… LA
DERECHIZACIÓN DEL SPD, DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.
El 22 de
septiembre se celebraban las elecciones federales en Alemania, obteniendo la
victoria la coalición de la derecha (CDU/CSU) encabezada por Angela Merkel, con
algo más de 18 millones de votos, 3,5 millones más respecto a las pasadas
elecciones. La prensa burguesa ha presentado los resultados como el reflejo del
entusiasmo generalizado de la población alemana hacia la política de Merkel, y
de lo bien que va la economía alemana. Pero la realidad dista bastante de este
cuadro idílico.
Para empezar, a
pesar de esta victoria de Merkel, los liberales (FDP) han sufrido una dura
derrota —por primera vez desde 1949 quedan fuera del Bundestag— perdiendo más
de cuatro millones de votos. Esto resulta sintomático teniendo en cuenta que se
trata del partido que más abiertamente defiende el libre mercado y los
intereses de los grandes empresarios y del sector financiero. Si bien es cierto
que el nuevo partido euroescéptico de extrema derecha impulsado por los grandes
empresarios, Alternativa para Alemania (AFD), ha obtenido algo más de dos
millones de votos, una muestra del proceso de polarización política que también
se vive en Alemania.
Por otra parte, Merkel ha explotado al máximo el hecho de que la situación social y económica alemana no ha llegado aún a la gravedad de los países del sur de Europa. A diferencia de lo que está ocurriendo con el gobierno del PP en el Estado español y otros países, la derecha todavía ha sido capaz de conservar un apoyo importante entre las capas medias. Sin embargo, su táctica no tendría posibilidad de éxito sin el papel jugado por los dirigentes de las organizaciones de izquierdas.
A pesar de que tanto el Partido Socialdemócrata (SPD) como Los Verdes han realizado una campaña centrada en los aspectos sociales —poniendo el acento en el establecimiento de un salario mínimo (inexistente en Alemania) y en la lucha contra la precariedad laboral, prometiendo subidas de impuestos a las rentas más altas—, dejaron bien claro que nunca gobernarían con Die Linke (La Izquierda), frustrando las esperanzas de un posible vuelco político mediante la constitución de un Gobierno de izquierdas. De hecho, parlamentariamente existe una mayoría de izquierdas y la posibilidad de formar un Gobierno entre el SPD, Los Verdes y Die Linke.
La
derechización de la socialdemocracia.-
Además, hay que
recordar que los mayores ataques contra las condiciones laborales y sociales de
la clase obrera alemana (Agenda 2010 y Plan Hartz IV) fueron llevados adelante
por los gobiernos socialdemócratas encabezados Gerhard Schröder (1998-2005), en
coalición con Los Verdes, hecho que continúan pagando en las urnas. El primer
gobierno de Merkel fue una coalición entre la CDU y el SPD, lo que supuso un
hundimiento histórico del SPD en las elecciones de 2009 (23% de los votos). El
actual candidato del SPD, Peer Steinbrück, fue ministro de Finanzas del
gobierno encabezado por Merkel. En estas elecciones, a pesar de una pequeña
remontada (1.325.040 votos más), los socialdemócratas han obtenido los segundos
peores resultados de su historia, un 25% de los votos. Por otro lado, Los
Verdes han sufrido una auténtica debacle, perdiendo casi un millón de votos (el
25% de su electorado).
Tras los resultados electorales se perfila la posibilidad de una nueva Gran Coalición entre el SPD y la CDU/CSU, algo que sin duda supondrá una profundización de la crisis que vive la socialdemocracia alemana.
Un aspecto significativo y relacionado con todo lo anterior es el de la participación electoral, del 71,5%, la segunda más baja desde 1949, solo un 0,8% más que en las elecciones de 2009. Desde las elecciones de 2005 han dejado de votar casi 4 millones de personas. Esta abstención es una clara muestra de que las direcciones de los partidos de la izquierda han sido incapaces de movilizar el voto de los sectores más oprimidos y afectados por la crisis.
Die Linke; hay
que acompañar el discurso con la práctica.
