25 de mayo de 2018

LOS APÓSTATAS DEL SOCIALISMO PRODUCEN EL DESENCANTO.


Resultado de imagen de Senador Francisco Roman Diaz. PSOE

“A todos aquellos que padecieron tormento y murieron por el Socialismo. A los que cuando los sacaban para fusilarlos decían a los que quedaban en la cárcel: Nosotros nos vamos, pero a los que tengáis la suerte de sobrevivir a esta tragedia, lo único que os pedimos es que sigáis luchando por lo mismo que vamos a morir.  Si, compañeros, seguiremos luchando por los que sacrificasteis vuestras vidas, vilmente asesinados”. (*)

       
Después de treinta años de clandestinidad el socialismo español vuelve a convertirse  en la esperanza de los trabajadores en su lucha contra los que les explotan por eso, su XXVII Congreso de la Reunificación, se ofrece a tantos millones de españoles que no han  vivido la libertad con su auténtico signo de identidad y les dice:

“El Partido Socialista Obrero Español se define como socialista porque su programa y su acción van encaminados a la superación del modo de producción capitalista, mediante la toma del poder político y económico y la socialización de los medios de producción, distribución y cambio por la clase trabajadora. Entendemos el socialismo como un fin y como el proceso que conduce a dicho fin y nuestro ideario nos conduce a rechazar cualquier camino de acomodación al capitalismo o a su simple reforma”.

        En todos los Congresos de un partido socialista obrero siempre se mantienen los viejos símbolos del movimiento obrero. Las rojas banderas y los puños en alto entonando la Internacional, suponemos que fue el ambiente propicio que influyó en Felipe González para decirles a los Congresistas:

“Pero nadie se llame a engaño. El Partido Socialista será fiel a su programa máximo, conquistará irreversiblemente una sociedad distinta, una sociedad en la cual la explotación del hombre por el hombre desaparezca,  una sociedad sin clases. 
El Partido no va a renunciar nunca a esa meta; que lo sepan todos, Nuestro Partido es un partido socialista y, por consiguiente, un partido que,  respetando la libertad individual y colectiva, quiere transformar la sociedad. Un partido que es capaz de un lenguaje ponderado y de un lenguaje duro, que es capaz de flexibilidad y de inflexibilidad, cuando se trata de defender la esencia  última del partido. En eso no vamos a transigir, en eso nunca vamos a trascender ni un ápice”.

        No tardaría mucho tiempo en que determinadas influencias le  harían a Felipe González arrepentirse de estas palabras y en unión  de su amigo Willy Brandt abominaría del marxismo como una serie de “tolerancia dicha por Marx”.

        A los actuales dirigentes del PSOE les molesta la historia del socialismo español y a los socialistas que se encargan de recordársela les dicen que hablan de una historia muy convencionalmente suya. Ignoran que la historia podrá ser enjuiciada de forma distinta según el que la comente, pero los hechos históricos no pueden modificarse caprichosamente.

        Y es que a ellos no les gusta que se justifique la huelga general de 1917 considerándola una acción revolucionaria dadas las circunstancias políticas de aquel entonces, ni en el movimiento revolucionario de 1930 cuando se preparaba el derrocamiento de la monarquía, pero los socialistas, los que verdaderamente son socialistas, han de sentirse orgullosos de ambos acontecimientos.
        
Tampoco les gusta que se les recuerde el movimiento revolucionario de 1934 como una efemérides que constituye un suceso notable y del que, deben sentirse orgullosos los socialistas.

        Para ellos la memoria histórica del partido es un lastre del que quieren desprenderse para que no entorpezca el rápido ascenso de sus carreras políticas. No quieren que se les hable de ella porque les recuerda que la vida de los militantes socialistas fue siempre, comparada con la de otros países superiores en sufrimientos y fue precisamente en esa escuela de sacrificios, no en la del disfrute del poder para dar satisfacción a las ambiciones personales de los profesionales de la política, donde se afirmaron las más sólidas virtudes como la democracia interna, el culto a la ética socialista y el ejemplo de una conducta de honradez acrisolada cuando se ocupaba un cargo político.
        
Cánovas del Castillo, el hombre que persiguió a los socialistas, hasta obligarlos a una semiclandestinidad, dijo en un discurso que “en general es cosa probada que ningún político puede presentar ejemplos de abnegación y desinterés tan notables como los que han dado los afiliados a la comunión socialista”. Es por eso que deben honrar los socialistas la memoria de quienes les legaron sus vidas ejemplares en todos los aspectos: Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Largo Caballero e Indalecia Prieto.(…)

(*) Fuente: Libro escrito por Francisco Román Díaz (Diputado y Senador del PSOE), titulado: “ANTES Y DESPUÉS DE SURESNES”. Ediciones Edinford,S.A. (pág.119/20…Málaga 1992)
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