Hace unas semanas y a raíz del inicio de mi colaboración en la sección de Opinión del Diario 16, tras enviarme un saludo un compañero me comentó después de unas bromas: “Por cierto, ¿qué tal vas de leninismo”? ¿Por qué no escribes algo sobre eso? Y siguiéndole la broma respondí: ”De leninismo he leído bastante pero no me atrevo con él, porque hay mucha competencia con Podemos y la CUP”, pero luego al final le respondí: “Lo vamos viendo”. Dada la amplitud de la cuestión me atrevo solo a proponer este breve comentario con el que inicio la invitación al debate, no solo a las dos fuerzas mencionadas, sino ampliándolas a la militancia del PSOE, Izquierda Unida, y del restos de partidos que se reclaman de la izquierda, así como a los trabajadores, estén o no adheridos a sindicatos de clase como UGT, CCOO, CGT, SAT, S.E. y todas las demás organizaciones sociales interesadas en cambiar este modelo capitalista, senil, degenerado y corrupto hasta la médula.
El “socialismo nacionalista”, es una teoría antitética al marxismo-leninismo, al menos para los que nos consideramos partidarios del socialismo marxista, en cierta medida lectores y seguidores de Marx y los clásicos que nos reclamamos del “internacionalismo”. Y no lo contemplamos de una forma en abstracto, ni es por cuestiones sentimentales o porque consideremos que la clase trabajadora de una nación debe amar a los trabajadores del resto, sino porque ese tipo de tendencias nacionalistas que existen en el movimiento obrero han descarrilado siempre las luchas de los trabajadores a largo plazo.
Como explicaba Marx la clase asalariada debe ser internacionalista debido a la esencia del funcionamiento del capitalismo, que además de desarrollar las fuerzas productivas que ha correspondido a la tarea de la burguesía de cada país, al alcanzar la fase imperialista multinacional, se concreta en el hecho de que todo el mercado mundial es tratado por los capitalistas como un modelo global interdependiente, por lo que todos los países dependen en la actualidad unos de otros, haciéndose imposible la autarquía y los nuevos/viejos “nacionalismos económicos”. Pero a veces es preferible apoyar las luchas de masas de los pueblos que buscan la independencia, aunque en principio se declaren “nacionalistas”, cuando están siendo oprimidos por la clase dominante, pero explicando que nuestra lucha es “internacionalista” y por un programa socialista que defienda los intereses de la clase trabajadora por delante de los de la burguesía, debiendo explicitarlo claramente para evitar confusiones. Esa es parte de la explicación concreta de la esencia del internacionalismo de la clase trabajadora. El verdadero socialismo es Internacionalista o solo es un sucedáneo.
Cada acontecimiento importante que tiene lugar en un país, afecta al resto de los trabajadores de este planeta. Por ello, los defensores de la filosofía del materialismo dialéctico como fueron Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Luxemburgo y demás dirigentes del movimiento obrero que estudiaron, abrazaron y defendieron ese método teórico-práctico, se basaron en el “internacionalismo proletario”, no por un sentimiento abstracto, (que puede que algunos también), sino más bien por una exigencia orgánica concreta del desarrollo de la economía y por la necesidad organizativa y unitaria de la clase obrera y las capas sociales y populares menos favorecidas en la lucha por la transformación social.
En este breve análisis aparece la contradicción de cómo fue posible que en la extinta Unión Soviética, que muchos llamaban de “socialismo real”, se acometiera y fracasara el intento de construir el “socialismo en un solo país”. Esa tesis era contraria al pensamiento marxista-leninista y además, quisieron hacerlo aparentemente como continuadores del marxismo-leninismo, lo cual no se sostiene debido a su fracaso histórico final. Tendríamos que buscar la respuesta que siempre ha mantenido el análisis marxista, basado en el método filosófico del materialismo dialéctico, que explica que cualquier teoría política, económica, social o científica, una vez conquistado el apoyo de masas o de un sector importante de la población, debe reflejar y defender los intereses materiales de la clase a la que se dice representar.
