Cuando el pasado 4 de
agosto se publicaba en el BOE la inscripción de la “Organización de
Trabajadoras Sexuales. OTRAS”, el debate sobre la legalización de la
prostitución arreció con fuerza.
La ofensiva de la
patronal del negocio del sexo, proxenetas y puteros, dio un paso al frente,
envuelta en una supuesta defensa de los derechos de las mujeres que ejercen la
prostitución. Desde entonces, una parte importante de la izquierda reformista y
del feminismo transversal se ha retratado, haciendo el caldo gordo a los que
quieren convertir la violencia sexual en una actividad económica legítima.
Enfrente, la voz de la izquierda de clase, revolucionaria y consecuente, y del
feminismo combativo y anticapitalista también se ha alzado, denunciando las
maniobras que pretenden normalizar la forma más repugnante de la opresión
patriarcal.
Representantes de
CCOO, CGT, del ayuntamiento de Barcelona encabezado por Ada Colau, y de
organizaciones como “Anticapitalistas”, justificaron a este mal llamado
sindicato, en realidad una organización encabezada por proxenetas ,
argumentando que permitiría mejorar las condiciones de las “trabajadoras del
sexo” y evitar abusos. Un discurso que obvia lo esencial, y es que la inmensa
mayoría de las mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo lo hacen por
necesidad y no por elección. La prostitución representa la ruptura más infame
de la igualdad entre hombres y mujeres.
Proxenetas amenazados por el auge de la lucha feminista.
La prostitución es una
de las herramientas más antiguas, útiles y efectivas para la perpetuación del
machismo y el patriarcado. El mensaje es claro y directo: una mujer es una
mercancía que se puede comprar para la satisfacción de cualquier hombre que disponga
de un poco de dinero. Y aunque la controversia sobre si es o no un trabajo como
otro cualquiera viene de lejos, cabe preguntarse por qué en los últimos años ha
superado los estrechos círculos a los que estaba limitada para transformarse en
un debate de dimensión social.
El ascenso de la lucha
de masas feminista tiene mucho que ver con ello. Y es que cuando millones de
mujeres tomamos las calles para dejar bien claro que somos las dueñas
exclusivas de nuestro cuerpo y que no aceptamos ninguna servidumbre ni sumisión
en la familia, ni en el trabajo y tampoco en las relaciones sexuales, todos los
defensores del patriarcado, todos los que obtienen un beneficio político,
económico e ideológico de nuestra opresión, se sienten amenazados. No hablamos
sólo de quienes ocupan escaños, sillones en los consejos de administración del
IBEX 35 o nos arengan con su moral homófoba y pederasta desde los púlpitos. En
especial los proxenetas, estrechamente vinculados al mundo empresarial y
político, al aparato policial y al narcotráfico, obtienen más de 20.000
millones de euros anuales de la explotación sexual de las mujeres, han puesto
en juego todas sus armas para garantizar que su negocio no sea cuestionado
socialmente.
Libertad de elección: otra mentira de ricos.
Libertad de elección: otra mentira de ricos.
Capitalismo y
patriarcado van de la mano, por eso mismo la prostitución no es sólo un asunto
de mujeres en general, sino especialmente de mujeres pobres. La imagen
machacona que se repite en los reportajes favorables a la legalización,
mostrando universitarias que se financian sus estudios ‘acompañando’ a
refinados y educados hombres de negocios, no tiene nada que ver con la cruel
realidad que estamos tratando.
Hablamos del
sufrimiento cotidiano de millones de mujeres de nuestra clase, de las más
oprimidas y, por tanto, las más vulnerables. En el Estado español el 70% de las
que se encuentran atrapadas en el negocio del sexo son inmigrantes, en
Inglaterra el 81%, en Alemania el 85%. En India, 20 millones de mujeres ganan 2
dólares al día por su “participación” en esta “industria” tan lucrativa. ¡2
dólares al día por ser penetrada oralmente, vaginalmente y analmente por
hombres desconocidos! En Nueva York, el 75% de las menores que se prostituyen
actualmente son negras.
Prostitución es
miseria, esclavitud, racismo y abuso. No, la mayoría de las prostitutas no
tienen oportunidad de elegir. ¿De qué estamos hablando señores y señoras
partidarias de la legalización y que consideráis la prostitución como un
trabajo más? Es especialmente lamentable que haya organizaciones de izquierda y
feministas, que intentan transformar esta esclavitud en sinónimo de libertad,
de empleo digno y derechos. Normalizar la prostitución como una actividad
laboral no es otra cosa que blanquear la compra-venta del cuerpo de las mujeres
más pobres convirtiéndolo en un mero objeto desprovisto de voluntad.
“Cerveza, salchichas y mujeres ilimitadas por 70€”.
La legalización de la
prostitución, como en el caso de Alemania, arroja un balance claro. Nadie duda
del gran negocio que representa para los propietarios de los 3.500 burdeles del
país, pero para las mujeres que venden su cuerpo las cosas son muy diferentes.
Como en toda relación
de dominio, la violencia sobre quién debe sumisión es inevitable, y la
cosificación de la mujer alcanza cotas superlativas: “Nuevas chicas en el
burdel Calígula en Berlín. Oferta de ‘sexo absolutamente salvaje: 20 minutos
por 20€.’”. Como en toda actividad mercantil que se precie, los respetables
proxenetas compiten por ofrecer el producto más exclusivo, ofertando en Internet
‘servicios’ de este tipo: “El miércoles estamos organizando una fiesta
‘gang-bang’ (sexo grupal de varios hombres con una mujer) con Tina, de 19 años,
embarazada de 6 meses… cuesta 35€.”
En Alemania el consumo
de prostitución se ha incrementado un 30% a consecuencia de su normalización.
Como señala la doctora Ingeborg Graus en su artículo, “que la gente joven
celebre su graduación en un burdel” o se oferte un “tour guiado por los
burdeles de la ciudad de Berlín a los estudiantes recién llegados” es habitual.
¿Alguien puede sostener que estas prácticas no alimentan la cultura de la
violación? Un estudio realizado dos años después de la legalización (2004) por
el Ministerio de la Familia alemán, concluyó que el 92% de las prostitutas
habían sido agredidas sexualmente.
El abolicionismo hipócrita del PSOE. Por una alternativa de clase que
defienda a las prostitutas y acabe con la trata y la esclavitud sexual.
Oponernos activamente
a la legalización de la prostitución significa también luchar contra la criminalización
de las prostitutas, y denunciar la hipocresía y oportunismo del gobierno del
PSOE en su supuesto feminismo.
Este gobierno cuenta
con muchas mujeres en su seno, es cierto, pero recordemos que el presidente y
todas las ministras han manifestado su respeto con las decisiones judiciales
que dejan en libertad provisional a los violadores, o condenan a Juana Rivas
con una sentencia insolentemente machista. Lo mismo se puede decir sobre la
realidad social que obliga a decenas de miles a vender sus cuerpos en las
calles y burdeles. El gobierno del PSOE durante años, con sus políticas de
despidos, recortes sociales, desahucios, medidas represivas contra los y las
inmigrantes, precariedad y bajos salarios, y humillación respetuosa ante el
poder de la Iglesia, no ha hecho nada por combatir las raíces de la
prostitución. Tener una posición formalmente abolicionista y ser un pilar
sólido del sistema capitalista y del patriarcado es una completa incongruencia.
Las mujeres explotadas
por la mafia del sexo son objeto de la violencia salvaje que genera este
sistema económico. Su liberación no vendrá de la mano de sindicatos de
proxenetas, ni de normalizar su esclavitud convirtiéndola en “trabajadoras del
sexo”, sino de la batalla por transformar la sociedad. Desde Libres y
Combativas luchamos en primera línea por los derechos de las víctimas, no por
garantizar el negocio a sus verdugos. Por eso exigimos a los poderes públicos:
- Endurecimiento de las penas a los proxenetas, traficantes de personas y beneficiarios de la explotación sexual de seres humanos. Incautación de sus fortunas personales y patrimonio para invertirlos en garantizar los derechos sociales y económicos de sus víctimas y sus familias.
- Regularización
y derecho a la ciudadanía para todas las prostitutas extranjeras víctimas
de la trata.
- Otorgar
a las prostitutas medios económicos para salir de la esclavitud sexual.
Vivienda pública digna y accesible, empleo digno o subsidio de paro hasta
encontrar trabajo, y protección social, sanitaria y educativa a sus hijos
e hijas que evite la violencia contra ellos.
- Educación
sexual obligatoria en los centros educativos desde la escuela infantil
hasta la universidad, para combatir el machismo, la violencia contra las
mujeres y la homofobia.
Escrito por Bárbara
Areal.
Militante de Libres y
Combativas/Izquierda Revolucionaria.
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