Poco más de un año ha
durado el Gobierno “Tecnocrático” impuesto en Italia por la dictadura
financiera de la Troika al servicio del imperialismo. La crisis política de la clase dominante,
consecuencia de la recesión económica
sin salida, enfrenta a la burguesía italiana que no ofrece más
alternativa que recuperar a Berlusconi, continuar con el fracasado Monti o
potenciar a Bersani, el nuevo lides del Partido Democrático de la Izquierda, que van a disponer de algo más de dos meses
para enfangar la campaña electoral, desestabilizando la situación europea que
va a estar muy pendiente de lo que suceda, porque corren el peligro de que
consigan un país ingobernable con subidas de nuevas fuerzas anti-sistema.
En Italia, al igual que
en toda Europa, existe ya un ambiente de contestación social muy profundo,
alimentado no solamente por los terribles efectos de la crisis sobre las masas,
sino por el carácter particularmente reaccionario de los gobiernos corruptos e incluso
antidemocráticos, tanto en el periodo de Berlusconi como en el de Monti, que están
bastante apartados del sentir del pueblo.
La dura ofensiva de la
patronal que llegó a romper unilateralmente los convenios colectivos de algunos
sectores, es un castigo fortísimo que está sufriendo la clase obrera y que ha
iniciado ya el proceso de rebelión social con luchas y convulsiones muy
virulentas, donde cientos de miles de trabajadores italianos inundan las calles
con protestas, convocados por las centrales sindicales, principalmente la CGIL, la potente Federación del metal FIOM y demás fuerzas
sociales.
Es preciso señalar que
uno de los rasgos más interesantes de la situación sindical en Italia ha sido
la rapidez y claridad con la que se ha desarrollado el procedo de
diferenciación interna en la CGIL, enfrentándose por una parte el sector que
defiende el “sindicalismo de pactos y consensos” con la burguesía, burocratizado y de
despacho, y otro sector más luchador y combativo que se radicaliza y se aglutina
en torno a la Federación FIOM, que apuesta por un claro giro a la izquierda
para luchar contra la ofensiva patronal.
Sin embargo, la
dirección de la CGIL quiere evitar a toda costa que se presente ese escenario
de enfrentamiento radicalizado y masivo que le puede producir un gran desgaste,
como ha ocurrido anteriormente en Francia. Por ello intentan contener lo
inevitable, pero el empuje hacia luchas cada vez más extensas y radicalizadas
es una tendencia imposible de parar que podría desembocar e movilizaciones
similares a las del 14N en toda Europa.
La situación
política y social en Italia es
extremadamente volátil, porque, al igual que las demás burguesías europeas, la
italiana se ha lanzado a un ataque frontal contra el movimiento obrero pero
tiene el inconveniente que la clase dominante tiene una maquinaria dividida,
obsoleta y bastante desprestigiada, debido a los años de deterioro de la
extrema arrogancia, chulería y situaciones provocativas de Berlusconi, que sus votantes vieron como cedió ante la
imposición del tecnócrata Monti, que nadie lo había elegido y ahora desconfía
del intento de Berlusconi de volver al ruedo en busca de poder para,
posiblemente, salvarse de la quema, pues la Justicia le pisa los talones.
En los ciudadanos se
nota un ostensible menosprecio hacia esos elementos desgastados por sus
problemas internos y su incapacidad de dar una respuesta a las aspiraciones de
las masas y a los problemas de paro, la inflación, la crisis y los recortes
constantes, lo que indica que la democracia burguesa está en un terrible dilema
y un declive constante, alimentando la compra-venta descarada de puestos y
saqueando a los ciudadanos que tienen que rascarse el bolsillo, con abultados
impuestos para satisfacer el ansia de beneficio de la corrupta clase dominante.
Importantes sectores de
la burguesía muestran su preocupación por el panorama cada vez más deteriorado
que se presentará, si cono parece que pueda darse si ninguna fuerza obtiene una
mayoría suficiente para gobernar. Están
barajándose muy seriamente la articulación de una alternativa de Gobierno de
coalición o de Concentración incluso
incorporando al Partido Democrático, de centro izquierda, punto central para tratar de dar mayor
estabilidad a la burguesía, que les permita tener alguna oportunidad para
llevar adelante los planes contra la clase obrera italiana, pero eso podría
llevar a situaciones similares a la de Grecia.
Incluso en ese caso,
tampoco puede decirse que quedaría resuelto el problema de fondo, como es la
brutal crisis sistémica del capitalismo y de la clase dominante, sino que se
agudizará por la dinámica de la recesión, abriéndose la puerta a un proceso de
mayor enfrentamiento entre las clases y el resurgimiento de un fuerte polo
obrero que busque una alternativa por la izquierda favorable al movimiento
sindical y político por fuera del sistema.
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FORMACIÓN.
IZQUIERDA SOCIALSITA DE
MÁLAGA-PSOE-A
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