2 de noviembre de 2018

“EL ABANDONONO DEL MARXISMO EN EL PSOE”.

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“La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”. (Marx).
 (…)  “”Durante el último fin de semana de septiembre de 1979 se celebró en Madrid el Congreso Extraordinario del PSOE posterior al 28° Congreso. En él se abandonó  (el marxismo en el) PSOE y se acabó con la democracia interna existente. Se olvidaron principios y las bases dejaron de contar. Un todo en uno que posibilitó que en el siguiente Congreso (celebrado en 1981) hasta Felipe González pasase la vergüenza de un congreso a la búlgara sin ninguna crítica. Pero en 1979 se instauró, algo que sigue hasta la fecha, el culto a la personalidad como mecanismo de relación entre la ejecutiva y las bases, entre el secretario general y las decisiones.
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Todo comenzó mucho antes. Tras una cena en el hotel Colón de Barcelona junto a Joan Raventós, Josep Maria Triginer y Josep Verde en mayo de 1978, afirmó que pediría al PSOE que abandonase el marxismo como seña de identidad del partido en el siguiente congreso. Se creó un gran revuelo que fue apaciguado medianamente por Alfonso Guerra con una rueda de prensa donde afirmó: “Nadie ha dicho en el partido que se vaya a abandonar el marxismo como factor ideológico; lo que ocurre es que ningún partido socialista de Europa se define específicamente como marxista, porque pasó la época de las sectas ideológicas; el marxismo no es un dogma, sino un método de análisis de la realidad y de la historia, y yo he dicho en otras ocasiones que ser sólo marxista es no ser marxista, y yo desde luego soy marxista”.
 Resultado de imagen de XXVIII Congreso PSOE(28 Congreso PSOE) 
A ello se suma que Adolfo Suárez se refirió en la última intervención televisiva antes de votar el 1 de marzo de 1979 al peligro de las “hordas marxistas” que ponían en peligro “nada más y nada menos que la propia definición del modelo de sociedad en que aspiramos a vivir”. En el PSOE ya se veían ganadores por una serie de sondeos, algunos hechos por José Félix Tezanos, que así lo decían. Se convenció el secretario general que esa adjetivación le había impedido llegar al gobierno. Aunque había más detrás de ese deseo de abandonar la catalogación de partido marxista, se quería pasar de un partido de militantes (de masas si prefieren) a un partido electoralista y de poder. Y el marxismo podía ser una buena cortina de humo para numerosas críticas de las bases contra la dirección.
 Resultado de imagen de XXVIV Congreso PSOE(29 Congreso PSOE) 
Realmente el PSOE nunca se había declarado marxista en su historia hasta el 27° Congreso celebrado en Madrid, el primero tras el exilio. Lo curioso es que fueron los sevillanos y el círculo Pablo Iglesias, con Alfonso Guerra y Joaquín Almunia los que introdujeron el concepto. Más por parecer que por ser en una época pre-transición. También quisieron colar una referencia a la dictadura del proletariado para parecer más de izquierdas que nadie, pero González y la lógica lo impidieron. Incluso el Partido Comunista Francés ya estaba pensando en abandonar, mediante un profundo y duro debate, esa concepción, como para ponerse el PSOE a hacer locuras.
 Resultado de imagen de XXVIII Congreso PSOE

 Tampoco los que defendieron la permanencia del marxismo, salvo Luis Gómez Llorente, Enrique Tierno Galván o Manuel de la Rocha, eran unos grandes conocedores del marxismo. Se utilizó la epistemología para atacar a González y compañía por el centralismo en las decisiones que existía. En un partido profundamente democrático, donde las asambleas locales eran hervideros y verdaderas decisoras, donde los delegados a los congresos acudían desde las agrupaciones locales, donde las resoluciones congresuales eran casi sagradas (vamos todo lo que no pasa hoy en día), el felipismo o la adoración del líder carismático acrítica no sentó bien.
 Resultado de imagen de XXVIII Congreso PSOE. Gomez Llorente

Nadie en el PSOE iba a crear una batalla por algo como el concepto de marxismo que habían introducido Guerra y Almunia (¡quién lo diría hoy!), pero sí por perder los principios del pablismo y la democracia asambleísta. Porque esas eran las señas de identidad del PSOE, austeridad, apoyo a la clase trabajadora, democracia de bases y apoyo a la lucha de clases mediante la movilización del sindicato hermano (UGT). Eso es lo que el sector crítico veía que se iba perdiendo en favor de decisiones tomadas por una oligarquía partidista que basaba todo en el poder carismático del líder. Como recuerda el historiador Santos Juliá: “Por debajo de ese término, lo que se sometió a discusión, por última vez, fue la concepción misma del partido, la dirección política emprendida desde el anterior congreso, el juicio sobre la transición a la democracia y la definición de las tareas que en futuro esperaban los socialistas”.
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Con el marxismo González y los suyos tenían una extraordinaria cortina, lo que no esperaban es que en el 28° Congreso las bases saliesen rebeldes y aprobasen una ponencia política que seguía defendiendo al PSOE como marxista. Francisco Bustelo haciendo, seguramente, su mejor discurso de su vida enardeció a los delegados socialistas que terminaron cantando La Internacional y aprobando la ponencia. Enfrente la ejecutiva felipista mandó a Almunia, que como todo el mundo sabe no es un dechado de virtudes oratorias. Viendo el panorama, González tomó la palabra entrada bien la noche y aduciendo, con término bíblicos, que él no era “como un junco que se dobla al aire que sopla”, por lo que renunciaba a presentarse como secretario general. El Congreso estalló y todo saltó por los aires. Los delegados querían un PSOE marxista y con González al frente. Lágrimas en los rostros de cuadros y militantes de base. Guerra y demás acusando a Tierno Galván y Gómez Llorente de haber “asesinado al padre”. Los críticos quisieron montar una ejecutiva temporal para salir del paso, pero ahí el establishment se movió y de qué manera.


