DONDE SE CUENTA LA VERDADERA HISTORIA DE LA FAMOSA CARTA ESCRITA POR DON ERNESTO QUIJANO,(Abuelo de Don Quijote) DIRIGIDA A ESTA HUMANIDAD SIN EMPLEO, OCIOSOS FORZADOS Y A LOS QUE PADEZCAN DE HOLGANZA, ASÍ COMO DEL EXTRAÑO MODO EN QUE FUE REVELADA, DONDE SE RELATAN OTROS FAMOSOS SUCESOS Y REFLEXIONES.
Queridos y desocupados lectores y lectoras:
Me podrás creer que quisiera que estas mal trazadas líneas, como producto de mi entendimiento, fuera el fruto más hermoso, el más gallardo y el más sincero de mis reflexiones que jamás pudiera imaginarse.
En verdad, no he podido yo contravenir la orden de la naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante, pero también su contrario u opuesto y séanme testigos cuantos aquí me leen, cómo contra mi voluntad y forzado por las circunstancias, abro las jaulas y doy suelta a mis fieras, sin que sirvan las protestas de estos señores, a los que posteriormente me referiré, que nos culpan de que todo va mal sin tener en cuenta los daños que esas sus propias bestias hicieren, corran y vayan con el cuento de que deben ser atacados nuestros salarios y nuestros derechos como humildes productores, para que se vean restituidas con premura sus arcas con los sacrosantos beneficios procedentes del sudor de nuestras frentes, con la complicidad, aquiescencia y bendición de Su Santidad.
¿Qué podría engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, siendo solamente un obrero inculto ya jubilado, sino la historia viva de banqueros y explotados, unos que acumulan tantas riquezas y poder y otros que heredamos ridículas pensiones, que a duras penas llegan a “mileuristas”, (Que traducidos al fiel, son del equivalente a un maravedí viejo, moneda de vellón que corrió por Castilla y que valía la tercera parte de un real de plata), después de más de 44 años que he sufridos de trabajos diversos y agotadores, a más de unos iniciales seis años de esclavitud agrícola, entre la infancia y la adolescencia y una situación harto desagradable de 15 meses de condena forzosa “en galeras” en contra de mi voluntad, cuyo nombre bajo el antiguo régimen era la llamada “mili”, todo ello a su vez, pagando abusivas y constantes cotizaciones sociales e impuestos gravosos por todo lo consumido?.
Aunque por mi edad, puedo parecer ascendiente remoto, soy más bien en lo concreto el mismísimo abuelo de Don Quijote de la Mancha y no quiero desaparecer de este marrano e hipócrita mundo, sin suplicarte con lágrimas en los ojos, respetadísimo lector, al igual que podrían hacerlo otros ocho o diez millones de habitantes de este Reino de las Españas, contándome ciertamente de entre ellos como pensionista, pero también solidariamente entre los parados, las viudas, los huérfanos, las doncellas menesterosas y demás seres humanos que se desviven entre el filo de la indigencia y la más atroz de las adversidades.
Ruégote que perdones, lector o lectora carísimo, o al menos disimules las faltas y los abusos que en este escrito vieres, pues si eres pariente, o amigo de algunos de los afectados y/o referenciados, te suplico obres en consecuencia y te pido tu comprensión magnánima por si en algo falto al respeto personal a alguien.
Tú tienes un cerebro con inteligencia propia dentro de tu cuerpo y además tienes tu libre albedrío como el más pintado de los mortales vivientes, y a su vez, eres el verdadero Rey de tus pensamientos todo lo cual te exenta y hace completamente libre de todo respeto y obligación para sacar las conclusiones que te parezcan más acertadas.
Estas elucubraciones mentales, sin entrar en más rodeos o exordio que pudiese servir de principio para ejecutar estas reflexiones, sin más preámbulos o digresión antes de entrar en materia o de empezar a decir claramente lo que intento, sirva la presente como preparación, disposición y entrada para intentar llegar al fin propuesto, donde se tratarán de las pequeñas e interesantes grandes historias que se han sucedido y siguen sucediendo entre los ricos y los pobres de este universo mundo.
Los Señores Banqueros, como defensores de las clases más pudientes e ilustradas, suelen poner su intento y empeño en guardar los dineros, pues es solamente el afán de lucro el que los mueve y para conseguirlo, la forma más directa que tienen es la explotación del obrero, comprando su fuerza de trabajo.
En entrando cualquier pecunia dineraria en sus faltriqueras, como no sea sencillo, lo condenan a cárcel perpetua y a eterna oscuridad en sus cajas fuertes bancarias. De modo que cobrando siempre y gastando nunca, llegan a amontonar la mayor cantidad posible del dinero que existe en este empobrecido, que no pobre, Reino de las Repúblicas de las Españas.
Esos banqueros, son los dueños de los capitales, a la vez su hucha, su polilla, sus picazas y asimismo sus comadrejas; todo ello se lo llevan, todo lo tragan y todo lo esconden. Después de centurias de amasar inmensas riquezas, de la noche a la mañana, dicen que ya no hay dinero. Piden, cual plañideras que al miserere cantaren, a la pobre clase trabajadora, que les hagamos un Empréstito, vía presupuestos generales del Estado.
