Para la clase trabajadora y la población en general, es importante comprender cómo surgen los nazi-fascismos
y en qué consiste su naturaleza y rasgos principales, para poder frenarlos y
combatirlos de forma efectiva, abortando los peligrosos embriones que se están
reproduciendo y existen en la actualidad. Para ello debemos profundizar en el debate
para tener una comprensión justa de los procesos históricos, pues como
explicaba el filósofo George Santayana, “el pueblo que no conoce su historia
está condenado a repetirla”.
La clase trabajadora no
podrá prepararse para contrarrestar y combatir a los movimientos fascistas en
ascenso, si no analizamos esos fenómenos desde el ángulo de la sociedad capitalista
en su fase actual de imperialismo multinacional y entendemos la correlación de
fuerzas en litigio, entre los intereses de la clase capitalista y los de la
clase asalariada.
El desarrollo del
capitalismo que surgió en sus inicios como un sistema social revolucionario, tuvo lugar a partir de la decadencia del
modelo feudal al cual derrotó y superó. En la primera fase de su período de
auge revolucionario que venció al llamado “antiguo régimen”, tuvo su punto de inflexión con el estallido
de la I Guerra Mundial. El nuevo modelo capitalista era progresista, aunque
surgió y continúa con las manos manchadas de sangre por la violencia en defensa
de sus intereses privados, pero fue progresista porque conseguía un auge en el
desarrollo de las fuerzas productivas, potenciando el poder de los individuos
sobre la naturaleza, combinando crecimiento y desarrollo.
En cierta medida, en
los países avanzados se incrementó el nivel cultural de la humanidad a pesar
del coste de la sangría humana de las guerras y sus inevitables crisis
cíclicas, experimentando un aumento de la riqueza, consiguiendo en los países
principales del capitalismo, unas mejoras de los niveles de vida de las masas,
de la cultura, la ciencia y del Estado de Bienestar, cuya gran crisis
estructural de la posguerra se manifestó con la llamada crisis del Petróleo de
1973/74.
Con el aumento de la
productividad debido a la revolución industrial se consiguió una rápida
expansión de la industria, el comercio y la agricultura, arrasando y
sustituyendo los antiguos métodos de producción del feudalismo, debido a la
aplicación de la ciencia, la técnica y los nuevos descubrimientos, lo que a su
vez, producía un aumento numérico de la clase obrera, que en su lucha contra la
explotación y opresión capitalista, continuaron con la creación de sus propias
organizaciones de clase: sindicatos y partidos obreros.
No podemos olvidar que
los derechos sociales, como el de asociación, petición, manifestación, libertad
de expresión, huelga, a un trabajo digno e incluso el derecho a voto, no fueron
concedidos con benevolencia por la clase capitalista. Fueron conquistados tras
duras batallas y una permanente e implacable lucha por parte de los
trabajadores que eran violentamente reprimidos por los poderes fácticos
dominados por los capitalistas.
Las clases dominantes
pudieron ofrecer concesiones debido a los enormes beneficios que les ofrecía la
expansión del capitalismo que se desarrollaba hacia la fase imperialista. Esa evolución/revolución del sistema de los
capitales lleva en su seno la concentración del capital con una fuerte
tendencia a los monopolios, formando enormes multinacionales, lobbies y carteles que son ahora mucho más potentes
que incluso los propios gobiernos, pero a su vez, se ha fortalecido la clase
trabajadora, tanto en los aspectos numéricos como cultural.
Como consecuencia del
desarrollo del mercado mundial y de los beneficios, que es la lógica de la
función histórica del capitalismo, en determinadas etapas, los intereses
nacionales de las burguesías capitalistas, debido a la competencia, entran en
conflicto necesaria e inevitablemente, por su frenético intento de encontrar
mercados y extender su dominio y poder.
Pero las fuerzas productivas se desarrollan y expanden más rápidamente
que los mercados, produciendo una nueva contradicción que convierte el freno
relativo que significaba en sus comienzos tanto las fronteras como la
concentración de la propiedad privada, en un freno absoluto en la actualidad.
Esas contradicciones
están en la base de la controversia que produjeron tanto la Primera como la
Segunda Guerra Mundial y si no lo evitamos, nos llevarán a la Tercera. En la
nueva época en la que hemos entrado, con la pugna de los cuatro grandes bloques
imperialistas, EEUU, China, Rusia y la Unión Europea y sus zonas de
influencias, luchando por la hegemonía
económico/bélica en disputa por los menguantes mercados, no solo está
reduciendo a la clase trabajadora a una pauperización creciente debido a la
ofensiva de ataques con la austeridad y el “ultraliberalismmo nacionalista”,
como el nuevo modelo Trump y otros que está
desatando la guerra comercial que puede globalizarse. Con ese modelo son
incapaces de proporcionar a la población mundial, ninguna seguridad, ni garantizar el trabajo,
la vivienda, la sanidad, la educación y demás derechos básicos para una
supervivencia digna, a la vez que sufrimos ataques en nuestros derechos,
arruinan a las clases medias, autónomos, profesionales, funcionarios, pequeños
empresarios, agricultores y demás sectores menos favorecidos de amplios
estratos de población, cuya posición social se empobrece ahogados por los
grandes magnates capitalistas y sus gobiernos corruptos.