Robert Michels, famoso por su Ley de hierro de la oligarquía en los partidos políticos, afirmó que “la renuncia al cargo, en la medida que no es una mera expresión de desaliento o protesta, en la mayor parte de los casos es una forma de retener y fortalecer el liderazgo”. Eso intentaba González y por ello contó con la ayuda de diversas presiones para que no se presentase una lista del sector crítico. Como reconoció Tierno Galván, le habrían llamado desde la Casa Real y de algunas embajadas para pedirle que no presentasen lista y que todo quedase para un nuevo congreso. Eso sí, al día siguiente todos los medios de comunicación se lanzaron al cuello del sector crítico, especialmente, El País.” Pero la voluntad del XXVIII Congreso al definir al PSOE como partido de clase (pese al carácter interclasista de su militancia y su electorado) y marxista (pese a la obvia imposibilidad de reducir el socialismo como organización política a una de sus corrientes amplia y contradictoria de añadidura teóricas) fue movida también por otros impulsos.


No es uno de los menores la consciente y perseverante ambigüedad de una parte de la comisión ejecutiva. Todavía más operativos fueron los deseos de algunos líderes de jugar en el tablero de la ideología una partida, que en realidad tenía el poder como último botín. A este respecto, pocas dudas caben de que el sector más radical del congreso fue víctima de un gigantesco embarque propiciado desde la comisión ejecutiva, donde Gómez Llorente osciló entre la solidaridad corporativa, y la tentación de la secretaría general, y desde otras zonas de autoridad e influencia dentro del propio partido” decía el editorial el día 22 de mayo de 1979.


Según Sigmund Freud, después de cometer el parricidio se produce la totemización del muerto y por tanto pasa a ser intocable y venerado. Eso mismo ocurrió dentro del PSOE después de ese congreso y en los años siguientes. González se hizo intocable, eso sí, comparado con lo que ocurre ahora tenía más crítica que lo que tienen los actuales dirigentes estatales o regionales. Las críticas casi desaparecieron pero las hubo y muy duras desde Izquierda Socialista (la conversión del sector crítico en Corriente de Opinión) y desde UGT. Hoy en el PSOE hay adoración sin importar quien esté al frente. Eso es algo que ha quedado desde los años de González, se convirtió el cargo de secretario general en una especie de tótem intocable. Algo que han aprovechado muy bien,  mediocres y palmeros,  para ocupar las más altas cotas de poder. El caso es que González se tornó intocable y el PSOE se plegó a sus deseos.

El primer deseo fue abandonar cualquier referencia intelectual al marxismo para dar el salto a una mezcla de socialdemocracia y liberalismo que sería la base del proyecto regeneracionistas y nacionalista de González al frente del gobierno desde 1982. Pero también se modificaron los estatutos para acabar con cualquier tipo de democracia de base. Todo para la ejecutiva y su líder y nada para la militancia. Ocurrió que el viento sopló de cola con alcaldías, fracaso de UCD y la grandísima victoria del 28 de octubre con 202 diputados. Pero por el camino muchos principios se habían perdido.  No tanto por abandonar un análisis marxista de la realidad (curioso que hoy en día sea utilizado por numerosos intelectuales menos en el PSOE y otros partidos del arco socialdemócrata), sino por renunciar a los principios pablistas y marxistas que dotaban al PSOE de una ética impecable. Luego vinieron los coches oficiales, los mamoneos para tener un cargo, los casos de corrupción y una transformación social que, con el tiempo, se ha visto que estaba colgada por leves hilos. Los cuales fueron cortados por esa misma clase dominante que protegió a González cuando abandonó el marxismo.

Todo lo narrado puede que les haga rememorar hechos más recientes. Ya conocen lo que pasó hace años. Y como decía Marx, la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa.(*) En la primera se abandonó el marxismo y se totemizó a un líder carismático como González. Hoy ha abandonado cualquier principio ideológico(…)
Fuente:
https://construirenlibertad.wordpress.com/2018/10/01/39-anos-del-abandono-del-marxismo-en-el-psoe/#more-140
(*) (Pero a veces puede ocurrir a la inversa, primero la “Farsa” y luego viene la “Tragedia” que solo la militancia podrá evitarla en el PSOE).

1 comentario:

  1. Un partido democrático precisa de la participación activa de su militancia; la definición de una identidad que oriente la actividad orgánica e institucional es fundamental en el Partido Socialista, más allá de quién en cada momento le corresponda liderar dicho patrimonio, que no es de propiedad individual de nadie, sino legado de los millones y millones de socialistas que fueron y continuarán siendo. La clase trabajadora necesitamos un PSOE fuerte, una herramienta eficaz que lidere de forma inequívoca la transformación de nuestra sociedad, frente a la creciente pobreza y desigualdad, frente al fascismo galopante que amenaza con destruir la democracia.

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