Puse las patatas
peladas y cortadas en daditos en una sartén con aceite, un ajito y debidamente
sazonadas. Prendí fuego a la hornilla y empezaron a freírse que daba gusto. La
famosa y socorrida “papa frita” que tanto hambre ha paliado y lo sigue
haciendo, es un magnífico tubérculo que se cría de la planta herbácea que
pertenece a la familia de las solanáceas y es originaria, según los botánicos
de América.
Pero ahora es cultivada
en el mundo entero, debido a las hambrunas
que de nuevo azotan al planeta Tierra, por lo cual se ha hecho
internacionalista y es consumida en grandes cantidades por la
clase obrera más empobrecida. Consta de ramas de tallos de varios centímetros
de altura, con hojas desiguales y partidas y produce unas flores moradas o
blancas, con corimbos terminales, cuyas flores sirven para poco porque en
realidad se reproducen a base de la
siembra del propio tubérculo, cortado por sus yemas o en variedad de menudas.
Pero vamos al grano, es
decir al fruto que son unos tubérculos redondeados, feculentos, carnosos y de
color marrón por fuera y blancos, rojizos o amarillentos por dentro, siendo uno
de los alimentos más utilizados en tiempos de las terribles hambrunas que
vuelven de nuevo a aparecer por las cocinas de los más pobres, siendo por tanto
este alimento muy agradecido por la ciudadanía en precario.
En mi pueblo existe un
dicho de “no me seas papafrita”, que no se si estará muy extendido por otros
pueblos, pero da a entender cuando se dice de alguna persona que es “poco
hábil” o más bien “despistado” o “poco diligente”, o que es “tonto de remate”, lo que da a entender que estas frituras deben
tomarse recién fritas porque frías y lacias ya no es lo mismo, refritas tampoco, y si son ya calcinadas, ni te cuento.
Es igual poco más o
menos lo que me ocurrió, pues con esta
afición que le tengo a aprovechar para estudiar o utilizar las nuevas
tecnologías, con tanto Facebook, Tuenti,
Twitter, Móvil, Ipad y demás entretenimientos, se me
fue “el santo al cielo” y las patatas que se estaban friendo terminaron
carbonizadas y entonces me acordé de las leyes de la dialéctica, de cuando era estudiante, porque en vez de
patatas, éstas volvieron a su estado primitivo de carbono.
La naturaleza funciona
dialécticamente aunque algunos lo nieguen
porque desconocen sus propias leyes, tanto de la cantidad que se
transforma en calidad y viceversa, o la
ley de unidad y lucha de contrarios, o la Ley de la negación de la negación y
algunas otras más que no recuerdo ahora, por lo que si queremos entender uno de
sus procesos fundamentales, es completamente necesario comprender la relación
precisa entre estas cuestiones que demuestran cómo alcanzado un punto crítico,
lo que habría podido ser un exquisito plato, junto a un buen huevo frito de
corral, sus ajitos y sus festoncitos, todo
debidamente sazonado, se había convertido en su contrario, en puro carbón por
efecto del exceso de exposición al fuego.
Este es uno de los
conceptos más básicos del pensamiento dialéctico, en contraposición al
razonamiento meramente formal de la metafísica. Ahora empiezo a comprender y
valorar la visión profunda que proporciona este método de análisis, que ha sido
y sigue siendo muy criticado por los místicos, como le ocurrió a una ministra
que todos recordamos, que quiere solucionar la crisis “rezándole” a la Virgen
del Rocío.
Esa gran experta no
entiende que las moléculas, los átomos y las partículas subatómicas, como explica la física y la química, así como
las masas trabajadoras y el capitalismo, como muestra la economía y las ciencia
sociales, están siempre en movimiento, cambiando de un lugar a otro en un
proceso perpetuo de transformación, contradicción y acción.
Es por tanto la
dialéctica una interpretación esencialmente dinámica de los fenómenos y
procesos de toda la materia en el universo, tanto la orgánica como la
inorgánica, tanto en los campos de la
física, como en la economía, en la política, en la cultura y en las luchas
sociales, tanto con los huevos fritos y las patatas como en las cosas que se
cocinan en las alturas de los Gobiernos.
En verdad soy una
auténtica “papafrita” a la que se le quemaron las papas que teníamos para
comer, pero estoy contenta porque, incluso comparándome, también existen muchas más “papafritas”
incluso en el gobierno. Pero atención
que a algunos de esos gobernantes que mantienen al pueblo “más que frito” con
sus políticas de impuestos abusivos, recortes, ataques y contra-reformas
constantes, puede que les esté operando la dialéctica y se lleven una soberana
sorpresa el día que comprueben, si mantienen el “fuego de la injusticia” permanentemente
encendido, que acabarán achicharrándose comprometiendo sus suculentos sueldos y
prebendas, pues el pueblo que también
está más que “frito” podría saltar de la sartén exigiendo democráticamente que “se cambie la tortilla”, o lo que pudiese
ser peor para ellos, que le prenda fuego a la cocina con los cocineros dentro. Que disfrute cada cual el menú que esté
cocinando. Buen provecho.
Érika Arce Ruipérez.
Alhaurín el Grande
(Málaga).-
es originaria, según los botánicos, de América. seguro, quizá se equivoquen, revisemos que dicen los historiadores
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