Como cada año, la Cristiandad celebra estas fiestas con gran ardor consumista y cada
vez menos fe en la religión que profesa. El enorme aparato mediático de la burguesía se desgañita deseandonos a todos la PAZ, pero el significado de esa palabra no cabe dentro del capitalismo que es un sistema injusto e inhumano que tiene como lógica, la "explotación del hombre por el hombre" . Los mercaderes han "mercantilizado" las ideas originales de Cristo, que luchaba contra el Imperio Romano y el Sanedrín corrupto y a favor de los pobres, los esclavos y los menos favorecidos. La clase dominante a través de su enorme aparato mediático nos bombardean
insistentemente con la propaganda para animarnos al consumo como forma
desesperada para intentar cebar el pistón de los mecanismos del sistema
de producción, para ver si la locomotora se pone en marcha. Eso no tiene
nada que ver con el cristianismo y sí mucho con una superstición
infantilista ciega. La mayoría de las personas no quieren saber lo que
ES el cristianismo ni tampoco lo que no ES. Existe una “alienación
mental colectiva” de la que la mayoría de la sociedad está contagiada.
Igualmente existe una mezcla grosera de los mensajes de PAZ, de
deseos de un mundo mejor, de una forma metafísica, pero la realidad es
que la Paz, sin Respeto al ser humano, a los pueblos, a los Derechos
Civiles y al planeta Tierra, es decir, sin Justicia para la humanidad
es una tarea arduo difícil. A continuación ofrecemos un fragmento de
una crítica de libro elaborada por J.Rosich sobre la obra “Origenes y
Fundamentos del Cristianismo”, ( autor Kart Kausty), que todo
ciudadano debería conocer.
“El texto adentra al lector en el
mundo Antiguo pero de un modo completamente opuesto a la monotonía y
superficialidad dominante en los manuales académicos sobre historia de
Roma. Antes de explicar el origen y la evolución del movimiento
cristiano el libro hace un profundo repaso sobre las bases sociales y
económicas del Imperio Romano. Al tratar la sociedad romana de un modo
vivo, con sus contradicciones, en su origen y en su decadencia,
inevitablemente el lector encontrará paralalelismos sorprendentes con la
actual situación del capitalismo y en particular del imperialismo
estadounidense.
Es interesante como Kautsky señala que,
mucho antes de que las contradicciones económicas hicieran insostenible
el sistema de dominación esclavista, el ambiente de decadencia y
desmoralización había arraigado profundamente en la clase dominante,
afectando a sus decisiones y comportamiento. En su conjunto esta obra es
una profunda aplicación del materialismo histórico. Algunos pasajes
incluso evocan la idea de la revolución permanente.
Antigüedad, cristianismo y lucha de clases.-
El
libro sumerge el lector a la Antigüedad y también a la lucha de clases.
Al final de la República la sociedad romana presenta "inmensas
oposiciones sociales, muchos odios de clase y mucha lucha de clases,
insurrecciones y guerras civiles, un deseo ilimitado de una vida
diferente y mejor, así como la abolición del orden social existente".
Ésta fue la atmósfera en la que se generó el cristianismo, el mayor
movimiento de los oprimidos de la historia de la humanidad.
El
cristianismo, en sus orígenes, era un movimiento comunista y predicaba
un odio salvaje contra el rico. Es interesante remarcar, a modo de
ejemplo, el evangelio de Lucas en el que el rico va el infierno y el
pobre al seno de Abraham, "no porque el primero sea un pecador y el
último un justo (...). El rico es condenado por la simple razón de que
es rico". Kautsky hace numerosas e interesantísimas citas de textos
cristianos en este sentido. En algunos de ellos Cristo aparece como una
figura bastante alejada del personaje sumiso siempre dispuesto a ofrecer
la otra mejilla: "Fuego vine a traer a la tierra: ¡y qué quiero, si ya
está encendido! (...) ¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No;
sino disensión (...) No he venido a traer paz, sino espadas". Sin
comentarios.
El libro establece un punto de inflexión en el
amplio movimiento de lucha contra la opresión romana: la destrucción de
Jerusalén, el foco de resistencia más activo, en el año 69 d.C. Los dos
siglos anteriores fueron de grandes y crecientes esperanzas en la
revolución, mientras el Estado romano, inestable y desgarrado por
conflictos internos, parecía que iba a derrumbarse en cualquier momento.
La destrucción de Jerusalén destruyó también las expectativas de
cambios profundos y abrió un periodo de estabilización del Imperio
Romano, hechos que tuvieron un efecto en la comunidad cristiana. El
cristianismo fue perdiendo su carácter rebelde hasta convertirse en una
religión que predicaba la resignación y la creencia en un mundo mejor...
en los cielos.
Dice Kautsky: "...sería difícil encontrar
alguna otra religión tan rica en contradicciones y en suposiciones
irrazonables como la cristiana porque difícilmente otra religión surgió
de elementos tan asombrosamente diferentes: el cristianismo fue
transmitido por el judaísmo a los romanos; por los proletarios a los
gobernante del mundo; por una organización comunista a una organización
formada para la explotación de todas las clases".
Efectivamente,
la religión cristiana acabó siendo un instrumento en manos de los
opresores. Es muy interesante la descripción detallada que hace el libro
del proceso interno de degeneración del movimiento cristiano, donde el
control de las finanzas y de un aparato cada vez más desarrollado acaba
en manos de una casta privilegiada y totalmente divorciada de los
principios que dieron origen al movimiento.
Como ya es conocido,
Kautsky también acabó traicionando al marxismo y al movimiento obrero de
la forma más vergonzosa. Lenin y Trotsky se emplearon a fondo en
rebatir sus sofisticadas y perniciosas manipulaciones. Eso no quita para
nada el valor del libro.
El cristianismo debe su grandeza
al poderoso impulso de las masas oprimidas contra la división de la
sociedad entre ricos y pobres, pero se desarrolló en una fase de la
humanidad en la que no había condiciones materiales para el
igualitarismo. El movimiento fue usurpado por la clase dominante, que
hasta hoy utiliza la religión como un modo de castrar y hacer inocuas
las aspiraciones de las masas de un mundo mejor. Queremos un mundo mejor
en la tierra, no en los cielos. Este texto es imprescindible para
elevar la crítica a la religión al nivel que merece.
(Este libro puede ser adquirido en la Editorial “Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels”).
Información en: fundacion@federicoengels.org
23 de diciembre de 2012
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