCI arrastrado por la
desaparición del estalinismo; vimos
la escisión del P.S. Alemán con el
surgimiento de un ala izquierda representada por Die Linke; hemos visto la
situación del P.S. francés, con una ruptura y el surgimiento de la Gauche
Socialiste y el Frente de Izquierda, además de la incapacidad del Gobierno
actual de Hollande de satisfacer las aspiraciones de las masas, que han saltado
a la calle con reivindicaciones, mientras el Gobierno gira a la derecha; En Grecia vimos a derrota y la casi completa
desaparición del Pasok, por su pacto con la Derecha de la Nueva Democracia;
Ahora sufrimos la alarmante crisis del PSOE que está dividido en tres sectores,
los liberales, los socialdemócratas y la Izquierda Solcialista, cada vez más
divergentes; Se profundizan las
divisiones en los partidos de derechas y en los de izquierdas, incluido el
Partido Laborista Británico, inmerso en un conflicto interno, como se expresa
en el siguiente artículo:
Publicamos
a continuación un análisis de los compañeros del Socialist Party de Inglaterra
y Gales, en el que abordan la victoria arrolladora de Jeremy Corbyn y las
tareas de los marxistas respecto al laborismo en el próximo periodo.
Hace
tres meses, 172 parlamentarios —tres cuartas partes del grupo parlamentario
laborista— lanzaron un golpe de estado contra el líder del partido Jeremy
Corbyn. Contaban con el apoyo de todas las fuerzas de la clase dominante. Las
grandes empresas y los medios de comunicación de derechas han atacado
constantemente a Jeremy mientras la maquinaria laborista impedía que miles de
sus seguidores pudieran votar en las elecciones.
Todos
sus esfuerzos no han servido para nada, el 24 de septiembre Jeremy fue
reelegido con un margen amplio, el 61,8% de los votos, más de lo conseguido en
su primera victoria. La participación fue muy alta, más de medio millón de
votantes, Jeremy ganó con mayoría en cada una de las categorías, afiliados del
partido, simpatizantes y seguidores registrados.
Los
blairistas están sorprendidos por el masivo apoyo a las medidas anti-austeridad
defendidas por Jeremy Corbyn. Esto no significa, sin embargo, que se
reconcilien con el liderazgo de Corbyn o con la perspectiva de que el laborismo
se convierta en un partido anti-austeridad.
Los
capitalistas se beneficiaron enormemente de la transformación del laborismo
bajo el nuevo laborismo de Tony Blair, lo que permitió que el debate político
fuera monopolizado por las ideas pro mercado a lo largo de los últimos veinte
años. Ellos representan las fuerzas que había tras el golpe de este verano
contra Jeremy Corbyn y la derrota de este primer intento por desbancarle es un
golpe contundente.
Pero
debido a que las apuestas están muy altas, está claro que no será el último
intento de la clase dirigente de recuperar su antes incuestionable control del
Partido Laborista. Qué se debe hacer para consolidar la victoria de Jeremy
Corbyn —transformar realmente el laborismo en un movimiento de masas
anti-austeridad, socialista y de la clase obrera— es la cuestión crítica a la
que se enfrentan hoy los socialistas en Gran Bretaña.
Ningún compromiso con la derecha
Cuando
se aproximaba su primera victoria hace un año en las elecciones a la dirección
del partido, Jeremy Corbyn era optimista ante las amenazas de una
contrarrevolución del establishment laborista. Decía que “los complós, los
dobles complós, sub-complós y las conspiraciones son fascinantes”. Un
periodista de The Guardian en un acto de campaña en Leeds lo explicó: “dejando
a un lado las sugerencias de que si se convierte en el líder laborista se
enfrentaría a un golpe para desbancarle”, recurrió al desafortunado ejemplo del
presidente norteamericano, Abraham Lincoln, como presunta ‘figura unificadora’
después de la guerra civil americana, como el “ejemplo a seguir (…) ‘con
malicia hacia ninguno y caridad hacia todos’”. (5/8/16)
Los
acontecimientos de los últimos doce meses dentro del Partido Laborista, que
culminaron con el golpe de estado de este verano, demuestran lo equivocado que
estaba Corbyn al pretender reconciliar, en este caso, no a representantes de la
misma clase sino de diferentes clases. Es un error que ahora no debe repetir.