Die Linke
también ha sufrido un importante retroceso, perdiendo el 27% de sus votos
(1.401.307). A pesar del discurso combativo y anticapitalista de esta
organización, especialmente en el Bundestag, su colaboración con la política
del SPD en gobiernos regionales y municipales le ha pasado una dura factura. Un
ejemplo es el de Berlín, donde gobernó junto al SPD, llevando adelante una
política de recortes en los salarios y condiciones laborales de los
funcionarios públicos y privatizando el servicio público de vivienda o
determinados servicios en el principal hospital universitario de la ciudad.
De hecho, a lo largo de la campaña electoral el mensaje de Die Linke ha sido proponerse como una opción responsable dispuesta a gobernar. El líder del grupo parlamentario, Gregor Gysi, llegó a decir que “cuando llegue el momento, seremos más disciplinados que el SPD”. A lo largo de la campaña el mensaje de Die Linke ha sido por un gobierno de izquierdas, algo completamente correcto, pero insistiendo siempre que podían jugar un “papel corrector” en un gobierno con el SPD y Los Verdes. El mensaje que aupó a Die Linke en 2009, consiguiendo unos resultados históricos, se basó en un discurso combativo y anticapitalista, algo que hay que llevar del terreno de las palabras al terreno de la práctica.
Desequilibrios
económicos y polarización social.-
La economía
alemana está sufriendo un proceso de desaceleración, en consonancia con la
contracción que vive la economía mundial, habiendo crecido el PIB en 2012 un
mísero 0,7% y previéndose un crecimiento del 0,4% en 2013, frente a un 4,2% y
3% en los años 2010 y 2011 respectivamente. Una curva claramente descendente.
En los últimos lustros la economía alemana volcó extraordinariamente su peso
hacia el mercado internacional. Mientras en 1980 solo el 20% de su PIB dependía
de las exportaciones, en el año 2012 dicho porcentaje ha llegado a un récord
histórico del 52%. La competitividad de la economía alemana descansó sobre un
acelerado empeoramiento de las condiciones de trabajo de la clase obrera. El
problema de la economía alemana es que ahora se encuentra atrapada en un
mercado europeo y mundial en contracción, y del que depende más que nunca, y un
mercado interno debilitado por la política de recortes que se viene aplicando
desde antes de la crisis.
Efectivamente, ha habido un incremento de la polarización social y de la pobreza en Alemania en los últimos diez años. Es el país de la OCDE donde la desigualdad de ingresos ha aumentado más rápidamente. Entre el año 2000 y 2007 los salarios cayeron un 7,7% de media y en la industria manufacturera un 16,4%. La precariedad laboral ha pasado del 15% a finales de los 90 a un 25% en la actualidad. Desde el año 2000 se perdieron 1,6 millones de empleos a tiempo completo, simultáneamente surgieron tres millones de empleos a tiempo parcial.
De ahí las
milagrosas cifras del paro en Alemania, adulteradas a su vez fruto de
determinados trucos estadísticos, ya que la aprobación del Plan Hartz IV ha
supuesto excluir de las listas del paro a parados de larga duración que reciben
subsidios sociales y son obligados a realizar trabajos para la comunidad por
los que cobran un euro a la hora. Este Plan engloba a 4,4 millones de adultos
en edad de trabajar, lo que supondría, en caso de ser contabilizados como parados,
duplicar la tasa de paro actual, del 5,3% (3.138.000 parados).
La mitad de los
jubilados alemanes reciben una pensión inferior a 700 euros, viéndose obligados
a continuar trabajando para lograr unos ingresos extra con lo que llegar a fin
de mes, y el 50% de los hogares alemanes no pagan actualmente el impuesto sobre
la renta al ganar demasiado poco para llegar al mínimo obligatorio para hacer
la declaración de la renta. Estos y muchos otros datos corroboran el agudo
proceso de desigualdad y pauperización sufrido por la sociedad alemana desde
comienzos del siglo XXI. Todos estos factores preparan el terreno para futuras
explosiones sociales en Alemania, por más que la burguesía y los dirigentes
socialdemócratas y sindicales traten de contenerlo.
VICTOR
TAIBO.
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