Considérese que esos usureros son unos cuantos decenios de miles de personas y que cada día ganan y esconden poco o mucho y que una calentura vertiginosa de la economía acaba la vida como la de un tabardillo y como van creciendo en sus fortunas, bien disfruten de bonanza o bien vengan las vacas flacas, se van aumentando los escondedores pecuniarios que crecen y han de crecer en infinito, como la propia experiencia lo demuestra.
Como dijere mi nieto Alonso Quijano, cuyo alias por todos sabido es “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, en las certeras frases puestas en su boca por Don Miguel de Cervantes, “Gigantes he vencido, y follones y malandrines le he enviado, pero, ¿a dónde le habían de hallar la conciencia del pueblo, si está encantada, alienada y vuelta en la más fea de las conciencias burguesas que imaginarse pueda, a causa de algún maleficio?”
Hállese pues el pueblo obnubilado por tanto canto de sirena procedente de la cultura metafísica de la clase dominante, cuyo pueblo no atina a conocer la realidad concreta que le depara la vida, ya que de entre esos malandrines no hay castidad, ni hartura para medrar, ni entran en el espíritu de religión, la cual dicen profesar por conveniencia. Pero en verdad, aplican aquella letanía de:
“los ricos repiten por mayores modos
ya todo se acaba, pues hurtemos todos”.
Y aunque muchas veces he procurado persuadir a los que se engañan en tener la opinión que tienen del contencioso de la vida, ya que están tan asidos e incorporados en su parecer, de que no hay solución a sus males, explicándoles que la mejor forma de avanzar en las conquistas sociales es mediante la lucha y la reivindicación de clases, es harto difícil la moción, aunque quedan en éstos marcados el estribillo que se hace realidad en la otra rima:
“Así en mil arbitrios se enriquece el rico
y todo lo pagan el pobre y el chico”.
Parécenos que las acciones se han encaminado a querer dar a entender, que no ha habido persona en el mundo que defiendan la verdad y que todos los argumentos son asimismo falsos, mentirosos, dañadores e inútiles para una buena república y que hemos hecho mal en mal interpretarlos, pero es evidente que esos importantes caballeros, que representan a Don Dinero, todos se reúnen, dialogan, analizan, todos se unifican para potenciar sus herencias y capitales, como acabamos de ver en la bella y sufrida AL-ANDALUS, con la agrupación de diversas entidades financieras de reducida extensión, para unificarlas e incrementar sus beneficios alcanzando la unificación reciente de los capitales bajo la bandera de UNICAJASUR cumpliéndose al punto el adagio de:
“Si al despedazarlos acaso barrunta
que valdrá dinero, lo admite la Junta”.
Gobernantes he visto por ahí que a mi parecer, no llegan a la suela de un zapato de mi nieto Don Quijote, y con todo ello los llaman Señorías y los sirven con platas, oros, trajes y prebendas. Algunos de ellos, no mucho ha, reunían tanto poder y tanta fama, que con estrambótico Trío nombrado el de las Azores hicieron grandes estipendios y matanzas, pero sus dineros aumentaron, pues, no los consume ni las guerras, ni ejercicio que desgraciadamente los trabaje, pues sacar provecho de las muertes ajenas siempre ha sido uno de sus oficios principales de esos principales Señores, pues la historia quevedesca cuenta aquello de:
“Si guerras se alegan y gastos terribles,
las justas piedades son las invencibles”.
Róbannos a pie quedo y con los frutos de nuestros propios sudores que nos revenden, se hacen cada vez más ricos con el nuevo invento de los “asaltos y saqueos a caminantes” que ahora llaman “créditos hipotecarios”, dejándonos a nosotros cada vez más pobres, a la vez que reforzamos nuestras impresiones de que:
“Los que tienen puestos,
lo caro encarecen
y los otros plañen,
revientan, perecen…”
Esos señores de tan Alta Alcurnia, con orígenes y ascendencias de nobles linajes, cual nueva hidalguía de cleptócratas insurgentes, invierten bien poco y no gastan ya ni lo suficiente en sus hijos en lo tocante a la Educación, porque su Ciencia no es otra que la de robarnos y ésta fácilmente se aprende, pues no precisa de ética o moral alguna.
Todas estas pláticas que espero hayan sido leídas y gozadas con grandísimo contento, al menos por los unos, aunque con enorme frustración, quizás, por los otros, pareciéndoles que las mismas se encaminan a la consecución de la explicación de mis reflexiones, despidiéndome quisiera poner fin a esta misiva, con estos versos, unos alegres, otros insolentes, pero con la sana intención de extenderles mi más sincero agradecimiento de aquello que mis amigos lectores pudiesen haber sacado de provecho.
“Si en algo he excedido,
merezco perdones,
duelos tan del alma
no afectan razones
y al punto sincero,
si a alguien molesté,
le pido disculpas,
me excuso otra vez.
ERNESTO QUIJANO (*)
(*) Abuelo de Don Quijote de la Mancha.
(Traducción Libre desde el Latín a Lengua Romance por Pepe Martín (Málaga) en la que ha intentado mantener un equilibrio entre el “sentido del humor y el sentido de la proporción” como es norma en estos menesteres).
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