El
curso de los acontecimientos del verano demuestra que la posición de Jeremy
Corbyn aún es floja. Si tres votos hubieran cambiado de posición en la reunión
de la Comisión Ejecutiva Nacional del laborismo (NEC) del 12 de julio, cuando
se decidía si era necesario exigir las nominaciones de los parlamentarios antes
de aparecer en la papeleta de votación, Owen Smith, Angela Eagle u otro de la
derecha podría haber sido elegido sin oposición, como lo fue Gordon Brown en
2007 tras la dimisión de Tony Blair. Sólo las protestas de miles de militantes
laboristas y sindicalistas evitaron lo que podría haber sido el final
imperativo de la oportunidad que representa el liderazgo de Jeremy Corbyn para
transformar el Partido Laborista.
Por
primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la NEC canceló durante el verano
todas las reuniones regulares del Partido y suspendió varias agrupaciones,
incluida la agrupación local más grande, mientras la notoria “unidad de
cumplimiento” llevó a cabo lo que canciller en la sombra, John McDonnell,
correctamente califica como “una purga amañada contra los seguidores de Jeremy
Corbyn”.
En
última instancia, aún permanecen las estructuras y las relaciones de poder que
se desarrollaron bajo el nuevo laborismo, que destruyeron la capacidad de la
clase obrera de influir dentro del partido. La dirección de Jeremy Corbyn es
una cabeza de puente en contra de las fuerzas del capitalismo dentro del
Partido Laborista. Sin embargo, la tarea continua siendo tomar las principales
bases de la derecha en el grupo parlamentario laborista (PLP), el aparato
nacional del partido y, a nivel local, desplazando a la gran mayoría de los
7.000 concejales que están aplicando la agenda de austeridad de los tories.
Organización y política
Un
primer paso de Jeremy Corbyn tras su triunfo debería ser el restablecimiento
del papel central que tenían los sindicatos dentro del Partido Laborista,
acorde con su importancia como las voces colectivas de millones de
trabajadores.
La
representación sindical dentro del Partido Laborista, cuando es ejercida
democráticamente por los militantes sindicales, supone un potencial para que la
clase obrera controle a sus representantes políticos. Fue esta característica
la que definió en el pasado al Partido Laborista, antes del nuevo laborismo,
como un ‘partido capitalista de los trabajadores’. En otras palabras, mientras
tenía una dirección que invariablemente reflejaba la política de la clase
capitalista, mantenía una estructura a través de la cual los trabajadores
podían desafiar a la dirección y amenazar los intereses de los capitalistas. Es
necesario restaurar los derechos de los sindicatos.
Otras
medidas también necesarias son la democratización de las estructuras del
Partido Laborista, esterilizadas durante años por el blairismo, con la
reivindicación clave de volver a re-seleccionar a los parlamentarios. Pero al
tiempo que se permite a las agrupaciones locales sustituir a los parlamentarios
para las próximas elecciones generales en una línea más afín, hasta entonces se
deben adoptar medidas efectivas a nivel nacional para controlarlos. Los 172
parlamentarios que prepararon el golpe de estado con la presentación de la
moción de “no confianza” el 28 de junio, sólo deberían continuar en el grupo
parlamentario si aceptan la renovación del mandato de Corbyn y su política
contra la austeridad y la guerra.
Es
necesario también el rearme ideológico. En 1995 Tony Blair abolió un compromiso
histórico del laborismo, la Cláusula Cuatro de la Parte IV de los estatutos del
partido: “la propiedad común de los medios de producción, distribución e
intercambio”. La sustitución de esta cláusula comprometió al partido en la
dinámica de la “empresa y el mercado”, “el rigor de la competencia” y “un
sector privado floreciente”.
En
Socialism Today [Revista teórica del Socialist Party] del presente mes, en un
artículo titulado El desafío corbyeconómico, Hannah Sell, Secretaria General
adjunta del Socialist Party, explica cómo la política económica defendida por
Jeremy Corbyn y John McDonnell representa una ruptura importante, incluso si
sólo es parcial, con las panaceas neoliberales incrustadas en la cláusula
cuatro blairista. Es verdad que han provocado la ira del antiguo miembro del
comité monetario del Banco de Inglaterra, David Blanchflower que, en un nuevo
intento equivocado de conciliar con la derecha, fue elegido el año pasado para
el comité asesor económico del laborismo. Blanchflower les dice a Corbyn y
McDonnell que “deben aceptar la realidad del capitalismo y los mercados
modernos, ¡les guste o no!”; por supuesto defendió a Owen Smith en las
elecciones. (The Guardian. 2/8/16)
Sin
embargo desafortunadamente, y tal como ya explicamos, la corbyneconomía es en
última instancia una forma de keynesianismo, y no responde a la acusación de
Blanchflower de que “los mercados de bonos y acciones”, que todavía serían
libres para dirigir la economía, “se lo comerían [a Corbyn] en el almuerzo”. No
hay sustituto para un programa claro de propiedad pública y democrática de los
bancos, instituciones financieras y grandes empresas, bajo el control y la
gestión de los trabajadores, la base esencial para una nueva forma de sociedad
—el socialismo— en oposición al sistema capitalista de mercado.
Reintegrar a los socialistas
La
discusión y la clarificación necesaria de la política y las ideas es la razón
de otra reivindicación vital del próximo período: el derecho de todos los
socialistas, incluidos aquellos anteriormente excluidos o expulsados, a
participar en el Partido Laborista, incluso los grupos organizados.
La
batalla por la dirección ha revelado el terror mórbido que siente la clase
dominante y sus representantes dentro del laborismo precisamente a los
“socialistas organizados”. Sobre todo el ala de derechas. El ejemplo más
relevante es el ataque del vicepresidente laborista Tom Watson contra los
“retorcidos trotskistas” y el espectro de Militant, el predecesor del Partido
Socialista. En Socialism Today de este mes Peter Taaffe, Secretario General del
Partido Socialista y uno de los miembros del comité de redacción de Militant
expulsado del laborismo en 1983, aprovecha esta nueva alarma por Trotsky para
volver la mirada hacia su verdadero y auténtico legado.
Los
capitalistas tienen sus “tendencias” dentro del laborismo a las que apoyan
tanto material como ideológicamente, incluso mediante el peso de los medios de
comunicación. Por otra parte, el grupo parlamentario laborista, y a nivel local
los concejales, son una casta organizada, una “tendencia” que cuenta con los
recursos del Estado que acompañan sus puestos, fondos del estado (incluido el
‘dinero corto” para “garantizar el funcionamiento de la oposición
parlamentaria”), a lo que hay que sumar el papel de los funcionarios veteranos
del partido y de los ayuntamientos. Así que ¿por qué no se debe permitir que
también se organicen los que se oponen al capitalismo?
La
mejor forma de conseguirlo, y debilitar la obsesión de los medios de
comunicación capitalistas por fabricar “complots conspirativos”, sería permitir
a los partidos y organizaciones socialistas afiliarse abiertamente al Partido
Laborista, como un partido cooperativo.
La
transformación del Partido Laborista en el nuevo laborismo no fue un único acto
sino todo un proceso de consolidación a lo largo de años. Para revertir esta
transformación tampoco bastará con un solo acto, sino que requerirá la
organización de un movimiento de masas con el objetivo consciente de acabar con
el legado del nuevo laborismo, política y organizativamente. La reelección de
Jeremy Corbyn es otro gran paso en ese camino, que debe ser construido con
urgencia.”
Hasta
aquí el artículo donde hemos podido leer alguna información de lo ocurrido con
el giro a la izquierda que se está produciendo en el Partido Laborista y
saquemos cada cual, en libertad, nuestras propias conclusiones. Ante el próximo Comité Federal del PSOE, convocado
para el primero de Octubre, los compañeros asistentes a dicho acto, tan
crucial para la trayectoria futura del Partido, deberían recordar el
antiguo refrán: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar….”. Nos tememos lo peor, porque algunos de los
que se llaman socialistas, puede que no hayan aprendido nada mientras otros
parecen haberlo olvidado todo.
Salud, Socialismo y República.
ÁREA
DE COMUNICACIÓN.
IZQUIERDA
SOCIALISTA DE MÁLAGA-PSOE DE ANDALUCIA.
ispsoeaandalucia.malaga@gmail.com
ispsoeaandalucia.malaga@gmail.com
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