Continuando con el ejemplo de la Unión Soviética tenemos que analizar los intereses que reflejaba aquella teoría desarrollada por Stalin, que planteaba la construcción del “socialismo en un solo país”. La pregunta a despejar es, si después de la muerte de Lenin en 1924 y del control del Gobierno en manos de Stalin desde esa fecha hasta 1953, esa teoría reflejaba los intereses del movimiento obrero internacional o el de la burocracia rusa que se estaba robusteciendo en su degenerado proceso termidoriano. Eso quedó aclarado, por los análisis de la Oposición de Izquierda y corroborado después del hundimiento de la Unión Soviética y su disolución en 1991. Tras la apertura de los archivos del Kremlin, se confirmaron los análisis y escritos de Trotsky, pues los intereses que reflejaba el estalinismo durante la guerra interna no declarada contra los grupos de opositores marxistas se ha podido confirmar en el desarrollo posterior tras su desmantelamiento.
Para la persona que quiera profundizar en este debate puede consultar libros de aquellos gigantes del pensamiento marxista como: “El Estado y la Revolución”, “Escritos sobre la cuestión nacional”, “El Imperialismo, fase superior del Capitalismo”, “La enfermedad infantil del izquierdismo en el Comunismo”, “Las tesis de abril”, etc que son muy recomendables para iniciarse en el pensamiento de Lenin sobre esas cuestiones. Pero antes de acometer la lectura de esos clásicos de la literatura obrera se debería tener conocimiento de Marx y Engels, que escribieron “El Capital”, “Del socialismo utópico al socialismo científico”, “El Anti-Dühring”, “El Manifiesto Comunista”, “Salario, Precio y Ganancia/Trabajo Asalariado y Capital”, entre muchos más; en cuanto a Rosa Luxemburgo, no deberíamos dejar de leer “”Huelga de Masas, Partido y Sindicato”, “La crisis de la socialdemocracia” y “Reforma o Revolución, entre otros. Y hablando de Trotsky, los escritos más interesantes son “La revolución traicionada”, “La revolución permanente”, “Acerca de los sindicatos”, “Historia de la revolución rusa”, “Escritos sobre la Revolución española”, “El programa de transición”, “Stalin”, que es el libro que estaba escribiendo cuando fue asesinado por un agente del estalinismo donde se explica el nivel de degeneración alcanzado por aquella burocracia corrupta e ilegitima que robaba, saqueaba al Estado y se apropiaba de una parte de las plusvalías que generaba la clase obrera, cuya cuantía examinada por algunos autores posteriores, ha llegado a cuantificarse en que el 3 % que formaba la nomenclatura se apropiaba del 64 % del PIB. Todo ello apoyándose en la “Legislación vigente” de aquel Estado Obrero Deformado que representó la URSS.
Los soviets fueron desmantelados aunque se les siguió llamando así, pero en su lugar se organizaron una especie de Parlamentos que en su funcionamiento eran parecidos a los que existían en las sociedades burguesas, pero con la gravedad que estaban prohibidos los partidos políticos y sindicatos obreros independientes, convirtiéndose el régimen en un modelo totalitario, que en realidad era un régimen plebiscitario, funcionando mediante la “democracia orgánica de las ternas” que en absoluto era una “democracia obrera sana” por lo que nunca se alcanzó el genuino socialismo.
La Ley leninista que defendía la igualdad salarial que decía: “ningún funcionario recibirá un salario superior al de un trabajador cualificado” fue abolida por Stalin en 1931 y la brecha salarial había seguido creciendo tanto que cuando en 1985 fue elegido Gorbachov Secretario General del PCUS e inició la reestructuración del sistema económico llamada Perestroika, las diferencias salariales en Rusia entre los estratos superiores de la alta burocracia, comparado con los de los obreros, eran mayores que en EEUU, Francia o Alemania. También la burocracia había abandonado otros mecanismos de control social, como la elección y revocabilidad de los cargos, el control obrero en las empresas, la libertad de expresión y crítica, la rotación de los cargos, la libertad a presentarse a la elección de cargos para que “cualquier cocinero pudiese llegar a Jefe de Estado”, en palabras de Lenin.