Todo ello indica el
colapso del modelo capitalista que está obsoleto y en su combate contra la
clase trabajadora, la clase dominante no puede basarse solo en los viejos
métodos de represión que constituye la maquinaria estatal, que son en realidad
destacamentos de hombres armados, su aparato judicial y sus ideólogos, que defienden la lógica del lucro y la propiedad privada de los medios de producción
por encima de la vida humana.
En la actualidad, con
el desarrollo de los medios de comunicación, las redes sociales, la prensa,
radio y TV alternativas, ningún estado podría durar mucho tiempo si no domina y
controla una base de masas a la que se ve forzado a mantener en un proceso de
“alienación mental permanente” para que le otorgue su voto y poder ganar
elecciones ilegítimas con financiación fraudulenta. El clásico modelo anterior
de una Dictadura militar ahora no les sirve para alcanzar su propósito de
permanencia en el poder, lo cual somete a sus ideólogos a un terrible dilema.
Los capitalistas y sus
defensores, como Trump y sus homólogos en Europa tal como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, Restauración
Nacional Polaca, de extrema derecha ( NOP),
el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), La Liga Norte en
Italia (LN) etc y sus aduladores
conservadores como Merkel, Rajoy, Hollande y otros, siguen un sendero que les
llevaría hacia el modelo nazi/fascista, que podrían encontrar sus votantes entre las clases medias proletarizadas y parte
del lumpen-proletariado indignado, pero con sus mentiras y comportamientos
demagógicos permanentes no les acaba de cuajar.
En ciertos momentos la clase trabajadora expresa sus aspiraciones, su
indignación y sus reivindicaciones, luchando a través de organizaciones
sociales existentes o empiezan a construir otras nuevas. También se expresan en
las luchas sociales experimentando cambios bruscos y repentinos en la acción y
en la toma de conciencia de clase con una creciente volatilidad.
Bajo el yugo de la
explotación, el paro y la miseria creciente, los trabajadores en su producción
organizada en grandes fábricas y centros de trabajo, desarrollan una conciencia
de clase unitaria, más temprano o más tarde, y cuando somos atacados por la
crisis, se buscan soluciones socialistas a la problemática que la clase
trabajadora padece. Es la posición social la que determina la conciencia de
clase y no la cultura dominante, que imparte la ideología burguesa, pero cuando salta a la lucha el
movimiento obrero, a veces opera en sentido contrario a la domesticación en la
que ha sido instruido.
Debido a su posición en
la sociedad, las clases medias procuran situarse siempre en el centro de la “barricada”,
declarándose insistentemente como progresistas y centrados, buscando un sitio
intermedio entre la clase obrera y la clase capitalista, balanceándose a veces
entre las dos clases fundamentales, hasta que empieza la batalla y ese centro
teórico se hundie ante sus pies, empezando a entender que en la
“barricada” recibe golpes de ambos
bandos, por lo que tienen que optar: “o con los unos o con los otros”,
sucediendo primero una polarización, luego una radicalización y una
politización crecientes de las masas.
Si los partidos de
izquierdas, que insisten en defender un programa socialdemócrata, sin romper con el capitalismo, no pueden
ofrecer una solución alternativa que convenza y gane la confianza de la clase
trabajadora y a su vez a las capas medias, esta última optará por buscar
alianzas con la clase capitalista y a veces esa alianza se convierte en el
pilar principal de la involución, con peligro de deslizarse hacia el nazi-fascismo,
como está ocurriendo en Francia y en EEUU, por poner solo dos ejemplos. Algunos grupúsculos compuestos por retoños de
la clase media, que de jóvenes se consideran de izquierdas, pueden girar
violentamente hacia la ultra-izquierda y entonces, como dijo un clásico pueden ejercer la violencia ya que “un
terrorista es un pequeño burgués con una bomba en la mano”. Aquí se ve la
necesidad de una verdadera izquierda que combata con firmeza al capitalismo y
al terrorismo.
Los capitalistas a
veces se ven incapaces de superar la feroz competencia en su lucha por los
mercados mundiales, atacando como lo más fácil a la clase trabajadora, haciendo bajar los salarios pero no pueden
asegurar sus posiciones mientras que existan organizaciones de la clase
trabajadora que se opongan a los ataques, a las guerras comerciales y a las
cruentas. Intentan buscar soluciones
mediante la destrucción de las organizaciones de izquierdas que les estorban
para sus planes, bien comprando a sus dirigentes o derrotándolas con la represión. Pero cuando la lucha de la clase obrera crece
o se internacionaliza y las convulsiones sociales se hacen potentes e incluso
traspasan fronteras, los capitalistas recurren a la recluta de jóvenes que
preparan para utilizarlos como carne de cañón para sus guerras o sus
represiones, lo que favorece a los grupúsculos nazi-fascistas que se apoyan
mutuamente, como vemos con las simpatías que tienen los líderes de Europa,
cuando se han puesto todos firmes a las órdenes de Trump que se orienta en esa
dirección nefasta.
