Cuando una fuerza política como el PP, pierde la confianza del votante como señalan todas las encuestas, entra en una clara decadencia agónica. De aquellos 800.000 afiliados que falsamente dijeron tener, en realidad llegaron cotizando sobre unos 60.000 a su Congreso. Ahora no los quieren ni los más derechistas, porque la competencia por los restos del franquismo es feroz entre las 3 “facciones” que se disputan el voto de la extrema derecha. Se lo tienen merecido, por su nefasta política contra la clase menos favorecida.
Las condiciones de deterioro del nivel de vida y de los salarios a las que Rajoy y el PP sometieron al pueblo, se transformaron en un problema irresoluble bajo el modelo capitalista de libre mercado y su clase dominante, mientras que se ataba las manos a la clase trabajadora con su Contra-Reforma Laboral y demás leyes reaccionarias, arrebatando al trabajador derechos conquistados que equivalía a someterle a un combate desigual y trucado.
Esa política reaccionaria del PP se venía agravando por la incompetencia, los abusos y los errores con los que dejó pudrir el conflicto de la cuestión nacional en Cataluña y en vez de Rajoy explorar vías de diálogo para intentar encauzarlo hacia métodos democráticos, creyó evadirse del problema que era y sigue siendo eminentemente POLITICO descargándoselo al aparato JUDICIAL.
Las últimas acciones confirman la sospecha de que, la cúpula del Poder Judicial, mantiene un marcado carácter reaccionario que complica la situación manteniendo encarcelado durante más de un año, sin juicio previo a varios de los políticos que habían promovido la reclamación del Derecho a decidir, que es un objetivo legítimo en cualquier democracia avanzada.
Por otra parte, ahora el Poder Judicial sale raudo y veloz, de un día para otro, en auxilio de los intereses de la Banca, congelando su sentencia de inmediato, sobre los “Impuestos sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados” que afectan tanto a las hipotecas, pero que beneficiaría a la ciudadanía y se condena a los banqueros a devolver lo cobrado indebidamente. Para profundizar en esta controversia se recomienda leer un artículo publicado el sábado en Diario 16, escrito por Santiago Aparicio, titulado “El Tribunal Supremo se vende a la fracción financiera” (http://mediterraneo.diario16.com/tribunal-supremo-se-vende-la-fraccion-financiera/).
Se ha abierto un agrio debate porque es muy sospechosa la acción de la Justicia ya que si se modifica la sentencia para eludir a la Banca el pago de lo que han cobrado ilegalmente a los hipotecados, quedaría muy cuestionada la “imparcialidad de la justicia” una vez más, pues se prima a la Banca que es la que se beneficia con esa “rectificación”. (Que sería negativa para los intereses del pueblo).
Continuando con lo anterior, tras más de un año de agravamiento del conflicto nacionalista, espoleado por la guerra de las Banderas y los Lazos, la situación sigue latente, aunque con un cambio de escenario tras el nuevo Gobierno PSOE, pero si no se consigue un aplazamiento,(Que éste si sería una rectificación positiva para resolver el conflicto, excarcelando a los prisioneros que siguen siendo “presuntos” culpables) con algún tipo de entendimiento que permita abrir el diálogo con tiempo suficiente para explorar una salida democrática, el dilema se enquistará y agravará.
Ese dilema al que se somete a las masas sin su consentimiento democrático, por una parte nos obliga a combatir el auge de un posible bloque de ese venenoso “neo-nazi-fascismo” españolista, cuyos portavoces principales, Casado, Rivera y el neoVox, encarnan ese “trío de la reacción franquista”, que tienen como programa común la defensa de un régimen totalitario como herederos del golpista Franco al cual reivindican, o por otro lado, luchar a fondo por una victoria del “bloque social”, que podría estar representado por el PSOE, Izquierda Unida, Podemos, ERC en conjunción con las demás fuerzas sociales y sindicales, que promuevan una salida económica a la problemática social y al conflicto territorial, mediante la aplicación de un programa democrático profundo y de carácter avanzado, que supere a este Estado burgués corrupto, devastador y agotado por los saqueos, la evasión fiscal, la economía sumergida y el lastre de una Judicatura lenta cuya imparcialidad no se refleja en sus acciones.
Muchos votantes de izquierdas esperan que tras las elecciones del 2 de diciembre, si Susana Díaz tiene la oportunidad de elegir formar gobierno entre Cs o con Adelante Andalucía, no cometa el error ya rechazado por la militancia del PSOE, cuando se quiso forzar a Pedro a pactar con Cs, cuestión que fue resuelta por la militancia con el “No es NO” a la Derecha y su acción valiente y ejemplar desautorizando a las “baronías”. Ningún votante de izquierda entendería que con su voto se le diera cobijo a Cs, tras el giro a la derecha y sus guiños programáticos a los extremistas “neofascistas”.
Además, se necesita ese giro a la izquierda para acompañar el intento que se hace a escala Federal, de buscar una salida a la Portuguesa y así intentar lograr un Gobierno Central fuerte y cohesionado. Suenan próximos los tambores de una recaída de la recesión y no podrá haber un crecimiento permanente de las fuerzas productivas como en el pasado, que absorba el crecimiento del paro estructural, que se está acelerando por la introducción de la robótica y los nuevos descubrimientos técnicos, ni con un PSOE divergente y mucho menos con las Derechas en el poder.
Es probable un agravamiento económico con la desaceleración y el crecimiento vegetativo del número de jubilados, el paro y la falta de presupuesto público suficiente, si no se orienta la economía en líneas socialistas introduciendo la planificación y el reparto equitativo de las horas de trabajo, con una lucha firme contra la corrupción, para evitar las crisis crónicas que son cada vez más agudas e insoportables bajo este capitalismo que las muestra con toda su crudeza.
Si continúan aplicándose los mecanismos del “libre mercado”, que se hace cada vez más depredador y salvaje, sin aplicar una contundente lucha contra la corrupción y el fraude, una economía desmadrada nos conducirá hacia la catástrofe de la barbarie y las guerras, aunque de forma hipócrita, la burguesía dice que quiere la paz pero exige y empuja hacia el Artículo 155 y siguientes.
Marx advertía que para los trabajadores no había salida a su condena de salarios escasos y paro creciente, excepto si derribaban las barreras del capitalismo y ponían el control de la banca, las industrias pesadas y las grandes empresas en manos y bajo control democrático de la clase trabajadora.
El capitalismo produce terribles paradojas: Pobrezas severas en los trabajadores y abundancias insultantes para los Ricos, que mantienen tierras, fábricas e industrias ociosas y cerradas, mientras siguen muriendo en el Mediterráneo decenas de miles de migrantes hambrientos buscando un trozo de pan, y a su vez, en grandes almacenes se pudre la comida o se destruye, para que los capitalistas mantengan precios abusivos y especulen, violando sus propias leyes de “libertad de mercado y competencia”, exigiendo e imponiendo “libertad de circulación” para sus Capitales mientras impiden “la libertad de circulación de la persona” que necesitan buscarse una vida mejor porque el capitalismo los ahuyenta o asesina con la guerras, la explotación y la opresión. Continúan con la carrera de armamento poniendo a pleno rendimiento las fábricas de armas que alimentan y desatan nuevos conflictos cuyo fin es la destrucción y masacres de vidas humanas.
La mejor forma de luchar contra el neofascismo que repunta en Europa y otras zonas del planeta, cuyo germen en el Estado español crece en torno a PP, Cs y Vox, es organizarnos para llevar a cabo una lucha firme y sostenida por el socialismo democrático e internacionalista.
Si las direcciones de las organizaciones de izquierdas no consiguen encauzar y reorientar la situación para el Cambio de Modelo, la nueva recesión revelará una vez más, al igual que en las anteriores ocasiones, la degeneración, la corrupción creciente y el crecimiento desaforado de las Deudas Públicas que nos llevarán a la bancarrota porque se harán impagables, lo que puede ser la señal del declive agónico de esta Europa de los Mercaderes que está totalmente podrida.
Una bancarrota de Italia, Grecia, España o cualquier otro país europeo podría contagiar al resto, extendiéndose la crisis como un reguero de pólvora. Si no se modifica pronto el rumbo, cambiando la perversa tendencia hacia el “neo-nazi-fascismo” y se consolida claramente hacia un cambio de modelo de sociedad que represente una salida hacia la democracia participativa devolviendo el poder a las bases y aplicando un plan socialista genuino y solidario, las convulsiones y los conflictos irán en aumento sin solución posible.
Este grave proceso destructivo está alimentado por la lucha hegemónica por el control mundial de los cuatro bloques imperialistas, EEUU, CHINA, RUSIA y la U.E. que reproducen la barbarie de ese sistema explotador y sanguinario del capitalismo en su fase imperialista multinacional.
En su lógica infernal de defensa de sus beneficios privados, empujan la confrontación hacia posiciones fascistizantes extremas, surgiendo brotes violentos contra ese modelo asesino y belicoso que produce el veneno del odio y la destrucción de ese capitalismo químicamente puro que es el fascismo imperialista.
Las guerras producen matanzas de inocentes pero también provoca la desestabilización de zonas enteras y alientan la confrontación entre Ricos y Pobres planteando de forma inevitable una radicalización en el proceso molecular de toma de conciencia de las masas que se ven obligadas por la necesidad de supervivencia a tomar dos caminos: La huida como migrantes inundando otros países, o la reorganización en líneas de grupos, partidos, sindicatos de clase o sectas religiosas, buscando el camino de la transformación social por métodos revolucionarios, que otros llamarán terroristas, pues todo depende del punto de vista del observador de turno.
Sumergidos en esos procesos crecientes de conflictividad, provocados por la incapacidad del capitalismo de ofrecer un mínimo de nivel de vida a las masas, la lucha se agudizará y con sus alzas y sus bajas, con sus derrotas o sus triunfos, las organizaciones de izquierdas intentarán levantar cabeza por lo que izarán sus banderas y abrazarán el programa de transición del cambio social. Alimentados por la fuerza de la unidad y de una lucha organizada por el bien común y la solidaridad, lucharán todo lo posible por construir un modelo alternativo donde los pueblos puedan llevar una vida digna, en democracia y solidaridad para marchar decididos hacia un nuevo modelo de sociedad, que garantice trabajo, pan, justicia y libertad que en realidad son las legítimas aspiraciones de cualquier colectivo del género humano que lucha legítimamente por una vida mejor, porque debemos entender cada vez con más claridad que bajo el capitalismo no hay salida para la Humanidad.
Escrito por José Martín Rodríguez y publicado en la sección de opinión de Diario 16 en fecha 23-10-18.
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