Para profundizar en el debate considero que existe todo ese material para el que quiera continuar debatiendo o investigando, pero como me dijo un veterano: “con ser muy importante el saber, mucho más importante es saber dónde encontrar el mejor saber”. Quiero hacer constar que soy socio desde su constitución en 1987 de la Fundación de Estudios Socialistas Federico Engels, que está orientada a difundir y defender las ideas del materialismo dialéctico y la literatura obrera de diversos autores, reeditando libros como los antes mencionados, llegando a tener en la actualidad centenares de obras a disposición de los trabajadores. Esta Fundación está constituida como una ONG sin ánimo de lucro, mantenida por la cuota de los socios a escala internacional que aportamos un pago anual para su mantenimiento y expansión. Nuestra actividad se centra en el apoyo a las luchas sindicales y políticas de la clase trabajadora, publicando material, folletos, volantes y libros que contribuyen a arrojar luz sobre los acontecimientos históricos y contemporáneos, manteniendo el método del socialismo científico.
La posición de una verdadera dirección de izquierdas debe consistir en analizar las derrotas y los errores que se han cometido y se cometerán, con la mayor honestidad y aprender de ellos para rectificar y para continuar en la acción. Es preciso hablar honestamente y hacer autocrítica, porque eso es importante no solamente para reconocer la verdad teórica, sino sobre todo, desde el punto de vista de la práctica. No será posible a aprender a acometer las tares necesarias de una forma nueva, si la experiencia del pasado no nos sirve para abrirnos los ojos sobre los errores antiguos, haciendo una autocrítica colectiva, una catarsis y una rectificación profunda de los comportamientos incorrectos y los errores cometidos.
En momentos como los actuales, en el que la ofensiva ideológica y propagandística que se ha desatado contra las izquierdas por parte de la clase dominante, los trabajadores debemos hacer un esfuerzo en la búsqueda del camino que nos conduzca a un cambio del modelo de sociedad. Tenemos que volver a los clásicos para asimilar los ideales, los métodos y las enseñanzas de las generaciones anteriores, combatiendo cualquier elemento de oportunismo y sectarismo ultraizquierdista, haciendo frente al peligro de la burocratización, la introversión, la rutina y las camarillas, lo cual será fundamental para un buen desarrollo de la lucha social, política, económica y sindical.
Es probable que la clase trabajadora luche a fondo, busque y exija una Coalición de las Izquierdas para derrotar a la derecha y formar un Gobierno favorable de los trabajadores, los pobres y las clases empobrecidas por la crisis, porque aunque el PP está en descomposición, la burguesía financia y apoya un sustituto en Ciudadanos. Pero la viabilidad y existencia de una alianza fuerte de las izquierdas va a depender, en última instancia, de la capacidad de seguir ligados a las luchas sociales y reivindicativas, ganándonos la confianza del movimiento obrero y sus batallas vivas de clase, defendiendo un discurso socialista inspirado en el marxismo, además de una táctica y una estrategia correctas y la aplicación de un método compañero en relación a las demás fuerzas de las izquierdas, ofreciendo y defendiendo un claro programa genuinamente socialista para llevarlo a la práctica mediante una verdadera democracia plena, combatiendo la corrupción, los saqueos y los despilfarros, formándonos y preparándonos para las batallas sociales que nos esperan, porque la clase trabajadora y los sectores perjudicados por la crisis capitalistas tenemos la tarea y el legítimo derecho de luchar por el cambio del modelo capitalista y construir un mundo mejor para toda la Humanidad.
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