Además, cada vez más personas ponen en duda que con el
cristianismo sea posible un verdadero cambio, sin una lucha firme y decidida
contra los actuales “Mercaderes Capitalistas que profanan el Templo”, que
niegan la justicia, que no respetan los Derechos Civiles, que impiden la PAZ entre
los seres humanos, siendo incapaces de implantar un modelo digno basándose en esa “caridad hipócrita” que
practican las Jerarquías de la inmensa mayoría de los que se llaman ellos
mismos seguidores de Cristo pero que desprecian “al prójimo”, olvidando a los
que actualmente son sacrificados en el ARA del lucro privado de los
imperialismo belicosos, al igual que
fueron crucificados en la antigüedad,
como todavía recuerdan en Roma “La Via Apia”, que sigue siendo conocida
comúnmente como la reina de las grandes calzadas romanas donde colgaban en la
cruz masivamente a miles y miles de
personas, precisamente por luchar por la
liberación de su pueblo, contra el sanguinario
Imperio Romano, contra el corrupto Sanedrín, por rebelarse contras las injusticias, contra
los Mercaderes del Templo y por defender
con firmeza a los oprimidos, a los más necesitados, pobres, enfermos y niños.
En todo el planeta, los cristianos celebran sus fiestas,
manipuladas por el capitalismo, con gran
ardor consumista y cada vez menos fe en la religión que profesan. Nos
bombardean insistentemente con la propaganda para animarnos al consumo como
forma desesperada para intentar cebar el pistón de los mecanismos del sistema
de producción, para ver si la locomotora se pone en marcha y podemos salir de
esta agobiante situación de recesión económica, pero mediante la forma que lo
están intentando, tanto ahora como durante los últimos siglos, haciendo a los ricos más ricos y a los pobres
más y más pobres, los resultados son difíciles de alcanzar.
Eso no tiene nada que ver con el cristianismo y sí mucho con una
superstición infantilista ciega. La mayoría de las personas no quieren saber lo
que ES el cristianismo ni tampoco lo que no ES. Además, el Vaticano sigue
vetando y condenando la “Teología de la Liberación” que surgió como respuesta y
lucha a favor del pobre, siendo repudiada por considerar que “utiliza el
análisis marxista para conocer mejor la realidad e intentar cambiarla”. Existe una “alienación mental colectiva” de la
que la mayoría de la sociedad está contagiada.
Igualmente existe una mezcla grosera de los mensajes de PAZ, de
deseos de un mundo mejor, de una forma metafísica, pero la realidad es que la
Paz, sin Respeto al ser humano, a la Democracia, a los pueblos, a los Derechos
Civiles y al planeta Tierra, es decir, sin Justicia para la humanidad es una tarea ardua difícil. A continuación ofrecemos un fragmento
de una crítica de libro elaborada por Jordi Rosich sobre la obra “Origenes y Fundamentos del
Cristianismo”, (Kautsty), que todo ciudadano debería conocer.
“El texto adentra al lector en el mundo Antiguo pero de un modo completamente opuesto a la monotonía y superficialidad dominante en los manuales académicos sobre historia de Roma. Antes de explicar el origen y la evolución del movimiento cristiano el libro hace un profundo repaso sobre las bases sociales y económicas del Imperio Romano. Al tratar la sociedad romana de un modo vivo, con sus contradicciones, en su origen y en su decadencia, inevitablemente el lector encontrará paralelismos sorprendentes con la actual situación del capitalismo y en particular del imperialismo estadounidense.
Es interesante como Kautsky señala que, mucho antes de que las contradicciones económicas hicieran insostenible el sistema de dominación esclavista, el ambiente de decadencia y desmoralización había arraigado profundamente en la clase dominante, afectando a sus decisiones y comportamiento. En su conjunto esta obra es una profunda aplicación del materialismo histórico. Algunos pasajes incluso evocan la idea de la revolución permanente.
Antigüedad, cristianismo y lucha de clases.-
El libro sumerge el lector a la Antigüedad y también a la lucha de clases. Al final de la República la sociedad romana presenta "inmensas oposiciones sociales, muchos odios de clase y mucha lucha de clases, insurrecciones y guerras civiles, un deseo ilimitado de una vida diferente y mejor, así como la abolición del orden social existente". Ésta fue la atmósfera en la que se generó el cristianismo, el mayor movimiento de los oprimidos de la historia de la humanidad.
El cristianismo, en sus orígenes, era un movimiento basado en la “comunidad de bienes” y predicaba un odio salvaje contra el rico, una especia de “comunismo primitivo”. Es interesante remarcar, a modo de ejemplo, el evangelio de Lucas en el que el rico va el infierno y el pobre al seno de Abraham, no porque el primero sea un pecador y el último un justo (...). El rico es condenado por la simple razón de que es rico". Kautsky hace numerosas e interesantísimas citas de textos cristianos en este sentido. En algunos de ellos Cristo aparece como una figura bastante alejada del personaje sumiso siempre dispuesto a ofrecer la otra mejilla: "Fuego vine a traer a la tierra: ¡y qué quiero, si ya está encendido! (...) ¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No; sino disensión (...) No he venido a traer paz, sino espadas". (Sin comentarios).
El libro establece un punto de inflexión en el amplio movimiento de lucha contra la opresión romana: la destrucción de Jerusalén, el foco de resistencia más activo, en el año 69 d.C. Los dos siglos anteriores fueron de grandes y crecientes esperanzas en la revolución, mientras el Estado romano, inestable y desgarrado por conflictos internos, parecía que iba a derrumbarse en cualquier momento. La destrucción de Jerusalén destruyó también las expectativas de cambios profundos y abrió un periodo de estabilización del Imperio Romano, hechos que tuvieron un efecto en la comunidad cristiana. El cristianismo fue perdiendo su carácter rebelde hasta convertirse en una religión que predicaba la resignación y la creencia en un mundo mejor... en los cielos.
Dice Kautsky: "...sería difícil encontrar alguna otra religión tan rica en contradicciones y en suposiciones irrazonables como la cristiana porque difícilmente otra religión surgió de elementos tan asombrosamente diferentes: el cristianismo fue transmitido por el judaísmo a los romanos; por los proletarios a los gobernante del mundo; por una organización comunista a una organización formada para la explotación de todas las clases".
Efectivamente, la religión cristiana acabó siendo un instrumento en manos de los opresores. Es muy interesante la descripción detallada que hace el libro del proceso interno de degeneración del movimiento cristiano, donde el control de las finanzas y de un aparato cada vez más desarrollado acaba en manos de una casta privilegiada y totalmente divorciada de los principios que dieron origen al movimiento.
Como ya es conocido, Kautsky también acabó traicionando al marxismo y al movimiento obrero de la forma más vergonzosa. Lenin y Trotsky se emplearon a fondo en rebatir sus sofisticadas y perniciosas manipulaciones. Eso no quita para nada el valor del libro.
El cristianismo debe su grandeza al poderoso impulso de las masas oprimidas contra la división de la sociedad entre ricos y pobres, pero se desarrolló en una fase de la humanidad en la que no había condiciones materiales para el igualitarismo. El movimiento fue usurpado por la clase dominante, que hasta hoy utiliza la religión como un modo de castrar y hacer inocuas las aspiraciones de las masas de un mundo mejor. Queremos un mundo mejor en la tierra, no en los cielos. Este texto es imprescindible para elevar la crítica a la religión al nivel que merece.
(El Libro “Orígenes y Fundamentos del Cristianismo”, base de este artículo, puede ser adquirido en “Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels”).
Información: Teléfono: 914.280.397 y 914.28.38.70
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