Hay un dicho que
explica que “el nazi-fascismo es el capitalismo químicamente puro” y su
objetivo inmediato, como explica la historia y como procedieron Hitler,
Musolini, Franco y demás dictadores, es aplastar a las organizaciones, partidos
y sindicatos de los trabajadores, pues esa es la función del nazi-fascismo que
la clase trabajadora tenemos la obligación de evitar y combatir. La nazi-fascistización del imperialismo
significaría que el capital financiero tomaría en sus manos directamente las
riendas del modelo, mediante un gran líder autoritario, y no como proceden ahora de forma diferida,
mediante las órdenes que “emanan del gobierno mundial en la sombra” cuyas directrices las marca el “Club
Bilderbeg”, grupo de las 130 personas más influyentes del planeta. Con una
aparente “democracia burguesa” en los países más “civilizados”, se declaran
“liberales y demócratas”, mientras
amparan y toleran dictaduras sangrientas y gobiernos títeres por doquier,
siempre y cuando se sometan a sus dictados.
La nazi-fascistización
global significaría la desarticulación, ilegalización y aplastamiento de las
organizaciones de izquierdas, tanto políticas, sindicales y sociales, tomando a
sus órdenes la prensa, las escuelas, las universidades, los sindicatos, los
ayuntamientos y el Gobierno, a través
del cual emitirían órdenes militares a través del dominio del ejército, decretos aplicados con métodos dictatoriales
expeditivos bajo pena de muerte hasta el exterminio de toda oposición. El objetivo del nazi-fascismo es reducir a
los trabajadores y a toda la población a un estado de dominio esclavizante, eliminando las libertades, para lo cual, como
la historia nos enseña, crean una red de terror y exterminio para demostrar una
supremacía racista y xenófoba en defensa de una supuesta “raza blanca
superior”, con la eliminación física de todas las demás etnias y opositores.
Esa es la organización del terror de Estado contra la que la clase trabajadora
tenemos que luchar en legítima defensa para nuestra supervivencia porque nos va
en ello el futuro de la humanidad.
La alternativa que
tenemos que plantear a todo ese modelo de “horror sin fin” que nos acecha, no
puede ser otro que el verdadero socialismo, basado en una auténtica democracia.
Este nuevo modelo será posible con la participación activa de la mayoría de la
población que somos la clase trabajadora, los jóvenes estudiantes, los
autónomos, los pequeños empresarios, el
sector de la economía social, la mujer,
los pensionistas y demás sectores menos favorecidos de la sociedad, todos
unidos y mejor organizados en una lucha implacable por la Democracia Política,
Económica, Social y Cultural.
La clase trabajadora y
las capas populares democráticas, unidas y organizadas por un proyecto común
asumido por la mayoría, con una dirección firme y decidida, estaríamos en
condiciones de avanzar hacia una verdadera sociedad pacífica y democrática, que
frene y evite los nazi-fascismos rampantes. Una vez liberados de la lucha
cotidiana por la supervivencia, debido ahora a la escasez a las que este
sistema nos ha sometido bajo el capitalismo y con los medios de producción bajo
control democrático de la sociedad, con la planificación científica de los
recursos productivos, eliminando el secreto bancario que ampara la corrupción
hasta su erradicación, los trabajadores y nuestras familias, podríamos participar de manera consciente en
las decisiones económicas, políticas,
sociales y culturales, encaminadas hacia una nueva sociedad basada en la
ética, la igualdad, la solidaridad y la libertad, poniendo a las personas en el
fundamento de la economía y ésta al servicio de la Humanidad, porque otro mundo
no solo es posible, sino más necesario que nunca. Organízate y lucha “Por un Estado
Socialista y Federal”(*) como alternativa a este podrido sistema capitalista,
corrupto y decadente.
ÁREA DE COMUNICACIÓN
IZQUIERDA SOCIALISTA DE
MÁLAGA-PSOE. A
(*) Si quieres recibir
la Ponencia Política que ha sido aprobada en la 3ª Conferencia de Izquierda
Socialista de Andalucia-PSOE, celebrada en Sevilla el pasado 4-3-17, donde se
propone el desarrollo de la alternativa en 9 apartados que sacamos a debate,
puedes solicitarla gratuitamente al correo de abajo, poniendo en asunto la
palabra “Por un Estado Socialista y Federal”:
ispsoeandalucia.malaga@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario